EL SUICIDA
Su decisión de desaparecer en una fosa común
nos produjo un extraño horror.
Antes de envenenarse, había destruido
y arrojado por el inodoro de un hotel desastrado
su documento de identidad. Quería ser un cuerpo
nunca nacido para el Estado.
Pero sus huellas digitales, como a los asesinos,
lo delataron.
Es él, dijimos todos, y rescatamos su cuerpo
de la comunidad de vagabundos y prostitutas
que nadie reclama
y que dormían en la fosa envueltos en cal viva.
Ah nuestra piedad medrosa que nos cura en salud
en el cuerpo de otros.
Después de todo
la cal estaba haciendo un buen trabajo:
le evitaba el escandaloso olor de la muerte.
José Watanabe
La piedra alada, 2005
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1 comentario:
grande el wata!
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