Cuando pensaba que entre las fobias más ocurrentes podían contarse algunas como la falacrofobia o la kakorrharfiofobia y otras semejantes reseñadas
aquí o
aquí, hemos hallado una interesante revisión alemana sobre la fobia al centro de trabajo que sin duda habría hecho palidecer de envidia a cualquier prócer de la psiquiatría teutona. El artículo de marras: Muschalla B.
Workplace Phobia. German J Psychiatry 2009; 12: 45-53, tiene como autora, en honor a la verdad, a una muy reputada psicóloga de nacionalidad germana.
El constructo es bastante reciente pues data de siete años hace con el artículo fundacional de
Haines J, et al. La definición de esta fobia nos la ofrece Muschalla:
'Workplace phobia is characterized by a classical phobic anxiety reaction concerning the stimulus workplace. It occurs with a paniclike reaction with physiological arousal when thinking of the workplace or approaching. The person shows clear avoidance behaviour towards the workplace. Due to the symptoms, there must be severe subjective suffering and/or impairment in carrying out daily duties at work.' Y adicionalmente es provista una adaptación de los criterios de la clasificación DSM como sugerencia plausible de adopción.
La descripción de esta nueva fobia es pavorosa, así los elementos estresantes laborales son múltiples y crudelísimos: jerarquías sociales, conflictos con colegas y superiores, incertidumbre sobre la conservación del puesto, posibilidad de acoso y burn-out, demandas de logro de metas amén de riesgos físicos y ambientales en casos determinados, todos los cuales pueden desembocar en este novísimo diagnóstico.
Aunque no hay cifras precisas sobre la prevalencia de este atroz padecimiento, la autora cita frecuencias de alrededor de 20% aunque otro de los estudiosos de esta patología, el psicólogo alemán M. Linden estima que
uno de cada dos trabajadores con licencia laboral prolongada sufriría esta fobia. Y la misma Muschalla no se se queda atrás cuando asevera que la fobia laboral (
workplace phobia) lleva en 80% de los casos a enfermedad severa o hasta pérdida del puesto de trabajo. Sin duda, un real problema de salud pública. Imaginémonos cuando llegue a ser un diagnóstico aceptado a nivel global: ¿valdrá la pena consolidar en una etiqueta situaciones tan variopintas y de diferentes niveles de complejidad diagnóstica? Parafraseando lo que decía ayer S. Kweskin en
Psychiatric Times: ¿hemos pasado del lema Salud para todos en el año 2000 -de la recordada declaración de Alma Ata- a
enfermedad mental para todos en el año 2000?
En el mismo número del
German Journal of Psychiatry (Vol. 12, Issue 1, 2009) se publica otra revisión, ésta sobre el Síndrome de Diógenes: Amanullah S, Oomman SK, Datta SS. “
Diogenes Syndrome” Revisited. German J Psychiatry 2009; 12: 38-44. El
Síndrome de Diógenes -con su antojadiza variante del Síndrome de Noé- es el nombre aplicado a un cuadro donde un individuo, de edad generalmente avanzada, vive aisladamente y con abandono de su persona además de perpetrar la acumulación de notables cantidades de objetos inservibles o basura. Fue acuñado en recuerdo de
Diógenes, el filósofo griego que en alarde de desprecio de los usos y costumbres socialmente aceptados vivía en una tinaja y desprovisto de toda riqueza material. Claro que se ha discutido la propiedad del epónimo: Diógenes escogió voluntariamente su modo de vida mientras que lo usual en los pacientes aquejados del síndrome es la existencia de cuadros psiquiátricos importantes o hasta organicidad cerebral, por otro lado el coleccionismo compulsivo del síndrome (
'hoarding') es precisamente lo opuesto al autodespojo de Diógenes de Sínope.
Entre las muchas célebres frases atribuídas a Diógenes se cuenta aquella que reza
'Muchos distan sólo un dedo de enloquecer; pues quien lleva el dedo medio extendido, parece loco; pero no si el índice'; apotegma registrado por su biógrafo y tocayo Diógenes Laercio en
Vidas opiniones y sentencias de los filósofos más ilustres. Nótese que ya en aquella época el dedo largo de la mano era tenido por ignominioso e impúdico... Y Diógenes resalta que, en cambio, el dedo índice extendido, el dedo sentencioso, patriarcal y proverbial, es más bien sinónimo de sapiencia y autoridad.
Aunque ha habido
cierta polémica por la pertinencia del epónimo respecto al síndrome llamado de Diógenes, en general la polémica hase extendido muchas veces a la generalidad de la eponimia: ya sea
a favor o
en contra de su uso. ¿Será pues la fobia laboral (
workplace phobia), dada su inminente resonancia epidemiológica y de salud pública, pronto denominada 'enfermedad de Haines-Muschalla'? ¿La llegará a padecer un servidor deambulando por los pasillos manicomiales del primer piso con un gesto procaz en la mano mientras sólo un dedo estaría separándolo de la más magistral, excelsa y pontifical sabiduría?
Aliquando et insanire iucundum est.