sábado, 31 de enero de 2009

Nepal Journal of Neuroscience




¡Oh, Dios mío: Alá, Jehová, Zeus, Buda, Zarathustra, Viracocha; oh, Chapulín Colorado, Beatita de Humay, presidentes de sociedades científicas o médicas o cualquier semidiós que acoja mis plañidos...! ¿Por qué ellos pueden ostentar su Nepal Journal of Neuroscience y nosotros ninguna revista regular de neurociencias, neuropsiquiatría o al menos psiquiatría, si en PBI los aplastamos demoledoramente pues el Perú ocupa el puesto 55° y por las patas de los caballos, recién en el puesto 117°, se ubica lastimosamente ese país denominado Nepal?

Como diría Condorito: ¡Exijo una explicación!


Imagen prestada de aquí.

viernes, 30 de enero de 2009

Prosas apátridas


Encuentro, presto hacia mi mano extendida, el diminuto ejemplar en rústica que birlé hace luengos años y con la infamante, crematística leyenda manuscrita en su cara posterior que reza: "alquiler 2.00". Hojeo sus escasas páginas y con moroso deleite paseo mi astigmatismo por su carátula de dorado matiz envejecido que detenta la foto de un juvenil y melenudo Ribeyro.



Hallo pronto en mi recuerdo el momento fugaz en que crucé escuetas palabras con Don Julio Ramón un par de años antes de su muerte, en una de esas premiaciones literarias y provinciales de mi vergonzante adolescencia, donde participó él como jurado de la lid. Alejado del bullicio, tratando vanamente de extraviarse entre el gentío de curiosos en la terraza de un hotel en la cálida noche chiclayana, con un terno que inevitablemente parecía quedarle grande desde que vivía gastrectomizado pero nicotinómano sin remedio, lo abordamos torpemente, reiterándole estereotipadas loas con farfullante y tímida voz. Advertimos entonces su sonrisa discreta, su tenaz vocación por el anonimato, su fugaz, inaudible verbo, antes de desvanecerse, filiforme y solitario, como el humo de su cigarrillo Marlboro.

Me detengo en la página 36 del volumen, gozoso releo, atento transcribo, aplicado tecleo:

La locura en muchos casos no consiste en carecer de razón sino en querer llevar la razón que uno tiene hasta sus últimas consecuencias. El hombre, como leí en un cuento, que trata de clasificar a la humanidad de acuerdo a los más variados criterios (negros y blancos, negros altos y blancos bajos, negros altos flacos y blancos bajos gordos, negros altos flacos solteros y blancos bajos gordos casados, etc.) encontrándose así en la necesidad de formular una serie definitiva. Un hombre que vino a la Agencia para proponer algo aparentemente muy sensato: reunir a los grandes jefes de estado, al papa, al secretario general de la ONU, etc. en una Paella Universal en la que se resolverían amigablemente los problemas mundiales. Aquel otro que vino para informarnos que había presentado una demanda judicial contra la Unión Soviética para que devolviera a España el oro que se llevó durante la República. Su argumentación desde el punto de vista histórico y jurídico era inatacable, pero llevada a la práctica era un acto de demente.

Lo que diferencia este tipo de locura de la cordura no es tanto el carácter irracional de la idea incriminada sino el que ésta contenga en sí su propia imposibilidad. Los locos de esta naturaleza lo son porque han aislado completamente su preocupación del contexto que los rodea y no tienen en cuenta así todos los elementos de una situación o, como se dice, todos los imponderables de un problema. De allí que esta forma de locura tenga tantas similitudes con la genialidad. Los genios son estos locos más una cualidad: la de encontrar la solución de un problema saltando por encima de las dificultades intermediarias.



Desconcertado, mientras sigo hojeando el libro, entre pulgar e índice constato dos páginas que se obstinan en mantenerse adheridas, son la 136 y 137 con las que denodadamente lucho hasta que consigo separarlas: acezante advierto entonces su inédita presencia. Febrilmente leo, releo consternado:

La única manera de comunicarme con el escritor que hay en mí es a través de la libación solitaria. Al cabo de unas copas, él emerge. Y escucho su voz, una voz un poco monocorde, pero continua, por momentos imperiosa. Yo la registro y trato de retenerla, hasta que se va volviendo cada vez más borrosa, desordenada y termina por desaparecer cuando yo mismo me ahogo en un mar de náuseas, de tabaco y de bruma. ¡Pobre doble mío, a qué pozo terrible lo he relegado, que sólo puedo tan esporádicamente y a costa de tanto mal entreverlo! Hundido en mí como una semilla muerta, quizás recuerde las épocas felices en que cohabitábamos, más aún, en que éramos el mismo y no había distancia que salvar ni vino que beber para tenerlo constantemente presente.

Abrumado hundo mi cabeza entre las manos: allí están las páginas, allí estaban aguardándome, es lo que Ribeyro musitó esa noche y recién escucho conmocionado hoy. Asomo a mi propio abismo añorando la alucinación, pero verifico, desalentado, absoluta inexistencia y acongojada nostalgia de la comandatoria voz.

miércoles, 28 de enero de 2009

La esquizofrenia de Snezhnevski


En uno de mis periplos por Amazonas, me hice de un discreto librito desfasado y aparentemente inofensivo: el Manual de Psiquiatría de A. V. Snezhnevski (1) (480 pp., edición de 1985, traducido al castellano en 1987), uno de aquellos simpáticos textos de tapa dura y papel semibiblia que la Editorial MIR de Moscú divulgaba a precios de ganga casi como instrumento de propaganda durante la época de la guerra fría.




No pasaría éste de ser un anodino libro viejo, algo exótico por cierto (allí se mencionan inusitados fármacos como el carbromal, centedrín, seduxén, frenolón y otras moléculas de nombre esotérico) mas sin el prestigio de una exorbitante antigüedad (aunque a su favor diremos que posee un didáctico glosario de términos psicopatológicos y además de síndromes psiquiátricos, hallazgo poco frecuente en textos ad hoc, excepto tal vez el manual de KW Bash). (2) De hecho, la grisura del librito de marras es proverbial para el lector poco avisado: la búsqueda en idioma español en Google, por ejemplo, es bastante pobre para el nombre del autor.

Sin embargo, si revisamos más detenidamente el capítulo de esquizofrenia, hallaremos una difusa y vaga al extremo definición de la esquizofrenia que de entrada podría llamarnos la atención: "enfermedad psíquica que transcurre con el desarrollo rápido o lento de las modificaciones de la personalidad de tipo especial (disminución del potencial energético, introversión progresiva, empobrecimiento emocional, "discordancia", o sea pérdida de la unidad en los procesos psíquicos)". A renglón seguido, Snezhnevski abarcaba dentro de las manifestaciones de la esquizofrenia "diferentes síntomas y síndromes productivos con oscilaciones en su intensidad: neurotiformes y psicopaticoformes, afectivos, delirantes, alucinatorios, pseudoalucinatorios, hebefrénicos, catatónicos, oniroides..."

Ya. La esquizofrenia es una enfermedad proteiforme, eso no se discute. Pero si avanzamos en el capítulo advertiremos que el autor enfatiza la clasificación de la esquizofrenia según la evolución de la misma: esquizofrenia de evolución continua y de evolución insidiosa, pero además incluye una esquizofrenia con obsesiones, una esquizofrenia con trastornos astenohipocondriacos y cenestopáticos, una esquizofrenia con trastornos de despersonalización, una con manifestaciones histeriformes, la clásica paranoide, otra progresiva, otra alucinatoria, otra delirante, otra recurrente, otra depresivo paranoide, otra transitoria, además de innumerables variantes y subtipos transitorios, amentiformes, recurrentes, por brotes, con crisis depresivas, maniacas, pseudopsicopáticas, etc, etc. Desconcertados con este abrumador y prolijo furor clasificatorio, podríamos legítimamente interrogarnos: ¿y qué es hoy de la escuela psiquiátrica de Moscú liderada por Andrei V. Snezhnevski?



