viernes, 9 de agosto de 2013

Maltrato a nuestros estudiantes de medicina








El diccionario de la Real Academia explica escuetamente al verbo "maltratar" como "tratar mal a alguien de palabra u obra", sin embargo, su segunda acepción es reveladora del tema que queremos abordar, esto es, el maltrato y abuso hacia los estudiantes de medicina. Maltratar significa igualmente: "menoscabar, echar a perder". Y partimos de esta acepción para adelantar que el maltrato a los estudiantes de medicina menoscaba y echa a perder a muchos futuros profesionales de la medicina desde su época de formación.

Durante el entrenamiento en la carrera universitaria los estudiantes de medicina están sometidos a diversos factores generadores de estrés que podrían llegar a ser adversos para su salud mental; muchos son inherentes a lo exigente y sacrificado de la misma formación pero otros son potencialmente modificables por provenir de compañeros y sobre todo de profesores como parte de la interacción social ante figuras representativas de autoridad. (1)

Cualquier médico puede evocar situaciones vividas en carne propia o atestiguadas de cerca en que, durante sus años formativos, fue ridiculizado ante los demás miembros del equipo clínico de modo humillante, o fue exigido más allá de lo humanamente tolerable, o fue postergado en razón de su género -estudiantes de sexo femenino a las que se apostrofaba como solo dignas de la cocina o la crianza de infantes- o fueron "castigados" con obligaciones improductivas para su formación -como evolucionar a todos los pacientes un pabellón ajeno-, o incluso fueron golpeados, jaloneados, zarandeados, mientras eran cubiertos de vituperios....

Recién a inicios de la década de 1980 se llamó la atención sobre el hecho de que muchos estudiantes de medicina, novatos y llenos de ilusiones, motivaciones y entusiasmo, iban gradualmente, a lo largo de la carrera, convirtiéndose en personas cínicas, resentidas y frustradas, y se empezó a delinear como una de las causas de este fenómeno a las vivencias de maltrato y abuso que los estudiantes experimentaban a lo largo de su formación médica y en su cotidiano desempeño e interacción con médicos asistentes y residentes supervisores durante las actividades hospitalarias. (2)

Una conducta, para considerarse maltrato, debe darse en un contexto de desequilibrio de poder. La percepción de maltrato es un hecho subjetivo debido a que es el individuo maltratado quien lo percibe así y le adjudica tal calidad, pudiendo entonces diferentes circunstancias ser percibidas como maltrato por diferentes sujetos. Por ende, no existe una definición plenamente objetiva de maltrato aunque se ha intentado establecerla así: “maltrato viene a ser el tratamiento innecesariamente ofensivo o dañino que una persona, en uso de su poder, ejerce sobre otra subordinada a él.” El maltrato puede darse en diferentes formas tanto físicas como verbales, en forma de humillación, amenazas, acoso sexual, agresión física, discriminación, sobrecarga laboral innecesaria, entre otras más, siendo sumamente frecuente en el ámbito de la formación universitaria en medicina -al punto que muchos veces se lo asume como connatural al proceso educativo, inalienable a él y hasta beneficioso-. (1,2)

H. Silver, el pionero de los estudios sobre este tópico, encontró en 1990 que 80,6% de los estudiantes de medicina que reportaban algún tipo de maltrato, consideraban que estos episodios habían sido “muy perturbadores” y 16,2% referían que “siempre se iban a sentir afectados por ello”. Otro estudio realizado en Estados Unidos de Norteamérica en el año 1988 en diez facultades de medicina encontró que la forma más frecuente de maltrato fue la humillación en público (86,7%), y los médicos residentes y asistentes de los hospitales fueron identificados como aquellos que en su mayoría propinaban el maltrato a los estudiantes de pregrado. Un estudio realizado en Chile entre los años 2001 y 2002 encontró que durante la carrera de medicina apenas el 9,1% de los estudiantes no percibieron situaciones de maltrato; el 4,8% refirieron haber percibido sólo un incidente de maltrato y 86,1% reportaron haber sufrido dos o más incidentes de maltrato. En la actualidad, existen estudios que han detectado y reportado experiencias de maltrato hacia los estudiantes de medicina en escuelas y universidades de diferentes latitudes del mundo, sin embargo en el Perú no se han efectuado aún estudios al respecto -siendo la bibliografía a nivel mundial diversa y copiosa-. (2,3)

Entre las consecuencias nocivas que el maltrato acarrea sobre los estudiantes de medicina se hallan los problemas de salud mental como la depresión, el síndrome de estrés postraumático, el “síndrome de burn-out” y secuelas derivadas de los antedichos problemas como mayor abuso de sustancias y suicidio; sin embargo no pueden soslayarse otros efectos también deletéreos, aunque de otra índole, más soterrados e insidiosos, sobre la formación de los futuros médicos:  principalmente debe mencionarse a la menor calidad global lograda en su profesionalismo pues el maltrato incorpora inconscientemente en los futuros médicos actitudes abusivas, insensibles, cínicas, punitivas y carentes de empatía en su desenvolvimiento interpersonal en todas las instancias de su labor. (1,3)

