jueves, 30 de agosto de 2012

Como perro persiguiéndose la cola





Cierto colega nuestro usualmente grafica un estado anímico suyo mezcla de ansiedad,  inquietud y desasosiego, con la expresión: “como perro mordiéndose la cola”.  Es claro que mi colega aprecia a los perros antes que a los gatos y ha observado a los primeros detenidamente mientras que yo jamás he notado a un pequeño felino, usualmente solemne, digno y hasta hierático, en actitud tan peregrina como perseguirse el hopo (al colega y a mí nos consuela saber que una clasificación frívola y simple de los seres humanos es aquella que los divide entre los que prefieren a los perros y aquellos que prefieren a los gatos).

Aunque pretendí explicar heurísticamente al colega la conducta de estos perros perseguidores de sus colas con la culta y wikipedista alusión del Ouroboros,  aquella serpiente mítica que se devora a sí misma como representación de la continuidad interminable de los ciclos y la unión dialéctica de los contrarios, fallé clamorosamente. Esta conducta de los canes ouroborósicos es ahora mejor explicada desde la prestigiosa neurociencia como conducta análoga a un humano fenómeno compulsivo (dado que no se puede presumir pensamiento obsesivo en los canes). Habíamos sabido sí de situaciones compulsivas en ratas con el gen Hoxb8 alterado, y que exhibían conductas de aliño desmesurado lamiéndose y extrayéndose pelos hasta el paroxismo. Pero ahora sabemos que esto no es privativo de los roedores inferiores sino de otros animalitos más cercanos como los perros.

No deja de ser interesante en el estudio de Tiira K y cols. que inspira esta entrada, lo señalado acerca de que estas conductas estereotipadas se hallan solamente en animales en cautiverio o domesticados.

- ¿No será –le espeté entonces a mi colega- que “heurísticamente” hablando también esto aparece en nosotros los humanos, de algún modo, por estar demasiado domesticados y en cautiverio?

- No sé –me dijo mi colega, siempre escéptico y desencantado- o a lo mejor es que los humanos nos parecemos demasiado a los perros, ¿no crees? 

Y me contó de su perro, un faldero ansiosillo y asustadizo pero irónicamente llamado "Feroz", y que íbase ya a devorar la punta de su cola de tanto perseguirla. Y remató:

- Leí en ese blog tuyo que no sabes qué hacer con tus muestras de PRISTIQ. Bueno: habrá que ver si pepeándolo le quitamos su complejo de Ouroboros a "Feroz", ¿no?


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ENLACES

- Tiira K, Hakosalo O, Kareinen L, Thomas A, Hielm-Björkman A, Escriou C, Arnold P, Lohi H. Environmental Effects on Compulsive Tail Chasing in Dogs. PLoS ONE 7(7):e41684. doi:10.1371/journal.pone.0041684.

- En Youtube hay interesantes videos sobre conductas aparentemente compulsivas en perros.


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Más sobre el paradigma neurobiológico de la enfermedad mental y la lucha contra el estigma


- The Great Melon Brain

Ciertas 'neuromodas'

- ¡Y nos llegó el PRISTIQ!



lunes, 27 de agosto de 2012

Madre & hija & Facebook







"Mi hija me aceptó como contacto en su Facebook. Eso quiere decir que ahora ya 'somos amigas'".

Una madre acerca de su hija adolescente, en la consulta.



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domingo, 26 de agosto de 2012

La frase del día





“The only normal people are the ones you don’t know very well.”
(Las únicas personas normales son aquellas a quienes no conoces bien).

Alfred Adler


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miércoles, 22 de agosto de 2012

¡Y nos llegó el PRISTIQ!



Hace pocos días una simpática dama representante de laboratorio farmacéutico nos entregó una sospechosa cajita:



Goloso como soy pensé, ajá, unos kekitos o unos sanguchitos cortesía de "Big Pharma"... Más aún si en la tapa se leía "Creado para ayudarlos a completar su obra maestra" bajo la foto de alguien tocándose el vientre -y quienes me conocen saben que una de mis obras maestras es precisamente mi abdomen-. Pero no, oh, sorpresa:



Eran muestras médicas del flamante antidepresivo (flamante para el Perú): succinato de desvenlafaxina,  PRISTIQ para los amigos.

Suspicazmente se puede pensar que estoy colgándome del PRISTIQ pues una gran porción del más de medio millón de visitas a este blog son de personas que caen desde Google hacia una antigua entrada de este blog escrita precisamente acerca de PRISTIQ. Los comentarios a aquella nota fueron de muy distinta índole: desde los que testimoniaban con el corazón en la mano su agradecimiento a la molécula a aquellos que despotricaban de ella. Fue sorprendente recibir también desde países extranjeros dudas e inquietudes sobre el tratamiento iniciado con PRISTIQ (como si no hubiese sido un psiquiatra el prescriptor o éste fuese inaccesible o, por desventura, afásico). Por supuesto, la tónica general de la entrada era que PRISTIQ no era un mal medicamento pero tampoco la panacea y que los prescriptores debían ser prudentes en su indicación pues a fin de cuentas se trataba sencillamente de un metabolito de la venlafaxina original y advertíamos contra los cantos de sirena de "Big Pharma" pues los tímpanos de algunos colegas son muy tiernos y vulnerables a ellos.

