Ahora que sólo nos falta un partido más de las eliminatorias (
anoche perdimos ante Argentina en el último minuto) y asistimos al más estrepitoso fracaso de este cuarto de siglo transcurrido en que no clasificamos al Mundial, habrá que hallarle un lado positivo al fútbol.
Ello, desde la perspectiva de la rehabilitación psiquiátrica, no es difícil. Un estimulante y conmovedor reportaje en la página electrónica de la FIFA nos informa sobre el desarrollo en Italia de un campeonato de fútbol para pacientes psiquiátricos que ha logrado muy positivos resultados:
El fútbol desafía a la esquizofrenia del 05.05.2008. (De hecho, accedimos al reportaje desde el portal
Voz Pro Salud Mental, envidiable iniciativa mexicana que agrupa a familiares de pacientes psiquiátricos).
Afiche del torneo del presente año.
He aquí el texto del reportaje:
El fútbol desafía a la esquizofrenia.-
"Si uno fuera conduciendo en la autopista y echara un vistazo al pequeño partido que se disputa más abajo, en la Bufalotta, un suburbio de Roma, quizá ni siquiera se daría cuenta de que no es un partido normal.
Solo cuando se baja a las líneas de banda y se puede observar bien el juego se nota que hay algo raro en estos saques. Muchos jugadores, por ejemplo, parecen moverse con una extraña rigidez. Uno o dos de ellos hacen muecas y hablan entre dientes. Entretanto, el guardameta gatea por el área de penal sin ninguna razón aparente.
Es entonces cuando se adivina de qué se trata en realidad: la mitad de estos jugadores son esquizofrénicos. Es, literalmente, un partido para enfermos mentales. Y es que este es el club Gabbiano, un equipo creado y reclutado por un psiquiatra, como una asombrosa forma de terapia psiquiátrica de gran éxito.
Mauro Rafaelli es el responsable del original concepto del Gabbiano. En un respiro del partido (le gusta jugar con sus pacientes) se acerca para contar la historia.
"El concepto de terapia futbolística se me ocurrió por primera vez hace catorce años cuando trabajaba en un hospital romano. Allí trataba a uno de los pacientes que ve aquí, Alessandro. Mientras le ponía una inyección en las piernas, me di cuenta de que eran muy musculosas, como las de un atleta, así que le pregunté si alguna vez había hecho deporte, y me dijo: 'Sí, antes jugaba al fútbol.'"
Para Mauro, esa revelación fue el detonante crucial que le hizo comprender que sus pacientes podrían recuperar el vínculo con su infancia feliz y saludable, jugando a la pelota e incluso disputando auténticos partidos.
Los gestores de campos de deportes no querían tener "locos" merodeando por allí
Al principio, la terapia futbolística de Mauro no fue bien acogida y tuvo muchos detractores - no solamente en el campo de juego. Los gestores de campos de deportes no querían tener "locos" merodeando por sus vestuarios. Algunos temían que los pacientes atacaran a los transeúntes o los que miraban los partidos.
Los psicólogos persuadieron a los poderes fácticos de que tales temores eran infundados. Desde entonces, el concepto ha ido ganando una gran popularidad. Actualmente hay 50 equipos diferentes compuestos por pacientes psiquiátricos repartidos por toda Italia, que disputan campeonatos y torneos. Y la razón por la que todo el mundo ha cambiado su actitud al respecto es muy simple: al parecer, la terapia futbolística funciona.
Mauro vuelve a señalar a Alessandro: un jugador alto y desgarbado que se parece un poco a Zinedine Zidane.
"Antes de animarle a que jugara al fútbol, Sandro estaba muy enfermo. Sufría terribles alucinaciones y oía numerosas voces. Ahora, muchos de estos síntomas han mejorado gracias al fútbol."
