martes, 30 de noviembre de 2010

Algunas odas de Ricardo Reis






QUIEN eres, no lo serás, que el tiempo y la suerte
te cambiarán en otro.
¿Para qué pues en ser te empeñas
lo que no serás tú?
Tuyo es lo que eres, tuyo lo que tienes, ¿de quién
es lo que otro tiene?






FLORES amo, no busco. Si aparecen
me alegra, que hay en buscar placeres
el desplacer de la búsqueda.

La vida sea como el sol, que es dado,
no arranquemos flores, que, arrancadas,
no son nuestras, sino muertas.







DÍA en que no gozaste no fue tuyo:
Fue sólo durar en él. Cuanto vivas
sin gozarlo, no vives.

No pesa que ames, bebas o sonrías:
basta el reflejo del sol ido en el agua
de un charco, si te es grato.

¡Feliz él a quien por tener en cosas mínimas
su placer puesto, ningún día niega
la natural ventura!





 

UNOS con los ojos puestos en el pasado,
ven lo que no ven; otros, fijos
los mismos ojos en el futuro, ven
lo que no puede verse.

¿Por qué poner tan lejos lo que está cerca:
el día real que vemos? En el mismo trago
en que vivimos, moriremos. Coge
el día, porque eres él.







EN EL magno día hasta los sonidos son claros.
Por el reposo del amplio campo se demoran.
Rumorosa, la brisa calla.

Quisiera, cual sonidos, nacer de las cosas
pero no ser de ellas, consecuencia alada
con lo real abajo.







CUATRO veces mudó la estación falsa
en falso año, en inmutable curso
del tiempo consecuente;
a lo verde sigue lo seco, y a lo seco lo verde,
y no sabe nadie cuál es lo primero,
ni el último y acaban.






MITAD somos lo que somos, y otra
mitad lo que pensamos. En el torrente
una mitad llega
a la orilla y otra se ahoga.









Fernando Pessoa (1888-1935), magistral poeta portugués, existió poéticamente a través de heterónimos: identidades que él fabricaba y a las que dotaba de una lírica particular cada cual.  Una de las personas que fue Pessoa se llamó Ricardo Reis.

No podemos resistirnos a transcribir párrafos de la Nota preliminar a cargo de Ángel Carlos Pámpano, traductor de Odas de Ricardo Reis, en la edición de Pre-Textos (Valencia, 1998):

"Fernando Pessoa, el más complejo y quizás más importante poeta europeo del siglo XX, se ganó la vida como redactor de correspondencia extranjera para empresas comerciales, traductor y vendedor de horóscopos. (...) A lo largo de sus cuarentaisiete años de vida, Pessoa 'asistió, de lejos, desprendido, ligeramente sonriente, a las cosas que suceden en la vida, pero sin mezclarse en ellas'. Desdeñoso de la fama -'cosa para actrices y productos farmacéuticos'- propuso desde siempre lo que él llamó una 'estética de la abdicación', en la que Pessoa incluía no sólo 'la posibilidad de bienestar material' -su objetivo económico explícito consistía en ganar, como máximo, 'sesenta dólares mensuales; ni uno más'- sino todo el sistema de relaciones humanas, desde el amor a la amistad..."

No deja de ser peculiar que el apellido Pessoa, en portugués, signifique precisamente 'persona'.

Ante la inminencia de los últimos días del año, propicia sea la transcripción de estos versos.



lunes, 29 de noviembre de 2010

Imágenes de la lobotomía y la catatonía







Luego de un breve viaje -única manera de no entrar al blog- nos encontramos en nuestro jugoso 'blogroll' con la interesante entrada de Miriam Posner acerca de las fotografías tomadas por Walter Freeman, el cirujano que se especializó en lobotomías en la Norteamérica de mediados del pasado siglo -parece tan lejos en el tiempo al decirlo así aunque es tan cerca y, de hecho, debiera ser intemporal y omnipresente en el terreno ético-. Posner, estudiante postdoctoral de Emory University, en su blog Academitron ofrece dos interesantes entradas sobre el tema: 'Writing about lobotomy photographs' y 'Walter Freeman's photographic forebears', donde comenta las fotografías que publicó Freeman en su libro Psychosurgery in the Treatment of Mental Disorders.

Debemos esta noticia al blog h-madness, donde se proporciona un enlace para el slideshow correspondiente, con varias de las fotografías tomadas antes y después del procedimiento. Por supuesto, la primera de cada par muestra al paciente desaliñado, desgarbado, institucionalizado incluso. La segunda es tras algún tiempo, reinsertado el paciente en su entorno familiar ya y debidamente acicalado -pero queda documentada la gestualidad-. Sobrecoge la información que brinda Posner acerca de que, en su afán de tomar una mejor placa durante la cirugía, Freeman habría descuidado a un paciente, el que finalmente falleció.




En realidad,  y valiéndonos ahora como pretexto del tema iconográfico, hace ya buen tiempo deseábamos recomendar y encomiar al excelente blog del Dr. Óscar Martínez Azumendi: Imágenes de la Psiquiatría. Ahora nos ha motivado para llegar a este procrastinado elogio su excelente serie fotográfica sobre la catatonía, que se desarrolla a lo largo de nueve solventes y detalladas entradas. Imágenes éstas, las que nos proporciona su acertado facilitador, que nos permiten tener un concepto más acabalado de este peculiar cuadro psicopatológico, cada vez menos frecuente aunque hay que reconocer también que no lo buscamos sistemáticamente en el cotidiano quehacer, y donde es imprescindible el registro visual para apreciar detalles que de otra manera nunca atisbaríamos. Hay que tener mucha entrega y versación para llevar adelante un blog temático y el Dr. Martínez, reconocido psiquiatra vasco, tiene ese enorme mérito -entre otros por cierto- que desde aquí saludamos humilde pero muy encarecidamente.


(N.B. La imagen inicial podría corresponder al Dr. Martínez Azumendi,  dada la semejanza del sombrero, aunque no lo confirmamos pues aquí ausente es el mostacho.)





ENLACE:

- ¿Musica de fondo? Qué tal: Before the Lobotomy, de Green Day.