Adicionalmente, se asume que percibir situaciones abusivas durante el entrenamiento médico contribuye a perpetuar el ciclo del maltrato, pues dado que los estudiantes ven a sus docentes como modelos a seguir, si resultan siendo víctimas de maltrato, lamentablemente los esudiantes aprenderán de ellos no solamente los conocimientos y habilidades que se les imparten sino sobre todo las actitudes que observan y padecen -está demostrada la perpetuación del ciclo de la violencia donde el maltratado puede a su vez llegar a convertirse en maltratador-. Esta sería una de las causas de la repetición constante de este fenómeno, sobreviviente de una época en que el énfasis de la educación médica era sobre la erudición libresca y se dejaba de lado -o se asumían como innatas- habilidades y actitudes humanísticas imprescindibles para el ejercicio profesional. (4)

Pero a la vez debe condenarse la equivocada creencia de que, por haber existido consuetudinariamente el maltrato como componente de los sistemas educativos a lo largo del tiempo, estas formas de trato despectivo, prepotente, descalificador o humillante, habrían llegado a constituir parte inalienable e indispensable de los mismos -el antiquísimo adagio “la letra con sangre entra” como erróneo axioma-.

Ha habido posturas relativistas y conformistas que tienden a minimizar las vivencias de maltrato, afirmando que estas experiencias son totalmente inevitables en la formación médica, o que se trata de malentendidos en el proceso de comunicación e interacción entre estudiantes y el sistema educativo e inclusive que podrían ser útiles y productivas para el aprendizaje. Aquí cabe señalar, a priori, que lo que en un tiempo pareció apropiado o “parte del sistema” -hablamos del maltrato al estudiante de medicina-, no necesariamente seguirá siendo rescatable o apropiado ahora.

Abordando específicamente a las evidencias, existe copiosa y creciente bibliografía acerca de las nefastas consecuencias del maltrato hacia el estudiante de medicina.(1,2,3,4) De hecho, más que un asunto de evidencias se trata de una cuestión de principios: uno de los pasos más importantes en el afronte de las situaciones abusivas es reconocer que existen y son un problema, por tanto se impone sensibilizar a la comunidad educativa médica ante esta realidad y sacarla de su marasmo indiferente o resignado.

Finalmente, aunque en los diferentes estudios sobre el tema de maltrato hacia el estudiante de medicina se ha llamado la atención sobre lo subjetivo de las escalas o la potencial magnificación de las vivencias por parte de las víctimas, esto debe valorarse en concordancia con los valores que se estipula deben primar en la enseñanza médica. Es decir ¿cuál será la consecuencia de sentirse abusados y maltratados para estudiantes que se supone estamos formando con el fin de que sean personas caritativas, compasivas y empáticas? (5)








REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

1. Maida A, HerskovicV, Pereira A, Salinas-Fernández L, Esquivel C. Percepción de conductas abusivas en estudiantes de medicina. Rev Med Chile.2006; 134: 1516-1523.

2. Silver HK, Glicken AD. Medical student abuse:incidence, severity, and significance. JAMA.1990; 263:527-532.

3. Arja R, Sunnari V, Nuutinen M, Laitala M. Mistreatment of university students most common during medical studies. BMC Med Educ. 2005; 5:36.

4. Richman JA, Flaherty JA, Rospenda KM, Chistensen ML. Mental health consequences and correlates of reported medical student abuse. JAMA.1992; 267: 692-694.

5. Maida AM, Vásquez A, Herskovic V, Calderón JL, Jacard M, Pereira A, Widdel L. A report on student abuse during medical training.Medical Teacher.2003; 25: 497-501.


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NB: Con un saludo al colega Miguel Sánchez F. con quien hemos elaborado el primer protocolo para estudio del maltrato hacia estudiantes de medicina en nuestro medio.


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6 comentarios:

José Manuel Brea dijo...

Muy interesante análisis, amigo Lizardo, de lo peor de la naturaleza humana, de ese ansia de poder -fruto de la debilidad- llevado al campo formativo médico. Queda en el aire esa pregunta final que plantea las probables malas consecuencias de este particular maltrato, no diferentes de otras formas de maltrato.
Cordiales saludos.

Lizardo Cruzado dijo...

Una situación a la que no por costumbre podemos insensibilizarnos, querido José Manuel, y que está detrás de muchas perenizadas malas actitudes profesionales y ha erosionado bastante de la confianza de los pacientes hacia nosotros.
Un abrazo.

Red Zeppelin D3 dijo...

Un text molt interessant. M'agradaria passar-lo algun dia al meu bloc. I crec que val la pena poder-ho fer.

Anónimo dijo...

Lizardo no hay solucion el barco se hunde

Ivo dijo...

A propósito de...

http://blogs.elpais.com/vientos-de-brasil/2013/08/las-mujeres-empiezan-a-dominar-la-medicina-en-brasil.html

Lizardo Cruzado dijo...

Muy interesante enlace, Ivo, imagino que en nuestro medio la realidad debe estar acercándose a ello también. Y quién sabe cuántos médicos nuestros emigrarán a Brasil y sus áreas rurales ahora con los incentivos que están ofreciendo. Por el mismo punto de vista: ser mujer y médico es un factor de riesgo para una serie de problemas de salud mental muchas veces, ¿no?
Un abrazo.