lunes, 2 de noviembre de 2009

Genes y libertad humana, a propósito de un caso


Confianza en la maldad, no en el malvado;
en el vaso, mas nunca en el licor;
en el cadáver, no en el hombre
y en ti sólo, en ti sólo, en ti sólo.






(Vía Nature News)

Un tribunal italiano, en lo que representa la primera sentencia europea de ese tipo, ha reducido la pena a un hombre convicto de homicidio, basado en el alegato de ser portador de bajos niveles del gen que codifica la Monoaminoxidasa A -enzima que degrada algunos neurotrasmisores- y otros cuatro hallazgos de su genoma que en algunos estudios han demostrado asociación con ciertas conductas violentas.

Abdelmalek Bayout, argelino residente en Italia, asesinó a cuchilladas al ciudadano Walter Novoa Pérez, de origen colombiano y residente también en la península, luego de que éste se burlase de una tinción ceremonial que el argelino llevaba en el rostro. Los hechos luctuosos sucedieron en el año 2007 y la pena de nueve años ha sido ahora reducida a ocho.

Por supuesto las críticas por parte de la misma comunidad neurocientífica no se han hecho esperar. El rígido determinismo que guía el dictamen parece ignorar que los genes no actúan en el vacío absoluto sino dentro de una serie de experiencias vivenciales que modulan su efecto, por decir lo menos. Sobre todo en genes para conductas complejas como fenómenos de interacción social. Los estudios efectuados tratan de explicar hallazgos estadísticos poblacionales, no sucesos singulares.

Un genetista londinense entrevistado puso una pica en Flandes: "El 90% de asesinatos son cometidos por portadores del cromosoma Y - es decir, varones-. ¿Debiéramos abogar entonces por penas más cortas para todos los homicidas de sexo masculino?"

Desde luego, el dilema del albedrío individual es enormísmo tema. Pero alegar que uno no comete un delito sino sus genes... Esta humorada gráfica quizá expone mejor el reductio ad absurdum:




En esa línea, un reciente post (Un tema de peso - A weighty issue) del muy recomendable blog Neuroskeptic, revisa someramente algunos considerandos de qué es lo asumido 'políticamente' correcto respecto a "enfermedad - involuntariedad -tolerancia" y por el lado opuesto "no enfermedad - voluntaria elección - culpabilización". El post aludido atañe específicamente al tema de la obesidad pero puede involucrar muchas de las enfermedades mentales, problemas conductuales y otros constructos semejantes. Aristas todas que reclaman más que una somera revisión.

Evoco una cierta clase reciente de postgrado donde el docente interpeló a la audiencia con la interrogante clásica sobre cuál sería la diferencia capital entre el hombre de los animales. Se propusieron tímidas respuestas pero un consenso masivo desde el murmullo adocenado concluyó que era El Genoma Humano. Vanamente se trató de argüir que el de los cerdos coincide hasta en 90% con el de los reyes de la creación y el de los ratones anda bastante cerca. Pero defendióse con brío este pequeño porcentaje como el tributario de la unicidad humana y al final un ambiente de airosa complacencia con la genial conclusión, sólo interrumpido por orondos cacareos, colmó el aula donde estábamos.





2 comentarios:

sin pepas... dijo...

jajajajajajaja

todopsicologia dijo...

Me temo que la potencia sin control no lleva a ninguna parte.
Victor Frankl explica muy bien el problema de la reducción de una dimensión superior a una inferior.
Saludos.