Todos aquellos que hemos trajinado las estancias de la formación médica hemos debido sufrir en mayor o menor cuantía los avatares de las rondas, presentaciones de casos, revistas de revistas y visitas matinales a los pacientes, actividades durante las cuales solíamos ser acribillados sin clemencia por interrogantes de índole varia y calibre dispar, las más de las veces destinadas a demostrarnos cuán poco sabíamos de la ciencia médica y qué infinitamente microscópicos resultábamos junto a las vacas sagradas a cuyo lado nos desplazábamos -y que ni siquiera sabían el nombre de los pacientes y muchas veces ni se dignaban saludarlos-.
El tema del maltrato hacia los estudiantes y residentes de medicina se ha constituído en un tradicional legado que se perpetúa de una a otra generación y llega a expandirse, lamentablemente, hacia los mismos pacientes: ¿deseo patológico de reivindicar superioridad?, ¿misérrimo complejo de inferioridad que se deleita en humillar a otros?, ¿narcisismo maligno que goza en pisotear a los que recién empiezan?... ¿Qué hay detrás de este regodeo malsano de aquellos que olvidan que la vaca sagrada hoy fue inerme ternera ayer?
Grand Round
Como escribió un estudiante de medicina en un blog: "Parece que la primera cosa que tienen ellos que hacer una vez que empezamos las prácticas de medicina es despojarnos del alma. Antes de que lo adviertas, la persona caritativa y sensible que escogió esta carrera para atender al sufrimiento humano, se ha convertido en un monstruo que ya no se interesa por nada y por nadie...". O como nos dijo el maestro Mori alguna vez: "Doctor, la psiquiatría no la aplique sólo para los pacientes, también es para ciertos profesores..."
Hace poco, en JAMA ha aparecido un artículo de A. Detsky sobre cómo sobrevivir esa ineludible experiencia de los interrogatorios durante las rondas clínicas: The art of pimping. (No debe confundirse con esotro significado de "pimping", ah, este idioma inglés, siempre polisémico). El artículo es versión actualizada de uno previo de Brancati y debe ser leído atentamente pues contiene eficaces conjuros para hacer de los casos clínicos y rondas médicas experiencias realmente significativas de aprendizaje y no meras improvisaciones de escarnio y befa.
2 comentarios:
Bueno, como PIMP también significa caficho, aquí presentamos algunos cafichos infames de la facultad medicina de la UNT:
GONZALES NIEVES (alias tio cara e cocada o KOKY): especialista e buscar a los evasivos, camufladores, come bollos y hacerles preguntas que ni los residentes podían responder.
MORALES BOCANEGRA: nunca descansaba hasta encontrar alguna falla en la historia clínica para hacer escarnio de ella. Jamás dio un consejo en privado a nadie, ni una enseñanza dirigida, solo era una sorna costante hacia sus alumnos.
NOMBERA (PEDIATRA): este pimp no solo caficheaba a los alumnos si no era un especialista en rajar de sus colegas, era asombroso la facilidad de como se transmutaba de pimp a franelero cuando estaba frente a un alumno de la UPAO.
PEREZ ESQUERRE: autor de la infame frase "los muertos no hablan", nunca alababa o encomiaba el trabajo de sus alumnos, solo se dedicaba a hostilizarlos hasta en lo más mínimo. También experimentaba transmutaciones, pero esta vez a una persona con modales, cuando el alumno se transformaba en interno.
La verdad, y dejando las bromas de lado, esta clase de individuos son los que me hicieron darme cuenta que me equivoqué de profesión. Siempre he sido un humanista acérrimo, pero estas gentuzas y otras me convirtieron en un misántropo. Sí señores pimp, yo no me enorgullezco de ser médico y de tener el CMP 41311. Yo he sido defraudado por todo su lacra, que anuló en mi el amor y entrega por los demás. Por lumpen como ustedes existen las negligencias médicas, especialmente las omisivas, y el maltrato a los pacientes. Yo no les admiro en lo más mínimo, no envidio sus pergaminos ni sus RNEs, no quiero parecerme a ustedes pero ni en lo más mínimo, ya que son ustedes el perfecto modelo de hipocresía, y yo soy yo siempre. Finalmente, jamás los llamaré maestros, ni de broma, porque hace muchos años que la UNT carece de maestros, al menos en la facultad de medicina.
Sentida y vívida descripción, amigo Tony, de años que pasamos juntos allá lejos. Qué buena antología.
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