Otras entradas relacionadas en el blog:

- Aquel chibolito, el de la lobotomía

- El otro Walter Freeman

martes, 23 de noviembre de 2010

'Menosprecio de los bienes externos': L. A. Séneca






Palacio de Claudio Marcelo, en Córdoba, ciudad natal de Lucio Anneo Séneca. (skyscrapercity)


"Mis palabras se dirigen a los imperfectos, a los medianos y a los dolientes, no al sabio. Éste no debe andar tímidamente y tanteando el terreno; es tal su confianza en sí mismo, que no duda en salir al encuentro de la fortuna ni le cede nunca el paso. Y en verdad no tiene porqué temerla, ya que no sólo los esclavos, las posesiones y las dignidades, sino también su propio cuerpo, sus ojos, sus manos, todo aquello que hace la vida agradable y aun todo su mismo ser, es para él cosa precaria y vive como prestado a sí mismo y dispuesto a devolverlo todo sin tristeza en cuanto se lo reclamen. Y no se menosprecia porque sepa que no se pertenece, antes al contrario, es en todos sus actos tan diligente y circunspecto, como un hombre religioso y formal suele guardar lo que se le confiara. Así que se le mande devolverlo, no se quejará de la fortuna, sino que dirá: 'Te doy las gracias por todo aquello que poseí. Cierto es que he conservado tus bienes a mi costa; pero, pues tú lo mandas, te lo cedo agradecido y voluntarioso. Si quieres que siga guardando alguno de tus bienes, lo conservaré; mas, si dispones otra cosa, te restituiré toda la plata labrada y acuñada, mi casa y mis esclavos'. Y si la naturaleza, nuestra primera acreedora, nos llamare, le diremos: 'Recibe mi alma mejor de cómo me la diste; no retrocedo ni me escabullo; voluntariamente pongo a tu disposición lo que entregaste a un inconsciente: tómalo'."

"¿Qué mal hay en volver allí de donde viniste? Mal vivirá quien no sepa morir bien. Esta es la primera cosa a que hay que rebajar el precio, contando la vida entre lo que menos vale. Como dice Cicerón, vemos con malos ojos aquellos gladiadores que a todo trance quieren defender su vida; aplaudimos, en cambio, a aquellos otros que hacen gala de despreciarla. Debes saber que a nosotros nos sucede lo mismo, y que a menudo el miedo a morir es causa de la muerte.  La misma fortuna, que también tiene sus juegos, dice: '¿Para qué guardarte, animal dañino y cobarde? Ya que no sabes ofrecer tu cuello, serás más herido y traspasado; en cambio, tú, que esperas animosamente el cuchillo, sin volver la cabeza ni forcejear, vivirás más tiempo y morirás más pronto'. Quien temiere la muerte, no obrará nunca como hombre vivo; pero quien supiere que la muerte le espera desde que fue concebido, vivirá según este pacto, y al mismo tiempo, con igual fortaleza de su ánimo, logrará que no le sorprenda ningún acontecimiento. Porque, considerando toda cosa posible como si en realidad hubiera de realizarse, mitigará el choque de todos los males, que no suponen nada nuevo a quien los aguarda prevenido, y, en cambio, resultan gravosos a quienes vivían seguros y esperando sólo felicidades."

"Existen las enfermedades, el cautiverio, la ruina, los incendios; pero ninguna de estas cosas me sorprende, porque ya sabía en qué tumultuosa compañía me había encerrado la naturaleza. ¡Tantas veces he oído llantos en mi vecindad; tantas veces pasó delante de mi puerta, precedido de hachas y antorchas, un entierro prematuro; tan a menudo oí junto a mi casa  el estruendo de un edificio que se derrumba; la noche se llevó a tantos de los que el Foro, el Senado o el trato amistoso habían ligado conmigo; tantas manos unidas de compañeros separó el hacha del lictor!  ¿Cómo he de admirarme si alguna vez me acosan los peligros que siempre vagaron a mi alrededor? Los más de los hombres se embarcan sin pensar en la tempestad. Nunca tendré reparo en citar a un autor malo, si la frase es buena; Publilio, más vehemente que los autores trágicos y cómicos cuando abandonaba sus estúpidos sainetes y los chistes destinados al peor vulgo, dijo entre otras frases, más fuertes no sólo que las de los cómicos, sino aun que las de los trágicos:

'A todos puede suceder lo que puede suceder a alguno.'

"El que guardare en su médula esta sentencia y considerase todos los males ajenos, que todos los días se multiplican, como capaces de alcanzarle  libremente, se armaría mucho antes de ser atacado; puesto que cuando los peligros han pasado es ya demasiado tarde para disponer el ánimo y arrostrarlos. 'No creí que esto hubiera de suceder', y '¿hubieras creído que algún día pudiera suceder?'. ¿Y por qué no? ¿Qué riquezas hay que no acompañe la pobreza y el hambre y la mendicidad? ¿Qué honores, cuya toga pretexta, bastón augural o calzado patricio, no vayan seguidos de impurezas, señales de infamia, mil manchas y, en fin, el desprecio definitivo? ¿Cuál es el reino que no tiene preparada la caída, la degradación, el usurpador y el verdugo? Y estas alternativas no están separadas por grandes intervalos, sino que basta el espacio de una hora para pasar del solio a postrarse ante las rodillas del otro."

"Sepas, pues, que toda situación es mudable y que cuanto ocurrió a otro puede también ocurrirte a ti. Eres rico; ¿acaso más que Pompeyo? Sin embargo, a éste, cuando Cayo, antes cuñado suyo y luego su huésped, le abrió la casa de César para que cerrara la suya, le faltaron el pan y el agua. Poseyendo tantos ríos que nacían y desembocaban en sus propiedades, se veía obligado a mendigar el agua a gotas, y murió de hambre y de sed en el palacio de su cuñado, mientras su heredero le pagaba, a él hambriento, unos funerales públicos. Llegaste a la cumbre de los honores; ¿por ventura son tan altos o tan inesperados o tan extensos como los de Sejano? El mismo día en que le escoltara el Senado, fue despedazado por el pueblo, y de aquel hombre a quien los dioses y los hombres habían colmado de felicidades no quedó nada en qué hacer presa el verdugo. Eres rey; no te mentaré a Creso, que vió encenderse y apagarse la pira de su suplicio, sobreviviendo no sólo a su reino sino también a su muerte; ni a Yugurta, a quien el pueblo romano, el mismo año en que le había temido, le vio pasar encadenado. Hemos contemplado a Tolomeo, rey de África y Mitrídates, de Armenia, en las cárceles de Cayo Calígula; el uno fue luego desterrado, el otro deseaba ser libertado con mayor seguridad. Si en medio de semejantes vaivenes, subidas y descensos de la fortuna, no tienes por posible en lo futuro todo lo que puede acontecer, das a la adversidad una fuerza que le quitarías si previeras esa posibilidad."





Lucio Anneo Séneca (4 a.C - 65) Filósofo y funcionario romano. Imprescindible precursor de los actuales libros de autoayuda -sobre todo Plato, not Prozac!- El presente texto es extraído de su obra "De la tranquilidad del alma."