Claro, en el 2009 no se avizoraba aún su arribo por estas distantes tierras, ahora esta entrada es precisamente para saludar embelesados y entusiastas la llegada de PRISTIQ.

Un metanálisis reciente de Coleman y cols. aparecido en la prestigiosa revista CNS Spectrums informa que desvenlafaxina, como era previsible, presenta similar eficacia que venlafaxina y en cuestión de efectos secundarios su ventaja radica solamente en que presenta menor incidencia de náuseas.

Sin embargo en el editorial de la misma revista T. Schwartz rompe lanzas por la desvenlafaxina, revelando, acucioso, aquellos casos (una minoría de pacientes, en sus propias palabras) en los que sería de suma utilidad la desvenlafaxina por encima de venlafaxina:

1. En aquellos pacientes que sufren muchas náuseas con venlafaxina (y cita al inserto del producto, donde se menciona que son hasta el 8% de quienes la consumen).
2. Aquellos que se detectan mediante un análisis genético que son pobres metabolizadores a través de enzimas hepáticas 2D6, esto es, tienen pocas enzimas para convertir la venlafaxina en su metabolito activo: desvenlafaxina, y por tanto debieran recibir de frente la desvenlafaxina. Estas personas serían hasta el 10% de las personas de raza caucásica.
3. En un alarde de erudición farmacológica, Schwartz enarbola un dato de investigaciones in vitro: venlafaxina induce la expresión de una proteína trasportadora (el doble respecto a desvenlafaxina) que dificultaría de algún modo la llegada o permanencia de venlafaxina en el órgano blanco. Schwarz menciona que, hipotéticamente, hasta un 40% de caucásicos tendrían este rasgo, pero no ofrece datos sobre la supuesta significación clínica de este dato.

No cabe duda que sólo en base a estos criterios estrictos los colegas locales prescribirán al nuevo PRISTIQ. Sobre todo porque entre nosotros los caucásicos son un montón y las pruebas para tipificación de genes de citocromo son análisis de rutina.  ¿Y qué hago yo entonces con esta cajita de PRISTIQ?

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ENLACES:

- Coleman KA, Xavier VY, Palmer TL, Meaney JV, Radalj LM, Canny LM. An indirect comparison of the efficacy and safety of desvenlafaxine and venlafaxine using placebo as the common comparator. CNS Spectr. 2012 Aug 13:1-11. 

- Schwartz TL. Metabolites: novel therapeutics or ‘‘me-too’’ drugs? Using desvenlafaxine as an example. CNS Spectr. 2012 Aug 2:1-4. [Epub ahead of print]. (Hay acceso libre al texto completo)


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domingo, 19 de agosto de 2012

Dos poemas de Wislawa Szymborska





Prefiero que me guste la gente
a amar a la humanidad.
WS


Foto de Alberto Cristofari




Padezco la deformación "profesional" de preferir la narrativa en desmedro de la poesía y lo deploro. Adicionalmente, en mi anancasmo suelo preferir los libros que más páginas posean y, obvio es, los de poesía no suelen ser frondosos. También me ha ahuyentado alguna poesía hecha al parecer solamente de palabras, donde no se siente vibración vital alguna -sin duda, mi ignorancia me hace hablar gratuitamente sobre este tópico-. Por ello he tardado en conocer a esta poeta polaca, Nobel de Literatura del año 1996, y cuya cautivante poesía transita a pie los caminos de la gente, se detiene en las esquinas, se atolla en los cruceros, pero siempre bajo el cielo.

De Wislawa Szymborska transcribo dos poemas: Prospecto -semblanza de los insertos adjuntos en cada cajita de producto farmacéutico- y La habitación del suicida. ¡Bienvenida, Poesía!



PROSPECTO

Soy un tranquilizante.
Funciono en casa,
Soy eficaz en la oficina,
me siento en los exámenes,
comparezco ante los tribunales,
pego cuidadosamente las tazas rotas:
sólo tienes que tomarme,
disolverme bajo la lengua,
tragarme,
sólo tienes que beber un poco de agua.

Sé qué hacer con la desgracia,
cómo sobrellevar una mala noticia,
disminuir la injusticia,
iluminar la ausencia de Dios,
escoger un sombrero de luto que quede bien con una cara.
A qué esperas,
confía en la piedad química.

Eres todavía un hombre (una mujer) joven,
deberías sentar la cabeza de algún modo.
¿Quién ha dicho
que la vida hay que vivirla arriesgadamente?

Entrégame tu abismo,
lo cubriré de sueño,
me estarás agradecido (agradecida)
por haber caído de pies.

Véndeme tu alma.
No habrá más comprador.

Ya no hay otro demonio.




De "Si acaso", 1978 
Versión de Abel A. Murcia




LA HABITACIÓN DEL SUICIDA

Seguramente crees que la habitación estaba vacía.
Pues no. Había tres sillas bien firmes.
Una lámpara buena contra la oscuridad.
Un escritorio, en el escritorio una cartera, periódicos.
Un buda despreocupado. Un cristo pensativo.
Siete elefantes para la buena suerte y en el cajón una agenda.
¿Crees que no estaban en ella nuestras direcciones?

