Walter Freeman (sin J) en plena acción.
Por un momento, distraído de mis enciclopédicos conocimientos biobibliográficos de neurociencias y psiquiatría, temí que el infaustamente recordado Dr. Walter Freeman, ejecutante de lobotomías a granel a enfermos mentales entre los años 1940 y 1960, pudiese hallarse redivivo y pretendiera aggiornarse con la fachada de neurocientífico. Me sobrecogió el estupor ante la posibilidad de que el malhadado lobotomista fungiese hoy de estudioso de la mente, aburrido ya del picahielos y el martillo, y díjeme qué tal frescura (o qué vigorosa capacidad de renovación intelectual, para usar lo políticamente correcto). Pero no me había fijado en la J, -y además Don WJ tiene cara de viejito bueno y pese a los años no se le ve tan peladito-.
Walter J Freeman es un biólogo con estudios de medicina y filosofía dedicado a los estudios del funcionamiento cerebral y mental. En el libro cuya carátula aparece arriba, Freeman pretende ofrecer sus particulares vislumbres y hallazgos de la biología cerebral: cómo a partir del funcionamiento de miles y miles de neuronas es que puede originarse la compleja experiencia mental. Apela a la importancia de la búsqueda de significados como labor neural primordial más que al mero acúmulo de datos y trata de deslindar con el determinismo tanto genético y neuroquímico como sociobiológico. Algunos párrafos introductorios rezan más o menos así:
"Los neurogenetistas proclaman que tus genes determinan no sólo el color y forma de tu cuerpo sino también tu inteligencia, tu estado de ánimo, tu conducta sexual y hasta la frecuencia con que recurres a la violencia para cumplir con las metas legadas por tus ancestros, quienes ciegamente te dotaron con su carga genética. Los neurofarmacólogos ven a los cerebros como máquinas químicas que funcionan a base de moléculas transmisoras, receptoras y moduladoras. Así sufrir un transtorno mental y acudir por ayuda al neuropsiquiatra es como mandar arreglar un automóvil malogrado, que ni siquiera sabemos cómo funciona, a un supuesto experto en el que tampoco confiamos mucho. Al menos estos profesionales te ofrecen a veces la pizca de libertad entre la elección de tomar o no sus medicamentos prescritos. Pero incluso este resquicio de dignidad es arrebatado por los sociobiólogos quienes afirman que si aceptas el medicamento estás resignándote a la servil docilidad que se te impuso en tu temprana infancia, pero si rechazas el fármaco, estás incurriendo en el patrón típico de rebelión contra una figura de autoridad tiránica."
"Estas doctrinas de determinismo génetico o ambiental subyacen en el núcleo de la polémica 'nature-nurture' (naturaleza-crianza), ese prolongado debate sobre si tú te comportas de determinado modo porque naciste así o porque te criaron así. El problema con este argumento es que te impide la posibilidad de aportar tus propias contribuciones..."
"Estas doctrinas de determinismo génetico o ambiental subyacen en el núcleo de la polémica 'nature-nurture' (naturaleza-crianza), ese prolongado debate sobre si tú te comportas de determinado modo porque naciste así o porque te criaron así. El problema con este argumento es que te impide la posibilidad de aportar tus propias contribuciones..."
El libro es breve y de enriquecedora lectura y puede descargarse aquí.
¿Habrá pensado Walter J Freeman en su homónimo respecto a la carátula del libro -esa pareja de sillas, una al revés de la otra-? Ciertamente hay ahora una miríada de libros sobre neurociencias, sobre cerebro y la mente. Pero todavía el común de desconcertadas gentes seguimos con las sillas volteadas, o cojeantes, o dispuestas en corro musical que se interrumpe súbito sólo para constatar que uno se quedó sin silla mientras creía estar jugando.
Sin contar con aquella tentación latente por ahí de agarrar cerebros a martillazos.
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ENLACE:
-Howard Dully, el chibolito aquel de la lobotomía, ahora tiene su página electrónica para contratos.
Gracias.
ResponderEliminarNo hay por dónde.
ResponderEliminartanto como a martillazos, todavía no he llegado, pero a cocachazos... como que ya. creo que voy a ponerme un cartelito de mantenerse lejos cuando el color rojo se me suba a la cara
ResponderEliminarme quedé pensando en eso de los permisos para reproducir la foto, apuesto doble contra sencillo que no se lo pediste ¡qué voy a hacer contigo, lizardo? ayayayayay
ResponderEliminarNo se lo pude haber pedido porque en ese entonces no conocía de la página de Mr. Dully. Ciertamente solemos y suelo reparar poco en dichos temas y más allá de los principios del 'fair use', no me he documentado. También me he quedado pensando, consultaré con mis abogados.
ResponderEliminarHola, soy Sol de Argentina, muy interesante tu blog! estoy pasando seuido.
ResponderEliminarSaludos
Hola Sol:
ResponderEliminarGracias por venir por aquí. Bienvenida siempre.