El ineludible blog Mind Hacks ha publicado recientemente un delicado poema dedicado a aquellos que ejercemos la psiquiatría. El manojo de versos es hechura del colega canadiense Ron Charach -ya escucho las pifias: ¡un psiquiatra escribiendo poemas para psiquiatras!- pero en fin, ¡qué hacer!... Es lo que hay.
Aquí pueden acceder al vínculo original en el British Journal of Psychiatry. Más barata, en todo el sentido de la palabra, me permito ofrecer a Uds. mi chambona versión del poema: dedicado a los colegas, a los maestros, a los compañeros de uno de los oficios más antiguos del mundo:
Psychiatrists on the Subway
One rarely spots psychiatrists on the subway
rubbing the haze of a long day's sessions
from their lean temples,
or thumbing through paperbacks that deal
with anything-but.
Wouldn't they like an update on who's
In the world and how they're doing?
Or would the ridership be wary of men and women
whose briefcases rattle with the tic tac
of pills, whose ears perk
like armadillos' at conversations
two seats over?
More likely we locate them in a bad joke,
in a wing-chair beside a firm couch,
a suicide statistic, a product seminar
with deli sandwiches courtesy of Pfizer or Roche
or Eli Lilly;
perhaps on the beach of a convention hotel
with a panorama of thong-clad beauties
who seldom talk revealingly
Before bed a psychiatrist sets his ears
on the night-table
and prays for a night of long silence
from a god who prefers
to listen.
Ron Charach
---oOo---
Psiquiatras en el tren subterráneo
Raramente uno puede advertir a los psiquiatras en el metro
viajando mientras despejan la bruma de un
largo día de terapias
acumulado en la consulta
u hojeando absortos en su
acumulado en la consulta
u hojeando absortos en su
asiento frondosos tabloides
que hablan de todo pero
a la vez de nada.
¿Es que no les importa ningún chismorreo
sobre el mundo que zumba alrededor?
¿O por ventura los otros pasajeros desconfiarían
de estos seres extraños cuyos maletines hacen
¿Es que no les importa ningún chismorreo
sobre el mundo que zumba alrededor?
¿O por ventura los otros pasajeros desconfiarían
de estos seres extraños cuyos maletines hacen
tic tac sospechosamente con
ruido de píldoras y cuyos oídos se sobresaltan
como los de un armadillo
con las conversaciones del asiento
con las conversaciones del asiento
de al lado?
Lo usual es colocar a los psiquiatras en chistes mordaces, claro,
en cómodas sillas junto a mullidos divanes,
o confinarlos a estadísticas sobre suicidios,
o imaginarlos en eventos auspiciados
Lo usual es colocar a los psiquiatras en chistes mordaces, claro,
en cómodas sillas junto a mullidos divanes,
o confinarlos a estadísticas sobre suicidios,
o imaginarlos en eventos auspiciados
por la industria,
sirviéndose bocadillos cortesía de Pfizer
sirviéndose bocadillos cortesía de Pfizer
o Roche o
Eli Lilly,
tal vez en la playa de un hotel / centro de convenciones
deleitando la vista con fastuosas
tal vez en la playa de un hotel / centro de convenciones
deleitando la vista con fastuosas
bellezas en bikinis
que revelan mucho pero
que revelan mucho pero
a la vez callan todo.
Antes de acostarse a dormir
los psiquiatras dejan los oídos
Antes de acostarse a dormir
los psiquiatras dejan los oídos
sobre el velador
y por una noche de
y por una noche de
largo silencio oran
oran a un dios cuyo trabajo es
también
oran a un dios cuyo trabajo es
también
escuchar.
Ron Charach
(Traducción de L C)
1 comentario:
"El trabajo de Dios tambien es escuchar" .... Interesante
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