Está a punto de empezar la segunda mitad del partido. Antes de reanudar el juego, Mauro llama a voces a algunos pacientes. Conocemos a Luca Denei, un ex guardia de seguridad que se parece a Jeremy Clarkson. Hace diez años, nos cuenta, era prácticamente catatónico como consecuencia de una grave depresión. Actualmente está casado, tiene cuatro hijas y acaba de empezar un curso en la Universidad de Roma.
Obviamente, el fútbol no puede curar totalmente la enfermedad. Otro jugador, Benedetto Quirino, de 41 años, lo confirma. Se crió en un entorno rico y culto, habla muy bien inglés, y además, ironías de la vida, él mismo es licenciado en psicología. Piensa que se ha beneficiado enormemente de la revolucionaria terapia de Rafaelli, pero sigue estando muy perturbado, y es uno de los esquizofrénicos más gravemente afectados de todo el equipo de Bufalotta.
Tras su sonrisa, la angustia
Benedetto intenta hablarnos de su enfermedad, pero no puede concentrarse, y es que parece que está oyendo voces dentro de su cabeza - y habla entre dientes con un interlocutor imaginario, completamente invisible para el que le observa. Su inteligente rostro se agita por los muchos tics que le afectan y tras su sonrisa se percibe claramente su angustia.
Es descorazonador, y al mismo tiempo nos permite comprender más profundamente el gran valor que tienen que redescubrir en sí mismos para poder desafiar los retos de una enfermedad tan debilitante como la esquizofrenia. Al final, Benedetto acaba por vagar hacia la salida, mascullando algo entre dientes. No obstante, cuando se reincorpora al juego, la transformación es evidente. De repente ya no es un "lunático", simplemente corre en el campo como todos los demás, tratando de hacerse con el balón, haciendo un estupendo pase en la meta. "Cuando corres por el campo de juego, las voces guardan silencio," explica. "Tu oponente ya no está dentro de ti, ha salido y tú puedes regatearle el balón y ganarle."
Otro médico jadeante se acerca a nosotros. Santo Rullo trabaja en Villa Letizia, una residencia psiquiátrica a las afueras de Roma; junto con Mauro, Santo fue uno de los creadores de la terapia futbolística.
Ahora nos explica detallamente en qué consiste el proceso curativo:
"Un equipo de fútbol es un grupo social en el que cada individuo juega un papel, cada uno tiene una función social; las reglas y las relaciones son lo más importante. Así, cuando una persona aislada y excluida se incorpora a un equipo, este le enseña a vivir en el mismo y con el mismo, en una comunidad más amplia. Por eso es importante que los médicos jueguen con los pacientes, para que no haya una separación entre los supuestamente normales y los anormales."
Los médicos, dice Santo, no solamente utilizan el fútbol en su terapia, siguen usando medicamentos antipsicóticos, como cualquier otro especialista moderno; pero han descubierto que cuando aplican la terapia futbolística, los pacientes necesitan menos medicación.
"Esto es muy importante," dice Santo, "porque los medicamentos que solemos usar normalmente producen en los esquizofrénicos síntomas similares a los de los pacientes de Parkinson. Estos fortísimos fármacos bloquean el cerebro y el cuerpo y reducen la movilidad, mientras que el fútbol desbloquea a la gente y les proporciona energía. Un cincuenta por ciento de nuestros pacientes necesita menos medicación después de jugar."
Se seca el sudor de la cara con una toalla - hace calor para ser un día invernal - y acto seguido añade: "Otra gran ventaja de la terapia futbolística es que los jugadores aumentan con ella sus niveles de concentración de endorfinas - las llamadas hormonas de la felicidad que hacen que uno se sienta bien cuando ha hecho ejercicio. Muchas enfermedades mentales discapacitantes, como la depresión, están vinculadas a una reducción del nivel de endorfinas."
Ha terminado el partido. Los rojos han ganado, pese a la fuerte oposición de los blancos. Para celebrarlo, todos nos dirigimos a una zona de Roma cercana, algo abandonada, el barrio portuario en el que se crió Alessandro Faraoni.
