martes, 24 de febrero de 2009

Postales




Hay muchas cosas que creen aquellas personas que llegan buscando ayuda profesional a nuestro querido Instituto -de entrada, muchos son inducidos a comprensibles fantasías de casi sobrenaturales curaciones dado el eufemístico y rumboso nombre que nuestro manicomio ostenta-; por ejemplo, una de las creencias más usuales es que se trata de una clínica privada: se sorprenden pacientes y familiares de los lozanos y amplios jardines y de la infraestructura en general sin mayor deterioro. Descreen que el Ministerio de Salud tenga una instalación en tales condiciones.

Arrobados por la belleza de nuestro centro de trabajo y sus inmediaciones, queremos compartir con nuestra legión de lectores algunas postales de este lugar bendecido por los dioses.


POSTALES 1 & 2



Apréciese lo amplio y ventilado de las salas de espera de consultorios externos, en este caso del área de adultos. Si se acercan a la pantalla y emplean su imaginación, casi podrán sentir la fresca brisa que traspone los ventanales y deambula por doquier en tan espaciosos recintos. Cabe anotar, por las suspicacias, que la presencia de personal de enfermería tras el mostrador es prueba de que no se trata de un día domingo o feriado. De hecho, la foto es el día viernes 20 de febrero del presente, alrededor del mediodía -valga aclarar también que no había huelga médica entonces ni era feriado largo-.





Ahora no sean aguafiestas y no pregunten dónde están los pacientes -y los médicos-. Limítense a disfrutar de la perspectiva arquitectónica y de esa contagiante, bienhechora sensación de frescor y amplitud.



POSTALES 3 & 4



Recientemente se ha agregado un flamante elemento para alegrar la vista del paisaje al ingreso del Instituto: este simpático stand, donde funciona un módulo para que los pacientes puedan presentar quejas sobre malos tratos o mala calidad del servicio, cumple una función primordial a fin de lograr la imprescindible calidad total en nuestro Instituto -de la que estamos, como se dice, "aquicito nomás"-.






El módulo también sirve como elemento señalizador -véase el cartelito- cuando, sin duda por falta de personal, la atención se hace en la oficina de la que el módulo depende, en el segundo piso, donde están todas las demás oficinas.



POSTALES 5, 6 & 7





No es ésta la ambulancia usual de nuestro Instituto: qué ocurrencia sandia. La ambulancia oficial sí es digna del largo nombre que tenemos pero se halla en proceso de "mejoras" hace como 2 meses o algo más -no de reparaciones, porque la ambulancia no estaba fallando-. Por el tiempo que se toman las mejoras tales, asumimos que la ambulancia regresará con alas para volar o con artilugios para convertirse y funcionar como yate o submarino. Esperamos que los resultados no nos decepcionen.





Apréciese el alarde de comodidades y enormidad de nuestra combi -así la llamamos de cariño porque su nombre de pila es "ambulancia"-.




Adicionalmente adviértase esa especie de asentamiento humano al costado de la puerta de Emergencia: por cierto no hay una estera doblada sino un coqueto toldo del Ministerio de Salud protegiendo unas camillas. Algunos intonsos creen que es una avanzada territorial para evitar que el expansionismo de la cafetería nos devore. Otros, que es un pabellón portátil y de verano donde los pacientes pueden quedar en observación y, a la vez que gozan del panorama, aliviarse de la calígine con el brioso céfiro. De hecho, los médicos que laboramos en Emergencia preferiríamos que allí reposen nuestros pacientes -de ser necesario debido a la falta de ambientes- antes que caigan somnolientos en las bancas de sala de espera, rodeados de otros pacientes y familiares. La prosaica realidad es que esas camillas reposan bajo el toldo azul para que el sereno del alba no las oxide. O sea, las camillas están de algún modo "en observación".



POSTALES 8, 9 & 10



Aunque no se halla dentro de los muros del Instituto, a pocos metros de la puerta principal y dirigiéndose al Hospital Cayetano Heredia se levanta este pujante centro informal de reciclaje. Muy acorde con la onda ecologista hoy en boga, este lugar -que no debe confundirse con un simple muladar- es una muestra además del ingenio peruano y de la indómita vocación de desarrollo de los microempresarios chancheros que no se dejan arredrar por un cartelito burocrático y enemigo de la libre empresa.





Se desconoce si hay algún auspicio oficial del Instituto para este emporio ecológico pero al menos nos congratulamos de que los desplazamientos fuera de nuestro centro de labores tengan un toque de adrenalina al pasar por este lugar.



Por fortuna, el acápite de comentar panoramas y vistas de nuestro querido Manicomio-Instituto es un filón inagotable de bellezas y deslumbramientos. Por ahora, es recomendable que tomemos un respiro, no sea que acabemos sufriendo algún soponcio similar al Síndrome de Stendhal ante la contemplación de tantas maravillas y prodigios tantos. (Continuará...)

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