domingo, 27 de enero de 2013

¿Cuál es la marca de un médico?





Aunque una de las acepciones de "marca" en el diccionario es "instrumento para medir la estatura de las personas", seguramente esto no se refiere a ninguna talla moral ni dimensión ética. En general, es más aceptada para el vocablo "marca" la definición siguiente: "señal hecha en una persona, animal o cosa, para distinguirla de otra, o denotar calidad o pertenencia". Si nos atenemos a este segundo significado, podemos interrogarnos: ¿Qué distingue a un médico de otro? Es decir, ¿cuál es la marca de un médico?

Desde luego, puede aducirse como respuesta desde lo más elemental: la respectiva especialidad del médico, por ejemplo, o cualquier cualidad externa como sus grados u honores académicos. Pero si pensamos más en lo esencial, uno pudiera pensar que más bien se trata de un sello personalísimo y sutil, que arraiga mejor en su carácter, su estimativa, su talante individual, su capacidad empática, su dimensión humana... Y seguramente esto debiera ser todo lo que nos distinguiera a unos médicos de otros, y no ninguna otra cosa.

Pero en los tiempos que corren, la adopción de una postura ante la potente intromisión de la propaganda farmacéutica en el trabajo médico, sí permite distinguir a unos médicos de otros. Los hay muy numerosos lamentablemente que han resignado su función a ser meros intermediarios entre la farmacia y el laboratorio farmacéutico y han abdicado de una escala de principios donde lo primero solía ser el interés del paciente. Así, hay médicos cuya "marca" hoy es la que adoptan de un laboratorio o de un producto farmacéutico para auspiciarlo y prescribirlo a diestra y siniestra por los réditos que esto les otorga, marca que bien podrían estamparse en el dorso o en el pecho de la bata médica, como el logo de una cerveza en la camiseta de un futbolista (y no es exagerado, hemos visto mandiles blancos con el logo de un laboratorio enorme luciéndose en la espalda).

Por eso es necesario una iniciativa que, empleando los conceptos y términos antes señalados, se presente directamente así: Médicos sin Marca. Desde Chile pero en la amplitud del ciberespacio, esta iniciativa se orienta a la búsqueda de fomentar un distanciamiento de la profesión médica respecto de las estrategias de promoción de las compañías productoras de tratamientos, con miras a proteger la imparcialidad e independencia del juicio clínico de los efectos distorsionadores del marketing y los conflictos de interés. Bienvenida sea su propuesta.








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Psiquiatras & 'Big Pharma': ¿Somos parte del problema o parte de la solución?

'La Nueva Psiquiatría' de Danny Carlat M.D.

- Los médicos y la industria farmacéutica


martes, 22 de enero de 2013

La importancia de la incomunicación médico-paciente









En internet uno pincha un enlace cualquiera y halla estos chismes graciosos que podrían no ser sino motivo de fugaz sonrisa: el útil alfabeto que aquí traemos, por ejemplo, nos enrostra irónicamente la inveterada y hórrida caligrafía que tantos colegas en la medicina solemos emplear. 

Claro, uno puede cínicamente argüir que bastará con que este alfabeto jeroglífico lo pueda descifrar haciendo mil suplicios el dispensador farmacéutico, pero, si reflexionamos en que también, tantas veces, el lenguaje oral de los profesionales médicos, incluyendo a los psiquiatras, utiliza alegóricamente este mismo alfabeto...



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sábado, 19 de enero de 2013

Una definición de psiquiatra












"A psychiatrist is a man who has studied medicine, which he does not practice, but practices psychology, which he has not studied."

(Un psiquiatra es una persona que ha estudiado medicina, pero no la practica, y ejerce la psicología, aunque no la ha estudiado).

 Harriet Babcock 
(1877-1952)
former Chief Psychologist, 
Bellevue Hospital.






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viernes, 18 de enero de 2013

miércoles, 16 de enero de 2013

Los amigos del suicida Aaron Swartz








LOS AMIGOS DEL SUICIDA


Entre ellos está aún la imagen
de aquel sencillo rebelde que descorrió la sombra temida
porque estaba colmado de corazón
y sabía que el hombre es una infinita respuesta.

La muerte puede ser también
la forma de algo que no ha querido florecer
porque está oculto y nos avergüenza
como el cuerpo expuesto a las miradas del deseo.

