LOS AMIGOS DEL SUICIDA
Entre ellos está aún la imagen
de aquel sencillo rebelde que descorrió la sombra temida
porque estaba colmado de corazón
y sabía que el hombre es una infinita respuesta.
La muerte puede ser también
la forma de algo que no ha querido florecer
porque está oculto y nos avergüenza
como el cuerpo expuesto a las miradas del deseo.
Me hablaron de él, de sus últimas palabras
escritas en una carta cuyo mensaje no era un adiós,
sino un saludo valiente,
una renuncia voluntaria al miedo que diariamente tallara.
De él queda una fotografía donde sonríe,
pues es necesario aparecer feliz en ese extraño instante
en que alguien nos mira como desde el futuro,
es decir, inmóvil entre cosas que nos han de sobrevivir.
Y sólo el recuerdo está vivo: tristezas y alegrías juntas,
inseparables caras de una moneda
cuya efigie se borra lentamente mientras circula,
cuyo brillo el tiempo aparta con una temprana neblina,
cuyo fulgor se apaga como una hoguera abandonada.
Sebastián Salazar Bondy
Poemas.
(Lima, 1967)
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Uno deambula por internet y no sabe de aquellos anónimos amigos que detrás de otras distantes pantallas por allí deambulan. Y de repente asoma otra noticia de suicidio y uno supone que es otra anónima noticia de suicidio, pero si uno se ha enterado a través de un feed RSS o a través de Reddit, tendrá que enterarse que el suicida ha sido quien impulsó estas iniciativas desde un principio, hace años, cuando uno recién empezaba a deambular por internet.
Hace unos días Aaron Swartz fue hallado exánime, ahorcado, en su departamento de Nueva York: afrontaba un desmesurado y millonario juicio por asuntos relacionados con descarga no autorizada de archivos en internet, desde uno de aquellos servidores que cobran por acceso a artículos científicos y académicos y destinan la ganancia no a los autores sino a los editores. Y, paradójicamente, el servidor electrónico de donde se hicieron las descargas desistió de presentar cargos criminales, pero la acusación fiscal prosiguió con demandas millonarias y la posibilidad de que Swartz fuese a purgar 35 años de carcelería.
Ahora, no queda sino encerrar un poema en unos bits de información y lanzarla al mar proceloso de internet donde sin saberlo hemos discurrido por el fugaz sendero entre las olas dejado por Aaron Swartz.
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ENLACES:
- Aaron Swartz & A Culture of Denial: Depression & Suicide in Tech, por John Grohol, en World of Psychology.
-The internet begins to finish the job that Aaron Swartz started, at the rate of a paper per minute, por Neurobonkers.
- Aaron Swartz en Wikipedia.
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Al parecer este genio informático tenía un historial de depresiones y supongo que este proceso habrá actuando como desencadenante de su drástica decisión. Aunque correrán turbias aguas de incerteza. Una lástima.
ResponderEliminarGracias, amigo Lizardo, por tu oportuno mensaje.
te falto decir que tambien es una especie de castigo a quienes orillaron al suicida a tomar la fatal decision: recordarles con su muerte que ellos fueron los culpables y que en su conciencia quede; un dedo acusador como tu post, que trata de dar un indicio de quieres fueron sus matadores y poner en nuestras mentes de internautas que se nos fue un pionero de la vida que ahora vivimos y que quien sabe debemos hacer algo para evitar que se nos sigan muriendo nuestros heroes
ResponderEliminarpor un moento pense que habias vuelto a escribir poemas. me defraudaste al descubrir que no, que fue otro el autor de tan sentido poema. me pregunto si tendre que ahorcarme para empujarte a escribir poemas. me imagino los comentarios despues de los hechos (que claro, no se daran porque no tengo ni de lejos intenciones suicidas: me gusta la vida) ay que desdicha, pobre sin pepas! se ahorco por el lizardo que no le dio mas poemitas! malo lizardo!
please, vuelve a las andadas! no seas cobarde! prometo criticarte sin compasion!
Paz en su tumba.
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