ENLACE:

- De la brevedad de la vida, de Séneca, en Biblioteca Virtual Andalucía.


domingo, 21 de noviembre de 2010

Prosperidad económica y prosperidad emocional







Recomendable es la lectura del artículo:  Emotional Prosperity and the Stiglitz Commission, aparecido recién en la revista British Journal of Industrial Relations, y de autoría de Andrew J. Oswald. El artículo, de acceso irrestricto, está parcialmente basado en los hallazgos de la Commission on the Measurement of Economic Performance and Social Progress (más conocida como Comisión Stiglitz por el apellido del Nobel de Economía Joseph Stiglitz, quien la ha presidido).

El artículo propone que, más que solamente medir la prosperidad económica de las naciones, conviene avocarse a medir la 'prosperidad emocional' (aproximadamente traducida como nivel de bienestar mental, un constructo ciertamente complejo). Afirma el articulista que la relación entre prosperidad económica y bienestar emocional -en lo referente a economías del primer mundo, cabe aclarar- tiende a la proporcionalidad inversa: mientras crece la primera, el segundo decrece.

Entre las hipotéticas razones para esta circunstancia se enumeran: la vida laboral moderna estaría ejerciendo excesiva presión sobre los trabajadores;  el hábito de compararnos constantemente -congénito a la especie- estaría arruinando nuestra salud mental, dado el generalizado estándar de vida que impide percibir diferencias sustantivas; y la tercera, monda y lironda, es que la gente toma decisiones equivocadas que no los hacen felices sino precisamente todo lo opuesto.

El artículo no deja de albergar interés para la realidad latinoamericana, si bien compuesta por países en vías de desarrollo, a su vez poseedora de enormes inequidades y diferencias entre estratos socieconómicos. Además, nos plantea revisar la escala de nuestra satisfacción de necesidades y cómo su plenitud no puede, de ningún modo, circunscribirse a lo exclusivamente feble.

(Imagen de El Otorongo.)

sábado, 20 de noviembre de 2010

Musarañas








Mi pequeño estupor del día ha sido enterarme que Emilio Salgari, icónico escritor de aventuras sobre piratas y combates que deleitaron mi infancia, acabó sus dias suicidándose, hace casi un siglo. Suicidas fueron también su padre y dos de sus hijos.

Uno imaginaba a Salgari como el Sandokán de sus libros: siempre triunfador, invicto y arrogante.

Pero Salgari desdeñó el pistoletazo, el láudano o la horca. Para su muerte, optó por el seppuku.


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Cuando Goethe escribió: "Hay libros que no parecen escritos para que la gente aprenda, sino para que se entere de que el autor ha aprendido algo", no podía imaginar siquiera la trivialidad potencial de internet y la blogósfera hoy.


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Afortunadamente, hasta donde mi discreta búsqueda alcanza, no menudean los artículos científicos sobre Salgari 'bipolar' o 'maniaco depresivo', predecibles según los cánones al uso en virtud de su prolífica obra literaria y su desgarrador final autoelegido.

Sería más penoso que su mismo suicidio, alguna especie de póstumo 'homenaje' endilgándole una F y un 31 en la nomenclatura de la psiconosotaxia de hoy. Digno, ciertamente, de la venganza de los tigres de Mompracem.


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Si uno husmea mínimamente en la información acerca del seppuku, más conocido como haraquiri, será sorprendido por la plétora de términos japoneses relacionados a él: chugibara, verbigracia, era el suicidio como muestra de lealtad al señor y kanshi designaba al suicidio como protesta ante un acto injusto efectuado por el superior. Shinju (literalmente, 'dentro del corazón') era el suicidio doble, específicamente de una pareja sentimental, donde debía acontecer primero y caballerosamente el suicidio del amante varón antes que el de la dama, aunque, si ambos amantes eran varones, el deber imponía simultaneidad. Incluso, muestra de la refinada y para nosotros exótica idiosincrasia nipona, antes del seppuku era bien visto escribir un poema de despedida, el zeppitsu ('última pincelada') o yuigon ('declaración que uno deja atrás').

Cuán diferente a la visión que campea occidental entre nosotros, un sólo suicidio, siempre, y del todo psiquiatrizado.


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¿Y por qué no se antepone obligatoria en la portadilla de la edición del DSM aquella frase sabia de Santo Tomás: "Teme al hombre de un solo libro"?



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Se dice que Borges alguna vez habría pretendido el suicidio: en Ginebra, en una bañera colmada de agua tibia, donde debía sumergirse para esperar el efecto del narcótico o la flebítica sajadura. Pero dado que se quemó el pie tanteando la temperatura del agua, desistió. María Kodama, su esposa, lo niega rotundamente, pero Borges solía insistir en su inveterada vocación suicida.



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Hase fatigado la relación arte / suicidio, literatura / suicidio, poesía / suicidio. Incluso en algunos artículos científicos (1, 2) se arriesga la hipótesis de la 'psicotoxicidad' de la poesía y su pésima catadura adictógena (¿hay, por merced, algo que no sea adictivo para la psiquiatría de hoy?): "La poesía es una droga, y por tanto no se debe juguetear con ella, pues si sólo se prueba no se le saca todo el partido posible, pero sí se pueden sufrir sus efectos adversos; y si se abusa de ella, si sólo se vive, convive y cohabita con ella, se acaba atrapado en sus redes, adicto y dependiente de ella. "

Más aún, se postula la necesidad (medicina basada en evidencias obliga) de rigurosos estudios prospectivos: "Creemos que se precisan nuevos estudios que analicen comparativamente la psicopatología previa de poetas que murieron por suicidio y por muerte natural, así como sobre la posible psicotoxicidad de la poesía."

"Es inútil que un hombre cuerdo llame a las puertas de la Poesía."

"No hubo ningún genio sin mezcla de locura."

Platón, Aristóteles, vayan tragándose sus palabras.



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El suicida

No quedará en la noche una estrella.
No quedará la noche.
Moriré y conmigo la suma
del intolerable universo.
Borraré las pirámides, las medallas,
los continentes y las caras.
Borraré la acumulación del pasado.
Haré polvo la historia, polvo el polvo.
Estoy mirando el último poniente.
Oigo el último pájaro.
Lego la nada a nadie.

Borges

 
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After all, I think I will not hang myself today.
 



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Cúmplense hoy 100 años de la muerte del genial León Tolstoi. Sábese que llevó un diario de toda su existencia y cada página en blanco, posterior a la última que había  escrito, era marcada por él con la enigmática sigla: S.E.V.

S.E.V. quería significar: 'si estoy vivo'.






miércoles, 17 de noviembre de 2010

Actualización en Psiquiatría de Emergencias







¿Y si resulta que el vidrio es a prueba de golpes?