Me hablaron de él, de sus últimas palabras
escritas en una carta cuyo mensaje no era un adiós,
sino un saludo valiente,
una renuncia voluntaria al miedo que diariamente tallara.

De él queda una fotografía donde sonríe,
pues es necesario aparecer feliz en ese extraño instante
en que alguien nos mira como desde el futuro,
es decir, inmóvil entre cosas que nos han de sobrevivir.
Y sólo el recuerdo está vivo: tristezas y alegrías juntas,
inseparables caras de una moneda
cuya efigie se borra lentamente mientras circula,
cuyo brillo el tiempo aparta con una temprana neblina, 
cuyo fulgor se apaga como una hoguera abandonada.


Sebastián Salazar Bondy
Poemas.
(Lima, 1967)



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Uno deambula por internet y no sabe de aquellos anónimos amigos que detrás de otras distantes pantallas por allí deambulan. Y de repente asoma otra noticia de suicidio y uno supone que es otra anónima noticia de suicidio, pero si uno se ha enterado a través de un feed RSS o a través de Reddit, tendrá que enterarse que el suicida ha sido quien impulsó estas iniciativas desde un principio, hace años, cuando uno recién empezaba a deambular por internet.

Hace unos días Aaron Swartz fue hallado exánime, ahorcado, en su departamento de Nueva York: afrontaba un desmesurado y millonario juicio por asuntos relacionados con descarga no autorizada de archivos en internet, desde uno de aquellos servidores que cobran por acceso a artículos científicos y académicos y destinan la ganancia no a los autores sino a los editores. Y, paradójicamente, el servidor electrónico de donde se hicieron las descargas desistió de presentar cargos criminales, pero la acusación fiscal prosiguió con demandas millonarias y la posibilidad de que Swartz fuese a purgar 35 años de carcelería.

Ahora, no queda sino encerrar un poema en unos bits de información y lanzarla al mar proceloso de internet donde sin saberlo hemos discurrido por el fugaz sendero entre las olas dejado por Aaron Swartz.

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ENLACES:

Aaron Swartz & A Culture of Denial: Depression & Suicide in Tech, por John Grohol, en World of Psychology.



- Aaron Swartz en Wikipedia.



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lunes, 14 de enero de 2013

Primeros momentos tristes del DSM-5




Allen Frances


La publicación de la quinta edición del Manual Estadístico y de Clasificación de los Trastornos Mentales (DSM 5) de la Asociación Psiquiátrica Americana, ha sido calificada como el momento más triste en sus 45 años dedicados a la psiquiatría por Allen Frances, nada menos quien fuera el presidente del comité que elaboró la versión anterior, el DSM-IV. En una publicación reciente inclusive, Frances recomienda descartar y no emplear recientes innovaciones introducidas en esta edición: el síndrome de riesgo de psicosis o "prepsicosis"; el trastorno mixto ansioso-depresivo; el trastorno de disregulación del ánimo y conducta disruptiva (rabietas en niños); el Trastorno Neurocognitivo Menor (los olvidos cotidianos en personas ancianas); el Trastorno por atracones, entre otros.

Y es el momento más triste en la carrera de Frances no porque la edición de la que fue responsable en su momento vaya siendo relegada, para nada. El motivo real en parte lo aclara Neuroskeptic, quien comenta el reciente editorial del American Journal of Psychiatry acerca de las primeras pruebas de campo empleando los nuevos criterios el flamante DSM-5, esto es: la fiabilidad de ellos, ejemplicando que si varios  pacientes son evaluados por dos psiquiatras distintos para ver si coinciden en los diagnósticos que hacen: 0 sería la ausencia completa de coincidencia entre ambos psiquiatras y 1 el valor ideal, la coincidencia absoluta. Sin embargo, es desalentador que en la mayoría de diagnósticos la confiabilidad oscile escasamente alrededor de 0,5; inferior a la fiabilidad que se hallaba con los criterios del DSM-IV, que oscilaba entre 0,6 y 0,8. Y esto no solamente con diagnósticos raros o inusuales sino con los mismísimos diagnósticos de esquizofrenia, trastorno bipolar o alcoholismo, lo cual es bastante decir...

Cabe recordar pues que cuando nos refiramos al DSM-5 no hablaremos de un libro sagrado e infalible sino de un interesante y grueso bodoque de papel...



