domingo, 17 de agosto de 2014

Luz de agosto








La insulina y la esquizofrenia han sido forzadas a tener cosas en común. Esto se suscita desde que en 1927 Manfred Sakel empezase a aplicarla a personas con esquizofrenia y otros padecimientos mentales (la insulina recién había sido aislada y sintetizada pocos años antes y, como todo lo nuevo, se aplicaba a diestra y siniestra), hasta hoy en que varios antipsicóticos atípicos están asociados al desarrollo de síndrome metabólico y diabetes en muchas personas que reciben prescripción de dichos medicamentos. 

Asimismo, un socorrido recurso de muchos colegas ante pacientes y familiares, es comparar a la esquizofrenia con la diabetes ("no se cura, solo se controla, siempre tiene que tomar sus pastillas, toda la vida, etc...") con la supuesta buena intención de que se cumpla la igualmente supuestamente benéfica prescripción.

Sin embargo, nadie les administra sus pastillas molidas o a escondidas dentro de sus dietas a los diabéticos ni compara su enfermedad con la esquizofrenia ("no se cura, solo se controla, siempre tiene que tomar sus pastillas, toda la vida, etc..."), y desde luego nadie encierra en un hospital contra su voluntad a los diabéticos que no se inyectan su insulina o que se rehúsan a seguir la dieta o tragar sus píldoras de glibenclamida,  pese a que muchos acabarán con los pies amputados o los riñones esclerosados o las retinas clausuradas.

La diabetes y la esquizofrenia no se parecen tanto entonces....


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Con los estudiantes de pregrado nuevamente se reaviva, y es bueno, ese debate sobre la peculiar terminología que divide en "gestos" e "intentos" a las crisis suicidas. "Gesto" si quería llamar "la atención" e "intento", si de verdad "quería matarse" el paciente o usuario de los servicios de salud. Conceptuación precaria pues la ambivalencia de querer vivir / querer morir es la norma y el epíteto de gesto tiene consecuencias peyorativas y soslayadoras, además que todos queremos, de formas socialmente aceptadas o no, llamar la atención para alcanzar nuestros propósitos interpersonales, no solo los suicidas, "intentadores" o "gestualizadores"...

Insistimos en que el punto no radica solamente en prevenir muertes sino en que, ¡diantre!, no nos hicimos médicos solamente para evitar muertes sino porque no podemos tolerar ante nosotros el dolor, digo, ¿no?

¿No?


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¿Es ventaja o desventaja que en inglés se distinga entre "crazy" y "mad" mientras en español no haya tal distinción?




3 comentarios:

sin pepas dijo...

pues sí, así de nublada está la azotea... sobretodo después de la noticia del suicidio de robin williams, una de las personas que más animaba a la gente con sus pelas... parece que nadie pudo animarlo a él...

Agustina dijo...

Qué pregunta ambiciosa la del final; buena pregunta. : )

surcos dijo...

Gran entrada, propicia para la reflexión.