Me ha enternecido leerla. Y me dura la ternura al evocar el diminuto servicio de Emergencia donde trabajo y en cuyos ambientes sendos pucheros de habas se cuecen permanentemente, como en todos los servicios de emergencia psiquiátrica.  Por ello, me permito glosar la tabla 'Tendencias reales de uso de la urgencia médica y psiquiátrica' de Barbudo del Cura E y Chinchilla A en el capítulo Uso y abuso de la urgencia psiquiátrica, incluido a su vez en el Manual de Urgencias Psiquiátricas (2a ed.), Elsevier Masson, 2010.


'Tendencias reales de uso de la urgencia médica y psiquiátrica'

- Cualquier acto sanitario contemplado específicamente.
- El lugar por donde ingresan los pacientes de otros servicios cuando el servicio que efectúa la indicación carece de recursos (o de iniciativa) propios
- Una opción para obviar determinadas trabas burocráticas
- Un espacio donde permanecen por tiempo indefinido los pacientes ingresados pendientes de un espacio asistencial adecuado
- El servicio donde debe ser atendido cualquier paciente que por secuelas, invalidez, negativismo, etc., requiera permanecer en decúbito


Empero, con la popularización del acto psiquiátrico, la urgencia psiquiátrica en particular se convierte en:


- El lugar a donde van a parar los pacientes de manejo problemático por alteración de conducta secundaria a una enfermedad médica, psiquiátrica o a una opción voluntaria
- Un sitio donde, a falta de asistentes sociales, hay gente muy comprensiva (los psiquiatras) que saben asumir los problemas sociales que llegan a la urgencia médicoquirúrgica
- Un dispositivo al que recurrir cuando a un paciente no se le entiende cuando habla (porque habla otro idioma, porque tiene disartria, porque utiliza conceptos culturalmente extraños, o porque quizá tenga psicopatología)
- Un sitio donde se dispensan gratuitamente psicofármacos
- Un sitio donde se obtiene un documento (el informe psiquiátrico) que justifica ausencias laborales, que sirve para 'probar' hechos ante las autoridades judiciales, que sirve para recibir diagnósticos con facilidad y que 'prueba' la existencia de un sufrimiento patológico ante familiares o compañeros
- Un sitio donde siempre hay a cualquier hora alguien que está dispuesto a escuchar cualquier cosa y a resolver cualquier duda sobre la vida
- Un sitio donde llevar a un familiar si da problemas en casa, o donde a cualquier hora y con fácil procedimiento de acceso hay un juez 'imparcial' (el psiquiatra) que quita o da la razón en disputas familiares, y que a veces hasta resuelve los conflictos
- Un dispositivo del hospital al que consultar cuando hay dudas de carácter legal 

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Por supuesto, lo de 'gente muy comprensiva' debe ser una sutilísima ironía de los autores.

Pero, a decir verdad, uno de los textos que más atesoro sobre el cotidiano trajín de la emergencia psiquiátrica es éste del colega Jony Benítez (en su blog de nombre memorable: Cosas que tu psiquiatra nunca te dijo). Hasta quisiéramos ponerle marco:

Algoritmo real del psiquiatra de guardia
Manual de decisiones del psiquiatra de guardia.

Cuando un psiquiatra está de guardia y se levanta a las 4h de la madrugada para ver a un amable conciudadano, el ya de por sí frágil edificio conceptual de la psiquiatría moderna, se derrumba con facilidad. Es entonces cuando el criterio clínico funciona siguiendo unas premisas lógicas e intuitivas, destinadas a desgranar lo importante dentro del ruido absurdo de la demanda gratuita. La consulta se realiza entonces persiguiendo únicamente aclarar estas cuestiones:

¿El paciente quiere ingresar?
- Sí. Entonces no ha de hacerlo.
- No. Entonces seguramente tenga que ingresar.

Si el paciente es de los que quiere ingresar:

¿Si no ingresa se matará o matará a alguien?
- No. Entonces a su casa.
- Sí. Mejor que se quede y con la lucidez del alba se tomarán las decisiones.

Si el paciente es de los que no quiere ingresar habrá que atender a dos cuestiones:

a. Si está psicótico
b. Si representa un peligro para sí o para terceros.

Este momento es la única situación médica donde un psiquiatra pinta algo en un dispositivo de urgencias.

En el caso de que se diriman positiviamente ambas cuestiones es quizás conveniente invitar encarecidamente a la persona a que se quede. Lógicamente muchas personas no quieren ser encerradas y menos en medio de un estado psicótico donde la certeza y la pasión desbocada hacen díficil ciertas convenciones sociales y otros prudentes razonamientos. No queda mas remedio que hacerlo por la fuerza y sentirte como un asesino por un día. La democracia te salva ya que mandas un papel al juez, y éste, al día siguiente, vendrá a confirmar lo justo de tu decisión. Si bien el juez habitualmente no tiene ni idea de lo que es la psicosis. Folios y folios de discusiones entre juristas y psiquiatras desde el siglo XVIII han quedado solucionadas por la democracia mediante este subterfugio de la doble firma psiquiatra-juez.

Por último si la persona que viene no quiere ingresar y no está enajenada y no representa un peligro, habrá entonces que enviar al amable usuario a su casa, no sin antes referirle sutiles comentarios acerca de la idoneidad de solucionar sus cuitas personales a las 4h de la mañana en un hospital. (utilizar en este caso la reserva nocturna de sopa de ironía asistencial)

Este manual, que puede resultar chabacano e idiota, es a mi entender lo que realmente piensa cualquier psiquiatra de urgencias en el momento de una consulta de madrugada. Lo que se escriba y justifique es lisonjero y gratuito. Y es que desgraciadamente en psiquiatría de urgencias, más que solucionar, se posterga.



Por supuesto, esta situación que superficialmente llega hasta a tener visos risueños (con demasiadas atingencias, por supuesto, entre ellas que en nuestro medio los internamientos psiquiátricos no tienen visto bueno judicial alguno), se trastoca cuando ampliamos el objetivo visual para atisbar la perspectiva del paciente en la emergencia psiquiátrica: en crisis de angustia, depresiva, psicótica, situacional, o la que fuere y expuesto a la posibilidad de internamiento involuntario, cuando muchas veces él, en su realidad delirante, puede sentir que está luchando por su propia vida. (Me pasó la otra tarde cuando un paciente delirante e internado involuntariamente preguntó: '¿Qué me van a hacer?', y su pregunta resonó más allá de su delirio).

Aquí es destacable la reciente entrada de nuestro colega amigo Jose Valdecasas sobre La libertad, sus límites y el karate, en su blog postPsiquiatría.

