Fijad atentamente la mirada en la imagen superior e imaginad de qué se trata ese abigarrado banquete al que concurren ávidos, golosos cerditos mientras a la cabecera del mesón un ladino y verdoso reptil saca cuentas entusiasta. Pensad en esos otros marranitos que al fondo a la derecha presencian la conferencia de un colega porcino bajo la cercana supervisión de otro sibilino rastrero mientras en lontananza un avión levanta airoso vuelo. Sin necesidad de contar con el puerquito que a la izquierda intenta jugar al golf auxiliado por otro lagarto servicial, indudablemente a estas alturas ya columbran Uds. por dónde va el asunto de marras: no, no es ilustración de una fábula de Esopo la imagen ni tampoco propaganda de embutidos; mucho menos es caricatura malévola propagada por alguna ONG enemiga de la profesión médica. Frío, frío...
La imagen corresponde a una carátula del British Medical Journal, y el número monográfico fue publicado hace pocos años con el título "Time to untangle doctors from drug companies" -traducido más o menos como "es hora de desenredar a los médicos de las industrias farmacéuticas"-.
Podría acusarse a la referencia de no ser reciente, pero día a día la bibliografía dedicada a la controversial relación entre las sociedades médicas y las casas farmacéuticas se vuelve más proficua. No se trata de un alegato contra los laboratorios, de ningún modo. Para un "enredo" se necesitan como mínimo dos participantes. En los últimos sesenta años el descubrimiento y elaboración de drogas que han transformado el ejercicio de la medicina, ha estado a cargo de los grandes laboratorios de empresas dedicadas al rubro. De hecho, médicos y laboratorios farmacéuticos deben trabajar juntos. Pero los médicos no necesitan ser cebados en banquetes, transportados lujosamente y albergados en hoteles de primera clase ni mucho menos ser "educados" por los laboratorios. El riesgo real de estas prebendas será un sesgo en la toma de decisiones sobre la atención de los pacientes.
Existen mitos relativos a la capacidad de neutralidad e independencia de los médicos frente a la propaganda farmacéutica: "yo los escucho pero no les creo","a mí nadie me puede comprar", etc.; pero la investigación reciente ha demostrado que la tendencia a ser recíprocos aún por simples obsequios es sumamente grande y difícil de controlar conscientemente; si esto es así por lapiceros y portafolios promocionales, imagínese cómo será por espléndidos viajes al extranjero o jugosas bolsas de viaje u opíparos banquetes o, desembozada, prosaicamente, por grandes rumas de billetes o cheques con varios dígitos y ceros.
Si la industria farmacéutica controlase las iglesias...
Las empresas fabricantes de fármacos son conglomerados comerciales que deben vender sus productos y lograr la máxima ganancia por sus mercancías. los médicos son profesionales dedicados a preservar y resguardar los intereses de sus pacientes considerando los más altos estándares éticos. ¿Cómo así hemos llegado al punto en que los médicos esperamos y consideramos absolutamente normal que nuestra educación, actualización, organización profesional, entetenimiento, placer y hasta ganancia crematística esté a cargo de la industria farmacéutica?
Las entidades médicas en todo el mundo están empezando a tomar posiciones decididas respecto a los dilemas y conflictos de interés relacionados con la industria y la práctica médica. Pero el asunto no puede ser cuestión solo de reflexión y regulación institucional sino que cada uno como profesional médico debe esforzarse en usar más a menudo su conciencia, debe comprometerse en despercudirla y, si no es mucho pedir, recordar si en el juramento hipocrático juramos algo en nombre de los laboratorios y sus perversas campañas publicitarias -de tal manera que la viñeta superior sea sólo un chiste y no una pesarosa realidad-.
ENLACES:
- Artículo del JAMA.
- Artículo de World Psychiatry.
- Artículo del Journal of General Internal Medicine. (todos por supuesto alusivos al tema)
- Publicacion de Consumers International (England, 2007):
Drug, doctors and dinners
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