Seguramente crees que no había libros, cuadros ni discos.
Pues sí. Había una reanimante trompeta en unas manos negras.
Saskia con una flor cordial.
Alegría, divina chispa.
Odiseo sobre el estante durmiendo un sueño reparador
tras las fatigas del canto quinto.
Moralistas,
apellidos estampados con sílabas doradas
sobre lomos bellamente curtidos.
Los políticos justo al lado se mantenían erguidos.

No parecía que de esta habitación no hubiera salida,
al menos por la puerta,
o que no tuviera alguna perspectiva, al menos desde la ventana.

Las gafas para ver a lo lejos estaban en el alféizar.
Zumbaba una mosca, o sea que aún vivía.

Seguramente crees que cuando menos la carta algo aclaraba.
Y si yo te dijera que no había ninguna carta.
Tantos de nosotros, amigos, y todos cupimos
en un sobre vacío apoyado en un vaso.



De "Llamando al Yeti" 1957 
Versión de Gerardo Beltrán



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Agradezco a la Sra. Lic. Pilar de Vivanco quien me notició de nuestra poeta. 


ENLACES:



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sábado, 18 de agosto de 2012

Lo que dicen que el Internet dice sobre uno...







Y si lo dice Scientific American, habría que tenerlo en cuenta, eh. La experiencia que ellos reportan es más o menos la que sigue:

Se encuestó a un grupo de 200 personas voluntarias acerca de "experiencias afectivas varias y recientes" y en medio del frondoso cuestionario se dispersaron las preguntas de la Escala para Depresión del Centro de Estudios Epidemiológicos (CES-D). Luego se correlacionaron los puntajes de esta escala oculta con las costumbres reportadas por los individuos en el uso y manejo de Internet, por ejemplo: la cantidad de información enviada a través del correo electrónico u otras formas de intercambio de datos, el tipo de aplicación más usada en la Red, y la multiplicidad o unicidad de destinos para la remisión o recepción de datos. Los investigadores no conocieron específicamente lo que las personas visitaban en Internet.

Los hallazgos permitieron establecer la siguiente conclusión:

"...peer-to-peer file sharing, heavy emailing and chatting online, and a tendency to quickly switch between multiple websites and other online resources all predict a greater propensity to experience symptoms of depression. Although the exact reasons that these behaviors predict depression is unknown, each behavior corresponds with previous research on depression. Quickly switching between websites may reflect anhedonia (a decreased ability to experience emotions), as people desperately seek for emotional stimulation. Similarly, excessive emailing and chatting may signify a relative lack of strong face-to-face relationships, as people strive to maintain contact either with faraway friends or new people met online."

Lo que traducido galanamente en el Google Translator es algo así:

"...el frecuente almacenaje, compartición y descarga de archivos a través de redes P2P, el alto flujo de mensajería por correo electrónico, el uso consuetudinario del chat, y una tendencia a cambiar rápidamente entre varios sitios web y otros recursos en línea, todos estos comportamientos predicen una mayor propensión a experimentar síntomas de depresión. Aunque las razones exactas por la cual estos comportamientos podrían predecir la depresión es desconocida, cada comportamiento se corresponde con hallazgos anteriores de investigaciones acerca de trastornos afectivos. El cambio rápido entre los sitios web: saltar frenéticamente de una a otra página electrónica, podría reflejar anhedonia (disminución de la capacidad de experimentar emociones), pues hipotéticamente las personas harían esto buscando estimulación emocional. Del mismo modo, el exceso de correo electrónico y el abuso del chat podría significar una relativa carencia de relaciones personales "cara a cara", ya que la gente se esfuerza para mantener el contacto ya sea con amigos lejanos o personas nuevas se encontraron en línea."

Luego los autores, imbuidos de buenas intenciones, desbarran especulando con que dadas algunas dificultades para la detección y diagnóstico de los problemas depresivos, una buena alternativa sería el rastreo de los historiales de Internet de los usuarios a fin de detectar "a tiempo" dichas patologías.

Mmm, mejor voy borrando mi historial... 


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ENLACE:

- Ward AF, Valdesolo P. What Internet Habits Say about Mental Health. Scientific American, August 14th 2012.


martes, 14 de agosto de 2012

Yo tuve un blog...






No se podrá decir que no busqué la concisión y el discreto lujo de la brevedad en aquel escueto blog, anhelando dejar atrás el desborde y la chabacanería de éste. Con su apariencia alba y minimalista, ilusamente pretendí aspirar a la contención y la mesura, a la ponderación de lo apolíneo. Pero lo confieso, fracasé rotundamente: me pregunto, fútilmente, cómo a uno le da por tener su libreta de apuntes en la blogósfera cuando antes bastaba, sin más, el bolsillo del gabán. 

Bueno, como acto de contricción ya basta. He aquí una antología de las entradas de aquella bitácora ida y vergonzante:



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Sé que nunca seré feliz pero sé que ¡puedo ser muy alegre!

Marilyn Monroe 



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Cuando el usuario afirma, de entrada nomás en la consulta, que “no cree en los psiquiatras”, la cortesía más elemental impone que no se replique manifestando que uno coincide plenamente con tal aserto. 



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No se puede alucinar el dolor: para que una sensación sea percibida como dolorosa, tiene que doler.

S. Kripke 



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The fundamental error of psychiatry is that it regards life as a problem to be solved, instead of as a purpose to be fulfilled. 


