No, no se trata de apabullar al recién llegado a la consulta con definiciones y compromisos. Buen rato lleva 'romper el hielo' que trae el paciente -o cliente, o usuario- desde la época geológica en que empezó a considerar ir al psiquiatra y el momento definitivo de la consulta presente. Pero uno puede intuir la concepción que se trae a la consulta e ir morigerándola, dándole perspectiva.
Un repetido consejo amical o familiar dado a quien va al psiquiatra es: "tienes que contárselo todo para que te pueda ayudar". El paciente ansioso, anancástico, se angustia: ¿hasta las refistolerías sexuales?, ¿incluso las menudencias de entrecasa?, ¿los entresijos más íntimos? Si se aprecia el tartamudeo que precede a esta cuita se puede calmar al paciente invitándole a que se fije que no estamos en un confesionario: si es importante, que mencione lo que crea pertinente, si no, ya habrá oportunidad más adelante. La confianza de la relación médico-paciente seguramente lo facilitará -ojalá-.
Se suscita también con frecuencia la acusación -abierta o encubierta-, el señalamiento, la enzarzada búsqueda del culpable de la depresión, del culpable de la psicosis, del culpable de la neurosis. Clima tenso, por cierto, sea que estén presentes los inculpados o, lo que puede ser peor, parezca que el psiquiatra detenta el rol de acusador. Distiende el clima rogar que los presentes se fijen que no nos hallamos en una comisaría y menos en un juzgado. Ya se abordará el tema de la 'culpabilidad' en el momento propicio.
Ya Shem ha afirmado que: "...los pacientes no toman su medicación en el cincuenta por ciento de los casos, (...) la única razón por la que la toman es la buena relación que tienen con su médico." Y dado el extendido juicio que estipula que los psiquiatras sólo recetan pastillas, no está demás aclarar a la persona que nos está consultando que no es así necesariamente -y no por el chiste fácil de que a veces recetamos ampollas, vaya-. Pero sobre todo en la circunstancia en que se ha prescrito alguno, además de las orientaciones generales sobre la prescripción, puede ser lenitivo aclararle al paciente que aún si no se cumple la medicación, el médico no se va a enojar, que son pastillas y no hostias. No son sagradas. Ni debe desanimarse de acudir a su cita posterior por el sólo hecho de no haber cumplido la indicación. Aquí va bien comentar que no hay una máquina dispensadora de pastillas en el consultorio -siempre y cuando uno no se haya convertido en eso, claro está-.
Un repetido consejo amical o familiar dado a quien va al psiquiatra es: "tienes que contárselo todo para que te pueda ayudar". El paciente ansioso, anancástico, se angustia: ¿hasta las refistolerías sexuales?, ¿incluso las menudencias de entrecasa?, ¿los entresijos más íntimos? Si se aprecia el tartamudeo que precede a esta cuita se puede calmar al paciente invitándole a que se fije que no estamos en un confesionario: si es importante, que mencione lo que crea pertinente, si no, ya habrá oportunidad más adelante. La confianza de la relación médico-paciente seguramente lo facilitará -ojalá-.
Se suscita también con frecuencia la acusación -abierta o encubierta-, el señalamiento, la enzarzada búsqueda del culpable de la depresión, del culpable de la psicosis, del culpable de la neurosis. Clima tenso, por cierto, sea que estén presentes los inculpados o, lo que puede ser peor, parezca que el psiquiatra detenta el rol de acusador. Distiende el clima rogar que los presentes se fijen que no nos hallamos en una comisaría y menos en un juzgado. Ya se abordará el tema de la 'culpabilidad' en el momento propicio.
Ya Shem ha afirmado que: "...los pacientes no toman su medicación en el cincuenta por ciento de los casos, (...) la única razón por la que la toman es la buena relación que tienen con su médico." Y dado el extendido juicio que estipula que los psiquiatras sólo recetan pastillas, no está demás aclarar a la persona que nos está consultando que no es así necesariamente -y no por el chiste fácil de que a veces recetamos ampollas, vaya-. Pero sobre todo en la circunstancia en que se ha prescrito alguno, además de las orientaciones generales sobre la prescripción, puede ser lenitivo aclararle al paciente que aún si no se cumple la medicación, el médico no se va a enojar, que son pastillas y no hostias. No son sagradas. Ni debe desanimarse de acudir a su cita posterior por el sólo hecho de no haber cumplido la indicación. Aquí va bien comentar que no hay una máquina dispensadora de pastillas en el consultorio -siempre y cuando uno no se haya convertido en eso, claro está-.
Hola, Lizardo!
ResponderEliminarEn mi caso, mi psiquiatra sí parecía una farmacia humana, y no era muy amical que digamos. Yo entiendo que no tiene que ser mi amigo ¡faltaba más! pero me parece que un poco de carisma no le caería nada bien... Yo prefería atenderme con el psicólogo, porque con él podía abrirme más, y pues, cuando me atendió el psiquiatra, lo único que hacía era preguntar "¿y cómo te has sentido?" e inmediatamente - sea sí o no mi respuesta - me decía lo que debía tomar,etc. Entonces ahí cambio mi concepto de los psiquiatras, yo lo vi solo como alguién que me recetaba y nada más, aunque como dices, no necesariamente tiene que ser eso.
La única que vez que fui muy mal, y ya no tenía cita con mi psicólogo hasta la próxima semana, solo con él, fui dispuesta a encontrar más respuestas qué "bueno... tendré que duplicarle la dosis..." jajajaja pero seguramente me tocó un mal psiquiatra; ahora ya casi los voy desmitificando.
Un beso y un abrazo.
K-M-
Cosas así pasan, Karen, y no tendrían porqué pasar: tú lo explicas sobradamente bien.
ResponderEliminarUn gusto encontrarte por aquí nuevamente.
Recibe mis mejores deseos y un cariñoso saludo.
MI psiquiatra actual hace la diferencia para mí....me ha visto desde que estuve hecha una fuck internada en el hospital hasta ahora que voy mejorando aunque con recaidas..me encanta su consultorio con un esqueleto armable sentado en la silla como si fuera la muerte aguardandoome y también sus muñecos de comics que colecciona con tanta devoción...
ResponderEliminarAmo que me hable siempre en plural "pasaremos por esto juntos" o "lo enfrentaremos juntos" porque asi nme siento menos sola..
Y es cierto Lizardito...la buena relación es la que motiva a tomar tu medicación y a progresar...un beso para el Dr. Víctor...y otro para ti
Muchas gracias. Un cariñoso saludo.
ResponderEliminar¡Cierto, muy cierto!
ResponderEliminarBuen blog, dicho sea de paso.
Saludos.
Gracias, Giancarlo, muy amable de tu parte. Ojalá sigas visitando este blog. Saludos.
ResponderEliminarholaa... 1era vez en tu blog!!... mi psiquiatra es un amor... me trata super bien, y realmente se interesa por mi, casi siempre me tomo el medicamento y hago lo que me dice... pero tmb a veces hago trampita, por que hay aspectos de mi que no quiero curar del todo... como tal vez habitos alimenticios, y bueno el sabe que soy rebelde, aun asi me tiene mucha paciencia...
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