miércoles, 28 de noviembre de 2012

Una de las virtudes de Don Hermilio Valdizán



Hace una semana, el 20 de noviembre, se conmemoró el aniversario 127º del natalicio de Hermilio Valdizán Medrano, considerado padre de la Psiquiatría Peruana, pues si bien tuvo él antecesores en cuanto a la dedicación del ejercicio médico hacia los enfermos de la mente, a partir de Valdizán hubo realmente sistematización, cultivo y desarrollo de la especialidad acorde a la modernidad de la corriente médica y científica.

El mejor tributo que puede hacerse a un creador es revisar su obra y actualizar la memoria de su legado. Hoy a partir de un botón de muestra, porque hasta en las más mínimas actitudes un Maestro deja huella cabal de su grandeza, queremos evocar una virtud de Valdizán. Trascribimos aquí el prólogo breve de una de sus obras, Locos de la Colonia:


A modo de prólogo  
"Sin presumir de historiógrafo, cargo que sólo la malevolencia pudiera formular contra mi labor histórica modesta, he escrito este libro, que es continuación de mi tesis doctoral del título “La alienación mental entre los antiguos peruanos”. Habiendo escrito algunas páginas destinadas a hacer luz -aunque luz de candil sea- acerca de la alienación mental entre las antiguas gentes del Perú, pretendí escribir otras páginas acerca de las enfermedades mentales en el Perú colonial. Y estos Locos de la Colonia constituyen satisfacción de ese anhelo inofensivo, que entrego a la benevolencia del lector."
"Enamorado de la historia de mi patria, buscando en ella, a la vez que reposo a las fatigas de la diaria labor, explicación de las amarguras del presente y augurio de horas serenas, me he limitado a llenar un vacío en las filas de nuestro cuerpo médico, escribiendo acerca de nuestra historia médica que no contaba con exceso de cultivadores. Llevado del donoso refrán “a la falta de pan buenas son tortas”, puse mi labor modesta al servicio de esas investigaciones históricas que, desgraciadamente, no han logrado despertar la curiosidad entusiasta de los elementos jóvenes, a despecho de mis cálidas invitaciones y de mi ofrecimiento sincero de una colaboración leal."
"Y ahora escribiendo de Historia nuevamente, quiero poner en el frontispicio de estos Locos de la Colonia, una invitación más a los jóvenes; quiero estimular nuevamente la curiosidad de ellos y su generosa laboriosidad, para que ellos nos digan acerca de las obras de los viejos y de los olvidados; para que ellos, huyendo de las tentaciones de la investigación extranjera, aborden el estudio de los problemas nacionales, de aquellos que, de continuar en nuestra apatía y en nuestra indolencia, nos vendrán estudiados algún día, de fuera, como lección y como reproche."
H.V.
Lima, 1919


Tal la manera en que Valdizán presentaba una de sus obras a la consideración de los lectores, sin presunciones ni alardes. Y fue él uno de los primeros historiadores de la medicina en nuestra patria. Por ello Honorio Delgado, quien fue discípulo valdizaniano, conceptuó sinópticamente así la naturaleza del Maestro: "Valdizán, quien no sabía más que darse..."

Otro discípulo de Don Hermilio, Juan Francisco Valega, cuenta: "La bondad de Valdizán corría pareja con su talento. Él se daba equitativamente a todos. No niego sus predilecciones afectivas, pero como eximio conocedor del alma humana y del porqué de sus flaquezas y desviaciones, a todos amaba, sin excepción. La siguiente observación realizada por un amigo común, expresa muy bien esa modalidad de Valdizán. El amigo me dijo: 'Yo no comprendo la bondad de Valdizán. Me recibe con cariño del que no puedo dudar. Pero en seguida ingresa el chinito alienado que va por las colillas de cigarrillos y lo recibe con el mismo afecto que a mí'."





Busto del Padre de la Psiquiatría Peruana en el Parque de la Medicina, 
frente al Hospital 2 de Mayo, Lima. (Flickr)


En tiempos en que prolifera epidémica entre muchos de nosotros  la enfermedad de la Bronceosis, y cuando nuestro propio colegiado afronta delicados, penosos momentos de su existencia, es perentorio recordar aquella virtud consistente en el conocimiento de las propias limitaciones y debilidades y en obrar de acuerdo con este conocimiento: es decir, la humildad. Si Valdizán, siendo quien fue, abundó en ella, ¿no es lamentable acaso que la Asociación Psiquiátrica Peruana anuncie en su página electrónica, como si preguntásemos por dicha virtud y en metafórica, desoladora demostración de lo que ocurre en su seno: "Lo sentimos, está buscando algo que no está aquí."?

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