lunes, 13 de julio de 2009

ELECTROSHOCK












Osea, en un electroshock hay harta poesía
Yo no computo aún por qué nadie le ha escrito un
poema al electroshock
Al principio, claro, es una mierda, pero todo
principio es una mierda
la primera vez que lo haces, por ejemplo,
cuando eres hembrague
o la primera vez que te zambulles desde el
trampolín de una piscina
Inclusive, piensa en el infierno: al principio debe
ser insoportable
ese incendio eterno que jamás te consume para que
tu dolor sea infinito
pero luego tiene que ser bacán moverte
indestructible en todas esas llamas
sorprendentes,
lenguas de fuego de textura incógnita igual que un
baño de cristales rojos
Y, si lo piensas bien, en el fondo el infierno debe
de ser lo más placentero del mundo
Entonces, yo te digo que un electroshock es tan
placentero como el mismo infierno
El primer momento es espantoso: sentir cómo te
están separando tus huesos hasta hacerte
perder tu forma humana
o cómo te destruye poco a poco por dentro una
fuerza sin cara
Pero luego detienes tu consciencia una vez que ya
estás dentro de la cosa
Primero es como si una serie de telones que nunca
habían sido levantados
se empezarán a alzar en tu cerebro, igual que en
un teatro que al mismo tiempo fuera muchos
otros teatros sucesivos
-si bien estos telones no son rojos, sino de un
azul furiosamente rojo,
y su tacto no es el del terciopelo, sino helado y
marítimo, como el de una malagua de
ultratumba-
Entonces te comienza a parecer que los límites de
tu caja craneana son los límites del Cielo y
de la Tierra
y tus ojos se estiran sin romperse hasta llegar al
borde superior de todo el universo conocido
-o sea, hasta la punta de tu frente-
Ta que en ese momento tienes omnipotencia,
omnipresencia, todas esas huevadas
teológicas
Si dices fiat lux, te apuesto a que la luz se
hace
Y eso hice yo, pues, Adán, entre otras muchas
cosas -tú, por ejemplo-





Montserrat Álvarez, de Zona Dark, 1991.






ADVERTENCIA: Este es un poema de la laureada poeta y paisana Monchi. No es un libelo pro ni anti electrochoque. No narra una experiencia personal ni pretende ser un texto documental. La parafernalia visual es imaginación alusiva a los versos, de ningún modo una versión fidedigna de la terapia electroconvulsiva, de tan mala fama en un gran segmento de la opinión pública aunque se utiliza sólo en casos muy graves y resulta menos riesgosa que un parto normal y corriente.

1 comentario:

sin pepas... dijo...

jajajajajaja esa monse, ese poema le ganó una fama de loca (que ya la tenía) pero de una de a deveras