Snezhnevski falleció precisamente en 1987, pero durante las décadas entre 1940 y 1980 fue el psiquiatra más influyente de la antigua Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS). Snezhnevski fue autor de un sistema nosológico centrado en la esquizofrenia, de la que ofrecía una definición tan extraordinariamente amplia que se extendía más allá de la psicopatología esquizofrénica hasta englobar gran parte del ámbito de la enfermedad mental. (3) Lo que tiene de inquietante su clasificación es que los criterios tan laxos de que hacía gala podían aplicarse a buena parte de los opositores, críticos y disidentes del sistema comunista. Muchas personas fueron diagnosticadas de esquizofrenia cuando no debían de haberlo sido nunca. De hecho, los psiquiatras soviéticos al hacer esto, no actuaban de mala fe: ellos realmente consideraban que los pacientes eran esquizofrénicos; es decir el sistema nosológico había creado en los psiquiatras un constructo valedero, una imagen mental incuestionable que debió revestirse inevitablemente con personas de carne y hueso. Veamos como ejemplo algunas coincidencias entre los disidentes normales y los sintomas esquizofrénicos según la descripción de la escuela moscovita de psiquiatría: (3)

  • Originalidad

  • Temor y desconfianza

  • Formulaciones ideológicas peculiares

  • Religiosidad

  • Depresión

  • Ambivalencia, culpabilidad, conflictos internos

  • Apasionamiento

  • Atención rigurosa a los detalles

  • Mala adaptación al ambiente social

  • Cambio de intereses

  • Reformismo (3)
Los resultados de este sistema nosológico fueron aterradores. Los disidentes eran arrestados por la KGB y luego derivados para un "examen psiquiátrico" donde eran etiquetados como enfermos mentales. Posteriormente eran enjuiciados -incluso en ausencia de los mismos acusados- y finalmente confinados en hospitales especiales. Adicionalmente la producción intelectual de los opositores al sistema acababa desvalorizada y relegada pues era producto de mentes "enfermas." (4)

Sería un error craso considerar que el sistema totalitario comunista es el único en que podrían darse este tipo de problemas. (3) De hecho, ésta es una especie de fábula pero sin caperucitas ni lobos feroces aunque la metáfora está allí: con unos ojos muy grandes y unos dientes muy grandes ante todos los psiquiatras, babeando, acezando ante nosotros.



Referencias

1. Snezhnevski AV. Manual de Psiquiatría. (Trad. G. Fermín y A. Scherba). MIR. Moscú, 1987.

2. Bash KW. Psicopatología general. (Trad. Guerra Miralles A). Morata. Madrid, 1965.

3. Reich W. El diagnóstico psiquiátrico como problema ético. En: Bloch S, Chodoff P, Green SA (editores). La ética en psiquiatría. (Trad. de las Heras S, Morera B). Triacastela. Madrid, 2001. (pp.189-216)

martes, 27 de enero de 2009

Escrúpulo



Ya usé y abusé de la buena y mala tijera aquí: he copiado textos diversos de variopintos autores como entradas en el blog una y otra vez. Ya hasta incurrí en la impudicia de transcribir -oh, nefando, aborrecible pecado- versos míos para subsanar un post. He desplegado originalísimos refranes inclusive, sarcasmos banales, comentarios boyantes de obviedad e intrascendencia. He colocado asimismo una impúdica fotografía de calatas por ahí. Pecador de mí, carente de imaginación yo, profeta de las pocas nueces y el mucho ruido: sólo me falta glosar unos chistes sin gracia o abocarme a comentarista de la farándula local para hundirme del todo en el sótano de la abyección.


Allí nos veremos pues... Lo importante es tirar pa' lante... ¿O no?

lunes, 26 de enero de 2009

Refranes con efecto "antidepresivo"



Por supuesto que no hay refranes con efecto "antidepresivo", hablando cabal y formalmente de la depresión como diagnóstico médico. Sería maravilloso que una frase hecha, trillada, pudiese como por arte de magia tornar en luminoso el ánimo sombrío de un melancólico. No, no se ha demostrado que "las pastillas para la moral" del Colorao Belmont posean efecto timoléptico hasta hoy. Pero existe un bagaje de sabiduría popular contenida en estas breves sentencias que se han mantenido vigentes a lo largo de los siglos, y que a menudo desconocemos, lo cual es mengua para nuestra riqueza idiomática y comunicativa en las intervenciones diversas que nos cupiese desempeñar -o, porqué no, para el uso cotidiano y personal-. Permítasenos glosar algunos refranes relacionadas con el optimismo, la esperanza, el consuelo y la resignación... Recordemos en primer término aquel añejo aforismo médico y anónimo, atribuído a Hipócrates: Curar a veces, aliviar a menudo, consolar siempre...

Pretexto sea además para un mínimo homenaje a uno de los gordinflones más famosos de la literatura universal, patrón jurado de los pícnicos, ese dechado de refranes mil, Sancho Panza.







Saber hasta qué punto
podemos llegar a ser desgraciados,
es una felicidad.
(La Rochefoucauld)

Mal es sufrir
pero sufrirlo mal,
es mal mayor.


Lo malo de lo bueno, es que pasa;
lo bueno de lo malo, es que pasa.


Más vale matar la tristeza
que dejarse matar por ella.


Es mejor encender una vela
que maldecir la oscuridad.


La sequía de un año
la borra la lluvia de un día.


A cada día su pesar
y su esperanza.


Cuando la pena está dormida,
no la despiertes.


Cuando te hayan tapado la luz,
piensa que aún sigue siendo de día.


Si eres feliz,
no te importe que te crean tonto.
(Séneca)


Quien con su desgracia se conforma
su dicha forma. (1)





---oOo---



Cuando muere un gallo,
canta otro gallo.


Si se lo propone, la tortuga coja
recorre mil leguas.


Media naranja es tan dulce
como la otra mitad.


Cada hoja de hierba
tiene su gota de rocío.


Por más fino que sea un cabello,
siempre da sombra.


Los años funestos no han impedido nunca
los años prósperos.


¿A la puerta de qué hogar
se pueda colgar el letrero:
no hay problemas? (2)




Referencias

1. Donoso-Loero T. (compiladora) Dime con quién andas... Libro de los refranes. Andrés Bello. Santiago, 1998.

2. Dañino G. La abeja diligente. Mil proverbios chinos. Fondo editorial PUCP. Lima, 2002.

domingo, 25 de enero de 2009

Yo chambeo en Emergencias Psiquiátricas






Hace exactamente 942 días yo trabajo en el Departamento de Emergencia Psiquiátrica. Y pensar que cuando iniciamos nuestras labores no se nos avizoraba más de seis meses de aguante pues supuestamente acabaríamos huyendo, bañados en llanto, incapaces de soportar anímicamente los horrorosos entripados y desgarradores testimonios que nos tocaría escuchar en el ejercicio de nuestro trabajo. Quizá se supuso que seríamos agredidos física y verbalmente por los pacientes a manera de humanos punching ball y que eso nos amedrentaría prematuramente -de hecho, por suerte, ello ni siquiera ha pasado-. Tal vez se conjeturó que el trabajo en Emergencia es demasiado estresante, demasiado agobiante, demasiado exigente. Y de hecho que lo es... pero sólo a veces. A veces es "demasiado" y a veces es "demasiado poco". Uno nunca sábe cuándo será un día apacible y casi aburrido, ni cuando será el día del acabóse y el bolondrón. Y ahí seguimos dándole a la chamba hasta hoy, con un excelente equipo laboral que permite y facilita nuestro desenvolvimiento cotidiano... (en la foto soy el del extremo derecho, lástima que la cámara añada varios kilos de más).






