La silla de Krapelin. |
El interés en conocer la figura, vida, personalidad, costumbres y demás minucias sobre Emil Kraepelin, ha crecido en forma creciente en las épocas cercanas. Aparte de su adusta apariencia, su abstinencia absoluta y su campaña contra el alcohol (un epónimo trivial es el "champán Kraepelin", denominación irónica de la limonada insípida que servía a todos sus contertulios y colegas en toda reunión que él presidiese); también se ha conocido de su fervoroso germanismo en la época bélica de la primera guerra mundial, así como su estilo gladiadoresco en la actividad académica -se había propuesto ser catedrático universitario antes de los 30 años, propósito que logró-. La publicación póstuma de sus poemas ofreció un correlato emocional a su apariencia sobria y austera, mostrando su lado sensible, autotorturado y anancástico.
Lo que no se puede relativizar ni soslayar es la férrea disciplina de Kraepelin para el estudio y el trabajo clínico que condujeron, al margen de la controversia posterior, a la sólida perdurabilidad de su obra psiquiátrica. Se sabe que con sus discípulos era obligada la práctica de caminatas largas y de resistencia por las lomas aledañas al centro de trabajo de todos ellos -y éstas eran llamadas, también con gracejo, "marchas catatónicas"-, es decir, exigía a sus colegas y alumnos la misma laboriosidad y rigor que él mismo se imponía.
Un ejemplo sencillo es la silla que muestra la imagen y que Kraepelin en vida usó: no es un mullido sillón de alto cabezal ni posaderas giratorias ni refinado material, al contrario, todas las sillas en la mesa donde se reunían Kraepelin y colaboradores, eran iguales a la suya, idénticas, sin distingos. Apenas se diferenciaban por el lugar que ocupaban en torno al mesón.
Cuánta diferencia con tantos y tantos "maestros" de la psiquiatría hoy en día, aquende y allende, y cuyas rimbombantes nalgamentas se ampollarían en la silla de faena, dura y simple, de Kraepelin.
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ENLACE:
- Seemüller F, Dittmann S, Müller N, Opgen-Rhein M, Riedel M, Malhi GS. The Kraepelinian chair: a defining seat? Acta Neuropsychiatrica 2009; 21: 256-257.
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