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ENLACES:

DSM-5 Is a Guide, Not a Bible: Simply Ignore Its 10 Worst Changes, por Allen Frances en The Huffington Post.




sábado, 12 de enero de 2013

El tamaño del pene y su connotación sobre la salud mental




Sileno ebrio (Museo de Louvre)



UNA CUESTIÓN DE TAMAÑO

Mucho después, cuando Zelda sufría por primera vez lo que entonces se designaba con el nombre de depresión nerviosa, Scott y yo coincidimos en París, y él me invitó a almorzar en el restaurante Michaud, en la esquina de la rue Jacob y de la rue des Saints-Pères. Dijo que quería consultarme algo muy importante, algo que para él contaba más que nada en el mundo, y me pedía le contestara la pura verdad. Le prometí hacer lo que pudiera. Siempre que él me exigía la pura verdad, cosa en todo caso difícil de alcanzar, y yo procuraba decírsela, lo que yo le decía le ponía furioso, aunque muchas veces no se ponía furioso en seguida sino más tarde, después de cavilar sobre el asunto. Mis palabras se convertían en algo que había que destruir, y a veces, de ser posible, había que destruirme a mí de paso.

Con el almuerzo bebió vino, pero no le afectó, y no llegó ya bebido, como preparación para la entrevista. Hablamos de nuestro trabajo y de los amigos y me pidió noticias de gentes a quienes no veía desde hacía tiempo. Comprendí que estaba escribiendo algo bueno y que por varias razones el trabajo no le resultaba fácil, pero que no era ése el asunto de su consulta. Esperé a que asomara la cuestión sobre la cual yo debía pronunciar la pura verdad, pero no lo descubrí hasta el fin de la comida, como si fuera un almuerzo de negocios.

Por fin, mientras comíamos la tarta de cerezas y terminábamos la última jarra de vino, me dijo:

- Ya sabes que nunca me he acostado con ninguna mujer, salvo con Zelda.
- No, no lo sabía.
- Creía habértelo dicho.
- No. Me has dicho muchas cosas, pero no esto.
- Bueno, quiero consultarte sobre esto.
- Venga.
- Zelda me dijo que con mi conformación nunca podré dejar satisfecha a ninguna mujer, y que por esto tuvo ella  su primer trauma. Dijo que es una cuestión de tamaño. Me destrozó, y quiero saber la verdad.
- Vamos con los caballeros.
- ¿Qué caballeros?
- El retrete, hombre.

Volvimos a la sala del restaurant y nos sentamos otra vez a la mesa.

- No hay problema -dije-. Estás perfectamente conformado. No tienes ningún defecto. Tú te miras de arriba y te ves en escorzo. Da una vuelta por el Louvre y fíjate en las estatuas, y luego vete a casa y mírate de lado en el espejo.
- Tal vez esas estatuas no sean exactas.
- No están mal. Mucha gente se contentaría con menos.
- ¿Pero por qué lo dijo?
- Por declararte en quiebra. Es el más viejo procedimiento que la humanidad ha inventado para declarar en quiebra a un hombre. Mira, Scott, me pediste la verdad, y podría decirte muchas cosas más, pero lo que te digo es la pura verdad y es cuanto necesitas saber. Podías consultar a un médico. 
- No quería. Quería que tú me dijeras la verdad.
. ¿Y ahora no me crees?
- No sé -dijo.
- Vamos al Louvre -le dije-. Está enfrente, sólo tenemos que cruzar el puente.

Fuimos al Louvre y miró las estatuas, pero le quedaban dudas respecto a sí mismo.

- Lo que cuenta no es el tamaño en reposo -le expliqué-. La cuestión es el tamaño que adquiere. También es una cuestión de ángulo.

Le expliqué el modo de utilizar una almohada, y unas cuantas cosas más que tal vez le resultara útil saber.

- Hay una chica -dijo- que parece sentir cariño por mí. Pero después de lo que Zelda me dijo...
- Olvídate de todo lo que Zelda te dijera -repuse-. Zelda está loca. No tienes ningún defecto. Puedes tener confianza, y le darás a la chica todo lo que te pida. Lo único que Zelda quiere es destrozarte.


