miércoles, 22 de abril de 2009

Cenestesia y corporalidad





“Pene débil, se para pero no tiene vida. Mi ser idiotizado. No siento nalgas, nalgas aguadas, sueltas. No siento cuerpo (cuerpo sin vida). Pene no tiene vida propia. No siento carne del pecho. Carne en general sin sentir. Debilidad total (mental, física). Cuerpo adelgaza -come poco- no hambre. Ano flojito (suave) sin vida. Glándula del pubis está llena, aplasto y tiene líquido. Dolor en órganos entre pecho y barriga. La comida no digiere normalmente. No tengo la sensación de rico en la cabecita (glande). Me doy cuenta de que estoy mal porque he sido normal (pero ahora estoy perdiendo la noción de lo que es normal). Siento repudio a las sensaciones del resto y no lo puedo evitar. No me gusta estar distinto a todos (no me siento humano). Todo lo veo vacío, sin sentimiento. Mi cuerpo lo siento de diversas formas, menos como debiera ser, que es la normal (humana). Siento mucho miedo y angustia, lloro. Me siento muy 'desidentificado', me miro en el espejo y no me ubico (no me siento identificado, no me encuentro). He perdido la sensibilidad hacia las cosas en general. Yo mismo no me puedo ayudar, necesito ayuda antes que pueda cometer una locura y termine suicidándome.”


"Empiezo a oler como muerto. Mi cuerpo, la carne, huele a podrido y no desaparece si me baño. Hasta mi mamá se da cuenta del olor: '¿qué apesta?', dice. También mi hermano se da cuenta. Se me hincha la barriga, me pongo gordo, la carne se me descuelga, mi pelo pierde su brillo… El sudor, la textura de mi piel, todo cambia. Como que no está mi cuerpo conmigo. No tengo la sensación corporal que debo tener. No siento ni la 'apestosidad' de mis pies. No siento la vida. Sólo la capto por la lógica. Si mi hermano va a defecar, el olor es otro, el sonido es otro, todo. Ahí me aíslo. Esos momentos son los de la muerte, muerto en vida. (...) Me siento muerto. No siento gusto por nada, la comida no tiene sabor, como por comer, todo me llega y mi vieja me encara: 'si te quieres matar, mátate, tírate por la ventana, haz lo que quieras'. Yo temo que en ese momento pueda reaccionar y matarla y matarme a mí.”


Naked man with rat, 1978.



Naked girl asleep, 1968.

Cenestesia es la palabra que designa la percepción interna de nuestro propio cuerpo mientras que cenestopatía alude al estado patológico de dichas sensaciones. El término fue acuñado por el médico alemán Johann-Christian Reil en 1794 (sí, Reil también acuñó el vocablo "psiquiatría" hace 200 años). El término cenestesia deriva de koiné aesthesis: sensación común, y originalmente abarcaba sensaciones "sin objeto" como bienestar, placer, fatiga, hambre, náusea, escalofrío, sensación muscular, etc. Es decir, sensaciones no tactiles sino más bien propio e interoceptivas pero que globalmente unificaban sensaciones y sentimientos complejos como el mismo sentido de existir, de ser y de poseer límites con el mundo exterior, esto es, involucramiento del soporte mismo de la conciencia del cuerpo.

Aunque el concepto de cenestopatía no prosperó en la psiquiatría anglosajona, sí campeó en la psiquiatría francesa y alemana. Inclusive Huber describió un subtipo de esquizofrenia cenestopática caracterizado por el predominio de sensaciones aberrantes y atormentadoras para el paciente. Empero el concepto de cenestopatía no se agota allí sino que ya tempranamente se había postulado su probable existencia en distintos síndromes incluso como síntoma aislado. Se ha planteado que dichas sensaciones peculiares no son per se anormales sino más bien notoriamente similares a las que experimentan individuos normales adoptando una estancia introspectiva y desligada respecto a sus propios cuerpos. Las cenestopatías esquizofrénicas tendrían como puntal psicopatológico la manera en que las personas esquizofrénicas las atienden y captan: en un estado hiper-reflexivo de conciencia y con importante distanciamiento afectivo. El resultado final sería pues una experiencia de incrementado extrañamiento entre la subjetividad y la experiencia corporal.





Small naked portrait, 1974.

Huber ya había señalado que muchas experiencias cenestopáticas eran inefables, indescriptibles, desafiaban la capacidad de representación verbal. Blondel incluso llegó a postular que alteraciones de la cenestesia eran el magma primordial que antecedía a la cristalización delusiva. Para Ey, las alucinaciones cenestopáticas implicaban la percepción del cuerpo como una entidad total o parcialmente vivida como una realidad externa, desvitalizada, inexpresable en suma. Minkowski ya había hablado precisamente de la desvitalización de la experiencia en el esquizofrénico.



Blonde girl on a bed, 1987.

Una idea del hondo, desgarrador padecer de los pacientes cenestopáticos podemos obtenerla leyendo los primeros párrafos, transcritos del diario de un paciente esquizofrénico que tuvimos en consulta hace tiempo. Sus expresiones no requieren más comentario ni añadidura. Él habíase asomado a extremos de la experiencia humana que no podemos el resto concebir fácilmente.



ENLACES:


Bases neurobiológicas de la corporalidad en The Journal of Neuroscience.

La esquizofrenia cenestésica, artículo de G Huber en Alcmeón.

Corporalidad y esquizofrenia, artículo en World Psychiatry.



(Nota: Los óleos son de Lucian Freud, nieto de un antiguo neurólogo vienés)

5 comentarios:

atopías dijo...

¿y el testimonio del enfermo? Me interesa mucho conocerlo

Anónimo dijo...

Es terrible sufrir de esto

Marcelo dijo...

Marcelo arleo yo sufro de eso

Mónica Reyes dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Mónica Reyes dijo...

Es muy interesante ver como una persona puede llegar a percibirse como un tercero por una enfermedad o condición mental, realmente las personas con cenestesia o esquizofrenia tienden a eso, a divagar por el mundo sin sentir realmente algo concreto sino mas bien viendo la vida pasar desde otros ojos o desde otra perspectiva, saben que estan allí pero no saben como o por que razón. Las personas con cenestesia tienden a saber que tienen un cuerpo pero no saben como ubicar las partes del mismo, tienen sensaciones muy difusas de su cuerpo sin afectar los sentidos básicos como el tacto, olfato, oido o la visa.

-Mónica Reyes-