Aunque la Psiquiatría de Emergencia aún no es una subespecialidad totalmente diferenciada y reconocida, existe en Norteamérica la American Association for Emergency Psychiatry y en Europa un capítulo exclusivo para este campo de la psiquiatría de urgencias, foros ambos que propugnan la delineación de su identidad y reconocimiento pleno.

El último reporte de la American Psychiatric Association (Task Force on Psychiatric Emergency Services) advertía que actualmente los servicios de Emergencia Psiquiátrica se han convertido en los puntos de demanda principales para el acceso a los servicios de salud mental e, inclusive, ante un contexto en que prima la desinstitucionalización, las estancias cortas de internamiento y altas precoces, además del énfasis en dar prioridad a la atención comunitaria, un enorme segmento de la población de pacientes psiquiátricos acaba siendo usuaria de los servicios de emergencia donde reciben la evaluación y tratamiento iniciales para luego ser referidos, con la lógica sobrecarga de los departamentos de Emergencia pues muchas veces estos pacientes se "eternizan" como usuarios de Emergencia por la ineficiencia de los otros servicios para dar solución real a sus problemas de salud.

En un sustancioso artículo sobre el psiquiatra de urgencias (1); Escobar, González y Schürch explicitan los requisitos necesarios para el desempeño de esta labor, no puedo resistirme a glosarlos:


1. Atracción por este tipo de trabajo

  • Elemental. Esa seductora mezcla de vocación de ayudar, de arreglar los problemas de la gente en medio de adrenalina y griterío de fondo, pero sin creerse nunca un héroe ni un santito.
2. Competencia para realizar una evaluación rápida y abreviada

  • Eso se aprende y es utilísimo para todo acto médico. Ir al grano, a la pepa, pero sin deshumanizar el vínculo.
3. Capacidad para soportar emociones y conductas desbordadas sin paralogizarse

  • O sea, sin rayarte. Sin llorar con el paciente que llora ni gritar con el que grita. Ser dueño de la situación y de tu persona en medio del vendaval.
4. Destreza y "maña" para discernir y fijar el nivel en que se desarrollará la intervención

  • Es decir, no "comerte" todo lo que te pasen sino saber orientar y derivar apropiadamente. De tu arsenal de recursos discernir cuál será el óptimo para todas las variables en juego en la atención correspondiente.
5. Preparado para intervenciones inhabituales en otros sitios


  • Entrevistar dentro de una combi, fuera de un taxi, en el pasillo, por teléfono, entre policías, entre bomberos, en el baño inclusive de ser necesario si un paciente se atrinchera y condiciona su salida.
6. Preparado para proceder en intervención de crisis y otros casos especiales

  • Una crisis familiar: ¿los inyectas a todos?, ¿internas a todos? ¿O llamas a un psiquiatra?
7. Disposición para desvincularse del paciente

  • No citar controles luego de un mes ni más de una cita, eso congestiona el servicio e impide atender las verdaderas urgencias. Los seguimientos, por consulta externa. No ceder a la fácil tentación de ser el "superdoctor."
8. Aptitud para tolerar frustraciones


  • No sólo de los pacientes, dado que ellos son los que deben ser comprendidos y ayudados. Sino a veces de personas más cercanas a nosotros, verbigracia, los responsables de perpetuar seis ridículas camas de emergencia en el Instituto para más de 3 millones de personas del cono norte de Lima.
9. Nivel de confianza en sus recursos terapéuticos


  • Mínimo, maestro. Sino acabaríamos, como en aquella frase tremenda atribuída a Vallejo: "llorando calatos sentados en el batán de la cocina".





No hay nada como que te agrade el reto del trabajo que haces: lidiar con la locura y la violencia y la desesperación y el suicidio a diario. O en su defecto, que tu chamba te llegue a gustar: 942 días no han pasado en vano. Y van a pasar muchos más. ¿Quién dijo que no íbamos a poder?




Referencia


sábado, 24 de enero de 2009

Juan Gonzalo Rose






LOS MALOS POEMAS

No los destruyas.
No los eches
al pozo de los cielos.

Tal vez ellos retornen
después que la belleza
se haya ido.

Cuando la soledad
camine libremente
de la cama hasta el patio
y mi casa parezca
-al ojo del infante-
algún enorme erizo.

Entonces,
quizás entre sus líneas
descubras un instante
inadvertido;
la palabra extraviada
en domingos zoológicos;
algo más verdadero que lo hermoso.

Nadie sabe.
Consérvalos.

Cambia tu piel. También
la piel del mundo.
pero el poema queda
guardando su misterio.

Tal vez no hay en tu cuerpo
-todavía-
esa única lámpara
con la que puedes verlo.



EXACTA DIMENSIÓN

Me gustas porque tienes el color de los patios
De las casas tranquilas…


Y más precisamente:
Me gustas porque tienes el color de los patios
De las casas tranquilas
Cuando llega el verano…


Y más precisamente:
Me gustas porque tienes el color de los patios
De las casas tranquilas en las tardes de enero
Cuando llega el verano…


Y más precisamente:
Me gustas porque te amo.




GASTRONOMÍA

Para comerse un hombre en el Perú
hay que sacarle antes las espinas,
las vísceras heridas,
los residuos de llanto y de tabaco.
Purificarlo a fuego lento.
Cortarlo en pedacitos
y servirlo a la mesa con los ojos cerrados,
mientras se va pensando
que nuestro buen gobierno nos protege.

Luego:
afirmar que los poetas exageran.

Y como buen final:
tomarse un trago.




ÉGLOGA TARDA

Me he acostumbrado a ti
como los ríos al color del cielo.
Odio lo que se pierde en cada paso;
el tiempo de mi espera, sin esperanzas lleno.
Me he acostumbrado a ti
como la luz del mundo a las ventanas.
Obscurece y no llegas.
Será para mañana.
Doblo amorosamente mi flor para mañana
pues las rosas ya saben esperarte conmigo.




CUARTA CANCIÓN

Yo me ahogo de cielo.
Mi corazón se inclina
Y las islas no llegan.
Dame tu mano entonces,
Quiero morir tocando
El extremo más dulce de la tierra




SEXTA CANCIÓN

Aquí sepulturera, aquí;
éste es mi pecho:
el de la roja orquídea
y el de los palomares.
No te tiemble la mano.
Ya no vaciles, corta
el hilo de mi sangre:
que cortarás en vano;
pues toda la agonía
la puse en mis cantares,
y hoy día mis cantares,
se van...
de mano en mano.




YA ESTOY PURIFICADO, POESÍA

Ya estoy purificado, poesía.
Ya podemos mirarnos a los ojos
Como en la tarde de la luz aquella:
Yo jugaba la ronda entre chiquillos,
Y tus manos, temblando, me eligieron.







Juan Gonzalo Rose (1928-1983) es uno de los grandes poetas olvidados del Perú. Se debe acotar que en el Perú todos los poetas son grandes olvidados, incluyendo al mismo César Vallejo. Pero de Rose nos hemos acordado releyendo aquella entrevista que le hiciera César Hildebrandt (1) en 1980 y donde trasluce todo el desaliento y congoja de la depresión que lo agobiaba como en tantos momentos de su vida:


CH: Usted ha dicho, desgarradoramente, que las fuerzas creadoras lo han abandonado, pero que todavía espera un milagro...

JGR: Es una manera de expresar una esperanza, dictada sobre todo por el sentimiento. Porque, racionalmente, yo me doy cuenta de que mis posibilidades de creación están agotadas.

