domingo, 5 de abril de 2009

En el Instituto Nacional de Salud Mental sabemos lavarnos las manos




Pilatos lavándose las manos (óleo), Jan Lievens, 1625.

Luego del reciente y explosivo brote de diarrea entre el personal y pacientes del Instituto Nacional de Salud Mental -donde la Oficina de Epidemiología realmente se lució haciendo derroche de actuación oportuna y recolección eficiente de información- ha aparecido una sesuda Resolución Directoral que pretende arrancarnos de las tinieblas de la ignorancia enseñándonos cómo es que debemos lavarnos las manos. La Resolución es contemplativa y tolerante en grado sumo pues establece que el lavado de manos higiénico o social deberá efectuarse "antes de la tarea diaria", esto es, a la hora de entrada y desde entonces hasta la hora de salida -en que, ojo, tampoco es obligatorio-. Pero en otro acápite la Resolución es draconiana, pues dictamina que luego del control de funciones vitales de cada paciente se deberá efectuar el respectivo lavado -en cada pabellón con 21 pacientes, sáquese la cuenta respectiva del interminable ritual para las enfermeras responsables-.

En fin, nada tan tranquilizador como saber que nuestras supremas autoridades velan por nuestra salud e integridad: es incuestionablemente un balsámico alivio. Pero como no hay mejor manera de enseñar que con el ejemplo, habrá que fijarse muy atentamente en cómo nuestras autoridades se lavan las manos.


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