"O, I am fortune's fool! "
(¡Oh, soy un tonto afortunado!)
Romeo (acto III)
El nacimiento de Venus, por Boticelli.
1.
DEFINICIÓN DEL AMOR
Desmayarse, atreverse, estar furioso,
áspero, tierno, liberal, esquivo,
alentado, mortal, difunto, vivo,
leal, traidor, cobarde y animoso;
no hallar fuera del bien centro y reposo,
mostrarse alegre, triste, humilde, altivo,
enojado, valiente, fugitivo,
satisfecho, ofendido, receloso;
huir el rostro al claro desengaño,
beber veneno por licor suave,
olvidar el provecho, amar el daño,
creer que un cielo en un infierno cabe,
dar la vida y el alma a un desengaño,
esto es amor; quien lo probó, lo sabe.
Y vaya que lo supo Don Lope, y sobradamente, pues su vida amorosa fue bastante pródiga y luenga (y muy sobresaltada además, pues inclusive cuando en el otoño de su vida fue ordenado sacerdote no dejó de amar -y no solamente a la madre de Dios-).
2.
Menos lírico, desenfadadamente prosaico,
James Joyce estuvo casado con Nora Barnacle, su novia de juventud, hasta el fin de sus días. En las epístolas que le dirigió holla sicalípticos y escatológicos abismos, siempre al lado -o detrás o delante- de su amada. Para muestra un botón:
"20 de diciembre de 1909.
Mi dulce y pícara niña: He recibido tu carta esta noche y he estado intentando imaginarte restregándote el coño en el retrete. ¿Te quedas de pie y recostada contra la pared y haciéndote cosquillas con la mano por debajo de las faldas o te sientas en la taza con las faldas levantadas y la mano dale que te pego por la raja de los pololos? ¿Te pone cachonda ahora cagar? Me pregunto cómo lo harás. ¿Te corres al cagar o primero te tocas y después cagas? Debe ser espantosamente lascivo ver a una chica con las faldas levantadas y restregándose el coño con furia, ver sus lindos pololos blancos bajados por detrás y su culo sobresaliendo y un gordo chorizo marrón a medio salir por el jebe. Dices que te vas a cagar en los pololos, querida, y vas a dejarme follarte después. Primero me gustaría oírte cagarlos, querida, y después follarte. Alguna noche cuando estemos en algún sitio a oscuras y hablando de cosas verdes y sientas que la caca está a punto de salírsete, ponme los brazos en torno al cuello de vergüenza y déjala salir con suavidad. El sonido me volverá loco y cuando te levantes las faldas...
¡Es inútil seguir! ¡Puedes adivinar por qué!"
Entendido está que las cartas son privadas. Pero a la muerte del autor o del destinatario suelen hacerse públicas. Vale leer las ardientes cartas amorosas de Joyce, donde hace gala de desatada coprofilia, y que se hallan más públicas que nunca en internet (en
traducción de Felipe Rúa Nova, aunque el texto anterior es traducción de Carlos Manzano).
James & Nora: Nora & James
En la Wikipedia se lee que Carl Jung, el célebre psicoanalista suizo quien atendió a Lucía, la hija de Joyce que padecía esquizofrenia, llegó a considerar luego de leer el
Ulysses que James también poseía dicha enfermedad, nada menos. Claro que en el muy, muy difuso concepto de esquizofrenia entonces imperante. ¿Qué habría diagnosticado Jung si hubiese leído las eróticas epístolas del genial escritor irlandés?
3.
A propósito de esquizofrenia, y procurando satisfacer a nuestro segmento de lectores ávido de erudición y del enfoque serio y el artículo sesudo, he aquí dos ensayos alusivos al tema y redactados por sendos eminentes psiquiatras:
Nos abstenemos de comentarlos para no deslucirlos con nuestro escaso entendimiento. (Además, ejem... bueno, primero tendríamos que leerlos).
Por supuesto, la ilustración de la presente estancia no podía ser ajena al tema erudito: proviene del inolvidable texto del doctor Alex Comfort,
The Joy of Sex (1972), y no representa a una pareja de damas en lésbica actitud: lo que pasa es que en aquella época feliz los caballeros usaban crecida cabellera (además de barba, aunque ésta se halla aquí comprensiblemente mimetizada).
4.
Siendo confesa y conocida nuestra debilidad por el
pop más
kitsch -¿o es
camp?-. ¿Cómo podríamos ser inauténticos en esta ocasión? He aquí un deleitoso y pegajoso himno reciente del amor en la meliflua voz de
Tito 'El Bambino':
Y la imagen correspondiente, que es de un autor genial y desconocido:
N.B.: Nos apresuramos a acogernos a esta frase de Rousseau aplicándola a la presente entrada del blog: "Las cartas de amor se comienzan sin saber lo que se va a decir, y se terminan sin saber lo que se ha dicho."