CH: Yo me he preguntado muchas veces, Juan Gonzalo, qué fue lo que lo quebró. En un poema de Las Comarcas usted dice: "pero el gran desamor, sólo noches oscuras acarrea..." ¿Fue eso? ¿Fue la soledad?

JGR: Sí, en parte... Pero hay otros factores. En primer lugar, naturalmente el tiempo: tengo 52 años. Luego, esa soledad a la que nos hemos referido y que en mi caso es muy especial... Porque desde hace cuatro años yo padezco de depresión. Esta depresión me conduce a encerrarme en mi cuarto, y pasan semanas y semanas y yo no converso con nadie. De tal modo que, faltándome la experiencia, no hay material para la creación. Toda creación se nutre de vivencias...

CH: El país, Juan Gonzalo, nuestra realidad, ¿tienen que ver con su tristeza?

JGR: Creo que es posible. Sin duda el clima político influye...

CH: No sólo el clima político. Me refería al maltrato sistemático que este país administra a sus poetas, a sus músicos, a lo mejor de su gente en muchos casos...

JGR: Sí. El sentirse no estimulado, el sentirse siempre prescindible, esta especie de ofensiva muchas veces silenciosa, tienen que ver con mi depresión... Pero también influyen otros factores. Por ejemplo el doctor Mariátegui me decía que a mí me hace mucho daño no tener ninguna seguridad económica. Esto es cierto... He llegado a la edad que he llegado y yo vivo mantenido por mi madre... (...)

(...)

CH: ¿Alguna vez ha sido usted feliz, Juan Gonzalo?

JGR: No. No he conocido lo que es la verdadera felicidad.

CH: ¿No la buscó?

JGR: Todos la buscamos. No he tenido oportunidad de encontrarla.

CH: ¿Cómo la hubiera encontrado?

JGR: En compañía de alguien que me entendiera.

CH: ¿Nunca llegó ese alguien?

JGR: No.

CH: ¿No es esa una visión muy deprimida?

JGR: La verdad es que en lo amoroso nunca pude alcanzar una verdadera estabilidad. Fue mi juventud extremadamente bohemia. (...) Bebía mucho, sí. Yo he tenido una juventud alcohólica, de la que felizmente he logrado alejarme. Fue una batalla bastante dura.

(...)

CH: Habla usted de descansar. ¿Qué es aquello de lo que más quisiera descansar, Juan Gonzalo?

JGR: De la monotonía en que se ha convertido mi vida, del estar encerrado en mi cuarto... Yo soy una persona curiosa: no voy al cinema, no veo televisión, no escucho música, no leo, no escribo. Yo no sé qué hago con mi tiempo. Es totalmente un vacío... Todo me molesta, me repele...

CH: ¿Le molesta estar en este momento hablando de sí mismo como lo está haciendo?

JGR: No... Porque es una catarsis...

CH: ¿Teme algo de especial manera?

JGR: Sí... Me da miedo que, de agravarse este círculo de circunstancias adversas en que me muevo... Tengo pánico de retornar al alcoholismo. Sé que sería irremediable...







La penosa y fluctuante intensidad del estado de ánimo que se suele asociar con la locura también ha sido, a veces, un aspecto inseparable de muchos grandes artistas. Al respecto un libro clave es el Kay Redfield Jamison (2) donde analiza biográficamente entre otros a Byron, Shelley, Poe, Melville, Schumann, Woolf -es decir artistas del ámbito europeo y norteamericano-. En nuestro medio tal vez el ejemplo más preclaro de vida y obra de un artista depresivo y además suicida es el de José María Arguedas (3,4). Otros poetas nuestros "tocados con fuego" serían Luis Hernández, María Emilia Cornejo, Juan Ojeda y un largo etcétera.


Más allá del hipotético diagnóstico retrospectivo de Juan Gonzalo Rose, allí queda su poesía deslumbradora e inusitadamente tierna. Él también fue tocado con el fuego, con las llamas del dolor, del amor y de la melancolía. Unos versos del poema "Poetas" de su compañero generacional, Washington Delgado (1927-2003), son quizás su justo epitafio:


A menudo se emborrachan
con tabaco y aguardiente
y placeres sexuales y otros placeres
igualmente nerviosos
o simplemente con el aire de la primavera,
pero si alguien los toca
estallan miserablemente y entonces
su melancolía es incurable.




Referencias

1. Hildebrandt C. Cambio de palabras. 2a ed. Tierra Nueva. Iquitos, 2008.

2. Jamison KR. Marcados con fuego. La enfermedad maniaco-depresiva y el temperamento artístico. 1a ed. española (Trad. A. Bustamante de S). FCE. México, 1998.

3. Stucchi S. La depresión de José María Arguedas. Rev Neuropsiquiatría 2003; 66: 171-184.

4. Manrique E. Huayronqos e ima sapras en la vida y obra de Arguedas: depresión y esquemas maladaptativos tempranos. Revista de Psiquiatría y Salud Mental Hermilio Valdizán 2005; Vol VI (2): 3-32.

viernes, 23 de enero de 2009

El misterio de los recetarios que desaparecen




Una de las tradicionales leyendas de la institución rectora de la salud mental en el Perú es el insondable misterio de los recetarios que desaparecen. Circulan hipótesis al respecto varias pero hasta ahora todas ellas huelgan de certeras pruebas. Seguirá formando parte pues del acervo folklórico de nuestro querido Instituto el misterioso caso de los recetarios que desaparecen. Esprit de corps, que le llaman por ahí...

El R1 Karl Jaspers



 






A la edad en que la mayoría de residentes de psiquiatría solemos remolonear en las "extenuantes" rotaciones que nos son endilgadas, Karl Jaspers (1883-1969) empezó a redactar su monumental Allgemeine Psychopathologie -teniendo entonces 28 años-. La primera edición de su Psicopatología General apareció en 1913 y desde entonces se constituyó -en palabras de Honorio- en "obra destinada a introducir orden, limpieza y crítica en el dominio total del conocimiento psiquiátrico." (1)

No podemos imaginarnos cómo hizo Karl para tal desaforado logro ni cuál fue su secreto -que sepamos, Jaspers no consumía maca ni kiwicha ni magnesol-. Más aún cuando Jaspers -que terminó sus estudios de medicina en Heidelberg en 1908- sólo ejerció la psiquiatría entre 1909 y 1913 pues luego sus intereses derivaron hacia la filosofía y la psicología. Algunas pistas podrían hallarse en el hecho de de que Karl fue un niño enfermizo, un valetudinario broncópata que llegó a desarrollar discapacitantes bronquiectasias por lo que gran parte de su infancia y adolescencia las consagró a hacer cúmulo de inabarcables lecturas. (2) Berríos acota, desmitificadoramente, que muchos de los aspectos supuestamente novedosos en la obra de Jaspers ya habían sido discutidos en la psiquiatría europea del S. XIX y que Jaspers no los citó pertinentemente en su bibliografía, (3) -puntualiza también que la trascendente noción jaspersiana de comprensibilidad fue prestada de Dilthey-. Remarca Berríos que Jaspers no publicó más de una escasa decena de artículos de la especialidad psiquiátrica antes de abandonarla y que el verdadero responsable de las posteriores ediciones -a partir de la tercera- fue el indestructible Kurt Schneider.

