Albert Camus (1913-1960)
El problema del sentido de la vida suele presentarse ineludiblemente en el curso del trabajo psicoterapéutico. Los pacientes deprimidos, angustiados, frecuentemente plantean esta desasosegante cuestión y el terapeuta puede sentirse asaltado por sus propias y más íntimas dudas ante ella. Camus advierte: "La sensación de absurdo a la vuelta de cualquier esquina puede sentirla cualquier hombre." Y es que la sensación del absurdo no anida únicamente en la entraña mental del hombre preñada de esperanza y expectativa sino en su contienda con el universo, todo él carente de respuestas y sentido.
Camus no acepta la alternativa fácil y desesperada. Quiere más que verdades, motivos. Reputa al suicidio que elimina la conciencia, el suicidio físico, corporal, como emblema de cobardía. Tampoco encuentra viable como curso de acción el 'suicidio filosófico': la entrega evasiva y deleitosa a la utopía religiosa o moral con el aniquilamiento de la racionalidad. Interpreta este derrotero como fraudulento y escapista, sometido a un falso consuelo: una vida más grande no puede significar 'la otra vida'.
Camus propone la aceptación radical de lo absurdo. El absurdo, siendo inalienable de la condición vital del hombre, debe ser asumido cabalmente, no hay otra solución que tomar plena conciencia de lo absurdo y vivir la vida, que se vivirá tanto mejor si no tiene significado. Ello no significa en modo alguno la displicencia o el libertinaje (el hombre absurdo) sino que mas bien Camus extrae de esta decisión la exigencia trascendente de la rebelión (luego escribiría su reconocido ensayo 'El hombre rebelde').
Camus fue honrado con el Premio Nobel de Literatura en 1957 a los 44 años de edad. De su procedencia humildísima queda constancia en la dedicatoria de uno de sus textos póstumos: 'A ti, que nunca podrás leer este libro' (se refería a su madre quien era analfabeta y tempranamente viuda lo debió criar en Argelia, donde eran colonos franceses). Este manuscrito fue hallado entre los fierros retorcidos del automóvil en que murió accidentado. También se encontraron sus boletos de tren pues Camus no iba a viajar en ese vehículo y a última hora fue convencido por su editor, M Gallimard. Volvía de sus vacaciones navideñas. De aquello se han cumplido recién 50 años.
Camus con su hija Catherine en 1947.
Enlaces:
- El Mito de Sísifo, de Albert Camus.(Descargar en Megaupload o ver en Scribd).
5 comentarios:
Oh!!! a mi que me encanta Camus!
Pero respecto al suicidio, debo decirte lizardo, que luego de tenerlo presente en mi cabeza durante años, prescripciones médicas, y uno que otro intento que mis manos o mi cerebro no pudieron finalizar; pues entendí que no necesito la muerte para ser feliz, ¿xq? xq moriré y no sabré si soy feliz o no. Es simple, pero ahora yo ya no busco la felicidad, tampoco sobrevivir; busco simplemente estar de pie cuando quiera y hacer lo que debo para después tirarme patas arriba y hacer definitivamente LO QUE QUIERA. Para esto falta mucho, pero empiezo, tendré que soportar o hacer caso omiso; así que ahora paso por todo lo que tenga que pasar hasta tener mi primer libro sobre la mesa. Escribir y vivir, escribir y pensar que vivo. Por eso no pienso que la vida sea tan basura como dicen, si a mi me permite escribir no creo entonces que sea basura. Porque cuando me muera y me reencarne en gato, no podré hacerlo.
PD: Lizardo perdona mis desvaríos, espero que hayas entendido lo que quise decirte. Un beso, me alegro que estés de vuelta.
K-M-
Gracias a ti, Karen: 'escribir y vivir', saludo esa divisa y tu propósito. Siempre bienvenidos son tus comentarios espontáneos y diáfanos, aunque los llames 'desvaríos'. Saludos para ti.
Me parece genial la expresión suicidio filosófico. Explica claramente la actitud de aquellos que renuncia a la razón, y caen en los extremos groseros de la expresión humana, es decir, el vulgo, el extremismo, la religión, la socarronería. Aquel que renuncia a la razón y a los valores mínimos, acepta el absurdo de su existencia, pero no hace nada más, se regodea en sus limitaciones, hace honra de su estulticia, y se ufana de su ignorancia. Suele creer que puede enfrentar y luchar con cualquiera, de cualquier forma posible, y vencer siempre. Suele burlarse de todo y de todos, porque no tiene la capacidad de burlarse de sí mismo. El suicida filosófico es promovido como el tipico "slacker" o miembro de la generación X, que saca su filosofía de las proyecciones de su televisor. Esa es una de las mejores cosas de nuestro oficio, mi estimado amigo, poder conocer tantos y tantos géneros de seres humanos.
Abundan los suicidas filosóficos, amigo Tony, es que resulta muy tentador a veces tal variante, sin duda. Un saludo.
El suicidio como derecho humano. Reflexiones marginales. Revista virtual. Universidad Nacional Autónoma de México. Año 5, número 26. Abril-Mayo 2015. Suicidio. Disponible en: http://reflexionesmarginales.com/3.0/el-suicidio-como-derecho-humano/
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