Tenemos mucho que pensar y revisar al respecto. Lo de 'actualización' en el título de la entrada es también un intento (infructuoso) de ironía para este asunto en que andamos tan, tan atrasados.





martes, 16 de noviembre de 2010

Las cosas y los hombres




Hace ya más de un mes se anunció -trivia golosina- que el afamado cultor del graffiti que se hace llamar Banksy, de origen británico él -única seña suya-, había diseñado una versión de la presentación introductoria en la conocida serie de dibujos animados Los Simpsons. A estas alturas, obviamente nadie ha dejado de haber visto el video:




Hoy leía también unas líneas que cito de memoria y que definen mucho del entorno y el sistema en que vivimos:

"...este mundo donde tratamos a los hombres como cosas y a las cosas como dioses."

Iba a acotar algo más pero es obvio y prescindible.

lunes, 15 de noviembre de 2010

El efecto ideomotor en la enseñanza de la psiquiatría







Se ha advertido de sobra que la introducción a la psiquiatría en la enseñanza de pregrado debiera abocarse a discutir múltiples prejuicios acendrados antes de adentrarse en la materia específica. Si tal propedéutica es exonerada, magro será el aprendizaje significativo.

Pero, ojo,  no prejuicios acendrados respecto a la psiquiatría solamente. Vayan ellos y pasen. No es éste el punto en tela de juicio.

Ahora que hablábamos de estigma, obvio pero necesario resulta acotar que el estigma no se dirige únicamente hacia ciertas enfermedades psiquiátricas. Nada de eso. El estigma antecede a la patología muchas veces.

Así es. El estigma es también dirigido a funciones mentales específicas. A inmensos territorios de la mente dejados de lado, ninguneados y escuchimizados, en aras de un artificioso paradigma que privilegia y encarama por sobre todo a la racionalidad y a la conciencia, a la voluntad plena, en desmedro de lo afectivo, lo emotivo, lo espontáneo, lo imprevisible.

Diversas influencias de nuestra civilización y cultura se dirigen malsanamente a proscribir lo dionisiaco de nuestro mundo psíquico. Y si el común de prójimos resulta apabullado por la rimbombante presentación de un mundo deudor de la ciencia y la técnica, hijo del córtex cerebral únicamente, los discípulos de Asclepio no pueden ser la excepción.

Los jóvenes médicos reputan a la mente como un constructo meramente racional, consciente y previsible. Entelequia de lo supremamente humano en cuanto matemático, cuadriculado, euclidiano, cartesiano, cortical. Nada más. Nada más. Todo lo demás, por tanto, normal o patológico, será cuestión de 'debilidad de la voluntad', lo que a su vez será remediable con la frase mágica acerca de 'poner de tu parte', y si esta fórmula no resulta, quedarán otros epítetos supuestamente más estimulantes pero menos elegantes.

Los he escuchado: ya ad portas de ser médicos, si se les plantea la inocente pregunta sobre ¿qué es la mente? -no con el propósito de colegir su capacidad de abstracción o su versación neurofilosófica, nada de eso-, el elemento que siempre encabeza, sino el único, dentro de los alegados componentes de la mente, es el racional. Sorpresa causa cuando se alude a lo afectivo. Estupor cuando se menciona el impulso volitivo. Desconcierto ante la tendencia instintiva.

Allí  podría ser provechoso recurrir al desmitificador Efecto Ideomotor.

¿Así que toda actividad mental es siempre racional, consciente y voluntaria? ¿Así que toda actividad mental es principalmente racional, consciente y voluntaria?

Ajá, vamos a ver, entonces agarra tu péndulo, concéntrate en él, míralo, clava tus errabundas pupilas en él. Mientras la voz del instructor influye en ti, aunque no lo quieras, sin que puedas percibir dicha influencia, verás que el péndulo se mueve de un lado a otro, de adelante para atrás, en círculos, en elipses, y eso desafiará tu constreñida concepción de la mente.

¿Así que la Ouija era nomás cosa de histéricos, eh?

Algún día será, ojalá pronto, parte de los materiales necesarios antes de empezar el dictado del curso de Psiquiatría un bonito péndulo como éste:






ENLACE:

- Los secretos de la Ouija, en El Retorno de los Charlatanes.

- The Ideomotor Effect en UkSkeptics.




Otras entradas relacionadas en el blog:

- ¿Alucinas?

- Un poquito de nuestro propio haloperidol

- 'Alucinaciones' hechas en casa

miércoles, 10 de noviembre de 2010

Mi escena primaria








En la terminología psicoanalítica llámase "escena primaria" a la, real o imaginada, circunstancia en que el niño es testigo del coito de sus padres. Se reputa a esta visión usualmente como traumática y nuclear en el devenir del desarrollo del individuo. Siempre según la teoría psicoanalítica, el coito sería interpretado por el niño como una agresión del padre a la madre dentro de una relación sadomasoquista: a su vez, dicho suceso provocaría una excitación sexual en el niño que al mismo tiempo le inocularía un germen de angustia. Pero no cualquier angustia sino el mismísimo temor a ser castrado.

Por cierto, o no recuerdo a mis padres en semejante -para ellos- goloso trance o reprimida albergo mi escena primaria en los entresijos hipocampales. Sea como fuese, sublimadora como siempre la poesía a mí acude:



cuerpo anterior

El arco iris atraviesa a mi padre y a mi madre
Mientras duermen. No están desnudos
Ni los cubre pijama ni sábana alguna
Son más bien una nube
En forma de mujer y hombre entrelazados
Quizás el primer hombre y la primera mujer
Sobre la tierra. El arco iris me sorprende
Viendo correr lagartijas entre los intersticios
De sus huesos y mis huesos viendo crecer
Un algodón celeste entre sus cejas
Ya ni se miran ni se abrazan ni se mueven
El arco iris se los lleva nuevamente
Como se lleva mi pensamiento
Mi juventud y mis anteojos.





Por supuesto, la represión, ese piadoso olvido, es lo más probable. Habiendo transcurrido los primeros años de mi vida  arracimado con dos hermanos en la alcoba de mis padres, imposible sería no haber percibido ese resoplido ahogado que trata de no ser sino de parecer. Quizá mis propios somniloquios precipitaron la interrupción cautelosa, la abreviación del goce, la premura del disimulo. Pobre padre, pobre madre. Tras las largas jornadas diarias para que nada nos falte, extenuados y deseosos de no estarlo, mirando el reloj mientras su quisquilloso vástago no se dormía cual si intuyese edípicamente algo, calculando si valía ya la pena, si no era mejor aprovechar unos minutos más de sueño en vez de dedicarse a improvisar arcoíris desvaídos.

Tal vez inquieto por dichos repetidos simulacros de escena inconclusa y por mi frustrante incapacidad de espiar en vela, solía aventurarme en los armarios y la cómoda materna, escrutador de percudidas lencerías, de desvencijados portaligas, impotente y resignado voyeur de naftalina y de gaveta. Algo buscaba, algo sospechaba en su ira Edipo mientras los días de Layo y de Yocasta se consumían entre privaciones y discordias.