Pero Jaspers -que no fue nazi pues se casó con una judía y era de ancestros judíos- pervive hasta hoy y lo hará hasta el futuro como lectura imprescindible en toda formación psiquiátrica seria. Obviamente su Psicopatología General no es un libro para leerse tipo "rollo chino" -desde la primera página a la final- sino para revisarse una vez y otra en momentos distintos a lo largo de la carrera. Así uno descubrirá párrafos estimables como éste en que Jaspers nos describe a los que somos así:

"Los inseguros de sí mismos o sensitivos. Una sensibilidad constantemente acrecentada se apoya en la conciencia reflexiva de la propia insuficiencia. Toda vivencia se convierte en un sacudimiento, porque en el inseguro de sí no tropieza la impresión elevada con una elaboración y configuración natural. Su función no les basta. Su posición entre los demás es para él en todo motivo problemática. El fracaso que existe de hecho o en su reflexión, se convierte en objeto de autoacusación. Busca la culpa en sí mismo y no se perdona nada. La elaboración interna no es represión, sino lucha excitada consigo mismo. Es una vida de vergüenza interna y de derrotas, motivada por vivencias externas y por su interpretación. El afán de reconocimiento de fuera en apoyo del aplastante menosprecio de sí mismo, ve hasta en la frontera de lo deliroide (sin ser nunca delirio) en la conducta de los demás unas ofensas más o menos intencionales a la propia persona, y sufre enormemente por todo menosprecio externo del que busca asimismo un motivo verdadero en sí. La inseguridad de sí conduce a supercompensaciones de la propia inferioridad experimentada. Formas sociales obsesivamente mantenidas, comportamientos aristocráticos, la actitud segura exagerada son las máscaras de la falta interior de libertad. La presentación orgullosa oculta la timidez de hecho. (4)





Aquélla es la carátula de mi querido ejemplar del Jaspers. Desde ya el mismo prefacio a la primera edición, Jaspers advertía: "no hay que aprender psicopatología, sino observar, interrogar, analizar y pensar psicopatológicamente." (4) ¿No es fino, acaso?

Aunque nos acercamos al siglo de la aparición de Allgemeine Psychopathologie, Jaspers debiera ser tan cercano a nosotros como un colega residente con el que compartiéramos amedrentados las primeras rotaciones, las aburridas guardias y las aterradoras presentaciones de casos. A fin de cuentas somos más o menos de la edad, ¿no, Karl? Segurito que hasta a tí "la Tía" te haría roche. Te apuesto...


Referencias

1. Delgado H. El médico, la medicina y el alma. UPCH. Lima, 1992.

2. Millon T. Masters of the mind. Wiley. New Jersey, 2004.

3. Berrios G. The history of mental symptoms. Cambridge University Press. New York, 1996.

4. Jaspers K. Psicopatología general. Traducción de Saubidet RO y Santillán DA. FCE. México, 2001.

jueves, 22 de enero de 2009

La soñada ampliación de la cafetería





Habíamos vivido momentos de éxtasis cuando advertimos que se iniciaban obras de construcción en el Instituto. Indudablemente, intuímos, se estaba empezando a materializar ese largamente acariciado sueño de ampliar la cafetería para el justo solaz y esparcimiento de los profesionales luego de las extenuantes jornadas de trabajo e investigación. Creímos que podrían al fin colocarse unas mesas de billar para rematar las crueles horas de espera hasta marcar la tarjeta a las 3:15 pm, o unos criollísimos juegos de sapo o unas mesitas de fulbito de mano. Soñamos que al fin sería posible que a eso de las 11 am, hora de la pausa imprescindible para no caer descerebrados producto del hercúleo trabajo, podríamos concurrir a una barra pletórica de jugos y piqueos y frutas de estación o, graciosamente, podríamos llamar al delivery para que apuestas meseras nos lleven dichos antojitos a las oficinas y gabinetes. Creímos que se estaba haciendo justicia pues tal era la mayor y más urgente prioridad presupuestal pero nos hemos dado de bruces contra la realidad.


En entrevista telefónica con encumbrados miembros de la jerarquía institucional, hemos sido informados de que las obras en realidad corresponden a la ampliación de la biblioteca (segundo piso sobre la cafetería) pues ya no caben los libros ni las revistas ni los lectores (y, por cierto, se necesita espacio para más bibliotecarios). Además se construirá un aula docente (brillantísimo, genial acierto pues en todo el Instituto, un Instituto Nacional nada menos, no había ni una para dichos fines). Edulcora nuestra resignación el que, dado que nuestra biblioteca lleva el nombre del Dr. Javier Mariátegui, la ampliación será al menos un discreto homenaje a su memoria.

Qué se va a hacer. Ojalá se amplíe pronto el cafetín: la Emergencia adyacente podría otorgar esos vastísimos ambientes en desuso de los que dispone, ¿no?

miércoles, 21 de enero de 2009

Tres al hilo





 



No, no es una huera, hipócrita petulancia de mi parte. De hecho, en ciertos aspectos íntimos de mi vida, la decrepitud impide absolutamente que arañe siquiera semejantes récords olímpicos. Tampoco es la foto tomada de alguna revista obscena de ésas que yo jamás he hojeado. No, la fotografía es una versión moderna de Aglaya, Eufrósine y Talía, es decir las Tres Gracias, míticas encarnaciones de la belleza, el encanto, la creación y la fertilidad, y las traigo a colación para alegorizar las tres guardias diurnas consecutivas que he perpetrado en estos días y me han impedido actualizar el blog. Mis excusas para la multitudinaria legión de seguidores.



_____________________
NB: Foto de Ramiro Nogal.

lunes, 19 de enero de 2009

Revista de Neuropsiquiatría (que no descanse en paz)









Tengo entre mis manos el hasta ahora último número de la Revista de Neuropsiquiatría fundada en 1938 por Honorio Delgado y Óscar Trelles. Es el volumen 70 que compendia en un sólo tomito los números del 1 al 4 correspondientes al año 2007 y que apareció en el año 2008. Es decir, una sola edición para todo ese periodo anual. Esta parvedad de por sí denuncia clamorosamente el lamentable ocaso de la revista médica más antigua y de publicación ininterrumpida en nuestro país (1) y además la más antigua de todas las latinoamericanas dentro de su tipo. (2) Pero también es un penoso testimonio de la indiferencia, la displicencia y desamor de aquellos que han privado a Javier Mariátegui -recientemente fallecido- de tener al menos su propia nota necrológica en la revista que él mismo durante tantos años dirigió y nos privan a todos de esa publicación que estuvo a nuestro lado tanto tiempo con sus inolvidables carátulas de color azul-celeste.

Y hace sólo 10 años nada hacía presagiar este grimoso desenlace: la Revista de Neuropsiquiatría gozaba de rozagante salud y auspicioso porvenir. Mas en el recién finiquitado 2008 llegó apenas a cumplir 70 años con este boqueante, precario e improvisado número de compromiso. Quién iba a decirlo. Actualmente la revista ha sido ya excluída de las bases de datos HINARI y SCIELO y sólo pueden visitarse sus restos mortales en las páginas del sistema de bibliotecas de San Marcos y en este otro antiguo enlace en escombros: http://stucchi.tripod.com/rnp/

Quizá una de las causas de esta penosa agonía, de esta injusta expiración, podemos hallarla en la última breve nota del postrer número de la revista donde, reseñando a la Sociedad de Psiquiatría, Neurología y Neurocirugía, el autor reconoce, refiriéndose a la diáspora de esta asociación, que "el grupo de psiquiatras estaba reducido prácticamente a los discípulos del intelectual y filósofo Prof. Honorio Delgado..." (3)

Y otro factor decisivo fue la precoz muerte de Guido Mazzotti. Mazzotti quien fuera editor de la revista en los últimos años y uno de sus principales animadores y entusiasta promotor.

Mientras tanto, la Sociedad de Neurología, Psiquiatría y Neurocirugía del hermano país sureño que se ha convertido en nuestro espejo casi obligado, mantiene oronda y saludable su Revista de Neuropsiquiatría.

