Fue domingo en las claras orejas de mi burro,
de mi burro peruano en el Perú (Perdonen la tristeza)
César Vallejo
¡Oh, raza antigua y misteriosa,
de impenetrable corazón,
de impenetrable corazón,
que sin gozar ves la alegría
y sin sufrir ves el dolor...
José Santos Chocano
Mama Cora Ocllo, el primer caso reportado de depresión en el Perú.
Es ya clásico en nuestro medio el artículo del investigador holandés Jan Elferink: 'Mental disorder among the Incas in the ancient Peru', aparecido en el año 1999 en la reputada History of Psychiatry y reproducido en nuestra añorada Revista de Neuropsiquiatría (con el título Desórdenes Mentales entre los incas del Antiguo Perú) al poco tiempo. De hecho, ha devenido en tradición que todos los seminarios de historia de la psiquiatría y psiquiatría transcultural en los programas locales de residentado se inicien con su sesuda discusión y exégesis.
Desde luego, al traer a colación el trabajo de Elferink, no pretendemos enriquecerlo ni aportar nuevas vislumbres. Simplemente constatamos que la extendida visión de la melancolía del alma andina tenía ya asidero en épocas precolombinas, aún antes de la violenta conquista del Tahuantinsuyo. Guamán Poma de Ayala, en su fabulosa Nueva Crónica y Buen Gobierno redactada en 1615 y redescubierta a inicios del siglo XX, reseña, verbigracia, la importante prevalencia de cuadros depresivos en la nobleza incaica.
Obvio es que dada la inexistencia de versiones escritas de la historiografía incaica no se puede cotejar con certeza la equivalencia de los términos castellanos y quechuas, asaz de la enorme diferencia cultural en que se producían e interpretaban los disturbios anímicos. Sin embargo, es muy sugerente la descripción -casi un reporte de caso- que hace Poma de Ayala de la Coya o esposa principal del tercer inca (Lloque Yupanqui); dice así de Mama Cora Ocllo: "La tercera Coya... fue miserable, avarienta y mujer desdichada, no comía casi nada y bebía mucha chicha y de cosas insignificantes lloraba... y de puro mísera no estaba bien con sus vasallos... era triste de corazón...". Adicionalmente el texto de Guaman Poma exhibe lo que constituyen aparentes rasgos anancásticos de esta Coya, como la acumulación obsesiva y tacañería: "De toda la rrequiesas y comidas mandava enserrar en el depócito; allí se podría y se acavava". "No quería tener donzellas ni quería rregalarse. Comía mays crudo y ciclla yuyo [yerba de comer]." Como sabemos hoy, los rasgos anancásticos de personalidad son frecuente factor de riesgo de cuadros depresivos.
Elferink en su artículo es taxativo. Concluye que a partir de las descripciones de los cronistas el panorama es más bien simple: "la melancolía era, de hecho, -afirma- la enfermedad mental más importante del antiguo Perú."
Hermilio Valdizán, el padre de la Psiquiatría peruana, concuerda igualmente con el holandés, aunque más allá de la sola y específica enfermedad depresiva, él atisba una caracterología depresiva intrínseca en el alma indígena. Valdizán nos habla de un predominio del fondo depresivo en las psicopatías del indio, como nota más íntima e intensa, lo que incluso tiñe distintas manifestaciones psicopatológicas: "Esta circunstancia explica la modalidad particular de ciertos síndromes mentales en el indio, su megalomanía, por ejemplo, es, con gran frecuencia, por razón de este fondo depresivo, mucho más incompleta que lo es en los megalomaniacos de las otras razas." Adicionalmente el ilustre maestro huanuqueño atribuye, junto con Calancha y Unánue, a este fondo afectivo indígena, la benignidad de la agitación psicomotriz, la rareza de la 'locura furiosa' descrita por diversos observadores en nuestra raza autóctona. (Valdizán H. Paleopsiquiatría del Antiguo Perú. Fondo Editorial UPCH. Lima, 1990).
Ciertamente son temas del máximo interés para nuestra psiquiatría la profundización de estos primigenios apuntes y la descripción meticulosa de la epidemiología y clínica de las enfermedades mentales en nuestra patria, sin ser malamente ajustados a cartabones foráneos y mucho menos sin previo análisis. Rol fundamental allí tiene el Instituto Nacional de Salud Mental y sus trabajos epidemiológicos que luego, sin duda, serán complementados por investigaciones clínicas originales y que irán más allá de la sola asociación estadística en base a criterios del DSM IV o 5.
