La necesidad humana de señalar hitos en el discurrir del
tiempo es común a todas las
civilizaciones desde el principio de nuestra historia. También es común, y así
lo corrobora la existencia de palabras equivalentes en todas las lenguas, la
costumbre de dar las gracias, de agradecer y de reconocer los dones recibidos. Es pertinente aludir a ambas circunstancias ante este fin y comienzo de año.
J.A. Marina, en su Diccionario de los Sentimientos, hilvana
garbosamente estas ideas sobre la gratitud que cito textualmente:
“Los hechos buenos
dirigidos a un sujeto provocan gratitud. Este sentimiento es, sin embargo, más
complejo de lo que parece, y merece una
cuidadosa atención.
Alguien que tiene la
capacidad o los bienes necesarios concede, sin obligación de hacerlo y sin
pretender nada a cambio, algo a otra persona. Es la intención del donador lo
que transforma una acción o un bien entregado en regalo o don. El receptor
puede captar y valorar esa intención, reconocerla como gracia, y experimentar
gratitud, un sentimiento positivo hacia el donador, un cierto amor que le
impulsa a querer corresponder.
Gratitud es el
sentimiento de recibir ese don no merecido, y percibir que el otro es causa de
nuestra alegría. Por eso la gratitud
hace bueno a quien la siente: porque reconoce que existe el bien y que hay
personas que lo hacen. Es un ‘amor
recíproco’, dice Spinoza. Es ‘trocar
benevolencia por benevolencia’.
La gratitud es un
sentimiento sometido a alzas y bajas, como las mareas y las cotizaciones de
Bolsa. Puede significar el sentimiento debido ante la generosidad –quien no es
agradecido no es bien nacido- o puede aparecer como una especie de sumisión
confortable y de servilismo aprovechado. Las épocas desconfiadas critican la
gratitud porque piensan que no puede haber una acción hecha desinteresadamente
y merecedora por ello de agradecimiento. Si todo el mundo va siempre a lo suyo,
la gratitud se convierte en un sentimiento de inocentes o crédulos.
La ingratitud no es,
por tanto, un sentimiento sino la carencia del sentimiento adecuado.
La gratitud es un
sentimiento basado en el recuerdo. Hace que nos alegremos de lo ocurrido. El re del reconocimiento es el mismo re del recuerdo, palabra que procede de cor, ‘corazón’. Reconocer es aunar en nuestro
corazón la alegría recibida y la causa de esa alegría.”
Tras este largo introito, hago propicia esta fecha y estas
palabras para agradecer efusivamente a Uds., lectores y lectoras amables de esta bitácora, su preferencia, sus visitas y su
presencia amical a lo largo de este año 2013 y anticipadamente les agradezco,
pues anhelo mantener la amistad y la camaradería de tod@s Uds. en este nuevo
año, 2014.
Epicuro recomendaba a sus seguidores que para vivir bien el
presente era imprescindible el recuerdo gozoso de lo pasado. Ahora que
sideralmente nos encontramos en el mismo lugar que hace un año, pero con un año
más de recuerdos y vivencias, les reitero a tod@s Uds. mi
aprecio, mi simpatía y estima cordial.
¡Gracias por el 2013! ¡Feliz año 2014!
________________________________
NB: Con un saludo al dilecto colega José Manuel Brea por su amable dardo de fin de año.
PS: Epicuro tenía razón y he aquí, en esta época descreída, la evidencia de los beneficios tangibles de la gratitud. Este librito en PDF, a publicarse en el 2014, lo demuestra: Watkins PC. Gratitude and the GoodLife. Dordrecht: Springer; 2014.
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