Ernest Hemingway
París era una fiesta.
(1964)



Con el desenfado que caracterizaba a Hemingway, nos narra este episodio (ficticio o no) acontecido con otro grande de la literatura norteamericana, Francis Scott Fitzgerald, a quien describe angustiado por la opinión minimizadora de su esposa Zelda acerca de las dimensiones de su miembro viril. (Cabe mencionar que Zelda Sayre Fitzgerald fue también escritora conocida en su época, los locos años 1920, y padeció enfermedad psiquiátrica diagnosticada como esquizofrenia por el mismísimo Eugen Bleuler).

Es interesante toda la parafernalia de creencias populares expresada en el chiste, rumor, mito, chisme y habladuría soterrada, relacionada con la inseguridad masculina prevalente y relacionada con la satisfacción o insatisfacción con su miembro viril y, en general, con su desempeño sexual. Tal vez un palmario ejemplo de ello es el éxito colosal de fármacos como el Viagra, más utilizado por jóvenes inseguros y apocados que por adultos mayores y con verdadera disfunción eréctil.

Dado que la sexualidad es un tema tabú, descuidado usualmente en el proceso educativo familiar y escolar, a los varoncitos desde temprana edad se les va desarrollando en sus mentes la idea sobrevalorada de la dimensión fálica como garantía de felicidad sexual y de valía como "macho". Y asumen usual y equivocadamente que la sexualidad femenina se basa en los mismos espurios postulados falocráticos y temen con pavor las comparaciones milimétricas, los parangones  de calibre y las mensuraciones de grosores, en sus contactos con el sexo femenino.

Afortunadamente, los profesionales de la salud mental, carentes totalmente de tales absurdos complejos y poseedores de la capacidad empática para abordar fácilmente tales temas en la relación médico-paciente, acostumbran enfocar de manera directa estas dudas e inquietudes de sus pacientes varones, subyacentes tantas veces detrás de discordias conyugales, neurosis, obsesiones y disforias... El texto que al pie enlazamos expone breve y claramente una perspectiva saludable sobre ello.


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ENLACE:

Penis Size: A Consideration of Fantasy and Reality, por Lawrence Blum, de su blog Beyond Freud, en Psychology Today.


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jueves, 10 de enero de 2013

Evolución y Neurociencias, recomendabilísimo blog















Cuando uno piensa en que la psiquiatría biológica es tantas veces reducida a una psiquiatría fisicoquímica, de reacciones moleculares escuetas, dejando de lado el resto de vertientes de la biologìa en su sentido más lato (como la ecología y la perspectiva de la evolución por la que devinimos de homínidos a lo que quiera que seamos hoy), puede uno avizorar cuánto puede empobrecerse la comprensión de la mente y la conducta humanas.

Y es que nuestras actitudes, sentimientos, emociones y toda la gama de conductas que poseemos no pueden columbrarse cabalmente sin la comprensión de cómo han ido modelándose no sólo en la perspectiva temporal de lo sociocultural sino en la más amplia de lo evolutivo.

Mirar las fotos de arriba, todas ellas tomadas del blog Evolución y Neurociencias, reconocer los gestos parecidos, las miradas semejantes, ese estremecimiento de ternura sutil y familiar que puede recorrernos a partir de la contemplación de aquellos chimpancés, nos invita a profundizar en la diada temática que este blog establece desde su mismo nombre: Evolución y Neurociencias.

Todas sus entradas son de enjundia y no nos atrevemos a recomendar unas cuantas sino la lectura y sopesamiento de todas ellas: no es un blog novísimo pero, como siempre tardos, hemos venido recién a tener noticia de él. Su autor, muy versado en estos (y otros relacionados) temas, como queda claro sobradamente, ha escogido el sobrio eclipse de su autoría con el seudónimo Pitiklinov. La lectura promete no sólo informado conocimiento y perspectiva integradora sino grato disfrute por lo ameno de la prosa y la apertura llana y acogedora del bloguista responsable. Desde aquí nuestra satisfacción manifiesta por el hallazgo bienvenido de este blog tan recomendable.



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ENLACE:

- Evolución y Neurociencias por Pitiklinov (quien también tiene su cuenta en Twitter).





lunes, 7 de enero de 2013

Priapismo y psicofármacos: a propósito de un caso



En la mitología antigua, Príapo era un diosecillo menor representado con un miembro viril de grotescas proporciones, alegorizando así la anhelada fertilidad de la naturaleza, los sembríos y los rebaños. De su nombre se deriva el término médico "priapismo", con que se denomina a una erección prolongada, dolorosa, que no cede con la actividad sexual y que resulta de un desequilibrio entre los factores que regulan la erección y la detumescencia del pene. Incluso, si el caso de priapismo es severo, puede acabar siendo la última erección del individuo que la sufre pues acarrea daños irreversibles al mecanismo fisiológico responsable de la capacidad eréctil.