En aquellos procelosos merodeos accedí al cajoncillo con llave del velador de mi madre: entre papeles antiguos y revoltijo de envoltorios -¿qué escondían?-, encontré lo que sería mi escena primaria: una píldora -pero no la anticonceptiva-, aunque de hecho, había sí un disco giratorio que hablaba de cierto ritmo y que yo malentendí por un método para hacer rítmicos los movimientos -¿pero cuáles?-.

La píldora que hallé venía en un tubito metálico, liso y frío, duro de abrir y donde las pastillitas no tenían el confite colorado de otras que eran para la alergia y que yo lamía hasta que se acababa el dulce y escupía el resto. Éstas no, éstas eran amargas desde el principio. Su envase estaba rotulado con grandes letras que rezaban Ansiopaz.

Mamá tomaba estas pastillas. O sea que mamá ansiaba paz. Y esas pastillas le daban paz.

No ha sido fácil y no sé cuánto haya podido resolver mi complejo de Edipo enfrentado no a mi padre sino a un tubo de benzodiazepinas.


cuerpo enamorado


Miro mi sexo con ternura
Toco la punta de mi cuerpo enamorado
Y no soy yo que veo sino el otro
El mismo mono milenario
Que se refleja en el remanso y ríe
Amo el espejo en que contemplo
Mi espesa barba y mi tristeza
Mis pantalones grises y la lluvia
Miro mi sexo con ternura
Mi glande puro y mis testículos
Repletos de amargura
Y no soy yo que sufre sino el otro
El mismo mono milenario
Que se refleja en el espejo y llora




NB: Los poemas son de nuestro amado poeta Jorge Eduardo Eielson.



ENLACE:


- La escena primaria de nuestro flamante Premio Nobel Mario Vargas Llosa según su amigo psicoanalista Max Silva Tuesta: Vargas Llosa y la 'escena originaria'. LIBERABIT. 2007; 13: 79-88. (PDF)


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-Eielson.

lunes, 8 de noviembre de 2010

¡MOFFATT!







Un personaje trepidante, tumultuoso, polifacético y fascinante es el argentino Alfredo Moffatt. Resulta escueta la descripción suya que aparece en Wikipedia: "Alfredo Carlos Moffatt (1934) es un psicólogo social, psicodramatista y arquitecto argentino. Su carrera se caracteriza por distintos aportes en el ámbito comunitario y por el desarrollo de innovadoras terapias populares. Su psicoterapia, notoriamente vinculada con la filosofía existencial, presupone que la identidad se ve determinada por los proyectos que dan sentido a nuestra vida. De ese modo, cada uno se define por la relación con aquellos otros con quienes construimos un camino en el tiempo."

De hecho, Alfredo Moffat es el abuelo de la conocida Radio La Colifata , iniciativa que surgió de la Peña Carlos Gardel (luego llamada Cooperanza) en el seno del antiguo Hospital Psiquiátrico Borda de Buenos Aires; así es contado en palabras del propio Moffatt:

"La Comunidad empezó a funcionar el 11 de diciembre de 1971. La reunión principal se realizaba todos los sábados desde aproximadamente las 15 hs. hasta las 20 hs. (cinco horas) y participaban alrededor de 100 personas (incluyendo unos 20 compañeros de afuera). La estructura comunitaria estaba determinada por una integración de modelos comunitarios populares; una especie de síntesis de baile campero con guitarra y canto, con asado, con organización de sociedad de fomento (comisión directiva), con simultaneidad de actividades de cafetín porteño y algo de romería con teatro, con fogones de "materos” y costumbres de pulpería (las peleas). Pero fundamentalmente hubo un sentimiento de hermandad y de compromiso afectivo ’a muerte” de cada uno con la comunidad, con la ”peña”, que ya tiene una existencia mítica independiente de cada uno de nosotros. Entre los compañeros internados (y también entre los de afuera) es un símbolo y una esperanza de que el mundo pueda cambiar y volverse un poco menos injusto, menos individualista y menos ”paranoico”. Para nosotros la experiencia tiene otro nivel más también, y es que no sólo resolvemos el problema para 300 o 400 compañeros internados, sino que es fundamentalmente, un área de demostración de que es posible el cambio, que un nuevo planteo desde la cultura popular cree una alternatíva nueva respecto a la locura. Desenmascara el sometimiento como falso criterio de salud mental y propone otros criterios de cordura para el pueblo; la cordura de asumir su identidad cultural y personal."



Peña Carlos Gardel

Para Moffatt, el tema de la identidad es fundamental. Y la emoción social y la perspectiva social también. Expresándose de manera más o menos metafórica lo da a entender así:

"Tal como a la pobreza (o a la riqueza) también a la locura es necesario redistribuirla. Los chivos emisarios no necesitarian existir si cada uno de nosotros asumiera su parte de locura, su delirio chico o grande. También se puede ver el problema a la inversa, es decir, lo que perdemos al reprimir todo pensamiento no racional con un pensamiento estereotipado, renunciamos tanto a la locura desintegradora como también a la imaginación creadora. Defendiendo una redistribución y elaboración de los contenidos irracionales también estamos defendiendo nuestro derecho a la creación, a la imaginación y a conocernos nosotros mismos, hacia adentro, hacia nuestro inconciente."




Por supuesto, el trabajo de Moffatt no pudo circunscribirse al espacio intramural (que era con pacientes generalmente psicóticos) y pronto desarrolló El Bancadero, una 'mutual' de ayuda psicológica autogestionaria en un suburbio de Buenos Aires. (En la jerga lunfarda, 'bancar' es aguantar, soportar la adversidad):

"Lo lógico, si uno quería poner un Centro de Salud Mental, hubiera sido tener personal, un edificio adecuado, una habilitación y dinero, pero no había nada de eso. El personal era gente que yo había preparado en un curso seis meses de Auxilio en Crisis, y menos podíamos pedir habilitación de Salud Pública, ni nada. Aparentemente, la intención de hacer un Centro de Salud Mental en esas condiciones era disparatada. Pero se ve que la dirección era correcta, porque la gente se enganchó. Tuve dos ayudas importantes: una era cierta casa, que destruida, podrida y todo, era hermosa, y la otra fue que, por esos días, salió un artículo de María Esther Giglio, que había sido paciente mía, titulado "Curaos los unos a los otros", a dos páginas, en Clarín, donde hablaba del Bancadero. Ese artículo salió un domingo, y como consecuencia, el lunes a la mañana, había más de cuarenta personas afuera, esperando para entrar. Nos miramos desesperados, preguntándonos que íbamos a hacer, y por fin los hicimos pasar, y en las piezas de adelante (las barrimos un poco primero) nos sentamos todos en el suelo, e hicimos una reunión. Inmediatamente organizamos equipos, que no quise llamar terapéuticos, sino de asistencia. Y en vez de "terapeuta" y "paciente" ( que corresponde a un modelo clínico), decíamos "asistente" y "asistido", que corresponde a un modelo más comprometido, más vivencial. Como “a grandes males, grandes remedios”, solucionamos esto transformando a los pacientes en “albañiles”, a través de técnicas de trabajo terapéutico (que habíamos ya desarrollado con éxito en el Hospital Borda). La jornada se dividía en dos horas arreglando la habitación que ese grupo terapéutico iba a utilizar, y una última hora en la que se elaboraban las ansiedades y logros que había generado la tarea. Cuando el grupo terminaba la habitación, se hacía un festejo. Vimos que la reparación física del hábitat servía para simbolizar la reparación subjetiva de los síntomas de impotencia, soledad, y paralización que son la base de un padecimiento psicológico."

