"Mi propio cuerpo es consciente para mí, así como mi existencia, y al mismo tiempo lo veo con mis ojos y lo toco con mis manos. El cuerpo es la única parte del mundo que simultáneamente es sentida por dentro y -en su superficie- percibida. Es un objeto para mí y yo soy ese cuerpo mismo."
K Jaspers
Imagen deformada del David de Miguel Ángel, cuya panza provoca problemas no sólo estéticos.
Siluetas esquemáticas del individuo 'normal', con 'sobrepeso' y 'obeso'.
O las imágenes -las palabras están demás- de una publicidad ucraniana respecto a los excesos de la comida chatarra sobre la salud cardiovascular (nótese como en todos estos ejemplos el hincapié es sobre los hábitos alimentarios per se y no sobre la figura corporal):
La preocupación por la forma y la figura corporal debe haber sido parte de la conciencia humana desde los tiempos más primitivos, sobre todo a partir de la disposición de superficies reflectivas. Los parámetros de belleza han sido cambiantes de acuerdo a los valores culturales y sociales de turno, desde la llamada Venus de Willendorf o de Dolní Vestonice -que no necesariamente eran íconos de belleza sino tal vez amuletos de fertilidad-, a las ampulosas féminas de Rubens cuando la rubicundez y doble papada eran sinónimo de fortuna económica . Ya en tiempos más recientes como el siglo XIX, la apariencia escuchimizada era inapetecible pues atrás podía ocultarse la mortal tuberculosis u otras dolencias. Y esto sólo refiriéndonos a volumen corporal, a gordura o delgadez.
No deja de ser irónico que actualmente sociedades desarrolladas o en vías de serlo alberguen entre sus nuevos problemas de salud a la obesidad -como factor de riesgo de patologías- mientras una gran proporción de habitantes del globo no tienen qué comer y se mueren, literalmente, de hambre.
Pero no debiera confundirse tampoco la preocupación legítima, valedera por la obesidad y su imperioso desincentivo, con la obsesión morbosa y angustiante por la esbeltez y hasta por la nefanda, exagerada delgadez. El hecho evidente es que la excesiva obesidad tanto como la excesiva delgadez acarrean diversos y serios riesgos para la salud y es menester conocerlos para proceder en consecuencia -no sólo los riesgos cardiovasculares frecuentes sino hasta de problemas psiquiátricos-. Por ende, el problema no es un simple asunto de "verse bien". Y el énfasis tampoco debiera ser en la forma física por sí misma y mucho menos en el supuesto canon de belleza que quiérese imponer a mansalva
Siluetas esquemáticas del individuo 'normal', con 'sobrepeso' y 'obeso'.
Adicionalmente la preocupación exagerada por la dieta correcta, la tortuosa inquietud por el número adecuado de calorías que llega a restringir la existencia y sosiego del normal comer y vivir, ha recibido un nombre: ortorexia. Por supuesto, es un discutible constructo de patología mental pero hay situaciones donde indudablemente se configura un cuadro clínico urgido no sólo de análisis psicopatológico sino de atención y tratamiento. (El mismo proponente del término, el médico Steven Bratman fue inicialmente un practicante de la medicina y dietética 'naturista' hasta que, consternado, observó las deformaciones descontroladas, obsesivas, abrumadoras de tal prédica en ciertos individuos).
El justo término medio entonces no es siquiera el exacto punto equidistante entre extremos sino un rango amplio de 'normalidad' -recuerdo cuando era médico comunitario y las madres conmovidas llegaban a interrogar si sus críos estaban en el 'peso ideal' y lo difícil que era convencerlas de que lo ideal no era un número exacto sino que estaba entre dos cifras relativas-. Y hallar ese término medio es la imprescindible tarea.
Por ejemplo, he aquí una campaña reciente en la ciudad de New York sobre la prevención de la obesidad por el consumo excesivo de bebidas gaseosas (calorías sobrantes que se acumulan como tejido adiposo). El aviso es dramáticamente expresivo:
El justo término medio entonces no es siquiera el exacto punto equidistante entre extremos sino un rango amplio de 'normalidad' -recuerdo cuando era médico comunitario y las madres conmovidas llegaban a interrogar si sus críos estaban en el 'peso ideal' y lo difícil que era convencerlas de que lo ideal no era un número exacto sino que estaba entre dos cifras relativas-. Y hallar ese término medio es la imprescindible tarea.
Por ejemplo, he aquí una campaña reciente en la ciudad de New York sobre la prevención de la obesidad por el consumo excesivo de bebidas gaseosas (calorías sobrantes que se acumulan como tejido adiposo). El aviso es dramáticamente expresivo:
Calórica y espumeante gasesosa. ¿La chispa de la vida?