(El problema fundamental de la psiquiatría es que considera a la vida como un problema a ser resuelto en vez de un propósito a ser cumplido.) 

Szasz 



***



Kurt Schneider

Cuenta López Ibor que Kurt Schneider, psicopatólogo minucioso y prolijo, sentía terror por la tautología y la retórica psiquiátrica. En un simposio sobre delirios al que asistieron juntos, luego de la intervención flamígera y barroca de un colega, Klaus Conrad lo invitó a intervenir. Schneider no quiso. “Lo que yo hago -dijo- no tiene nada que ver con todo eso.” Y permaneció callado. 

Era Schneider hombre de pequeñas notas y grandes silencios. Hacia el final de sus días confesó a López Ibor que se hallaba desinteresado de la psiquiatría y que tampoco la filosofía le decía nada. Solamente la teología -y la sombra del más allá- concitaban algún interés para él. Porfiado, López Ibor quiso conocer de qué trataba el dilatado intercambio epistolar que el psiquiatra había mantenido con el filósofo existencialista Martin Heidegger. “Gedichte”, respondió. 

“Gedichte” en alemán es: Poesía. 



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Homenaje absoluto al placebo

Había una vez unos colegas psiquiatras que ante cuadros relativamente moderados, relativamente reactivos de depresión, indicaban a sus pacientes: “si hay días en que se siente relativamente mal, tome Ud. el doble de dosis de antidepresivo, y los días en que ya esté mejor, vuelva nomás a la dosis de siempre.” 



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No he olvidado a la señora orate que habitaba una esquina a mitad del camino que yo recorría de casa a la escuela. Huesuda y de oscuras greñas, solía mirarme de soslayo cuando transitaba a su lado. Con quién hablaba, a quién maldecía, de qué reía, eran preguntas que yo ni siquiera me hacía: simplemente la veía maldecir, hablar y reír, arrinconada y solitaria bajo el sol del mediodía. 

Mentiría si dijese que allí nació mi “vocación psiquiátrica”. Mas bien debo haber pensado en mi simpleza que algún día, aparte de astronauta y árbitro de fútbol, también yo podría llegar a ser loco. 



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Desprestigio de la felicidad, esplendor de la depresión 

La búsqueda en Google del término “depresión” arroja 21 800 000 entradas contra 1 380 000 correspondientes a la palabra “infelicidad”. 

“Unhappiness” produce 8 760 000 entradas en el mismo buscador; liliputiense, ridícula cifra ante las 269 000 000 entradas prohijadas por la búsqueda del término “depression”. 



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Habían una vez unos colegas psiquiatras que decían que por cada pensamiento o sentimiento “torcido” debía haber en el cerebro una molécula de neurotransmisor “torcido”. 

Y cada psiquiatra que dice esto no será, digo yo, ¿un psiquiatra torcido? 



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CORAZONAR, hace falta el neologismo.



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Vis medicatrix naturae

Ya no se habla de la “vis medicatrix naturae”. Y no porque el latín sea una lengua muerta. Pero nadie te enseña y a nadie enseñas qué es la “vis medicatrix naturae”. 

El latín ya no es prestigio. Hipócrates fue un viejo loco. La neurobiología da la hora. Qué será “vis medicatrix naturae”. 

En el Curso de Psiquiatría de Honorio Delgado atisbamos la siguiente frase: “Nuestro poder y la seguridad de nuestra conducta profesional arraigan (…) en la confianza que tenemos en la vis medicatrix naturae.” 

Como la cortesía impone que no preguntes lo que no te pueden contestar, durante buen tiempo no supimos qué significaba la frase latina. 

Afortunadamente Google explica todo en esta época donde ya nadie suscribe con denuedo la frase de Don Honorio. 



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Sucede tal vez que no enfatizamos que los dos más grandes temores de la gente -o dos de los más grandes- son la muerte y la locura. 

Y vamos por allí pensando que sólo a la muerte tememos… 



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El experimento es sencillo. Se le pregunta al estudiante de medicina en los años últimos de la carrera: “Si viene un paciente quejándose de dolor de vientre, ¿tú le crees?” Luego se mide los segundos que toma para responder. 

Posteriormente se le puede repreguntar: “Y si en tu examen físico no hallas nada positivo, ¿le sigues creyendo?” Y aún: “Y si luego en los exámenes auxiliares no se halla nada, ¿le crees todavía?” Usualmente se podrá verificar que el tiempo de latencia se incrementa paulatinamente para responder. (Por no decir nada del sorprendente contenido de las respuestas). 

La variante de la pregunta que emplea alucinaciones o delirios en vez de dolor de vientre puede originar desoladoras respuestas. 



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A diferencia de bienestar, la palabra bienser no figura en el diccionario.



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…hay errores todavía más tenaces que el delirio. Respecto al carácter de absurdo o inverosimilitud, Leuret hace cien años se expresaba: “He buscado en Charenton, en Bicetre y en La Salpetrière la idea que me pareciera más descabellada, y al compararla con muchas de las que circulan por el mundo, he visto con sorpresa y casi con rubor que no había diferencia alguna entre las mismas.” Exactamente lo mismo repetía Hoche (…) que no hay ninguna idea delirante que no pueda ser superada en su carácter absurdo por las convicciones de los individuos fanatizados, ya se trate del individuo aislado o de la masa. 