Diversos medicamentos se han asociado a la posibilidad de ocurrencia del priapismo, entre ellos los antipsicóticos. Aunque es un fenómeno sumamente infrecuente (1-2 casos en 100 000 personas de sexo masculino), conocer y prevenir la concurrencia de otros factores que pudiesen incrementar su riesgo, es necesario. 

Encontramos un caso de priapismo asociado a risperidona y preparamos un breve reporte al respecto que aquí adjuntamos.








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ENLACES:

- Cruzado L, Vallejos C. Priapismo secundario a antipsicóticos: a propósito de un caso asociado a risperidona. Rev Med Chile 2012; 140: 1445-1448.



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sábado, 5 de enero de 2013

Abulia transitoria y específica








"El médico no debe suscribir jamás certificados de complacencia ni certificados irónicos, como los que expedía un famoso psiquiatra a sus amigos faltos de gana para trabajar, a quienes declaraba víctimas de abulia transitoria y específica."



Honorio Delgado
Curso de Psiquiatría




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NB.- Mmm, nos dejó con las ganas Don Honorio de saber quién era ese famoso psiquiatra que otorgaba semejantes certificados. Da para toda una disquisición entre la pereza como pecado capital y la abulia como fenómeno psicopatológico. Y si el término "pecado" ahora mal se considera como partícipe de gazmoñería, no debe soslayarse tampoco el desprestigio de la voluntad como función y potencia psicológica.

Don Honorio hablaba de certíficados fraudulentos, "complacientes", fraguados, que lamentablemente no son excepcionales, y sugiere además reflexionar sobre el cínico ingenio de colocar como sinónimo de pereza a una rebuscada "abulia", frivolidad y desvergüenza de la picardía nuestra.



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Honorio Delgado, antítesis de cierta 'peruanidad'

- Honorio Delgado sonríe

La Arequipa de Honorio Delgado: 1892-1915


jueves, 3 de enero de 2013

Para empezar el año...








El Reloj 
(un texto de Máximo Gorki).


I.

¡Tic tac, tic, tac!

En el silencio y la soledad nos angustia la noche al escuchar la impasible indolencia de la péndola del reloj: latidos monótonos y matemáticamente regulares, registrando de un modo uniforme siempre una sola y misma cosa, el incansable movimiento de la vida. La oscuridad y el sueño envuelven la tierra, mientras se calla todo. Sólo el reloj registra, con fría y ruidosa actitud, la desaparición de los segundos... Oscila la péndola y se abrevia la vida un segundo, una minúscula partícula del tiempo impartido a cada uno de nosotros, un segundo que no volverá ya. ¿De dónde vienen los segundos y adónde van? No responderá a eso nadie... Y hay todavía muchas preguntas a las cuales no se ha respondido y hay otras cuestiones más graves de cuya solución depende nuestra dicha. ¿Cómo vivir para tener conciencia de que se es necesario a la vida? ¿Cómo vivir sin perder fe ni deseo? ¿Cómo vivir para que no desaparezca ningún segundo sin emocionar el alma ni el espíritu? ¿Responderá un día a todo eso el reloj del movimiento sin fin, y qué dirá el reloj a todo eso?


II.

¡Tic tac, tic, tac!

Nada más impasible en el mundo que un reloj: con idéntica regularidad nace en el instante de nuestro nacimiento y en el momento que cortáis con avidez las flores del ensueño de la juventud. Desde aquel en que nace, cada día se avecina el hombre a la muerte más de cerca. Y cuando jadeéis en la agonía, descontará sus segundos el reloj seca y tranquilamente. En su frío descuento -¡prestad oído!- existe algo de omnisciente y harto de tanto saber. Nada le conmoverá jamás ni le será querido nada. Es indiferente, y si pretendemos vivir, se nos hace indispensable para crear otras horas plenas de sensaciones y de pensamientos, plenas de acción, para sustituir esas horas aburridas, monótonas, que asesinan de fastidio el alma, esas horas con latidos reprobatorios y glaciales.


III.

¡Tic tac, tic, tac!

