Dos fragmentos. El primero de Harry Stack Sullivan, el hoy hasta cierto punto soslayado psiquiatra psicodinámico norteamericano, en uno de sus libros póstumos:
"...en la psiquiatría no existe diversión alguna. Si uno trata de conseguirla, es seguro que tendrá que pagar un precio elevadísimo por su injustificado optimismo. Si uno no se siente capaz de sobrellevar los grandes dolores de cabeza que causa la psiquiatría, será mejor que se dedique a otra cosa. Se trata de un trabajo: un trabajo rudo como no conozco otro. Es cierto que, generalmente, no exige grandes esfuerzos físicos, pero sí requiere un alto grado de concienzuda vigilancia ante un campo que algunas veces varía con suma rapidez, de señales notablemente complejas de por sí y por sus relaciones. Y la necesidad de reacciones inmediatas a lo que sucede, resulta, al cabo de una larga jornada de trabajo, sumamente fatigosa por cierto.
(...) Es así que un gran entusiasmo hacia la psiquiatría es ridículo y muestra que uno no ha madurado todavía; pero al mismo tiempo, el hecho de que el psiquiatra se muestre indiferente hacia su trabajo resulta fatal. La actitud más sensata de un psiquiatra (...) es, probablemente, limitarse a alcanzar la muy seria comprensión de que se está ganando la vida y que, para eso, tiene que trabajar intensamente."(1)
Este fragmento fue una oportuna advertencia antes de iniciar el residentado de psiquiatría a través del hallazgo del librito de Sullivan en el Campo Ferial de Amazonas en el centro de Lima.
El otro fragmento ha sido vislumbrado recientemente y lo fue a través de Amazon, el gigante vendedor virtual de libros por Internet: es del primer capítulo del clásico libro Introducción a la psicopatología de Scharfetter (muy recomendable, por cierto):
"No existen criterios que gocen de común aceptación con respecto a la aptitud para esta profesión, ni, en general, criterios selectivos para la misma. La Menninger Clinic (de orientación psicoanalítica) ha elaborado métodos de selección para quienes deseen formarse en psiquiatría. (...) Lo que importa no es tanto la presencia de signos patológicos patentes (neurosis, perversiones, psicopatías, psicosis), como la captación de rasgos de personalidad dentro del amplio espectro de lo no patológico. La integridad personal, la autenticidad y modo de expresarse, el oportunismo, la seriedad, la honradez, etc., se intuyen mejor a través de un libre diálogo. Un comportamiento controlado o más bien supercontrolado se reveló más favorable que la impulsividad y que una tosca extraversión. Especialmente importante, si bien resulta difícil de captar, es la emotional appropiateness. Es preferible una cálida actitud emocional silenciosa e indirectamente sentida, que su manifestación verbal o mímica. El problema referido a la motivación es especialmente difícil de aclarar: auténtico deseo de ayudar, por amor y capacidad de identificación (sin dejarse dominar demasiado por esta última y sin actuar como representando un papel) y no un pseudoaltruismo por sentimientos de culpa o como formación reactiva por hostilidad y sadomasoquismo, por afán de dominio. No constituye un buen signo la excesiva confianza en sí mismo (presunción). La curiosidad, como sed de saber, ha de hallarse libre de carga sexual (voyeurismo). Es favorable un auténtico deseo de investigar, siendo también conveniente un elevado CI verbal (...). Otras variables importantes son la objetividad e identidad con el status frente a autoridades, paraprofesionales y personas independientes. "
"La psicodinámica del terapeuta ha sido objeto de diversas reflexiones, incluyendo en éstas la psicopatología de las profesiones sanitarias. Se alude a una experiencia anterior, propia o ajena, de enfermedad, en la que se imponía la poderosa figura del diagnosticador y sanador. El miedo a la enfermedad y a la muerte puede conducir a la formación reactiva (lucha en contra). En el inconsciente del terapeuta, y según la fantasía psicodinámica del intérprete, hay mucho que suponer: canalización de agresividad sublimada, superación de sentimientos de desvalimiento frente al padre, en la identificación con el rol del médico cargado de poder, compensación de insuficiente cariño por parte de la madre, proporcionando a otros cariño terapéutico, defensa contra insuficiencia, desvalimiento, impotencia a través de una omnipotencia narcisista (...), necesidad narcisista de ser admirado, trasformación del odio y dolor negados. "
(...)
"La psicopatología del ayudador está caracterizada por una elevada cuota de enfermedades afectivas (depresiones), suicidio, adicciones, personalidades obsesivas-compulsivas con deficientes capacidades sociales, así como por conflictos conyugales, en lo que, como muestran el dios cojo helénico Hephaistos y determinadas peculiaridades del modo de ser del hombre-médico, puede resultar fecunda la experiencia acerca de la propia vulnerabilidad, incluso como preparación para una actuación samaritana." (2)
Tenemos la impresión de que hay, a grosso modo, dos tipos de médicos que escogen la psiquiatría como opción: los que la ven como una especialidad poco exigente y hasta prona a la holganza; y los otros, aquellos que sienten una motivación más profunda y comprometida con el quehacer de la medicina de la enfermedad mental. Allí están los párrafos. Ambos llegaron, por modos diametralmente distintos, a su debido tiempo. Qui potest capere, capiat!
Referencias:
1. Sullivan HS. La entrevista psiquiátrica. Editorial Psique. Buenos Aires, s/f.
2. Scharfetter Ch. Introducción a la psicopatología general. 3a ed. Morata, Madrid, 1988.