H. Ey 




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Ningún loco está loco si uno se conforma con sus razones.

García Márquez 



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El enfermo se cura con el médico, sin el médico o a pesar del médico.

Cuán olvidado tenemos este refrán.



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Uno aspira a la invisibilidad pero por error de amanuense del destino queda inscrito en el rubro de la imbecilidad. 



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Vuelvo a recordar a la señora orate que moraba en la calle camino de la escuela cuando yo era infante. 

Un día apareció embarazada. Mi supina inocencia de entonces asumía que las mujeres podían tener hijos solas, sin concurso de varón. 

Y así como podían tener hijos solas, podían también bailar solas -como la loca lo hacía- y hablar a solas, si no tenían con quién. 

Ya después entré en la edad de la razón -debo suponer que maduré-. 

Una tarde vi a la señora en medio de la avenida tirando piedras iracunda. Lamentablemente todo quedó en frustro intento suyo. Necesitaba a los transeúntes para arrojarnos piedras, pero ni suficiente pedregullo en la pista había. 



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En el archivo de la vertiginosa década de 1960 hemos hallado esta bella frase:

“The psychiatrist is the obstetrician of the mind.” (N Engl J Med 1964; 271: 1068)

Ya no.



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Hace poco un congreso de neurofarmacología o psicofarmacobiología -aunque en realidad era de farmacopsiquiatría- se suscitó en nuestro medio y ostentó el eslogan de: “Trastorno Bipolar: la enfermedad del Siglo XXI” 

El tono de amenaza resultó, por demás, evidente.



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M. Balint en la introducción de El médico, el paciente y la enfermedad, refiere que el medicamento más frecuentemente empleado en la práctica médica general es, con mucho, el propio médico; es decir que no sólo importa la caja de medicinas o el frasco de píldoras, sino el modo cómo el médico las ofrece al paciente, en suma, toda la atmósfera en la cual el fármaco es administrado y recibido. Balint advierte, sí, que aún no existe ninguna forma de farmacología respecto de tan importante droga: es decir, prescripciones sobre el dosaje que debe aplicar el profesional cuando se trata de su propia persona, en qué forma debe hacerlo, con qué grado de frecuencia, cuáles son las dosis curativas y las de mantenimiento. Pero más inquietante todavía es la carencia total de literatura sobre los posibles riesgos de este tipo de medicación, las reacciones idiosincráticas a él y los indeseables efectos secundarios de la droga. En realidad, insiste Balint, la exigüidad de información sobre este medicamento, el de empleo más frecuente, es abrumadora e inquietante, sobre todo cuando se considera la riqueza de información disponible en torno de otros medicamentos, aún de aquellos que acaban de ser incorporados a la práctica médica general. 

Desolación de la metáfora. 



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Es una parodia epistemológica que se pida a los psiquiatras que acepten la Medicina Basada en Evidencias (MBE), sin más evidencias que el chantaje moral creado por aquellos que afirman que las matemáticas son la forma más elevada de ciencia y por lo tanto que lo que es matemáticamente demostrable supera todo lo demás”… “nunca se ha diseñado un ensayo a gran escala que demuestre que prescribir y tomar decisiones fundadas en la MBE sea significativamente mejor que la toma de decisiones basadas en el conocimiento y en la experiencia de los médicos. (G. Berríos) 

Menéndez Osorio F. La historia clínica y la anamnesis en la psicopatología actual. De la biografía a la biología. De la escucha y mirada clínica a la escucha y mirada por los aparatos. ¿Qué es la evidencia en salud mental? Rev Asoc Esp Neuropsiq 2012; 32 (115): 547-566. 

http://www.revistaaen.es/index.php/aen/article/view/16533



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Soliloquio: solo y loco.

(En la consulta) 


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El acto médico si bien es un acto científico en la mayoría de los casos y también, en diversa medida un acto social, es siempre un hecho psicológico. 

Portes 


***



Todos somos unas máquinas del tiempo de vuelo de ave de corral.

Bioy 



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¿Qué significa decir de una persona que es un esquizofrénico? No significa nada. Es como decir de una persona que es normal. Usted es normal, el fotógrafo es normal y yo también lo soy, pero eso no quiere decir nada. 

C. Castilla del Pino 


***



El verdadero artista



No cuadro, no escultura,

no música, no poema,


el verdadero artista

es el que su Alegría crea.


Gloria Fuertes





domingo, 12 de agosto de 2012

Mirar a los ojos





Un paciente varón de 38 años viene desde una lejana provincia por su conducta disruptiva y a veces violenta, le acompaña desde hace seis años la etiqueta de tener "esquizofrenia", el "símbolo sagrado de la psiquiatría" como la llamaba Thomas Szasz. Y como tiene esquizofrenia, viene para que "Ud., doctor, lo interne".

En el Perú todas las provincias son lejanas. Y en todas partes, en el Perú y todas las provincias del mundo, el diagnóstico de esquizofrenia aleja aún más. Y si el paciente es esquizofrénico y está por años sin tratamiento y si es violento, no hay mucho que decir: va para adentro.

El hombre portando aquel símbolo sagrado se sentó frente a nosotros rodeado de sus hermanas, nos miraba y lo miramos, se ensimismó, cabizbajo, y seguimos mirándolo y vimos...