En el incansable movimiento del reloj no se marca ningún punto fijo. ¿Qué es, pues, lo que llamamos el presente? Después de un segundo nacido nace otro segundo  que empuja al primero en un abismo de tinieblas ignotas...

¡Tic tac, tic, tac! Y sois dichosos. ¡Tic tac! Y en vuestro corazón se derrama el quemante veneno de la pena y puede permanecer en vosotros para toda la vida, para todas las horas de vuestra vida, si no intentáis llenar cada segundo de vuestra vida con un algo feliz y viviente. Seductor es el sufrimiento, peligroso privilegio; cuando lo poseemos no buscamos, por lo general, otro derecho más alto que el título de hombre. Pero abunda tanto este sufrimiento que ha abaratado y casi no se beneficia ya con la atención humana. Por eso resulta una inversión muy dudosa el apego al sufrimiento, y conviene proveerse de algo más original, más precioso, ¿verdad? El sufrimiento es un valor en baja... No conviene quejarse de la vida a quienquiera que sea, pues rara vez encierran las palabras de consuelo lo que en ellas se busca. En resumidas cuentas, la vida es más pletórica y más interesante cuando lucha el hombre contra lo que le impide vivir. Durante la lucha, sin que lo advierta uno, se esfuman las horas de tristeza y hastío.


IV.

¡Tic tac, tic, tac!

Es ridículamente corta la vida del hombre. ¿Cómo vivir? Estos esquivan a la vida obstinadamente y aquellos se consagran a ella totalmente. Los primeros serán pobres de espíritu y de recuerdos en el declive de sus días; los segundos, ricos de uno y de otros. Morirán éstos, lo mismo que morirán aquéllos, y de todos no quedará nada si nadie consagra con desinterés su espíritu y su corazón a la vida... Y cuando muráis, el reloj contará con impasibilidad -¡tic-tac!- los segundos de vuestra agonía. Y durante esos segundos nacerán nuevos hombres, a razón de algunos por segundo, y vosotros... ¡os habréis acabado! Y nada quedará de vosotros en la vida, excepto vuestro cuerpo, que olerá mal. ¿Acaso no se rebela vuestro orgullo contra la creación automática que os ha lanzado a la vida, que os ha arrancado de ella luego..., y que hace que de pronto se termine todo? Implantad, pues, en la vida el recuerdo vuestro, caso de que estéis orgullosos y afligidos de vuestra sumisión a los móviles ocultos del tiempo. Reflexionad un poco acerca de vuestro papel en la vida. Se fabrica un ladrillo y luego queda inmóvil  ahí, en un edificio; pero después cae hecho polvo y se desvanece. ¿Es modesto y trivial equivaler a un ladrillo, eh? Por tanto, no os asemejéis a un ladrillo si tenéis una inteligencia o un alma o si queréis conocer horas buenas, plenas de sensaciones y de ideas, horas de tempestad.


V.

¡Tic tac, tic, tac!

Si os dedicáis a pensar lo que significáis al presente en ese movimiento infinito de las horas, quedaréis agobiados por el sentimiento de vuestra nulidad. ¡Ojalá os hiera ese sentimiento! ¡Ojalá despierte en vosotros la soberbia y podáis experimentar hostilidad hacia la vida que os humilla y declararle la guerra! ¿En nombre de qué? Cuando la naturaleza privó al hombre de la facultad de andar a cuatro patas, le dio como bastón el ideal. Y desde entonces, inconscientemente, se lanza a lo mejor: ¡siempre más arriba!  Haced que sea consciente ese impulso; enseñad a los hombres a comprender que sólo en el esfuerzo consciente hacia lo mejor reside la verdadera ventura. No os quejéis de vuestra impotencia, no os quejéis de lo que sea. Lo único que vuestra queja puede proporcionarnos aún es la lástima, limosna de los pobres de espíritu. Todos los hombres son idénticamente desdichados; pero el más desdichado de todos es el que hace gala de su desdicha. Esas personas, en mayor proporción que todas las demás, están ávidas de llamar la atención y son menos dignas que ninguna. El ímpetu adelante constituye el móvil de la vida. ¡Ojalá sea ímpetu la vida toda, y entonces habrá en ella horas de un excelso esplendor!


VI.

¡Tic tac, tic, tac!

