Honorio Delgado, al centro, como disector anatómico. |
22 de octubre de 1911. El anfiteatro perdido en el tiempo. La precaria "belle epoque" se circunscribe a unas exiguas cuadras del centro de las ciudades de la costa peruana.
Todos posan para la foto excepto, claro está, el cadáver. La dignidad del cadáver viene desde otro ámbito. Honorio viste un traje protector de hule e intuye la posteridad. Sus coetáneos miran a la cámara de acordeón y trípode y todos lucen con posturas ensayadas, en una disposición rígidamente simétrica en torno al disector.
Los bisturíes inútiles en la mano, el cadáver aún intacto sobre la plancha de mármol se exhibe sin pudor.
Todos son anónimos, hasta Honorio quien en esa época era aún un estudiante prometedor pero con hambre de gloria.
El 22 de octubre fue domingo. Y en 1911, Honorio Delgado aún estudiaba ciencias en la ciudad de Arequipa.
Por tanto, talvez la fecha sea errónea.
Honorio Delgado en 1920. |
Esta otra fotografía, en cambio, un retrato de Don Honorio juvenil, fue tomada a fines de setiembre de 1920, al día siguiente de su cumpleaños número 28 -la anotación parece ser de puño y letra del mismo retratado-. Este retrato fue enviado como obsequio a Sigmund Freud, con quien en aquellas épocas se carteaba con cierta frecuencia, pues Honorio Delgado era difusor adelantado del psicoanálisis en la cultura hispanohablante -antes de su viraje hacia la crítica más acérrima-. No había otra manera de que las personas se conozcan a lo lejos sino enviándose sus respectivos retratos. Freud respondió el 17 de diciembre de dicho año agradeciendo el regalo a Don Honorio, con las siguientes palabras:
"Estimado colega:
Reciba mi cordial agradecimiento por su retrato llegado hace unos días. Fue una agradable sorpresa para mí y será un honor conservarlo. Se le ve realmente muy joven y me alegro que a tan temprana edad haya llegado a ese dominio del material científico, y como me permito suponer a la distancia, a una posición respetada en su profesión. Tiene, pues, todavía por delante una larga vida y espero que siga fiel al psicoanálisis y que se vea recompensado por él.
Cordialmente suyo,
Freud." (1)
Contemplando la fotografía primera uno desearía, en forzada metáfora, poner a la psiquiatría peruana bajo el bisturí avizor de Don Honorio, talvez ello ayudaría a entender qué es lo que por aquí nos anda pasando y no acaba de pasar.
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(1) Delgado H. Freud y el Psicoanálisis. Escritos y testimonio. Lima; Fondo Editorial Universidad Peruana Cayetano Heredia: 1989.
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