Algunos cracks del Gabbiano F.C.
"De repente se puso a hablar solo y a dirigirse a la televisión"
Nos reunimos con Sandro y su madre en su pequeño pero acogedor apartamento. Mientras se ducha Sandro, su madre nos cuenta los antecedentes de su hijo. Sandro era un joven italiano totalmente normal y bastante guapo. Trabajaba como guardaespaldas del presidente italiano, pero el estrés de llevar una pistola y la preocupación de un posible intento de asesinato actuaron de catalizador de una psicosis latente.
Como dice su madre: "De repente se puso a hablar solo y a dirigirse a la televisión. Perdió el trabajo. Sufría unos cambios de humor terribles. Yo quería saber si estaba fingiendo, así que cogí una guitarra y se la partí en la cabeza. No fingía, sencillamente se quedó sentado ahí. Unos días después se escapó de casa y mi otro hijo tuvo que llamar a la policía. Tuvieron que inmovilizarle. Y ahí empezó todo."
Sandro vuelve y abre una botella de vino. "Yo creo que mi madre fue mi primera medicación. Supongo que el fútbol fue la segunda. El fútbol me hizo efecto porque me ayudó a escapar de la prisión que supone la locura. Mucha otra gente que padece esta enfermedad ha muerto violentamente, sufre accidentes o se suicida. Y yo iba también en esa dirección: Estaba completamente loco. Era como si estuviera a punto de explotar, con millones de voces que me hablaban."
Es un momento muy tenso. Su madre le pone la mano en el hombro; él continúa. "Pero entonces comencé a jugar al fútbol y así pude empezar a arreglármelas por mí mismo. Lo raro es que el equipo contrario empezó a oír las voces que yo tenía en la cabeza, se encarnaron en ellos, y esto fue una gran ayuda para mí, porque de repente se convirtieron en algo real, y así pude afrontarlas."
Suena el timbre: Mauro, el psicólogo, se reúne con nosotros. Abren una segunda botella de vino y las carcajadas de la familia aumentan de volumen. Hay un cierto aire de fiesta en el aire. No es de extrañar, para gente como Sandroque todo haya salido bien un día más es un pequeño pero importante triunfo.
Por así decirlo, es algo parecido a ganar un partido de fútbol. "
Afiche del torneo 2007.
Puede observarse que el nombre del torneo futbolístico del que hablamos es
Matti per il calcio (Locos por el fútbol). La denominación no es gratuita: de hecho en el año 2006 se filmó un documental así llamado:
Matti per il calcio, con los siete equipos participantes en el torneo italiano de pacientes psiquiátricos y los promotores de tal iniciativa, los psiquiatras Mauro Rafaelli y Santo Rullo, quienes iniciaron la 'futbolterapia' desde el año 1993 en sus servicios asistenciales en Roma. Entremezcladas entre las vivencias de los distintos protagonistas y sus familias están salpicadas las escenas de los emocionantes partidos, las hábiles jugadas y los celebrados goles. He aquí el tráiler del film (de autoría de Volfango De Biasi y Francesco Trento). Quienes aparecen al inicio son los colegas Rafaelli y Rullo:
Sean propicias estas noticias para renovar nuestra exangüe fe en el fútbol, no como la feria de las vanidades que suele ser el deporte profesional y de alta competencia, sino como la bienhechora oportunidad de socialización, ejercicio y sano esparcimiento que puede coadyuvar de manera importante en la rehabilitación de nuestros pacientes. Lindo ejemplo a seguir el de los amigos italianos. Cualquier día de estos les haremos la parada con el Atlético Noguchi o el Sport Honorio. ¡Y tendremos barra brava!
Matti per il calcio: carátula del DVD.
ENLACES:
- Entrevista a Santo Rullo en
Newsweek con motivo de la aparición de
Matti per il calcio.