Otto Dix, "Wounded veteran", 1922. |
Aunque pueda parecer una anécdota narrada con sesgo dramático y exagerado, no es tal: un colega residente me cuenta que hace algunas noches debió transportar en ambulancia a un paciente que se hallaba internado en nuestro hospital psiquiátrico y que se complicó con un aparente abdomen agudo, es decir un intenso dolor abdominal en el que ameritaba considerarse una posible intervención quirúrgica.
En el hospital público más cercano se esgrimió carencia de camas para recibirlo, en otra clínica privada cercana el médico de emergencia fue más burdo: "¿cómo voy a tener a un esquizofrénico en mi sala de observación?" -espetó-. En un segundo establecimiento, mientras el sufrimiento del paciente se prolongaba y la indignación de mi colega y de la familia crecía, el médico de emergencia también se negó a priori a recibirlo, inclusive otros pacientes y sus familiares que estaban cerca asintieron concordando con el rechazo al paciente por tener esquizofrenia, cual si por esto deviniese inapelablemente en un apestado, un potencial homicida, una bestia infernal. Finalmente asomó el cirujano general, quien apelando a una reserva de "frónesis" que cada vez menos médicos poseemos, bregó y consiguió la atención médica debida para este paciente nuestro planteando, no la respuesta, sino la pregunta correcta: "¿Qué, acaso un esquizofrénico no es un ser humano?"
La psiquiatría se debate en ensimismadas polémicas bizantinas, autocomplacientes y sectarias pero situaciones urgentes como ésta, escandalosas como ésta, inhumanas como ésta, no se hallan en el candelero del mainstream de nuestra especialidad. Hemos olvidado aquello que señalaba el viejo Leon Eisenberg: "La esencia de la actividad médica es poner el bienestar del paciente en primer orden. Sólo como un pálido ejemplo de cuánto la medicina se ha desviado de este principio valoremos este sencillo y estremecedor dato: “Los pacientes con trastornos mentales graves mueren 25 años antes en promedio que el resto de la población general.” Estas gentes mueren por negligencia psiquiátrica, médica y social. Y el problema empeora cada vez más. Esta es negligencia que lleva a enfermedades respiratorias y cardiovasculares, a diabetes y sus complicaciones, a enfermedades infecciosas incluyendo el SIDA, a abuso de sustancias y otras enfermedades que afligen a los mal alimentados, a los sin hogar, a los indigentes. El cuidado de las personas severamente enfermas debiera haber sido el centro de atención de nuestras carreras profesionales, la defensa de los derechos de estas gentes debiese haber sido nuestro rol como ciudadanos. Pero en vez de ello nos hemos enfrascado en debates solipsistas acerca de cerebro versus mente, psicoterapia versus fármacos o genes versus medio ambiente. Preocupados por nuestras teorías y por nosotros mismos, hemos abandonado a nuestros pacientes más desamparados."
Escueta y reiteradamente, repetimos, sin embargo: ¿un esquizofrénico es un ser humano?
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