martes, 4 de agosto de 2009

Publicidad 'vintage' de psicofármacos



Así, de pasada, nos hemos encontrado con la página electrónica denominada 'The Japanese Gallery of Psychiatric Art': cuando imaginábamos un deleitoso repositorio de obras pictóricas efectuadas por pacientes psiquiátricos de la tierra del sol naciente, advertimos que se trata más bien de una pequeña colección de avisos nipones de psicofármacos.

De hecho, muchas de las imágenes son cautivadoras por ofrecer esa característica iconografía japonesa que entremezcla elementos cuasi oníricos a la manera de surreales boutades nimbadas por un radiante halo poético. Véase sino, entre otros, el aviso del antidepresivo 'Noritren' (nortriptilina) y los del antipsicótico 'Serenace' (el clásico de clásicos, haloperidol).





La versión de la página en idioma japonés es más amplia y contiene memorables íconos como estos -rodeados de la sobrecogedora caligrafía nipona son realmente muy sugestivos-. Primero, la inefable tortuga marina y voladora del antipsicótico Melleril (Tioridazina):



O la misteriosa muñeca de malévola apariencia, del antipsicótico 'Linton' (haloperidol):



Y, más reciente, la almibarada, empalagosa publicidad del hipnótico benzodiazepínico 'Doral' (quazepam):


La galería japonesa reconoce emular a una extinta 'American Gallery of Psychiatric Art' (cuyos escombros ciberespaciales pueden visitarse aquí).

De esta última, rescatamos un par de imágenes que documentan en cierto modo la evolución histórica y social de las concepciones psicofarmacológicas y psiquiátricas como elementos inalienables de su cultura y de su época. Por ejemplo el aviso del año 1963 del antidepresivo 'Elavil' (amitriptilina), aún en época de auge psicoanalítico, anuncia con cautela el fármaco y sólo como un obsequioso complemento de la entonces imprescindible psicoterapia psicoanalítica -a ver qué psicofármaco se publicita así hoy en día-.




ELAVIL HCl (Amitriptyline).- La psicoterapia en los estados depresivos, sea psicoterapia meramente de soporte o intensiva, usualmente es facilitada por el uso concomitante de ELAVIL, antidepresivo que no inhibe la mono-aminooxidasa.
ELAVIL puede aliviar el insomnio tempranamente en el curso de la terapia, y este beneficio para el paciente propiciará el establecimiento de un buen rapport.
En pacientes con depresión agitada o ansiosa, frecuentemente resistentes a la psicoterapia, la acción calmante de la ansiedad que posee ELAVIL es francamente ventajosa. De ser necesario, la relajación puede lograrse en la mayoría de pacientes con ELAVIL parenteral en sólo 15 a 30 minutos.
La acción antidepresiva de ELAVIL puede obviar el uso de terapia electroconvulsiva en pacientes seleccionados, así se evitará adicionalmente la pérdida de insight y aturdimiento consecutivos al electrochoque. Cuando es imprescindible el electrochoque, ELAVIL puede reducir el número requerido de aplicaciones y, posteriormente, facilitará una medicación de mantenimiento bien tolerada como soporte de la rehabilitación psicoterapéutica.


Otro clásico de la psicofarmacología de aquellas épocas -con marcado apogeo en los años 1950- es el Dexamyl: combinación de una droga estimulante: la dextroanfetamina, y una droga sedativa: la amilbarbitona. Aunque podría parecer una combinación irracional, hacía furor en aquellas épocas y David Healy, historiador de la psicofarmacología, defiende el uso de aquella combinación como poco adictiva, poco tóxica, además de argumentar que los problemas y tensiones de la vida diaria en ese entonces eran a veces tratados inadecuadamente con tranquilizantes, pero hoy vemos a tales contingencias como 'enfermedades verdaderas y correctamente tratadas con antidepresivos'. La publicidad glorificaba al ama de casa feliz, casi bailando con su aspiradora, luego de propinarse su dosis de Dexamyl:




DEXAMYL Spansule (marca de dextroanfetamina y amobarbital).- DEXAMYL se ha usado exitosamente por más de una década y, en su forma de liberación continua, desde hace ya seis años. Una sola cápsula de DEXAMYL Spansule, tomada por la mañana, provee todo un día de beneficio terapéutico. Y la elevación del estado de ánimo usualmente se produce luego de 30 a 60 minutos.
DEXAMYL es especialmente valioso en pacientes deprimidos y verbalmente inhibidos. Drayton (1) afirma: "DEXAMYL no sólo ejerce un efecto antidepresivo directo tal que la penumbra de la depresión es desvanecida sino que también torna al paciente más abordable y comunicativo."
(1) Drayton W Jr. Pennsylvania M J. 51: 949.

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Pero así como hay publicidad 'vintage', también hay publicidad más reciente, de hecho, futurista, no tan artística pero más pragmática, más 'agresiva', más directa. Publicidad que actúa casi encañonándonos e intimándonos de manera poco sutil: "O la bolsa o la vida."


4 comentarios:

  1. Y eso que no estamos considerando lo que se dice en las ceremonias (y espectáculos)de lanzamiento de los 'nuevos' fármacos.

    Saludos y felicitaciones por acuciosa revisión.

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  2. El haloperidol da mal rollo. Supongo que la muñequita se llama "Diski".

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  3. Tony Chávez Uceda5 de agosto de 2009, 11:52

    Por qué será que hasta ahora no he visto la imagen de un cerebro en las publicidades de psicofármacos??? Una foto como esta por ejemplo

    http://www.dailygalaxy.com/photos/uncategorized/2008/03/24/brain_power_memory_2_3.jpg

    Es basntante estilizada y me parece apropiada.

    Pero claro, están los pseudo científicos, aquellos que luchan contra el conocimiento y la ciencia, esos que tienen miedo de aceptar que la mente es producto de la acción cerebral, que no existe ni alma ni espíritu, que es ese fabuloso órgano, el autor de todo lo que somos, incluso de los delirios alucinantes como dios, o ilusionantes, como Jesucristo.

    O tal vez la industria farmacéutica tenga miedo de convertir en tangible aquello que es negocio siendo intangible, espiritual, incongnoscible, incomprensible, agnóstico, anheurístico, es decir, psicológico.

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  4. No creo, a decir verdad, que las companías de publicidad estén llenas de esos pseudocientíficos con tales malévolos propósitos. Mas bien, la publicidad pretende vender apelando a íconos culturales en boga o que subliminalmente convenzan de lo maravilloso e imprescindible de los productos que publicitan. Y habría que ver si se debe mostrar directamente o se puede aludir indirectamente al cerebro para lograr el mejor efecto publicitario. Pues la salud mental, aunque uno de sus sustratos sea el cerebro, no se restringe a él ciertamente.
    Gracias por sus comentarios.

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