El reconocido psicólogo Vaughan
Bell, animador del imprescindible blog Mind
Hacks, ha publicado recientemente un amplio post sobre el Movimiento SALUD
MENTAL GLOBAL que por su importancia nos permitimos glosar aquí (en nuestro
medio ha habido cierta difusión y entusiasmo por esta perspectiva e incluso
Vikram Patel ha ofrecido conferencias en auditorios locales).
Vaughan Bell comienza reseñando
una entrada del blog Somatosphere, a
la que define como “esencial para el debate, acerca de los debates que sacuden
el mundo de la “Salud Mental Global”, un campo incipiente y que tiene como
objetivo hacer de la salud mental una prioridad mundial.
Obviamente, anota Bell, la idea
en sí es buena en el sentido general, pero todavía hay un gran intercambio de
argumentos sobre lo que significa promover la salud mental y mucha discusión
sobre si el Movimiento SALUD MENTAL GLOBAL es sólo un medio de exportar las
ideas occidentales y los diagnósticos en una especie de globalización del siglo
XXI para la mente.
Vaughan Bell se muestra
sorprendido por el hecho de que el movimiento de la "salud mental
global" parezca sobre todo concentrarse en Asia y África en desmedro de la
participación de profesionales latinoamericanos de la salud mental. (Aquí
anotamos que Vaughan Bell conoce de cerca la realidad latinoamericana y ha sido
conferencista en diversos países de nuestro continente, sobre todo en Colombia,
donde ha sido distinguido como profesor visitante en numerosas ocasiones).
Bell plantea una interesante
analogía para alegorizar la perspectiva latinoamericana sobre la salud mental
mediante esta interrogante: “¿Cómo
reaccionaría usted si en lugar de apoyar el movimiento americano de derechos
civiles en la década de 1960, se le dijera que el problema principal de la
población era que estaban siendo afectados por una enfermedad mental llamada Trastorno De Estrés Post-Discriminación (TEPD)?”.
“Estoy seguro de que sería posible llegar a un válido y fiable diagnóstico
de "TEPD", que podría ser objeto de consenso y que inclusive podría
predecir dificultades conductuales y psicológicas y hasta discapacidad – se sabe que la experiencia del
racismo predice problemas de salud mental futura y la discriminación en la época
de la lucha por los derechos civiles era extrema” -apostilla Bell y añade-:
“Argumentar a favor de más recursos para estudiar
y tratar un supuesto Trastorno de estrés post-discriminación (TEPD) cuando el
movimiento de derechos civiles estaba en un momento crucial en las décadas de
1940 y 1950, habría sido pasible de la acusación de "poner una cortina de
humo" y "causar una
distracción" cuando lo que urgía era un cambio social, no un intento de
patologizar a la gente de raza negra”.
“La pregunta que ahora uno puede plantearse y muchos psicólogos
latinoamericanos han puesto en el candelero es si acaso no sería mejor
enfocarse en el combate contra la desigualdad y la violencia como estrategias
realmente radicales para mejorar la salud mental” -continúa V. Bell, y
señala-: “El enfoque occidental sobre los
trastornos mentales, se argumenta legítimamente, puede distraer y cegarnos ante
los problemas reales de la sociedad. En lugar de la prevención y lucha contra
la opresión, lo que el enfoque occidental hace es meramente patologizar a las
víctimas de la opresión.”
En este punto V. Bell hace una
interesante disquisición sobre la llamada Psicología de la Liberación y su
iniciador, el sacerdote Ignacio Martín-Baró, quien fue asesinado por un
escuadrón de la muerte de la dictadura salvadoreña.
Bell continúa analizando el
diagnóstico actualmente establecido del Trastorno de Estrés Postraumático
(TEPT): “La comprensión de Occidente de
las víctimas de la guerra, la tortura y el desplazamiento en términos de Trastorno
de Estrés Postraumático y otras etiquetas diagnósticas es en gran parte debido
a la experiencia de tratamiento de los refugiados que han huido de estas terribles
situaciones.”
“En este contexto, el Trastorno de Estrés postraumático (TEPT) tiene sentido en la cultura Occidental, ya que
posee el supuesto implícito de que la persona que lo sufre ahora está a salvo
(después de todo, es “post-traumático”) y que las experiencias y reacciones que
se describen en el diagnóstico, por lo tanto, son ya inadecuadas para su nuevo
contexto.”
“Sin embargo, si una persona sigue viviendo en una zona de guerra, los pensamientos
intrusivos, la sensación de hallarse al límite y el intento de evitar los reminiscencias
de peligro y amenaza, podrían comprensiblemente ser considerados un reacción del
todo razonable a la experiencia constante, persistente de la muerte y la
violencia.”
Vaughan Bell insiste lúcidamente:
“Y esto se verifica cuando te encuentras
con gente que vive en zonas de guerra, pues aunque claramente cumplen los
criterios para Trastorno de Estrés Postraumático (TEPT), sin embargo rara vez
se quejan de su estado mental. Más bien se hallan generalmente más preocupadas
por los peligros reales y cotidianos de su entorno. Esto es, están preocupados
por la tortura, no por pensamientos intrusivos acerca de ser torturados; están
preocupados por la amenaza real de la violación, no por una mera ansiedad sin
objeto concreto.”
Y continúa: “Por lo tanto, la pregunta difícil es: ¿estamos realmente ayudando a
esta gente mediante el envío de profesionales y brindándoles entrenamiento para
reconocer y tratar a las personas con, por ejemplo, Trastorno de Estrés
Postraumático?”
“Y aquí es donde Martín-Baró se inspiró –sigue Vaughan Bell-: pues la
forma de entender y tratar los problemas de salud mental, según él, es siempre
política. No hay neutralidad absoluta en la forma en que entendemos el
sufrimiento y la angustia; y aquellos que piensan que lo son, por lo general resultan
simplemente ciegos a sus propios prejuicios.”
“Y este hecho es uno de los nudos gordianos que el Movimiento SALUD
MENTAL GLOBAL está afrontando en la actualidad. Y ni qué decirlo, existe una
enorme cantidad de prejuicios y sesgos que reconocer y superar.”
Prosigue nuestro amigo Bell: “Así, Big Pharma propicia teorías neurocientíficas con tanto entusiasmo como la
publicidad de sus productos farmacéuticos. Entonces los profesionales de salud
mental del entorno occidental pueden verse a sí mismos como sanadores de
personas que no necesariamente necesitan sanación.”
“Los investigadores de los países pudientes ven una mina de oro sin
explotar de los datos de la realidad en los países en desarrollo y los
científicos locales ven una salida a lo que parece una limitación de la vida
académica tan poco glamorosa lejos de las luces brillantes de la sofisticada
ciencia del Hemisferio Norte.”
Bell concluye reflexionando: “Así que cuando hablamos de capacitación y
formación en salud mental ¿estamos hablando de educación o de propaganda? No es
una pregunta fácil de responder, o, para muchos, incluso de pensar.”
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3 comentarios:
Un enorme placer volverte a leer, Lizardo.
Esther.
El placer es mío, Esther, de haber vuelto a este predio y poder saludar a los amigos nuevamente.
Entiendo tu punto de vista, pero los problemas de salud han existido siempre y es ahora cuando la gente los está sacando más a luz con la intención de normalizar la situación de ir a un psicólogo
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