¿Dónde están pues ahora los que se reclaman a viva voz discípulos, seguidores, émulos de Honorio? ¿Dónde los que se llenan la boca con su nombre hasta atragantarse? ¿Dónde los que se rasgan las vestiduras conmocionados por su memoria y los que tienen su nombre en la punta de la lengua como una perenne afta? Como en las antiguas consejas de nuestra tierra sobre ánimas y aparecidos, ojalá que Honorio vaya a penar en sus aposentos y les jale las patas imprecando con cavernosa voz: "¡Por qué dejaste morir a mi Revista! ¡Por qué dejaste morir a mi Revista!"

Así sea.




Referencias


3.Escalante S. J. Óscar Trelles y la Sociedad de Psiquiatría, Neurología y Neurocirugía. Rev Neuropsiquiatría 2007; 70:135-137.

domingo, 18 de enero de 2009

El papá del DSM





Y siguiendo con el santoral de las vacas sagradas del establishment psiquiátrico actual... con ustedes, damas y caballeros: Robert Spitzer!

A él debemos el desarrollo de ese hermoso y práctico recetario de cocina llamado DSM.


De hecho, con el decidido concurso de Spitzer, se eliminó la homosexualidad como diagnóstico psiquiátrico en la década de los 70. Lo desconcertante y más reciente sobre este fascinante personaje (la crónica del New Yorker es sabrosa y recomendable) es es la controversia originada por un artículo suyo en que defiende, en medio de polémicas mil, la reversibilidad de la homosexualidad mediante psicoterapia "reparativa" (en contra de lo afirmado por los cánones actuales).

¡Pero hay que actualizar el menú y los recetarios y el santoral porque el DSM-V ya está a la vuelta de la esquina!

sábado, 17 de enero de 2009

Te me caíste, Nemeroff...







Aunque es casi un refrito dado que han pasado tres meses desde que estalló el escándalo, por acá nos hemos enterado recién y el estupor ha adornado de consternada baba nuestra pechera. Charlie Nemeroff, una de las vacas sagradas del establo psicofarmacológico mundial, gurú de innumerables congresos, libros y revistas de la especialidad, ha caído en desgracia.


A tal punto llegaron las secuelas de la bomba que Charlie debió renunciar a su cargo de Jefe del Departamento de Psiquiatría de Emory University en Atlanta, desde donde ejecutaba su actividad académica. ¿Se denunció que Charlie había plagiado hallazgos de otros investigadores? No. ¿Se puso al descubierto que Charlie, por desventura, fraguaba resultados según su desbocada imaginación? Tampoco. ¿Fue hallado infraganti en sodomía, zoofilia, pedofilia o alguna otra pasión secreta y bochornosa? Mucho menos. ¿Robó, mató, violó? Nada de eso. ¿Cuál es entonces el nefando pecado del que se acusa a este prócer de la neuropsicofarmacología mundial?


Pues sencilla y simplemente Charles Nemeroff falló en la observancia de fundamentales normas éticas relacionadas con su dual papel de investigador científico y a la vez receptor de millonarios fondos y auspicios de la industria farmacéutica.



El asunto de marras es así: entre los años 2000 y 2006, Nemeroff recibió individualmente casi 3 millones de dólares en concepto de consultoría especializada y declaró... menos de la mitad; al mismo tiempo, Charlie, desmemoriado él, recibió un millonario grant del Instituto Nacional de Salud (NIH) de los Estados Unidos mientras por otro lado él proclamaba en documentos oficiales que apenas recibía menos de 10 000 dólares anuales en prebendas de la industria psicofarmacológica.


Específicamente vayamos a la perla: el laboratorio GlaxoSmithKline (GSK) le entregó durante ese periodo $ 960 488 (no como fondos para investigaciones o para Emory University sino dinero en metálico para su bolsillo por dar conferencias sobre los productos de GSK). De tal suma, Charlie sólo declaró a Emory (su empleador y a quien estaba obligado a reportar sus ingresos) $34 998, o sea, un sencillito.


El quid del asunto es que el mencionado grant del NIH consistía en $3,9 millones y se destinaba a estudiar... 5 moléculas de GSK. Según las normas del grant asignado, si Nemeroff recibía más de $10 000 anuales de GSK debía perder la posición de investigador principal, y Nemeroff excedió largamente dicha cifra pero no dijo, por supuesto, esta boca es mía.


¿Alguien dijo por ahí conflicto de intereses?






Otra de nuestro Charlie: en el año 2006 apareció un artículo laudatorio y ditirámbico en Neuropsychopharmacology sobre un dispositivo diseñado por Cyberonics para la estimulación del nervio vago como tratamiento de la depresión. Eso no tendria nada de extraño, por cierto, como tampoco que Nemeroff fuese editor de dicha revista. Pero uno de los nueve autores del bendito artículo era nada menos que Charlie y, de hecho, 8 de los 9 autores del artículo eran asalariados de Cyberonics. Para coronar el pastel, Nemeroff es uno de los propietarios de la patente y accionista de Cyberonics; pero ninguno de los autores vinculados a la empresa lo enunció en el disclosure "por olvido". Charlie finalmente se vio obligado a renunciar a la jefatura editorial de Neuropsychopharmacology.

Actualmente, la toma de conciencia acerca del papel de la industria farmacéutica en la praxis médica es creciente: la lavada de cerebro empieza con regalitos discretos, con chifitas y parrilladas hasta que paulatinamente muerdes el anzuelo y vas aceptando viajecitos e inscripciones a congresos fuera del país y luego, con toda naturalidad, notarás que todo medicamento genérico "es de dudosa procedencia", o que sólo los medicamentos de marca "son confiables" y que el último journal y que Charlie ha dicho y etc y etc.

Así que a cuidarnos: ni Honorio ni Rotondo ni Seguín medraron a costa de la industria farmacéutica y por eso sus voces y sus legados siguen resonando, impolutos y duraderos, a través de los tiempos hasta nosotros. No nos vendamos por un plato de lentejas -ni por un buffet-. Como repetía el profesor Grover Mori: "¿acaso a Ud, doctor, la FDA le ha dado el título?"

Pucha, Nemeroff, cómo pudiste... Ta que quién lo habría creído: por la plata baila el mono, ¿dí?

Basado en reportes del New York Times y Wall Street Journal.

jueves, 15 de enero de 2009

¡Un pletismógrafo para el Instituto, sííí!





Un ya clásico texto de Henry Adams y colaboradores reportaba que los varones homofóbicos tenían mayor probabilidad de ser excitados por imágenes de pornografía gay que los varones no homofóbicos. El estudio se realizó proyectando tres tipos de videos explícitos sobre relaciones coitales (entre heterosexuales, entre lesbianas y entre gays), a personas de sexo masculino y midiendo simultáneamente su grado de erección mediante un pletismógrafo. Se aplicó también una escala de homofobia a los participantes en el estudio.

El resultado arrojó que los varones homofóbicos tenían significativamente mayor probabilidad de mostrar excitación sexual ante los videos de pornografía gay y que no eran conscientes de ello o negaban francamente tal hecho.

El presente estudio posteriormente ha sido citado -con innumerables atingencias y produciendo desde luego prolongadas controversias- como una evidencia de apoyo a la teoría freudiana de la homosexualidad latente.

Aprovechando el shock de inversiones del gobierno y en aras de implementar la Unidad de Trastornos Sexuales en ese crisol de trabajo clínico e investigación científica que es nuestro instituto, deberíamos solicitar la compra de ese dichoso aparatito llamado pletismógrafo. Mientras nos vamos capacitando en su uso podríamos replicar el estudio de H. Adams y pasaríamos momentos la mar de divertidos en esas horas muertas entre el mediodía y la hora de salida después de las 3 de la tarde en que no hay nada que hacer (aunque también se podría aprovechar la hora del desayuno hasta las 9:30 o 10 am en que se inicia la atención de pacientes, aunque la oleada de testosterona del amanecer sería un potencial e incómodo confusor).

A ver, colegas, vamos apuntándonos. Y no empujen en la cola...


