¿quién se atreverá a condenarme
si esta gran luna de mi soledad me perdona?
Borges
Frecuentemente, ante la pregunta planteada al paciente acerca de su humor: "¿Cómo está Ud?", se obtiene la escueta, desalentada respuesta siguiente: "Ahí..."
- Y dígame: ¿Cómo está Ud.?
- Ahí...
Una larga hilera como de lágrimas microscópicas que se evaporan en fila india .
Se ha insistido acerca de las diferencias y complementariedades entre las concepciones de ánimo y afecto.
Sin embargo, no podemos dejar pasar esta expresión al desgaire.
Estar "ahí..." reverbera como una cosificación del ánimo, se le vivencia a éste ya no como algo vital sino a manera de la experiencia de un objeto inerte y que se puede arrumar, y dado que el individuo encarna su estado anímico, es el mismo individuo quien puede describirse así: en un ángulo del salón, excluido del concierto colectivo cual un instrumento desafinado que ha perdido el compás y se va escurriendo hacia el silencio.
La respuesta "ahí..." simboliza un ánimo escuchimizado, ya no amplio y airoso, más bien anhedónico y desmotivado que aplastante y melancólico, un ánimo que ya ni siquiera puede aplastar.
"Ahí..." puede significar cualquier parte, cualquier lugar: ese sitio que no es alguno pero en donde se olvidan las cosas intrascendentes, que ya no brillan. Un ánimo de hojarasca.
Estar "ahí..." y ya no "aquí". No hundido, sino desperdigado; no sumido, sino arrojado; no sepultado sino esparcido.
Y aunque es obvio que no debe circunscribirse la descripción del ánimo a "lo que dice el paciente", pues sino anotaríamos simplemente en la parte correspondiente a ello en el examen mental: ÁNIMO: "ahí....", cuántas cosas pueden significar ante la pregunta acerca del estado afectivo estas tres letras.
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Otras entradas relacionadas en el blog:
- Estar azul, sentirse azul
- Ennui y un poema de Sylvia Plath
- 'Putirayay / Llakiysapa' o la madre de la depresión en el Perú
- Contra el etiquetaje en psiquiatría - Memoria de K. Schneider
Estar "ahí..." reverbera como una cosificación del ánimo, se le vivencia a éste ya no como algo vital sino a manera de la experiencia de un objeto inerte y que se puede arrumar, y dado que el individuo encarna su estado anímico, es el mismo individuo quien puede describirse así: en un ángulo del salón, excluido del concierto colectivo cual un instrumento desafinado que ha perdido el compás y se va escurriendo hacia el silencio.
La respuesta "ahí..." simboliza un ánimo escuchimizado, ya no amplio y airoso, más bien anhedónico y desmotivado que aplastante y melancólico, un ánimo que ya ni siquiera puede aplastar.
"Ahí..." puede significar cualquier parte, cualquier lugar: ese sitio que no es alguno pero en donde se olvidan las cosas intrascendentes, que ya no brillan. Un ánimo de hojarasca.
Estar "ahí..." y ya no "aquí". No hundido, sino desperdigado; no sumido, sino arrojado; no sepultado sino esparcido.
Y aunque es obvio que no debe circunscribirse la descripción del ánimo a "lo que dice el paciente", pues sino anotaríamos simplemente en la parte correspondiente a ello en el examen mental: ÁNIMO: "ahí....", cuántas cosas pueden significar ante la pregunta acerca del estado afectivo estas tres letras.
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Mucha información puede dar la voz entrecortada, o las medias palabras, cuando se aplica la atenta escucha activa. Tanta como la mirada en el intento de sacarle jugo a la comunicación.
ResponderEliminarGracias por esta original entrada, querido Lizardo.
Ahí estamos, mi querido amigo, ahí...
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