Satisfacciones
P: ¿Por qué tanta gente está satisfecha con cosas vanas y estúpidas? Seguramente debería ser obvio que hay objetivos superiores a hacer dinero, participar en juegos, o tratar de ser famoso, por ejemplo.
R: La gente solo puede hacer lo que puede hacer en un momento determinado. Puede que tengan que esperar hasta que las circunstancias les permitan tener mejores objetivos.
Hay una historia acerca de esto, que puede tener un paralelo en el mundo familiar:
EL REMEDIO
Un insomne se dirigió a un doctor devoto en busca de consejo:
- Memorice oraciones, y manténgase levantado durante toda la noche repitiéndolas -dijo el médico santo-.
- ¿Y curará eso mi insomnio?
- No, pero dejará de molestarle.
I. Shah
El buscador de la verdad.
Barcelona: Kairós; 1988.
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Desde luego, este sugerente texto no es una fórmula magistral contra el insomnio sino una metáfora. Una metáfora que representa cómo el insomne, presa de su angustia por no dormir, se enfrasca en interminables batallas con su almohada, tratando infructuosamente de hallar al sueño oculto entre los pliegues de sus sábanas arrugadas. Es un principio elemental que en casos de insomnio primario, psicofisiológico, actuando así el sueño inevitablemente huirá, esquivo, inasible; mientras que si el insomne se aboca a alguna tarea que no sea excitante sino más bien parsimoniosa o hasta de cierto tedio, gradualmente, y en el momento menos pensado, el sueño acudirá, balsámico y lenitivo. (Aquí se habla de oración, pero puede ser una lectura aburrida, como la guía telefónica, o alguna otra actividad a propósito: calceta, crucigrama, sudoku, numismática). La ansiedad del perseguidor del sueño ahuyenta a Morfeo: combátase la ansiedad del insomne -combate, claro está, que debe librarse antes y más allá de la mera prescripción medicamentosa- y seguramente Morfeo se acercará poco a poco al que padece agripnia.
Pero el insomne, batallando con la almohada y obteniendo precisamente todo lo opuesto a aquello por lo cual insensatamente lucha, es también una metáfora de tantos que vamos por doquier como sonámbulos, buscando por extraviados rumbos aquello que quisiéramos encontrar en la vida: tranquilidad, bienestar, sosiego, afecto, para acabar apretando entre los dedos una hipoteca, las llaves de un auto, una póliza de seguros y... el insomnio: esa pesadísima metáfora.
Se valora al sueño solamente cuando lo perdemos y recién lo echamos en falta, mientras tanto descuidamos completamente su higiene y su preservación, dormimos desprolijamente, nos colmamos de malos hábitos y sustancias excitantes y aún así queremos que no se resienta el don invalorable de Morfeo. Pero su falta gravosa nos advierte que anduvimos desaprensivos con nuestra naturaleza más primaria y apenas en este trance penoso de habernos reducido a insomnes, venimos a enterarnos que existe algo llamado "higiene del sueño".
Ahora, estirando la metáfora, cabría hablar de la higiene de la existencia, de la vida y nuestros vergonzantes bostezos....
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ENLACE:
- Oudinot P, Jagot P. El insomnio vencido. Barcelona: Editorial Iberia; 1972. (en
Scribd).
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