Información recabada de este muy recomendable enlace.

Postal para el futuro







Tal vez algún día los médicos residentes pregunten qué era la internacionalización del Instituto, si es que acaso no siempre había sido así como en la época que ellos vivirán: Anales de Salud Mental (sí, existe ahora y existirá luego una revista con ese nombre y es y será el órgano oficial de la institución) con un factor de impacto que nunca bajaba de 20 y usualmente arañaba el 30.

Quizá algún día, en medio de la vorágine de stages en Johns Hopkins y la Pitié-Salpêtrière -donde les suplicarán para que acepten las pasantías-, los residentes del Instituto se interroguen desconcertados: ¿¡Dios mío, y a qué debemos todo esto!?

Posiblemente alguna mañana soleada, en el intermedio de las Jornadas Internacionales del Instituto, mientras los residentes de primer año tuteen y discutan de pico a pico con el nieto de Kandel y los biznietos de Akiskal y Andreasen, una duda los asalte: ¿y cuándo tendremos invitados más importantes, digamos, de nivel interplanetario o intergaláctico?

Probablemente entonces el Dr. Alvarado, presidente honorario de las XCIII Jornadas, pero a la vez el miembro más lozano del Cuerpo Médico para ese entonces, dictará una conferencia sobre la historia del Instituto y la prehistórica internacionalización.

Para esa época, que no veremos con estos ojos que la tierra deglutirá, dejo esta postal: herederos de tal legado, residentes del futuro, mirad y admirad: todo empezó con este humilde cuadrito colgado en todas las oficinas, escaleras, dormitorios y baños del instituto. Él nos imbuyó en irrenunciable mística, ese triángulo amarillo nos bañó con su poderosa energía, bajo su misterioso influjo deambulábamos alelados por los pasillos verbigerando ¡sí se puede!, ¡sí se puede! y, arrebatados en masa por desquiciante éxtasis, principiamos esta maravillosa historia sin fin...


Nota de redacción:
Para los interesados en untar algodones con esta reliquia o frotarla sobre partes adoloridas de su cuerpo, comunicarse con este blogger. No necesita velitas pues refulge con un inexplicado, indescriptible y connatural resplandor.

martes, 13 de enero de 2009

Otra sobre gafas de sol








Aunque la foto es intencionalmente irónica (hacer click para verla en tamaño adecuado), la realidad, como siempre empeñada en superar a la ficción, podría mostrarnos que en asentamientos o barriadas de nuestro país, hay desconcertadas gentes que carecen también de servicios básicos pero no de sus gafas de sol, eso jamás. O sea, cómo te explico...

Como bien dice la publicidad de una tarjeta de crédito: hay ciertas cosas que el dinero no puede comprar, para todo lo demás existe Mastercard.

Facebook es de la CIA





Aunque no aporta mayores evidencias, la hipótesis paranoica denunciada en el artículo es en demasía seductora. Lo que sí resulta ciertísimo es que los seres humanos nos movemos en rebaño, sino vedme aquí, metido a blogger como si no los hubiera de sobra.

domingo, 11 de enero de 2009

Culpable no soy



 



No, no soy yo -al menos todavía- el poseedor de tales sonrosadas y mórbidas redondeces. No, no soy digno aún de aparecer calato en un cuadro de Rubens. Pero al menos, en uso de mis primitivos mecanismos de defensa, ya tengo a quién culpar de mis rollizos contornos anatómicos que harían palidecer de envidia al mismo Bibendum. Y el culpable no soy yo sino nada menos que un gen:

http://news.bbc.co.uk/hi/spanish/science/newsid_7824000/7824560.stm

http://news.bbc.co.uk/hi/spanish/science/newsid_7777000/7777854.stm

Qué tranquilidad saber que los glotones no lo somos por perversos ni por pecaminosos. En el infierno de Dante deberían haber círculos acondicionados para nuestros genes taimados y malévolos. Y además...

(Perdón, antes de seguir, voy a prepararme un bocadito...)


sábado, 10 de enero de 2009

Tarjeta navideña del Doctor Mori






Siempre recordamos las tardes de los lunes en ese consultorio en Lince cuyas paredes, tapizadas de un viejo papel con innumerables nubecitas, invitaba a la relajación y, a veces, al sueño. Y los viejos divanes verdes que ocupábamos y donde el sol doraba una leve pátina de polvo. Y el escritorio repleto de libros, revistas y papeles, en medio de los cuales emergía la figura menuda pero investida de inmensa autoridad de nuestro maestro, el doctor Grover Mori.

Metódicamente, todas las semanas de los años de residencia, éramos congregados allí para los casos Balint, el entrenamiento autógeno y el análisis conductual. Pero sobre todo para escuchar al maestro y sus autorizados comentarios de los más diversos tópicos de la experiencia médica, psiquiátrica y humana en general. Rápidamente nos intrigó su autoexclusión de los circuitos de la farándula psiquiátrica. Alguna vez le preguntamos porqué no poseía un status económico pudiente, un lujoso automóvil, un consultorio en una zona exclusiva, habiendo bebido él de la misma fuente prístina de la escuela delgadeana y formado en las mejores clínicas universitarias de Alemania e Inglaterra... Nos sonrió enigmáticamente como solía hacer ante semejantes incordios y repitió escuetamente un consejo recibido del mismo Honorio: "Doctor, no se llene de pacientes..."

Y aunque nuestro colega Félix Borda bromeaba afirmando haber visto a una cucaracha muerta patas arriba durante varias semanas bajo el escritorio del maestro, y la hora densa de la resolana vespertina solía amodorrarnos en plena abreacción, pese a nuestra displicencia y pequeñez de espíritu, no creo equivocarme al afirmar que Mori fue no sólo un maestro sino seguramente nuestro único Maestro.

Urgidos tal vez por comprensibles demandas económicas, muchos de nuestros profesores prorrogaban y hasta suspendían seminarios y otras actividades académicas, de modo tal que muchas veces su evasiva presencia se desleía con el rápido paso del tiempo y la fugacidad de las rotaciones. Otros, de kilométricos curricula y asistentes a todos los congresos internacionales, nunca dispusieron de tiempo para los residentes. Otros, simplemente desaparecieron engullidos por las jerarquías administrativas y los cargos burocráticos. Otros finalmente hubieron que, por su escasa amplitud de criterio y férreo dogmatismo, más bien ahuyentaban lejos de su vera a los psiquiatras en formación.

Mientras Honorio era ya un espíritu que deambulaba por doquier, Mariátegui disfrutaba justamente de su vida de jubilado, y Mazzotti -que estuvo llamado a ser un maestro grande- partía primero lejos del país y luego para siempre, Mori estuvo allí, con nosotros y con varias otras generaciones antes -y sigue con otras generaciones después-. Cómo olvidar aquellas frases que nos repetía: "el médico estudia para ser médico, el paciente no estudia para ser paciente..."; "quién le mandó ser psiquiatra, doctor"; "acaso el paciente tiene la culpa de tener síntomas", y otras muchas con las que depuraba radicalmente nuestras actitudes más achoradas -y más antiterapéuticas-.

A lo mejor en sus búsquedas por internet el Maestro podría llegar extraviado a esta malhadada página y quizás sonreiría leyendo estas sartas de cohetería a las que jamás fue afecto. A lo mejor movería nada más la cabeza de un lado a otro como cuando nos retirábamos de su consulta, despidiéndose al toque para retornar a sus lecturas y a sus proyectos.

Vielen Dank, dass Sie sehr viel geliebten Lehrer!

jueves, 8 de enero de 2009

Los Nobel de Psiquiatría







Solamente dos cultores de la disciplina psiquiátrica han obtenido hasta hoy el Nobel de Fisiología y Medicina -situación que cambiará radicalmente, claro está, cuando la internacionalización de la institución rectora de la salud mental en nuestro medio logre cristalizarse-: Wagner von Jauregg en 1927 -quien inventó la malarioterapia frente a la sífilis cerebral- y Eric Kandel en el año 2000.