"Si hubieran venido los de Salud Pública, yo había preparado decirles que era una casa que yo había alquilado y que todos los que iban eran amigos míos (eran como trescientos) que venían y con los que conversábamos de temas de la infancia. Les iba a ofrecer que revisaran bien para ver que no había ni divanes ni electroshock. Nada que ver con psicoterapia oficial. ( Pero, en 23 años no vinieron nunca…)"

Sigue recordando el mismo Moffatt:

"En el Banca, se trabajaba con toda seriedad. Lo que pasa es que a la psicología oficial, evidentemente, esto le daba una patada en el hígado. Nosotros no respetábamos todo ese ritual almidonado, de pobreza operativa en las crisis, ese mundo del encuadre ritualizado. Por supuesto que yo, por años, fui considerado por los psiquiatras y psicoanalistas oficiales, como el improvisado, el intruso en el sagrado mundo psi. Ultimamente ( tardaron más de 20 años) el ambiente me reconoce más que todo porque la realidad viene para el lado donde yo estuve siempre trabajando, la marginación, la violencia y la crisis."


"La terapia en el Bancadero estaba atravesada por el humor, el arte, la trasgresión, la informalidad. En el Banca, nosotros también parecíamos informales, pero se laburaba muy estrictamente, con encuadres, con supervisiones, reuniones de área (psicología, laborterapia, arteterapia, etc.) Fue una época de efervescencia comunitaria, muy romántica, muy trasgresora, jodona. La experiencia del Bancadero fue bastante compleja, se atendieron muchísimos pacientes, y, además, se puede decir que nunca hubo una politización. Tampoco hubo un laissez faire de la joda, de la irresponsabilidad, porque una cosa es la trasgresión y otra no cuidar el encuadre terapéutico. El Bancadero fue una aventura humana en la que participó mucha gente que pudo armar aquello que llamábamos “un espacio solidario para compartir la angustia”.



Asistentes de El Bancadero.


Y otra de las iniciativas de Moffatt, donde el ámbito de labor de salud mental se engarza con las organizaciones comunitarias a plenitud es la denominada 'Las Oyitas'.


Fundando Las Oyitas.


Imposible es compendiar toda la amplia y diversa labor de Alfredo Moffatt en una entrada. Visitar su página electrónica es una experiencia desbordante de estímulos, de desafíos, de acicates. Sus libros son de acceso gratuito, sus fotografías son cuantiosas, su labor inagotable. Como él mismo lo dice: debemos ir de lo solitario a lo solidario. Moffatt puede ser estrambótico, inelegante, aparatoso, que más da, pero necesitamos muchos como él, (y aquí en el Perú siquiera uno). Aquí unos escuetos fragmentos de sus escritos (pero queda pendiente revisar  su página toda):


"Nuestra querida locura

Ese loco interno, que nos tienta con los suicidios, las perversiones, las paranoias es, a veces, el que organiza el sentido profundo, a veces confuso, a veces trágico, de nuestra existencia, que contiene el absurdo de la muerte y los absurdos del mundo . En general, el psiquiatra sólo percibe los síntomas y los extirpa con exceso de medicación. Aquí está el peligro de que también se extirpe el sentido de esa historia, porque la locura más íntima está en el centro de la identidad. Es como tirar el agua del baño con el niño adentro. "

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"Lo difícil de explicar es la razón, no la locura, porque la razón es más complicada y nos llevó miles de años construirla."
---oOo---
"Los psiconautas

Organizar un taller del tiempo para explorar el pasado y el futuro de cada uno, algo así como un Club de Psiconautas. Hay dos maneras fundamentales de sostener la historicidad, de generarla. Una es sólo de sostén, son las secuencias que nos entretienen: el fútbol, las telenovelas, los hábitos, las ceremonias cotidianas. Hay otras que son los modelos de integración, que es lo que nos permite elaborar, como podría ser, tal vez, una buena película de Bergman, que nos permiten entender algo de las transformaciones de la vida y son elaborativas, es decir que realizan una tarea, no la tapan. Por lo tanto, en algún momento la terminan y no es necesario más dosis. En cambio, las de sostén son como prótesis de la continuidad de la conciencia pero, como son evitativas, son adictivas; es decir que si suspenden, aparece lo tapado. Hay que repetir la dosis siempre.

De todas maneras las que son integrativas y van al fondo del tema, hacen aparecer el vacío. El gran agujero de la vida, y la tarea es aceptar razonablemente el sinsentido final de la existencia. Razonablemente, digo, porque no es posible aceptarlo totalmente, ya que enloquece. Es el tema de la muerte: sólo saber que está ahí ... y nos espera... Ese es el gran agujero."

---oOo---

"...una psicoterapia para la liberación, para que redistribuya la locura como también se debe redistribuir la riqueza."

"Una psicoterapia descolonizada que elabore sus modelos teóricos resolviendo la problemática real y concreta del país y no importe con sumiso respeto los modelos de pensamiento que resuelven y se adaptan a lejanos problemas sociales europeos. Acá aclaramos que no proponemos pelear con arcos y flechas, pues nos parece muy eficiente el “armamento” científico europeo- norteamericano (tan eficiente que con él nos sometieron); todo lo contrario, debemos aprender a usarlo bien, sólo que desde la perspectiva opuesta, esto es desde y con el pueblo."

"Para esto es necesaria la inversión de la relación teoría- práctica, pues consideramos que solo luego de una praxis es posible establecer una teoría. Si, por ejemplo, las teorías sobre el Complejo de Edipo de Freud explican las relaciones familiares en la Villa Miseria, la usaremos y si, por el contrario, comprobamos que la estructura matriarcal lo vuelve inútil buscaremos otra. Esta inversión del orden entre la teoría y práctica va a impedir la principal patología de nuestros grupos intelectuales, que es la teorización sobre la teoría, lo cual crea un mundo cerrado sobre sí mismo y donde nada puede ser realmente demostrado ni negado pues todo llega a ser un enorme bosque de palabras que impide ver la realidad concreta que lo rodea. Con la teoría puede pasar lo que con los muebles viejos: se acumulan tanto que no nos permiten mover en el cuarto. Y la solución pensamos que es la misma: quedarse con lo necesario y tirar el resto. O también puede suceder (y de hecho así ocurre muchas veces) que se afila tanto el cuchillo que se gasta sin haberlo usado nunca”.