Hace más de un siglo Charles Darwin, en su soslayada obra The Expression of the Emotions in Man and Animals, describió así una característica expresión facial en individuos deprimidos y melancólicos: "The eyebrows not rarely are rendered oblique, which is due to their inner ends being raised. This produces peculiarly-formed wrinkles on the forehead, which are very different from those of a simple frown..." Darwin apuntó esta contracción de los músculos corrugadores superciliares y los llamó inclusive "grief muscles". Posteriormente a esta contractura de la frente entre ambas cejas se le llamó "signo de Omega" (por la forma de la letra griega) y en 1911 Otto Veraguth, neuropsiquiatra suizo, añadió la observación de unos pliegues ascendentes desde los párpados superiores y las cejas en dirección a la "omega".


Músculo corrugador superciliar ("grief muscle")

La imagen muestra el rostro de una paciente con el signo de Omega al centro y los pliegues de Veraguth a ambos lados.


Aunque obviamente no son signos patognomónicos los de Omega y Veraguth, algo aparentemente tan simple como mirar a los ojos a nuestro paciente nos permitió sospechar y luego detectar su depresión psicótica (él iba desesperado por las calles embargado por sus delirios de culpa, suplicando perdón a los transeúntes, y al ser ignorado se descontrolaba tornándose violento), en el contexto no de una esquizofrenia pues tal no era el diagnóstico adecuado, sino de una psicosis maniaco-depresiva. 

Szasz escribió en una de sus "Herejías": "La tragedia de la medicina moderna "científica" es que los médicos han ganado en competencia tanto como han perdido en compasión. Antes los médicos podían curar poco y por tanto debían consolar más... Hoy los médicos pueden curar algo más y por ende confortan menos. El problema es que tenemos médicos colmados de competencia pero pobres en compasión.... En la medida en que médicos y pacientes persistan en confundir las dos principales justificaciones del tratamiento médico, es decir, la existencia de la enfermedad y la expectativa de curación, la provisión del tratamiento médico aún del tipo técnicamente más sofisticado seguirá resultando personalmente insatisfactoria tanto para médicos como para pacientes."

Ahora nuestro paciente está mejor y ha vuelto a su provincia. 

Y yo tengo una entrada nueva para el blog narrando esta "obviedad", (pero es que las cosas demasiado obvias lamentablemente son muy susceptibles de "obviarse").

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Hace tiempo alguien me recordó que debo mirar a los ojos y esta entrada constituye memoria y gratitud.


ENLACE:

- Shorter E. Darwin's contribution to psychiatry. BJP 2009; 195: 473-474. (Texto completo).


Otras entradas relacionadas en el blog:

- Sonrisa de la depresión.



jueves, 9 de agosto de 2012

¿Es el Movimiento SALUD MENTAL GLOBAL una cortina de humo ante los males de nuestra sociedad?






El reconocido psicólogo Vaughan Bell, animador del imprescindible blog Mind Hacks, ha publicado recientemente un amplio post sobre el Movimiento SALUD MENTAL GLOBAL que por su importancia nos permitimos glosar aquí (en nuestro medio ha habido cierta difusión y entusiasmo por esta perspectiva e incluso Vikram Patel ha ofrecido conferencias en auditorios locales).

Vaughan Bell comienza reseñando una entrada del blog Somatosphere, a la que define como “esencial para el debate, acerca de los debates que sacuden el mundo de la “Salud Mental Global”, un campo incipiente y que tiene como objetivo hacer de la salud mental una prioridad mundial.

Obviamente, anota Bell, la idea en sí es buena en el sentido general, pero todavía hay un gran intercambio de argumentos sobre lo que significa promover la salud mental y mucha discusión sobre si el Movimiento SALUD MENTAL GLOBAL es sólo un medio de exportar las ideas occidentales y los diagnósticos en una especie de globalización del siglo XXI para la mente.

Vaughan Bell se muestra sorprendido por el hecho de que el movimiento de la "salud mental global" parezca sobre todo concentrarse en Asia y África en desmedro de la participación de profesionales latinoamericanos de la salud mental. (Aquí anotamos que Vaughan Bell conoce de cerca la realidad latinoamericana y ha sido conferencista en diversos países de nuestro continente, sobre todo en Colombia, donde ha sido distinguido como profesor visitante en numerosas ocasiones).

Bell plantea una interesante analogía para alegorizar la perspectiva latinoamericana sobre la salud mental mediante esta interrogante: “¿Cómo reaccionaría usted si en lugar de apoyar el movimiento americano de derechos civiles en la década de 1960, se le dijera que el problema principal de la población era que estaban siendo afectados por una enfermedad mental llamada  Trastorno De Estrés Post-Discriminación (TEPD)?”.

“Estoy seguro de que sería posible llegar a un válido y fiable diagnóstico de "TEPD", que podría ser objeto de consenso y que inclusive podría predecir dificultades conductuales y psicológicas y hasta  discapacidad – se sabe que la experiencia del racismo predice problemas de salud mental futura y la discriminación en la época de la lucha por los derechos civiles era extrema” -apostilla Bell y añade-: “Argumentar a favor de más recursos para estudiar y tratar un supuesto Trastorno de estrés post-discriminación (TEPD) cuando el movimiento de derechos civiles estaba en un momento crucial en las décadas de 1940 y 1950, habría sido pasible de la acusación de "poner una cortina de humo" y "causar  una distracción" cuando lo que urgía era un cambio social, no un intento de patologizar a la gente de raza negra”.