Este neurobiólogo, psiquiatra y psicoanalista de envidiable sonrisa kolynos, procedente de familia judía y nacido en Austria a pocas cuadras de la casa de Freud, afincado luego en los Estados Unidos de América en los inicios de la persecución nazista, es uno de los principales teóricos de la neurociencia actual. Kandel ha enunciado los principios de la relación mente-cerebro para la psiquiatría contemporánea en su fundacional artículo A new intellectual framework for psychiatry:


Principio 1: Todos los procesos mentales, incluso los más complejos, se derivan de la actividad cerebral. Lo que llamamos mente es un conjunto de acciones ejecutadas por el cerebro.

Principio 2: Los genes y sus productos, las proteínas, son determinantes del patrón de interacción de las neuronas y su funcionamiento.

Principio 3: Las alteraciones genéticas no explican por sí solas todas las variaciones de la patología mental. Los factores psicosociales y del desarrollo también influyen modificando la expresión de los genes y por tanto el funcionamiento neuronal. ("...all of nurture is ultimately expressed as nature.")

Principio 4: Modificaciones en la expresión genética inducidos por el aprendizaje originan cambios en el patrón de conecciones neuronales.

Principio 5: En la medida que la psicoterapia es efectiva y produce cambios conductuales a largo plazo (aprendizaje), su sustrato son modificaciones en la expresión genética y cambios estructurales en las interconecciones neuronales.

Como es previsible, Kandel augura la posibilidad de un renacimiento del psicoanálisis en base a los avances neurobiológicos que sucesivamente se alcanzan.(1) De hecho, él confiesa haber iniciado su interés en la neurobiología gracias al afán de descubrir los sustratos biológicos del yo, el ello y el superyo.(2) El relato de su biografía es apasionante y conmovedor, como cuando relata que en su época también existía la maniquea escisión entre el quehacer clínico y el de la investigación científica -en todas partes se cuecen habas, qué consuelo, no sólo en nuestro instituto-.

Es imprescindible hoy leer a Kandel. Y pensar que en sus investigaciones, como la mayoría de los neurobiólogos, Kandel usa alimañas tan minúsculas como el caracol Aplysia.







O sea que a fin de cuentas los seres humanos no debemos ser tan complicados: si hasta nos parecemos fenotípicamente a Aplysia: baboseantes, amorfos, inermes, frágiles, cornudos...



Referencias


1. Kandel ER. Psiquiatría, psicoanálisis y la nueva biología de la mente. Ars Médica. Madrid, 2005.

2. Kandel ER. En busca de la memoria. El nacimiento de una nueva ciencia de la mente. Katz. Buenos Aires, 2008.

martes, 6 de enero de 2009

Calateada




Poema


Hoy
alguien me llamó por la
espalda con una palmada:
mi mundo se agolpó de alegría,
sentí que mi vida
tomaba nuevo rumbo.
Después de años de vivir
arrinconado mirando pasar
a la gente,
alguien en

había reconocido a alguien.
En ese instante olvidé todo
lo malo que había sucedido,
la dicha subió de mis uñas
al corazón,
la felicidad me embriagó hasta
las orejas.
Cuando
volteé para abrazar al sin duda,
mi amigo
-cuando giré abrasado
de amor-
aquél balbuceó con rostro
extraño y
grave:
- Disculpe, lo confundí con un amigo.



Y se alejó.

 

Poema tomado de Este es mi cuerpo (Camión editores. Trujillo, 1996. 187 pp.).

Algo debía de haberme estado pasando cuando a los doce añitos escribía tales versículos cebolleros en vez de practicar otras manualidades más convenientes para dicha edad. El dudoso honor de la precocidad, compartido con ciertas demencias y ciertos eyaculadores, coronó mi testa. Será el bochorno del verano o la carencia de ideas para el blog lo que que me induce a semejante strip tease. Exégesis psicopatológicas, bienvenidas.

lunes, 5 de enero de 2009

Postal institucional




No hay como empezar el año y advertir con grata sorpresa que las cosas han empezado a cambiar. Por ejemplo, en el Portal del Estado Peruano, el enlace que lleva a la página electrónica de la institución rectora de la salud mental en nuestro medio

http://www.peru.gob.pe/gobierno/det_institucion.asp?cod_institucion=10025

posee actualizado el directorio de autoridades con el nombre del flamante nuevo director. Al parecer, según podemos observar, también se está implementando una nueva y audaz ortografía.

Inisiatibas como ésta hay que obacionarlas. Vasta ya de mesquindades.

domingo, 4 de enero de 2009

Reportar un caso





"Cada caso contiene una lección: una lección que puede aprenderse,
pero que no siempre es aprendida."
Sir William Osler



Como sabemos, la presentación y discusión de un "caso" constituye la base de la educación médica moderna. De hecho, aproximadamente el 20 a 30% de los artículos originales publicados en las revistas de medicina general más importantes son estudios de 10 pacientes o un número todavía menor. Los reportes de casos son indispensables para describir hallazgos clínicos novedosos y contribuyen a la generación de nuevas hipótesis. Algunos procesos patológicos no hubiesen sido conocidos de no haber sido reportados, así por ejemplo: los efectos teratogénicos de la talidomida, el síndrome del shock tóxico, la infección por Hantavirus, entre otros. (1)

Adicionalmente, en la especialidad psiquiátrica, es siempre válida la distinción diltheyana entre el comprender (para las "ciencias del espíritu") y el explicar (para las "ciencias naturales") que tan magistralmente expuso Jaspers. Similar dicotomía se estableció hasta el siglo XIX entre lo "nomotético" y lo "ideográfico": en la naturaleza podrían identificarse leyes (nomos) y por lo tanto lo nomotético legitimaba la estructura de un verdadero conocimiento científico (universal, estable y lógicamente construido); mientras que lo histórico-social no podía ser conocido sistemáticamente; cuando más se reconocía una aproximación ideográfica centrada en lo individual, biográfico, irrepetible en el acontecer humano. (2) Así, la historía de la psiquiatría es rica en reportes y estudios de casos. (3)



Toda esta farragosa introducción para anunciar que BioMedCentral ha implementado dos nuevas revistas dedicadas a la exclusiva publicación de reportes de casos. Una, en formato impreso y electrónico: Journal of Medical Case Reports, y otra sólo en formato electrónico: Cases Journal. Todos los casos publicados serán indexados en PubMed e inclusive habrá una compensación económica por la publicación. Un par de artículos relacionados con la especialidad pueden revisarse aquí y aquí.






Indudablemente esta alternativa podría resultar útil para empezar a publicar (sobre todo si entre los amigos lectores el cruce de variables epidemiológicas ha causado ya suficientes luxaciones de mandíbula -por los bostezos, claro-). Todos siempre hemos conocido alguna vez casos "bonitos" o "raros" o que "íbamos a publicar" pero la desidia y displicencia nuestras los ha condenado a ser mera charla de sobremesa o de cambio de guardia. Es cuestion de atrevernos y empezar a reportar. Algo es algo.



Referencias

1. Fletcher RH, Fletcher SW, Wagner EW. Clinical Epidemiology: The Essentials. 3rd Ed. Williams & Wilkins. Baltimore, 1996.

2. Brown HI. La nueva filosofía de la ciencia. Tecnos. Madrid, 1984.

3. Davis D. Famous named cases in psychiatry. En: Sadock BJ, Sadock VA. Comprehensive Textbook of Psychiatry. 8th Ed. Lippincott, Williams & Wilkins; 2005: 2435-2441.