los muros de los prejuicios,
los muros de la indiferencia,
los muros de las malas interpretaciones,
los muros de lo que es un manicomio..."
Árbol de la vida, de P.G.A.
Muñecas en el jardín, de J.M.P.
Uno de los textos que acompañan a las imágenes, redactado por una psiquiatra del mismo Hospital Larco Herrera:
"Estas imágenes muestran actividades cotidianas en los pabellones de larga estancia: los pacientes permanecían décadas en nuestro hospital. Hoy esto ha cambiado. Ya no se ingresa por tiempo prolongado. Cada vez las hospitalizaciones duran menos tiempo.
Sin embargo, la sociedad -y en especial las autoridades- aún ordenan y buscan albergar, a veces para toda la vida, a pacientes psiquiátricos, generalmente enfermos abandonados o con retardo mental.
Al verlos, lo primero que se piensa es en la uniformidad de ese cotidiano donde queda borrado lo individual de cada paciente, y donde se ha perdido en forma total el vínculo con la familia y con la sociedad. La enfermedad en sí misma deteriora y aparta; hace diferente a la persona. Pero nosotros también la aislamos, la cosificamos en estos pabellones.
Hoy intentamos trabajar diferente, pero la sociedad todavía requiere cambiar de actitud y conocer sobre enfermedades mentales, y aprender a aceptar que todos tenemos derechos como personas." (María Elena Vivanco)
Un antiguo diván en medio de la sala guarda silencio. Atiborrado de etiquetas de inventario, año tras año, hoy se limita a guardar silencio. Como los mismos pasantes. Como los mismos fotografiados. O será ese estruendo mudo del que hablaba César Vallejo.
Odumodneurtse.
Odumodneurtse.
Odumodneurtse.
Odumodneurtse.
Ignorancia, olvido y locura: el manicomio a través del lente fotográfico
"Pocas veces se ha puesto de manifiesto con tanta claridad, de manera descarnada y cruda, nuestras graves falencias como dispensadores de una atención psiquiátrica que hasta ahora no podemos ofrecer como quisiéramos.
Considero que las imágenes que se muestran aquí ratifican que poco o nada estamos haciendo como 'acuciosos' responsables de prodigar una atención, acorde con los requirimientos modernos, para mejorar el trabajo de una institución encargada de ofrecer el cuidado de la salud mental.
Somos igualmente responsables de cómo nos ven los que no nos conocen, ya que su habitual apreciación tampoco contribuye a mejorar el problema; por el contrario, lo empeora.
Un tercer elemento es el Estado, que poco o nada ha hecho por mejorar un sistema de atención vetusto, decadente e injusto. Esto se pone de manifiesto al observar que muchos de los olvidados y silenciosos protagonistas de la muestra son pacientes que ya no están entre nosotros. Ellos se fueron y vinieron otros, y nuestra fórmula sigue siendo la misma: albergar, asilar, guardar, encerrar... " (Luis Vílchez Salcedo)