Honorio Delgado Espinosa (en la Galería de Rectores de la Universidad Peruana Cayetano Heredia) |
Hallar un texto de homenaje, carente de sahumerio impostado o ramplón platillaje, y que recobre la imagen de un prohombre caro a nuestra tradición psiquiátrica es, en los linderos de nuestro escaso quehacer, una tarea valiosa. Y si no es pergeñado por un discípulo o cófrade, mayor es la relevancia pues nos habla de cómo el homenajeado trascendió el terreno de su labor estrictamente profesional para coronar la talla de un obrero del espíritu que iluminó a quienes compartieron su itinerario vital tanto entonces como más allá de su vida terrenal.
El otro día comentábamos con los colegas residentes cómo el Curso de Psiquiatría de Honorio Delgado, que usamos en su proceso de enseñanza-aprendizaje, fue confeccionado por su autor como libro de texto para estudiantes de pregrado de medicina, sin embargo hoy, a muchos de los colegas médicos en trance de especializarse les resulta ora abstruso, ora demasiado arduo. Mas, ¿acaso hemos involucionado en nuestra capacidad de comprensión desde hace pocas décadas hasta hoy?
Nada de eso, concluimos, no, no es nuestra capacidad intelectiva la atrofiada sino nuestra aspiración y nuestra escala de valores que tiende al facilismo y no al esfuerzo, al ingenio y no a la disciplinada labor intelectual. En diversas ocasiones hemos comprobado, cuando uno de nuestros discentes desconoce la respuesta a una interrogante planteada, que ya ni siquiera ruborizándose esboza algún intento inteligible de subsanación sino que prefiere la "boutade" chusca que provoque la hilaridad y así pueda escabullirse de su desconocimiento o de su displicencia, cual si solo pudiese establecerse un contrapunto de frases charras y hueras luego, en vez de un fructífero intercambio intelectual. Así estamos.
Recordemos que Honorio Delgado ha dejado un magisterio que solo nuestra dejadez e indolencia puede ignorar. Luis Jaime Cisneros, que no fue psiquiatra ni médico sino destacado lingüista, literato y veterano catedrático, nos recuerda cómo la estela de Don Honorio nos impone un imperioso llamado por el cual la cultura es una forma de vida y debe impelernos al cuestionamiento sobre cuál es la universidad que nosotros deseamos, una solo dadora de títulos a mansalva o una que realmente custodie la formación del espíritu y acreciente la talla humana de los que en a ella llegamos y en ella discurrimos. Nosotros tenemos la respuesta.
Fuente: Cisneros LJ. Mis trabajos y los días. Lima: PEISA; 2000. pp.228-232.
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Desgarrador crítica y bonito homenaje doctor. Desde el cielo Delgado nos mira y estimula en momentos como éste, por medio de Ud.
ResponderEliminarMi estimado Santiago:
ResponderEliminarSigamos en la brega por el camino abierto y que Don Honorio nos ha trazado. En la situación de nuestra psiquiatría hoy, no vale desmayar ni recluirse en la crítica acerba sino proponer y persistir en la labor.
Un abrazo.