“La pregunta que ahora uno puede plantearse y muchos psicólogos latinoamericanos han puesto en el candelero es si acaso no sería mejor enfocarse en el combate contra la desigualdad y la violencia como estrategias realmente radicales para mejorar la salud mental” -continúa V. Bell, y señala-: “El enfoque occidental sobre los trastornos mentales, se argumenta legítimamente, puede distraer y cegarnos ante los problemas reales de la sociedad. En lugar de la prevención y lucha contra la opresión, lo que el enfoque occidental hace es meramente patologizar a las víctimas de la opresión.”

En este punto V. Bell hace una interesante disquisición sobre la llamada Psicología de la Liberación y su iniciador, el sacerdote Ignacio Martín-Baró, quien fue asesinado por un escuadrón de la muerte de la dictadura salvadoreña.

Bell continúa analizando el diagnóstico actualmente establecido del Trastorno de Estrés Postraumático (TEPT): “La comprensión de Occidente de las víctimas de la guerra, la tortura y el desplazamiento en términos de Trastorno de Estrés Postraumático y otras etiquetas diagnósticas es en gran parte debido a la experiencia de tratamiento de los refugiados que han huido de estas terribles situaciones.”

“En este contexto, el Trastorno de Estrés postraumático (TEPT)  tiene sentido en la cultura Occidental, ya que posee el supuesto implícito de que la persona que lo sufre ahora está a salvo (después de todo, es “post-traumático”) y que las experiencias y reacciones que se describen en el diagnóstico, por lo tanto, son ya inadecuadas para su nuevo contexto.”

“Sin embargo, si una persona sigue viviendo en una zona de guerra, los pensamientos intrusivos, la sensación de hallarse al límite y el intento de evitar los reminiscencias de peligro y amenaza, podrían comprensiblemente ser considerados un reacción del todo razonable a la experiencia constante, persistente de la muerte y la violencia.”

Vaughan Bell insiste lúcidamente: “Y esto se verifica cuando te encuentras con gente que vive en zonas de guerra, pues aunque claramente cumplen los criterios para Trastorno de Estrés Postraumático (TEPT), sin embargo rara vez se quejan de su estado mental. Más bien se hallan generalmente más preocupadas por los peligros reales y cotidianos de su entorno. Esto es, están preocupados por la tortura, no por pensamientos intrusivos acerca de ser torturados; están preocupados por la amenaza real de la violación, no por una mera ansiedad sin objeto concreto.”

Y continúa: “Por lo tanto, la pregunta difícil es: ¿estamos realmente ayudando a esta gente mediante el envío de profesionales y brindándoles entrenamiento para reconocer y tratar a las personas con, por ejemplo, Trastorno de Estrés Postraumático?”

“Y aquí es donde Martín-Baró se inspiró –sigue Vaughan Bell-: pues la forma de entender y tratar los problemas de salud mental, según él, es siempre política. No hay neutralidad absoluta en la forma en que entendemos el sufrimiento y la angustia; y aquellos que piensan que lo son, por lo general resultan simplemente ciegos a sus propios prejuicios.”

“Y este hecho es uno de los nudos gordianos que el Movimiento SALUD MENTAL GLOBAL está afrontando en la actualidad. Y ni qué decirlo, existe una enorme cantidad de prejuicios y sesgos que reconocer y superar.”

Prosigue nuestro amigo Bell: “Así, Big Pharma propicia teorías neurocientíficas con tanto entusiasmo como la publicidad de sus productos farmacéuticos. Entonces los profesionales de salud mental del entorno occidental pueden verse a sí mismos como sanadores de personas que no necesariamente necesitan sanación.”

“Los investigadores de los países pudientes ven una mina de oro sin explotar de los datos de la realidad en los países en desarrollo y los científicos locales ven una salida a lo que parece una limitación de la vida académica tan poco glamorosa lejos de las luces brillantes de la sofisticada ciencia del Hemisferio Norte.”

Bell concluye reflexionando: “Así que cuando hablamos de capacitación y formación en salud mental ¿estamos hablando de educación o de propaganda? No es una pregunta fácil de responder, o, para muchos, incluso de pensar.”

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martes, 7 de agosto de 2012

Acerca de un caso de síndrome referencial olfatorio






Desde luego, no habrá profesional de la salud mental que no haya atendido o visto un caso de Trastorno delirante somático en la variedad de Síndrome Referencial Olfatorio: este trastorno es definido por el juicio falso que el individuo afectado defiende respecto a la emisión de un olor fétido proveniente de su propio organismo y que los demás pueden advertir. Hay desacuerdo acerca de si existe siempre la alucinación olfativa correspondiente.

El individuo delirante cree que el olor desagradable es propio y de origen natural (olores axilares, perineales, de pies, halitosis, flatos, etc.) y usualmente existe un prominente correlato de vergüenza que redunda en aislamiento y depresión. 

Es interesante revisar a propósito del caso la definición de delirio cuyo núcleo conceptual la psiquiatría norteamericana ha circunscrito a la mera conviccionalidad, además de reflexionar sobre la hipocondriasis, no el mero trastorno somatomorfo, sino como categoría de actitud patológica hacia el "sí mismo". 