Mientras tanto, Mama Cora Ocllo, habiendo vertido sus lágrimas todas en las venas de sus hijos, clama a nos que ha llegado el tiempo de enjugarlas.
"Mientras tanto, Mama Cora Ocllo, habiendo vertido sus lágrimas todas en las venas de sus hijos, clama a nos que ha llegado el tiempo de enjugarlas".
ResponderEliminar¿y quién es "nos" lizardo? porque esas lágrimas de la mama cora ocllo se han vertido en demasía y sí, es tiempo ya de enjugarlas... siempre y cuando sea sin pepas
Apasionante tema el que planteas en esta entrada, amigo Lizardo...
ResponderEliminarEn el año noventa y dos, del pasado siglo, con motivo del 5º Centenario del Descubrimiento, en España "eclosionaron" las publicaciones de los llamados "Historiadores de Indias". Las compré con fruición pero, lógicamente, no tuve tiempo de leerlas. Hoy he tomado de mi biblioteca uno de esos libros, le he quitado un poco de polvo que tenía, y he empezado a leerlo con ojos de médico. Creo que pueden ser una interesantísima fuente de información.
Gracias por estimular mi interés.
Nos somos todos aquellos que cabemos en 'nosotros'. Saludos.
ResponderEliminarDe nada, Dr. Doña, el tema es fecundo y uno de los apuntes más sugestivos del artículo es aquel de Elferink donde sugiere un mayor predominio de cuadros depresivos en el Perú precolombino frente a México, donde habrían campeado los cuadros de ansiedad más bien. Habrá que ver.
ResponderEliminarUn atento saludo.
ufa! que respuesta la que me diste, lizardo! me imagino que te demoraste en responderme y por eso es que recien la leo
ResponderEliminarya se sabe que "nos" somos nosotros, pero me referia a quienes somos esos nosotros y cómo es que se supone que vamos a enjugar esas lágrimas, y sobretodo, si lo vamos a hacer sin pepas, es decir, sin tener que medicarnos de por vida
No es eso, sino que aquella vez, como ahora, salí de viaje y por ello mi respuesta no fue inmediata. Desde luego que la postración del Perú no pasa por un escueto supuesto diagnóstico psiquiátrico y menos su solución por la prescripción de medicamentos. De hecho, en esa tarea social e histórica estará imbricada la respuesta al quién somos nosotros. Gracias por tu visita.
ResponderEliminargracias a ti, lizardo, por responder. nunca dejes de postear. me consuela leerte. me hace feliz encontrar tu poesia escondida entre los diferentes temas que tocas
ResponderEliminargracias! te leo
Gracias por el piropo. Me he sonrojado.;-)
ResponderEliminarContrariamente, pienso que era un pueblo vital y alegre, y que esa tristeza y melancolía devino luego de la conquista y su consecuente sometimiento. No por haber tomado casos aislados como el de Mama Cora Ocllo, la tercera Coya, que más encajaría dentro de la locura que de la depresión, se puede hacer una teoría de la predominancia depresiva del indígena. Antes pareciera que se quisieran encajar prejuicios actuales para justificarlos en crónicas aisladas, me refiero a Elferink y sobre todo a Hermilio Valdizán.
ResponderEliminarHay que ver el arte de la cultura precolombina para ver su vitalidad, por ejemplo la alegría armonía y arte de los tejidos Paracas, los huacos mochicas reflejan la forma tan natural como veían la sexualidad.
Human Poma de Ayala si bien de origen indígena, tenía mentalidad criolla, participó en las campañas contra la religión andina:
http://www.kb.dk/permalink/2006/poma/317/es/text/?open=id3087472
Saludos
Interesante sugerencia la que planteas, amigo anónimo: podríamos especular que todo pueblo que ha sufrido vejaciones durante su conquista y esclavitud, debiera experimentar cambios anímicos semejantes a los que tú planteas (verificar civilizaciones africanas, asiáticas o de Oceanía).
ResponderEliminarHay que tener en cuenta, obvio es, que no había un solo pueblo previo a la conquista en el Perú sino distintos y ver cuál es el ánimo prevalente de ellos hoy (si se pueden reconocer claramente sus descendientes).
Ah, y lo de la Coya parece haber sido una depresión psicótica (o sea una depresión con locura).
Muy interesante recibir tu visita y tu comentario.