Al inicio de su entrenamiento solemos preguntar a los residentes de psiquiatría (deliciosamente bisoños como todos los fuimos una vez) dónde pueden encontrar ellos las mejores descripciones psicopatológicas. La pregunta desde luego es capciosa y ante ella los colegas dudan, se miran uno a otro con embarazo, asumiendo que deberían mencionar con aplomo a Jaspers o a Kraepelin o a Ey o a algún autor casi esotérico y rebuscado que sólo el preguntón conoce. Pero la respuesta es sencilla, aclaramos luego, la psiquiatría no tiene sino un par de siglos de existencia pero, desde Homero, las mejores descripciones de los individuos y sus sufrimientos, caracteres, conciencias, vidas íntimas y todo lo que constituye a un ser humano, las han pergeñado los literatos. Es en la literatura donde pueden hallarse muchas de las más brillantes descripciones psicopatológicas...
Guy de Maupassant (1850-1893) fue no sólo un renombrado narrador que gozó de fama en vida sino que su existencia misma ha sido luego motivo de estudio patográfico. Aquejado por la sífilis, creó gran parte de su obra durante los tormentos de la enfermedad; disipado, temperamental, nervioso, murió en un manicomio en medio de los delirios de grandeza propios de las complicaciones encefálicas de su mal, y su trayectoria literaria de sólo 13 años discurrió como él mismo describió: apareció como un rayo, se desvaneció como un meteoro.
Varias de las narraciones breves de Maupassant tratan sobre suicidios (él mismo tuvo dos crisis suicidas: un pistoletazo infructuoso la primera, la segunda cortándose el cuello), pero en Suicidas, escrita a manera de carta postrera de un hombre que acaba segándose la vida, se expone vívidamente -el adverbio resulta penosamente irónico- el tedio vital, el desmoronamiento de las tendencias instintivas y la final cacoforia que culmina en la muerte autoinfligida.
Guy de Maupassant (1850-1893) fue no sólo un renombrado narrador que gozó de fama en vida sino que su existencia misma ha sido luego motivo de estudio patográfico. Aquejado por la sífilis, creó gran parte de su obra durante los tormentos de la enfermedad; disipado, temperamental, nervioso, murió en un manicomio en medio de los delirios de grandeza propios de las complicaciones encefálicas de su mal, y su trayectoria literaria de sólo 13 años discurrió como él mismo describió: apareció como un rayo, se desvaneció como un meteoro.
Varias de las narraciones breves de Maupassant tratan sobre suicidios (él mismo tuvo dos crisis suicidas: un pistoletazo infructuoso la primera, la segunda cortándose el cuello), pero en Suicidas, escrita a manera de carta postrera de un hombre que acaba segándose la vida, se expone vívidamente -el adverbio resulta penosamente irónico- el tedio vital, el desmoronamiento de las tendencias instintivas y la final cacoforia que culmina en la muerte autoinfligida.
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ENLACES:
- Suicidas, de Guy de Maupassant, desde Ciudad Seva.
- Miranda M, Roa N, Bustamante ML. Guy de Maupassant: aspectos médicos de su creativa y desenfrenada vida. Rev Med Chile 2012; 140: 524-529.
- Critchley M. Four illustrious neuroluetics (Heinrich Heine, Jules de Goncourt, Alphonse Daudet, Guy de Maupassant). Proc R Soc Med. 1969; 62(7): 669–673.
- Hayden D. Guy de Maupassant and Friedrich Nietzsche. A Comparison of Two Cases of 19th-Century General Paresis. En: Bogousslavsky J, Boller F (eds): Neurological Disorders in Famous Artists. Basel, Karger, 2005, vol 19, pp 9–16. (Texto completo PDF)
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Gracias por los cuento de este excelente escritor.
ResponderEliminarQuiroga también es un ejemplo de personjes estigmatizados por su salud mental, por sus ansias de cambiar a pesar de todo.
Y no olvidemos tampoco a Dostoievski.
Saludos,
B.
Sin duda, tengo que dedicarles una entrada a ambos. Ese libro "Los endemoniados" me mira desde la biblioteca y tengo que hacerle caso.
ResponderEliminarGracias. Un abrazo.