"Pensamos que la finalidad de esta modalidad de súper elaboración conceptual que reina en nuestros medios profesionales, es desarrollar un mecanismo de evasión respecto a una realidad social rechazada y temida (valga como ejemplo los infinitos Seminarios lacanianos, althuserianos, etc. sobre Freud y Marx). Son palabras que explican a palabras y en ninguno de los análisis está contenida nuestra realidad concreta. Pero lo más triste y aburrido de este juego es que siempre somos espectadores, serviles alumnos de estrellas lejanas y nunca protagonistas y creadores de nuestros modelos de interpretación de la realidad. Este juego, aparentemente frívolo, - que además enmascara la verdadera inserción del profesional “revolucionario” en el sistema económico - (el corazón a la izquierda y el bolsillo a la derecha) es grave si pensamos en todos los desposeídos, explotados, reventados y degradados de nuestra tierra, de ese pueblo que viene desde el fondo de nuestra historia y que ahora ha comenzado su marcha; ellos necesitan de una sociología, una psiquiatría, una psicología, una historia, una antropología que les ayude a enfrentar el sistema ideológico de los opresores y que nos dicen desde las villas miserias, las fábricas, los quebrachales, las cárceles y los manicomios, ¿de qué lado están ustedes?... ¿A quiénes sirven? ¿A los explotadores... o a nosotros?..."




Quizá el título del que más se enorgullece Moffatt.




ENLACES:

- http://www.moffatt.com.ar/index.html

- http://www.sht.com.ar/reportajes/moffat.htm

- http://www.elortiba.org/mofat.html

sábado, 6 de noviembre de 2010

Psiquiatría 111









Pregunta: "¿En qué se parece un psiquiatra al colectivo 111?"

Respuesta: "En que los dos empiezan con uno, siguen con uno y terminan con uno."



Recogido de labios de un paciente en el Hospital Borda
de Buenos Aires, por A. Moffatt.




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Más sobre el paradigma neurobiológico de la enfermedad mental y la lucha contra el estigma








Comentábamos hace poco el trabajo de Pescosolido y cols. "A disease like any other"? a decade of change in public reactions to schizophrenia, depression, and alcohol dependence. (Am J Psychiatry 2010; 167: 1321–1330), en el que se obtuvieron hallazgos particularmente interesantes pues, en contra de lo frecuentemente aceptado, a mayor conocimiento en la población sobre las bases neurobiológicas de la enfermedad mental, no se verificó un proporcional decremento de la estigmatización traducida en rechazo social y percepción  de peligrosidad hacia los portadores de patologías psíquicas -de hecho, más bien, a mayor conocimiento de dicha neurobiología,  se halló mayor tendencia al estigma-.

Se ha publicado en el número de noviembre del American Journal, junto con la publicación definitiva del artículo de Pescosolido, un editorial al respecto (Goldman HH. Progress in the Elimination of the Stigma of Mental Illness. Am J Psychiatry 2010; 167:1289–1290). El autor aquí rompe denodadas lanzas en pro del paradigma biológico y plantea la explicación del porqué de los hallazgos previos.

Para el editorialista, el quid radicaría en que las viñetas clínicas sometidas a evaluación para el público no muestran explícitamente la mejoría de los pacientes sometidos a tratamiento psicofarmacológico. Según Goldman, el estigma realmente estaría dirigido hacia los síntomas activos de los pacientes y debiera desaparecer cuando, gracias a los medicamentos, dichos síntomas desaparecen. Misericordiosamente, el editorialista reconoce la dificilísima tarea, implícita en su hipótesis, de poder separar síntomas y personas que los sufren. Tampoco lo dice pero el corolario es evidente: cuando todos los pacientes estén medicados y sin síntomas, se habrá acabado el estigma de la faz de la tierra. Ni más ni menos.

Viene a cuento aquí citar el comentario en el blog de Robert Whitaker acerca de este tema, desde el post The succesful creation of a societal delusion... and the increase in stigma it has spawned:

"(...) it is easy to see why the chemical-imbalance story leads to negative attitudes about people struggling with mental illness. It tells the public that people with a psychiatric diagnosis have "broken brains," and that their moods and behaviors are governed by faulty brain chemistry. This is an understanding that separates the "mentally ill" from the rest of society. The "mentally ill" are different from "us."

"Now imagine what societal attitudes might be if the public were told that the biological causes of major psychiatric disorders remain "unknown" (which would be a scientifically accurate message.) That conception of mental illness suggests that it may be possible for anyone -- faced with certain environmental stresses or setbacks in life -- to suffer a severe bout of psychiatric distress. Readers of Shakespeare might sum it up this way: To be human is to have the capacity to go "mad." That is an understanding of "mental illness" that evokes a sense of our common humanity, and a sense of a shared vulnerability to mental suffering."


["Es fácil advertir porqué el discurso del disbalance químico cerebral lleva a actitudes negativas hacia las personas que padecen enfermedades mentales. Esta perspectiva informa que la gente portadora de diagnósticos psiquiátricos tiene 'cerebros desarreglados', y que sus estados de ánimo y conductas son gobernados por una deficiente química cerebral. Esta concepción separa a los 'enfermos mentales' del resto de la sociedad, o sea, 'nosotros.'"

"Ahora imaginemos lo que serían las actitudes de la sociedad si dijésemos al público que las causas de las enfermedades mentales, biológicamente hablando, permanecen aún cabalmente desconocidas (lo que sería científicamente más objetivo y correcto).  Esta perspectiva específica sugerirá que es posible para cualquiera de nosotros, enfrentado con determinadas dificultades ambientales o sinsabores de la vida, llegar a sufrir un brote de alguna enfermedad psiquiátrica importante. Quienes han leído a Shakespeare podrían resumirlo así:  Ser humano es tener la capacidad de 'enloquecer'.  Esta sería una comprensión más auténtica de la 'enfermedad mental' y abarcativa de la condición humana, inevitablemente vulnerable para el sufrimiento de la psique."]

Hasta aquí la cita de Whitaker. Pero Goldman insiste. Para él, los autores exageran la capacidad estigmatizante del paradigma neurobiológico de la enfermedad mental  ("...but they may overstate the likelihood that such an approach will be stigmatizing.")

Mmm... ¿Is that so, Dr. Goldman?