domingo, 12 de septiembre de 2010

La frase ¿del día?




Fotografía de Martín Chambi.




"La salud mental en el mundo es, ante todo, una cuestión de bienestar económico y político. Los nexos entre las fuerzas sociales y la enfermedad son complejos y variados. Su examen cuidadoso sugiere que la salud mental casi siempre está relacionada con aspectos más generales, vinculados con la solvencia económica de la familia o comunidad, el ambiente en que vive el individuo y el tipo de recursos a los que puede echar mano. En general, las inmutables estructuras políticas y económicas -tanto nacionales como regionales- contribuyen a la perpetuación de la pobreza, el hambre y la desesperación. Las presiones demográficas y ambientales desencadenan conflictos regionales e internacionales, que a su vez son causa de sufrimiento personal, desmoralización social y desplazamientos humanos. Por otra parte, los problemas de salud mental asociados con desastres naturales, carencias ambientales, enfermedades somáticas y el proceso de urbanización, provocan daños importantes, cuyo impacto es mayor en las comunidades más pobres, carentes de servicios y programas que los atenúen. Un examen superficial puede puede sugerir que esos problemas tienen diferentes orígenes y curso histórico, pero un escrutinio más detallado indica que sistemáticamente están relacionados con las desventajas políticas y económicas que hoy en día sufren en el mundo las comunidades desvalidas."

Desjarlais R, Eisenberg L, Good B, Kleinman A.
Organización Panamericana de la Salud, 1998.






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2 comentarios:

todopsicologia dijo...

E X A C T A M E N T E.
Y de ser esto cierto la buena pregunta es la que sigue:
¿Entonces cual es nuestro papel como profesionales, cuando trabajamos y/o contribuimos a divulgar que tratamos con enfermedades que nada tienen que ver con los contextos?. Es decir, cuando hablamos de "ansiedad" "depresión" "esquizofrenia" y les decimos a esas personas que no hay motivos para lo que les pasa, que los vamos a tratar, porque hay un desequilibrio bioquímico en sus cerebros, y/o un desajuste en su personalidad, una pobreza de afrontamiento, o cualquier handicap de misterioso origen. Y se los decimos desde el momento en que aceptamos "tratarlos" sin referirnos, en este caso, a su pobreza, a sus condiciones, desde nuestras, habitualmente, cómodas situaciones. Encima de apaleados se les quita LA RAZÓN. GRacias a esto se les quita, o nos quitamos, una de las pocas cosas de valor que podíamos hacer: ofrecer el consuelo que aporta la comprensión.

Lizardo Cruzado dijo...

Contundente comentario, como siempre, amigo Jesús, y que suscribimos tal cual. Gracias y un cordial saludo.