martes, 18 de mayo de 2010

Apuntes




Suele pasar, cuando dialogamos con los estudiantes de medicina sobre las características de la delusión o delirio, que no pueden ellos hacerse una idea clara sobre la intensidad de la convicción en los pacientes delirantes. Les interrogo entonces sobre qué evidencias tienen ellos de que sus padres, papá y mamá, realmente son papá y mamá. Ni el parecido ni la temprana y larga convivencia son prendas de absoluta certidumbre, claro está, mucho menos el testimonio verbal. Ahora que el estándar es la 'evidencia' solamente una prueba de ADN lo sería cabalmente.

Pero ninguno de ellos se la haría ni aceptarían una pastilla para supuestamente darse cuenta de ninguna 'verdad' que no coincidiese con su 'verdad'.

Es que el paciente delirante, como ya ha sido descrito, no 'cree'. El paciente delirante 'sabe'.

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Otra experiencia docente que falta ejecutar, sobre todo hoy que campea el aprendizaje participativo y significativo, es respecto a la vivacidad, frescor sensorial, corporeidad y todas aquellas características de las alucinaciones que las hacen ser idénticas a las percepciones. Verbigracia, como ilustración de las alucinaciones auditivas, inclínese cada estudiante y acercándose al oído de su compañero en la carpeta delantera prorrumpa en susurrado caudal soez y coprolálico sin que se permita la detención o el evitamiento.

De cualquier manera, sólo pálido remedo de la vivencia desasosegante y perseguidora que el hombre alucinado experimenta.

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Cuán rápida, ante cada vez más frecuente pregunta: '¿Doctor, es normal....?' asoma nuestra premura en establecer normalidades. Más desconcertante esta premura si el interpelado es psiquiatra. ¿Es para calmar la ansiedad del paciente o es para calmar nuestra propia ansiedad? Me pregunto: ¿es esto normal...?

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Y para ilustrar esto último, este abrumador juego de espejos, una de El Sendra:





 Otros enlaces relacionados en el blog:

- Apuntes

- ¿Alucinas?



3 comentarios:

  1. Hola Lizandro:
    Me ha encantado esta entrada porque tambien he sido profesora y es particularmente complejo poder acercar a los estudiantes a las vivencias alucinatorias. Igual, cualquier tipo de aprendizaje vivencial es un palido reflejo de la realidad de los pacientes pero es mucho mejor que una conferencia verborreica.
    Creo que la frase: Es normal? Está a la orden del día en las consultas, incluso en personas "totalmente normales". No sería hora de preguntarnos porque las personas le temen tanto a la anormalidad? Por qué esa obsesión por ser normales cuando todos somos únicos?
    Un abrazo y un saludo desde el Rincón de la Psicología

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  2. Gracias, Jennifer: Déjame resaltar tu expresión: 'Porqué esa obsesión de ser normales cuando todos somos únicos...' Inobjetable. Muchas gracias por tu comentario.

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