Buscando en internet textos relacionados con Honorio Delgado, insigne psiquiatra peruano y figura tutelar nuestra, hemos venido a encontrar esta cálida evocación de su persona, salida de la pluma de un médico que lo conoció en los últimos años de su vida: Roberto Criado Alzamora.
Es imprescindible conocer, más allá de la obra delgadeana dirigida a la publicación y la perdurabilidad, también los retratos coloquiales que pintan a Don Honorio como el ser humano que fue en su más plena imagen, cercana y cotidiana y donde adquiría toda su dimensión de maestro vital. Huérfana es hoy la psiquiatría peruana de una figura así egregia y por ello es más premiosa la necesidad de evocar a Honorio Delgado en aquella magna dimensión.
En estos tiempos de escepticismo y pragmatismo vitando, cuando la estimativa de los médicos y los psiquiatras aparece trastocada, y se migra de los centros formativos en pos de los cotos privados y exclusivos, cuando las preguntas acerca de los honorarios y remuneraciones son más frecuentes que las interrogantes sobre qué libro se lee o qué artículo se escribe, y se jacta de lo contante y sonante en desmedro de lo intangible e inasible, vale recordar una vez y otra estos párrafos de Don Honorio cuando nos habla de algo que hoy escasea mucho ante nuestra indiferencia también profusa: "...la verdadera substancia de la cultura, sin la cual el señorío de la realidad apenas se elevaría por encima de la industria instintiva, es el servicio de ideales. Esto significa una amplia concepción del mundo y una tabla de valores que el hombre abraza con fe y cuyos bienes inmateriales persigue con amor. Condición de semejante entrega y de la cultura como un todo es el vigor de lo intemporal en el alma, en cuya virtud los acontecimientos no se desvanecen con el fluir del tiempo, sino que, en cuanto constituyen actos del ser espiritual frente a lo absoluto, salvan al hombre de la mengua anexa a lo transeúnte, a lo finito y relativo, elevándolo hacia Dios."
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ENLACE:
- Criado-Alzamora R. Evocación de Honorio Delgado. Psicología. 1993. Vol. XI. No. 2. pp. 195-200. (PDF)
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Excelente evocación hacia alguien que no conozco pero por quien ahora siento curiosidad. Los que alguna vez quisimos ser psiquiatras, o estamos en el intento de serlo, vamos tomando admiración por ciertas figuras que destacan en el ámbito, como pasa en todas las profesiones. En lo que es clínica neuropsiquiátrica en Argentina hay una historia muy extensa que no suele ser de la incumbencia del público común. Cuando terminé la secundaria mi tesis final fue justamente una historia de la psiquiatría en Argentina. Acá no se habla de eso, ni siquiera en ambientes académicos (al menos así me parece a mí). Yo creo que es importante historiar la psiquiatría, en esa historiografía uno se hace consciente de muchas cosas relativas a la sociedad en general, sobre todo desde la Filosofía del Derecho (estoy haciendo una super mezcla, pero juro que, al menos para mí, es así, de hecho la Psiquiatría influye y trabaja en comunión con lo penal). Y acá hubo gente importantísima, hoy nombrada solamente en Facultades, como José Ingenieros, que fue el primero en escribir una "Historia de la Locura" (en la década del '10, antes que naciera Foucault) y es autor de varias obras de una profundidad filosófica increíble, no sólo sobre psiquiatría, sino también desde una perspectiva política y filosófica, prácticamente fue el propulsor del pensamiento moral y político de la década del '20 aquí, excedió el límite de la Medicina y hoy es tan difícil encontrar profesionales médicos que tengan tiempo o capacidad de reflexión moral/social que me parece imposible que suceda de nuevo algo así. Hay otros médicos psiquiatras igualmente admirables como Jakob, Borda, Moyano... hoy son nombres de las primeras y más importantes instituciones en Buenos Aires del tipo "open door" traído de Francia para redimir ese indiscriminado y casi medieval trato que sufría el paciente psiquiátrico en la época de la colonia. Han quedado muy pocos registros históricos de la clínica psiquiátrica de los siglos pasados en Latinoamérica y hay que trabajar mucho para buscarlos. No sé si en Perú haya escrita una historia local de la locura, pero es más que apasionante leer cómo Ingenieros iba haciendo una clasificación de diagnósticos en torno a la mitología de los pueblos indígenas, incluso describiendo síntomas asociados a creencias mágico-religiosas y cómo él mismo los trataba desde un punto de vista científico. Todo esto a fin de decir que a la hora de escribir el psiquiatra tiene una prosa maravillosa y tan profunda como lo que estudia y no hay que perder de vista la perspectiva histórica del campo en el cual se trabaja.
ResponderEliminarUn saludo!
Hola Agustina:
ResponderEliminarLo último que llegué a enterarme de José Ingenieros, hace muchísimos años, es que fue también psiquiatra. Y es que su producción vasta en distintas áreas de las humanidades era tan sólida y enjundiosa, que bien podría pensarse que se dedicaba él solamente a la filosofía, por ejemplo. Es cierto lo que dices, en que es cada vez más difícil hallar profesionales médicos con capacidad, tiempo y talante para emprender la incursión en campos más abiertos del saber.
Aunque en el Perú hay algunas historias de la psiquiatría, se circunscriben a instituciones y personas, con tintes hagiográficos las más de las veces. Falta una historia de las ideas, amplia y crítica.
Me has dejado con un gran afán de profundizar algo en los temas que mencionas y te agradezco mucho, Agustina, por el comentario y la motivación.
Un cordial saludo.