O las imágenes -las palabras están demás- de una publicidad ucraniana respecto a los excesos de la comida chatarra sobre la salud cardiovascular (nótese como en todos estos ejemplos el hincapié es sobre los hábitos alimentarios per se y no sobre la figura corporal):
Una hamburguesa en medio de las paletas del desfibrilador.
En vez de un frasco de suero en Cuidados Intensivos, este rico fiambre. ¡Ahí será el crujir de dientes! Asimismo, en una reciente entrada del blog World of Psychology se hace referencia a cuán fácil es enzarzarse en conversaciones sobre la circunferencia de nuestro vientre o de nuestras extremidades siempre en comparación con la de nuestros prójimos y las probables consecuencias sobre nuestro autoconcepto de esas simples pero insidiosas chácharas; también se brindan oportunos consejos para adoptar una actitud saludable respecto a nuestro peso corporal y la forma de nuestra figura corporal. Incluso se publicita la Fat Talk Free Week (O 'Semana libre de conversaciones sobre la gordura' entre el 19 y 23 de octubre) como un recordatorio de esa falsamente inocua seguidilla de comentarios sobre la esbeltez con que tanta gente, tantas mujeres sobre todo, son bombardeadas. He aquí el video de la campaña:
La vivencia de nuestra corporalidad es compleja, como advertía Jaspers, sometida a los recios embates de distintas influencias por doquier que muchas veces doblegan la independencia de nuestro propio atisbo personal, y así pueden entremezclarse preocupaciones legítimas y adecuadas con preocupaciones vanas y hasta nocivas por el peso y la figura corporal. Alguien ha hablado recientemente del modo somático de existir de ciertas culturas, ciertas sociedades, ciertos individuos. No lo permitamos: que el cuerpo no nos sea una jaula, y no seamos tampoco una jaula para nuestro cuerpo.
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3 comentarios:
Tienes mucha razón, este tema es de cuidado y lo peor de todo es que es el más tocado en cualquier familia. Desde pequeña mi peso ha sido mi martirio, nunca fui gorda, siempre "rellenita", ya ves como la familia pone ciertos apodos creyéndolos inofensivos. Pero no es así, siempre viví con dietas y tablas calóricas que nunca podía cumplir y que siempre se traducian en comer compulsivamente con una culpa asquerosa. Ya con 17 años realizé la más estricta de mis dietas y llegué a pesar 45 kilos con 1.60 de talla, estaba mal. Sin mestruación, débil, deprimida, casi aislada y pidiendo ayuda a gritos pero siempre en silencio. Entonces ahí fue cuando mi familia "tomo conciencia" pero diría que a la inversa, porque su forma de apoyarme fue llevarme al psiquiatra y al nutricionista y tildarme de enferma. Que me llevaran a especialistas estaba bien, si, estaba enferma pero que me lo reprocharan cada dos segundos como si fuera la peor estupidez que una chica puede cometer, algo controlable que solo se basaba en caprichitos. Eso era demasiado.
Perdóname si me extiendo, pero se me hace necesario tener que decir que las personas con estos problemas no los buscamos porque sí. No es que todos sean culpables y menos nosotras, no digo eso. Ya que nuestra personalidad, nuestro cerebro nos permite caer en esto. Y la verdad me molesta mucho que otras personas piensen que son caprichitos de unas tontas.
Hoy en día estoy mejor, aunque al principio recupere todo el peso anterior y más, entre en depresión (que por supuesto ya la tenía) y viví por un buen tiempo a basa de medicamentos. Hasta ahora es mi cruz pero trato de aprender a sobrellevarla. No es fácil haber sido ex - anoréxica, depresiva y borderline. Tú, como psiquiatra debes entender a lo que me refiero.
Ahora prefiero concentrarme en mis dos predilecciones: escribir y actuar y trato de que lo demás no me importe. A lo mejor suena egoista pero lo prefiero así. Cuando escuchas demasiado, puedes perder muchas cosas.
Bueno perdón por la extensión. Nunca he tenido mucha creencia con los pisquiatras porque con el mío no me iba muy bien pero soy ávida lectora de tu blog. Me gusta mucho, es interesante
saludos!
k.M.
Gracias por tu sincero testimonio, Karen, es valioso que sigas adelante y descubras en ti misma motivaciones. Esa especie de acoso respecto a la figura corporal, tan frecuente en sociedades como la nuestra, es mezquino, ofensivo y pertinaz. Es nocivo como el resto de estigmas relacionados a los problemas de la conducta alimentaria y, en general, de la salud mental.
Tu blog me ha gustado.
Saludos y gracias por seguir esta bitácora.
pues qué bueno que hayas superado esos problemas karen. sigue adelante, voy a revisar tu blog
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