viernes, 15 de febrero de 2013

Rapta a su novia y la salva de ir al manicomio





Romeo & Juliet (Funny Pictures)



El texto es de, inevitablemente, Yahoo Noticias, y bajo el título de "Rescata a su prometida del psiquiátrico donde había sido "injustamente" internada", reza así:


"El hospital psiquiátrico moscovita Gannushkin estaba teniendo un día más o menos tranquilo cuando se vio sumido en una escena de película de acción. Los tres hombres que habían ido allí a visitar a Anna Pavlenkova, una paciente de entre 32 y 34 años, de repente se pusieron de pie y empezaron a correr hacia la salida, llevándose a Anna con ellos sin explicaciones. Cuando el personal intentó impedírselo, los tres hombres les rociaron con una especie de gas y dispararon armas que, según la prensa local, no eran letales. Así, pudieron llegar a un Nissan que les esperaba en la puerta y desaparecieron.

 La policía de Moscú confirmó ayer que todavía se desconocía su paradero. Esta impactante viñeta es en realidad el final de una extraña historia de amor: uno de los tres hombres armados, el que coordinó la entrada al hospital y el posterior rescate de la paciente, era Anton Brin, el prometido de la misma. Sostiene el enamorado, de 26 años, que Anna había sido ingresada en contra de su voluntad por su familia. Según su informe médico, su propia madre había solicitado que el hospital se quedara con ella porque tenía tendencia a "comportarse de forma extraña" y a "perderse". Solo con estas pistas, le fue diagnosticada una psicosis y fue internada sin fecha de salida. Lo cual dice mucho de la percepción de la psiquiatría en Rusia. Por un lado es extremadamente difícil que ese país, que reniega de la "psiquiatría punitiva" (los tratamientos psicológicos como castigo para el que sea diferente), pero resulta estremecedoramente fácil que un familiar declare enfermo a otro para que sea institucionalizado en el acto. 

Precisamente por esto y por las vaguedades en el informe psiquiátrico de Anna Pavlenkova, la policía no tiene muy claro si está buscando a un criminal o a un héroe. De momento lo está considerando, de forma provisional, un acto de vandalismo, pero no se cierran a la posibilidad de que los médicos, a quienes consideran víctimas del crimen, sean en realidad los malos de la película. 

"Si la hospitalización de Anna Pavlenkova resultó ser injustificada, serán los médicos quienes carguen con la responsabilidad jurídica", ha alertado Yury Polishcuk, jefe de la unidad clínica del hospital. Si, por otro lado, se considera que Anton Brin es el criminal, podría enfrentarse a siete años de cárcel. 

 La historia tiene tantos tintes literarios y cinematográficos (una novia rusa internada en un centro psiquiátrico porque su cordura se está cuestionando con escasas pruebas, y cuyo prometido rescata a la fuerza) que la prensa rusa se lo está pasando en grande comparándolo a grandes obras de ficciones. Entre sus titulares que se pueden leer sobre el tema: "Alguien voló sobre el nido del hospital Gannushkin" o "Romeo se enfrenta a siete años de cárcel por rescatar a Julieta de un manicomio". 


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No sólo la noticia sino el tenor en que ha sido redactada -incompleta, sucinta, superficial, seguramente por la misma naturaleza de su procedencia- la dotan de un aire rocambolesco, pese a ello es propicia para reflexionar en el procedimiento que utilizamos para los internamientos psiquiátricos en nuestro medio. 

Al igual que en Rusia aparentemente, en el Perú tampoco procedemos al internamiento con la orden de un juez sino solamente con el juicio del médico psiquiatra, supuestamente ceñido a su riguroso criterio científico -no porque la familia lo solicite y menos aún, "lo disponga", vale aclarar-. El punto no se halla solamente en la falibilidad del psiquiatra, humano como cualquiera ciertamente, ni tampoco en la discutible rigurosidad de su método científico pues la psiquiatría no trata de aspectos circunscritos a una verdad escueta y unifacética cual un postulado fisicoquímico: el asunto radica en que el procedimiento en sí compete a si privamos o no de su libertad a un individuo, y en cuánto colisiona esto  con el bienestar o interés de sus seres relacionados o si el individuo se halla en capacidad de salvaguardar sus propios intereses- para no hablar abstractamente de sociedad aquí.

Muy cerca tuvimos oportunidad de ver a un colega nuestro apuntalado con arma blanca por un también novio de una paciente poliadicta y psicopatizada que la llevó a rastras afuera del establecimiento para evitar el internamiento. La liberó. ¿La liberó? Hay puntos de vista muy contrapuestos. Difícilmente uno absoluto. Pero muchas veces también el psiquiatra queda, en su ejercicio, expuesto.

Como se sabe, los más grandes temores de la gente son la muerte y la locura, y el estigma hacia la locura se extiende a aquellos que se dedican a estudiarla y atender a los individuos que la padecen en su circunstancia biológica, social, cultural e histórica.

Pero a fin de cuentas, ¿la libertad de un individuo puede quedar sujeta a criterios solamente médicos, solamente psiquiátricos?


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ENLACE:

- La noticia en Novosti.ru.



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4 comentarios:

  1. "¿La libertad de un individuo puede quedar sujeta a criterios solamente médicos, solamente psiquiátricos?"

    Pues resulta extraño, como mínimo, que sea la psiquiatría la única "especialidad médica" con tal poder sobre la libertad de los individuos, poder que se contradice con el hecho de que los individuos, en su mayor parte, no han cometido delito alguno, sino que son privadas de su libertad por su comportamiento, pensamiento, o lenguaje inusual...

    Si pensamos que, como bien dice usted, la psiquiatría tampoco se basa en verdades científicas empíricas e incuestionables, todo resulta más extraño todavía....

    Si pensamos incluso que a menudo la versión de la familia puede prevalecer sobre la del propio individuo, por considerarse que este se halla enajenado (condición primera, la de declararle enajenado, para privarle de sus derechos fundamentales)...

    Que la psiquiatría ostenta un extraño poder de control social sobre la locura nadie lo niega, que ese poder contribuye poderosamente al estigma parece evidente, pese que haya quien no vea la relación tan clara.

    En fin, aquí dejo los argumentos para ayudar con la respuesta. El último argumento es la Convención Internacional de los Derechos de las Personas con Discapacidad, que iguala a las personas con discapacidad al resto de personas, independientemente del tipo de discapacidad.

    Un saludo.

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  2. Muy apropiado e ilustrativo comentario, Paula, los psiquiatras detentamos este poder como un producto social y una parte del necesario cambio debiera provenir de nosotros.
    Gracias por la visita.

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  3. Gracias a usted por su lúcida y responsable acogida de mi comentario. Permítame recomendarle un libro, para cuando tenga tiempo:
    "Responsabilidad por la justicia", de Iris Marion Young

    Un saludo afectuoso
    Paula

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  4. Muchas gracias, Paula, nuevamente; nos agenciaremos con el documento que sugieres para revisarlo. Es un tema crucial pero sobre el que lamentablemente reflexionamos poco. Saludos.

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