Es una tradición que se repite año tras año la celebración de las fiestas patrias (aniversario de la declaración de la independencia del Perú, acontecida el 28 de julio de 1821) en el más grande y antiguo de los hospitales psiquiátricos de la capital de la república. Ataviados como figuras del imaginario histórico y popular de la patria, se hace desfilar a pacientes y personas asiladas del Hospital Víctor Larco Herrera, fundado en 1918, por las vetustas avenidas del antiguo asilo-colonia en donde ha discurrido la existencia de miles de personas con padecimientos mentales.
En el Perú, donde la estela militar, tutelar y gubernativa, ha sido la norma a lo largo de su historia, emular los desfiles castrenses es consuetudinario en cada aniversario de la independencia y en toda efeméride cívica. Desde niños, es tradición de los estudiantes en la época de fiestas patrias ensayar marchando cual gallardos soldados ya sea que cuenten con pocos -o muchos- años de edad. Igualmente, disfrazarse de héroes y de próceres, es parte del costumbrismo propio de estas fechas: los entorchados de oropel, las cintas rojiblancas, las barbas y patillas pintadas con corcho quemado o simuladas con lanas, garrotes de madera portados cual amedrentadoras metralletas, las botas falsas hechas de cartulina negra rodeando la pantorrilla... todas esas escenas de la infancia se repiten asimismo en estas fotografías, incluyendo a aquel que tiene y puede lucir terno y a quien se le impone la banda rojiblanca cual "presidente de la república", y la niña -o la viejecita- más agraciada o salerosa es distinguida con inmaculada veste blanca y laureles en las sienes misma "madre patria".
No deja de ser alegórica la contradicción entre la disciplina militar rígida que se pretende emular y que acaba disuelta y caricaturizada en la parodia de las personas internadas en el hospital psiquiátrico: ellos festejan a la patria que los ha segregado, haciendo una imagen especular de ella en sus tradiciones más estereotipadas e iconográficas.
No sabemos cuándo se inició esta tradición en el Hospital Larco Herrera, pero sería digno de atención averiguarlo, así como, más allá del mero registro visual, asomarnos a cómo viven los participantes esta experiencia que aduna esa emoción temprana y comunitaria que solemos vivir como patriotismo, y la vivencia de integración grupal que se suscita cada 28 de julio mientras la ciudad sobrevive cubierta de neblina a un aniversario más del Perú.
Créditos de las fotografías:
Correo.pe, Peru21.pe, El Comercio.pe, Perú.com, Trome.pe.
__________________________
Otras entradas relacionadas en este blog:
- El manicomio "Víctor Larco Herrera" entre 1932 y 1947
- 'En el manicomio almorzamos a las doce', una anécdota sobre Martín Adán
- 'Exilio interior': fotografía desde el manicomio
Todo un espectáculo colorista.
ResponderEliminarSaludos, amigo Lizardo.
Así es, amigo mío, José Manuel, colorido y alegre pese a que julio es el mes más nublado del año por aquí. Un abrazo.
ResponderEliminarla verdad que estoy haciendo mis practicas pre profesionales por este hospital y aunque al principio ingrese con temor hoy en dia puedo decir que les he tomado un cariño que me va a dar pena irme, todo muy bonito me encanto
ResponderEliminar