Jaspers afirmaba que el criterio esencial que distingue las formas diferentes de creencia radica no en su convicción y certeza, tampoco en su incorregibilidad o la imposibilidad de su contenido sino en sus orígenes en el seno de la experiencia del paciente: así, nuestro cuerpo es la única parte del mundo que sentimos por dentro y, en su superficie, además podemos percibir. Ello adjudica insoslayables cualidades a los delirios somáticos y los dota de valores heurísticos en psicopatología, algunos de los cuales se pretende subrayar.

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ENLACE:

- Cruzado L, Cáceres-Taco E, Calizaya JR. Acerca de un caso de síndrome referencial olfatorio. Act Esp Psiquiatr 2012; 40(4): 234-8.


lunes, 6 de agosto de 2012

Bronceosis: enfermedad especulativa por depósito de bronce






Al fin tenemos la respuesta acerca de porqué no menudean los maestros de la psiquiatría en nuestro medio. Cuando buscábamos explicaciones sesudas a tal intríngulis, escudriñando estérilmente en arcanos socioantropológicos y psicoculturales o hasta económico-dialécticos, el asunto se circunscribe a una enfermedad genética, ah, es que la neurociencia alberga el secreto de todo: ¡malhaya nuestra tosudez! La bronceosis lo explica todo... ¡TODO!

Y si se ha dicho que un maestro se mide no por el número de los que le siguen sino por el número de los que lo superan (desde ese tramposo punto de vista ni Honorio Delgado ni Carlos Alberto Seguín habrían sido maestros de la Psiquiatría Peruana), ahora hay una respuesta basada en evidencias, sí, pues todo lo demás es ñanga y chancay de a medio. Al fin vislumbramos la verdadera y científica luz...

Qué tranquilidad de alma: ¡bienvenida, bronceosis! Humildemente aspiramos a reportar los casos locales con todo su folklorismo y ridícula solemnidad: aunque ¿deberíamos "aplicar" a Transcultural Psychiatry o a Social Psychiatry and Epidemiological Psychiatry o a Acta Psychiatrica Scandinavica -esperanzados en el interés que estos journals brindan a tribus no contactadas como la nuestra-?



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ENLACE:

- Young P. Bronceosis: enfermedad especulativa por depósito de bronce. Rev Med Chile 2012; 140: 824-825. (Texto completo PDF)


domingo, 5 de agosto de 2012

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Ay maldita sea me gustaría estar
muerta –absolutamente no existente-
ausente de aquí – de
todas partes pero cómo lo haría
Siempre hay puentes – el puente de Brooklyn
Pero me encanta ese puente (todo se ve hermoso desde su altura
y el aire es tan limpio) al caminar parece
tranquilo a pesar de tantísimos
coches que van como locos por la parte de abajo. Así que
tendrá que ser algún otro puente
uno feo y sin vistas - salvo que
me gustan especialmente todos los puentes - tienen
algo y además
nunca he visto un puente feo.


* * *


Tras un año de análisis

Socorro, socorro.
Socorro.
Siento que la vida se me acerca
cuando lo único que quiero
es morir.


* * *


Sobre las batas de hospital

Mi trasero
desnudo
queda expuesto
al aire
en cuanto me distraigo
atenta
varios
conciertos de Häendel
conciertos de Vivaldi
Benny Goodman


(Textos de Marilyn Monroe. Fragmentos. 
Seix Barral, 2010. Trad. R. Buenaventura)


***

Hoy desperté a las 6 am. absolutamente convencido de que era lunes y apurándome ya para una nueva pero repetida jornada laboral. A los pocos segundos sin embargo advertí con alborozado asombro que acababa de ganar un día en mi vida: era domingo en realidad cuando yo habíame resignado ya al lunes.

Fausto ha sido este minúsculo estupor mío para empezar el día: al punto que me ha decidido a dar el paso y volver. 

Vuelvo por una mujer. Y en este caso, por una que murió hace 50 años y cuyos versos transcribimos arriba. A ella se podrían aplicar estas frases de C. Lispector: "Escribir: salva el alma presa, salva a la persona que se siente inútil, salva el día que se vive y que nunca se entiende a menos que se escriba. Escribir es buscar entender, es buscar reproducir lo irreproducible, y sentir hasta las últimas consecuencias el sentimiento que permanecería vago y sofocante. Escribir es también bendecir una vida que no fue bendecida."

He procrastinado en este tiempo. Se procrastina porque se posterga o porque nos consuela creer que postergamos algo para lo que tal vez ya no haya capacidad ni ganas. Así que mejor procrastinar aquí, ¿no?

Además, si durante la ausencia el blog sigue siendo visitado y suman los seguidores: ¡qué ganas de volver, qué ganas!

Por supuesto -no podría ser de otro modo- habrá más de lo mismo: humor involuntario, redescubrimiento semanal de la pólvora, aspaviento, disfuerzo, matracazo y pocas nueces, eso sí, muy pocas.

Entonces, como decíamos ayer...


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Imagen: Se afirma que la imagen tomada por C. Beaton en 1956 era la fotografía preferida por M.M.


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- Marilyn Monroe desde el manicomio