"¿Por qué le fue otorgada la luz al hombre cuya vía está obstruida y que Tú rodeaste de tinieblas?" Es el viejo Job quien se lo pregunta a Dios. Ahora ya no hay hombres que, acordándose de que son hijos de Dios, creados a su imagen y semejanza, tengan la audacia de hablarle como Job, y, de ordinario, sustentan hoy las personas una ruin estimación de sí mismas. Se ama poco la vida, y hasta somos inhábiles para amarnos a nosotros mismos. Al propio tiempo se tiene miedo a la muerte, aunque no la evite nadie, según sabemos. Inevitable; ésa es la ley. Sí; desde que aparece sobre la faz de la tierra, continúa muriendo el hombre, y a ello ha de habituarse, que en cualquier momento es hora ya. El sentimiento del deber cumplido puede destruir el miedo de la muerte, y haber recorrido honestamente nuestra ruta nos depara un final apacible. ¡Tic-tac!... Y del hombre no quedarán sino los actos. Y para él se detendrá el reloj a la vez que sus deseos, y se pondrá en marcha otro reloj: el que juzgue su vida, reloj austero.


VII.

¡Tic tac, tic, tac!

En el fondo todo es bastante sencillo en este mundo que se empecina en las contradicciones, que vive dentro de la mentira y de la maldad. Y sería más sencillo aún si los hombres se examinaran unos a otros y si cada cual tuviera un amigo al lado suyo. Solo, incluso si es grande, continua siendo pequeño el hombre. Se hace indispensable la comprensión mutua. De sobra sabemos cómo hablamos todos más oscuramente y peor de lo que pensamos. Para abrir nuestro corazón al prójimo no basta disponer de muchas palabras, y si perecen sin dejar rastro muchas ideas importantes y graves es porque no se les dio en un tiempo la forma que requerían. Al nacer un pensamiento existe el deseo sincero de encarnarlo en palabras precisas y claras...; pero faltan esas palabras.

¡Más atención al pensamiento! Ayudadle a nacer y siempre recompensará vuestro trabajo. Por doquiera hay pensamientos y hasta en la grieta de la piedra los leeréis cuando queráis. Si quieren los hombres, a su alcance estará todo; si quieren serán serán señores de la vida y no sus esclavos, como hasta ahora. Basta únicamente el deseo de vivir, una altiva conciencia de su fuerza, y la vida entera se compondrá de horas maravillosas, plenas de manifestaciones de la fuerza y el espíritu; horas conmovedoras por la nobleza de sus hazañas; horas grandes.


VIII.

¡Tic tac, tic, tac!

¡Vivan los espíritus fuertes, los hombres viriles, los que sirven a la verdad, a la justicia, a la belleza! No los conocemos porque son orgullosos y no exigen recompensa; no vemos cómo consumen de buena gana sus corazones. Alumbrando la vida con un fulgor resplandeciente, obligan a ver claro aún a los ciegos, que son tan numerosos, y a que todos los hombres se percaten con horror y asco de cuán grosera, injusta y fea es su vida. ¡Viva el hombre señor de sus deseos! En su corazón reside el mundo entero; en su alma reside todo el dolor del mundo, todo el sufrimiento de la humanidad.  El mal y el lodo de la vida, la mentira y la crueldad son sus enemigos; gasta todas sus horas sin cuento en el combate, y su vida está llena de júbilos fogosos, de hermosa cólera, de fiera obstinación.

No te reprimas, pues tamaña actitud supone la más activa, la más hermosa sabiduría de la tierra. ¡Viva el hombre que no sabe reprimirse! No hay más que dos formas de vida: la podredumbre y la combustión. Los poltrones y los codiciosos escogerán la primera, los viriles y los generosos, la segunda; quienquiera que ame la belleza sabe dónde está la grandeza.

Horas vacuas y fastidiosas son las de nuestra vida. Llenémoslas, pues, de hermosas proezas sin reprimirnos. Y entonces viviremos horas hermosas, plenas de un gozoso estremecimiento; horas plenas de una soberbia ardiente. ¡Viva el hombre que no sabe reprimirse!


(Trad. Isidro Maltrana)




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NB: Comenzamos el año con este contundente texto de Gorki. Cómo es de lábil la psique humana y su determinación, la solidez de los buenos propósitos y afanes de enmienda,  que leerlo antes de la medianoche del 31 de diciembre produce un efecto distinto a leerlo a estas alturas incipientes ya del nuevo año. De todos modos, sea.



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