jueves, 3 de septiembre de 2009

Dejad entrar al perro





Hace poco reencontré, desechando antiguos papeles para dejar espacio a otros en vías de ser antiguos, un artículo que hube presentado en revista de revistas cuando comenzaba recién la residencia. El documento de marras era Postpsychiatry: a new direction for mental health, aparecido en el British Medical Journal por aquellas épocas. Y recordé a su vez el gesto de olímpico desdén con que fue recibido: de hecho no se me invitó a leerlo, explicable ello sin duda por la proclividad hacia los clínical trials y neurobiological papers que solía campear en muchas de aquellas vespertinas reuniones.

Desde aquellas épocas he solido encontrarme con interesante bibliografía respecto a la llamada postpsiquiatría y la psiquiatría crítica. Recientemente los autores del artículo fundacional aquel, Pat Bracken y Phil Thomas, han publicado un libro con ese título bajo el sello de Oxford University. Aunque los postulados de enfatizar los contextos socioculturales, colocar la ética antes que la tecnología y minimizar el control médico sobre los procedimientos coercitivos podrían aparentemente no requerir el acuñamiento de un neologismo emblemático y la postpsiquiatría tampoco carece de detractores (véase este artículo en Schweiz Arch Neurol Psychiatr de este año), no deja de tener un aura paladina, a lo Robin Hood -si es permisible tal descabellado símil-.

Y así dando vueltas en estos días he venido a dar con la pequeña biblioteca que los residentes del Instituto han decidido tener más a mano en un ambiente, en un anaquel donde resaltan varias ediciones del famoso texto norteamericano del Kaplan, desde la última hasta alguna de décadas atrás, junto a varios otros textos de psicofarmacología y algunas revistas, atesorados por el uso y la consulta repetida. Contemplé números antiguos de la Revista de Neuropsiquiatría y deploré su fin así como anhelé su anunciada resurrección. Quizá, elucubré, por allí también figuraban en algún archivador los artículos que se llegaban a presentar en las revistas de revistas. Al final me sorprendió el caer de una deshojada y diminuta revistilla de alumnos universitarios de hace 30 años, bellamente llamada Hontanar-. Y constaté que en esa época los muchachos hablaban de revolución y de arte con gran soltura y convicción -pero diez años después cayó el Muro y ya no fue tan sencillo reconocer a los buenos y a los malos como en las películas y revistas de ese entonces-.

Me he quedado con ganas de aportar un libro a esa biblioteca en el lugar donde fui residente. Quizá un libro virtual como éste, del que hice ya el superficial y ditirámbico elogio que acostumbro, y del que son coautores Bracken y Thomas: Liberatory Psychiatry. Qué bien se vería en ese anaquel.

Y el título de esta entrada, ¿es gratuitamente burdo? No, alude a un poema de Jacques Prevert que cerraba aquél número de Hontanar, y cuya traducción es más o menos así:


Tanto peor...


Dejad entrar al perro cubierto de barro
Tanto peor para aquellos que no quieren ni a los perros ni al barro
Dejad entrar al perro enteramente sucio por el barro
Tanto peor para aquellos que no gustan del barro
Que no comprenden
Que no saben del perro
Que no saben del barro
Dejad entrar al perro
Y que se sacuda
Podemos lavar al perro
Podemos lavar al barro
Y al agua también la podemos lavar
No podemos lavar a aquellos
Los que dicen que aman a los perros
A condición de que...

El perro cubierto de barro está limpio
El barro está limpio
Hasta el agua es limpia algunas veces
Los que dicen a condición de...
Aquellos no están limpios
Absolutamente no.



3 comentarios:

Tony Chávez Uceda dijo...

Es momento de realizar algún razonamiento sobre el triste tema de la ciencia y la filosofía en el Perú. ¿Qué barreras tenemos que ultrapasar para poder ser tomados en serio cuando nos atrevemos a razonar con fundamentos? ¿Quiénes son las doctas y excelsas personas que nos juzgan, que se interrogan sobre quienes somos? ¿Quién sabotea nuestro esfuerzo por crear polémica y debate alturado, científico, filosófico?

Cuantas veces yo me encontré con semblantes llenos de desdén en la facultad al proponer nuevas ideas, hasta el punto en que dices, al diablo, me llega altamente, y caes en rutina de la alienación. Y tu alma water se transforma en una nebulosa estática que se dedica soñar y vivir del recuerdo de cuando fue una estrella.

Al final, qué es la ciencia si no la aplicación del método científico, que tan bien conocemos. Acaso no hay miles de fenómenos relacionados con las patologías que pueden ser, al menos, descritos rigurosamente. Acaso los pacientes son todos exactamente iguales, acaso no hay desafíos dignos de ser confiados a la pluma y al papel, para que, al menos inspiren una relectura de nuestros textos clínicos.

A pesar de que he intentado acumular una amplia gama de conocimientos en mi vida, me doy cuenta que cada vez uno sabe menos, pero eso tampoco implica que se exima uno de la responsabilidad de mostrar el camino a otros que nos siguen.

El futuro de las publicaciones científicas es la web, amigo Lizardo, y la web webeará a los doctos maestros, a los enjundiosos magistrados del conocimiento, a los anacoretas, prefulgentes de sabiduría, que miran con desdén nuestro quehacer. Al final no cuesta mucho publicar en la red. No tenemos que preocuparnos por la impresión o distribución. No tenemos que ir rogando a los laboratorios para que nos patrocinen, a cambio de nuestras almas y almillas.

El perro entrará por la puerta grande de la WEB!!!

Lizardo Cruzado dijo...

Bienvenido sea el can... ¡y que salpique a todos!

sin pepas... dijo...

es que algunos perros son rabiosos, lizardo, y algunos provocan alergias; aún así persistiría el "no son limpios, no lo son" para el que diga que entre a condición que no tenga rabia y que sea calato pa' que deje respirar?

y sobre ese librero, ¿es virtual? solo así se entendería que pretendas hacer un regalo electrónico