miércoles, 17 de diciembre de 2008

Un texto de Reinaldo Arenas



ENTREMESES

El hombre
es un engendro deplorable
pues teniendo alma, tiene, no obstante
un horario de ocho horas
cosa que no tiene el discriminado
animal.

El hombre
es realmente un amasijo espantoso
pues viviendo sólo para ser libre
no puede siquiera dejar el sitio
que más aborrece, cosa que bien
puede hacer la bestia más
torpe.

El hombre
es indiscutiblemente una calamidad diabólica
pues sabiéndose mortal, que ha de envejecer
que será pasto de gusanos y luego polvo
cosa que, dicen, ignoran todas las bestias,
tiene sin embargo que buscarse (y con
cuánto afán) día a día el sustento
como los demás animales
aunque con más
dificul-
tad.

El hombre
es realmente un producto del maquiavelismo
mayor, pues sabiendo que existe el infinito
es el único ser que se sabe
finito.

El hombre
es de todas las alimañas la más aborrecible,
pues convencido de que para todo
existe la irrevocable muerte,
mata.

El hombre
es de todas las calamidades la más lamentable,
pues habiendo inventado el amor se desen-
vuelve en el plano de la
hipocresía.

El hombre,
es de todos los bichos el más asqueroso,
pues produciendo las mismas escorias que
el resto de las demás bestias, aunque más
hediondas, construye bóvedas y tapiados
recintos para
guardarlas.

El hombre
es realmente algo que merece nuestro
más profundo estupor, pues sabiendo
que más allá de la muerte está
la muerte no cesa de pro-
mulgar resoluciones
que restringen su
efímera
vida.

El hombre es de todos los monstruos el que hay que tratar
con más recelo, pues aunque su inteligencia
no le sirve para superar su condición
monstruosa sí le ayuda a
perfeccionarla.

El hombre
es sin duda la más alarmante de todas las invenciones:
hecho para la meditación, no llega jamás a una
conclusión definitiva que lo salve. Hecho
para el placer, persigue y condena
todo aquello que pudiera
proporcionárselo.

El hombre
es realmente algo que merece
nuestro repudio más minucioso:
habiendo padecido todas
las calamidades
no hace sino
repetirse.

Pero
el hombre contemporáneo, el más viejo hasta ahora conocido,
es un engendro más abominable y lastimoso, pues percibiendo
los mismos deseos y las mismas sensaciones que el pagano
carga con los inhumanos andariveles
del cristianismo. Y del mar-
xismo aun cuando le pese,
es decir, aun cuando no
crea en Dios ni haya
leído a Carlos
Marx.

Ah, el hombre,
algo dudoso y ridículo que merece
nuestra más desconfiada observación:
habiendo inventado a Dios, la filosofía,
y otros crímenes citables
se ve obligado a entrar en su cabaña
pues un mosquito ronronea ante su
nariz.


Reinaldo Arenas (no, no el actor peruano reencarnación oficial de Túpac Amaru), fue un escritor cubano nacido en 1943. Participante de la revolución cubana, fue luego perseguido por ésta -llegando a purgar carcelería- a raíz de su postura disidente y su homosexualidad expresa. Salió expulsado de la isla en 1980 y se estableció en Nueva York donde contrajo el VIH en 1987. Murió por voluntad propia en 1990.

El año 2000, Javier Bardem actuó en el papel del malogrado escritor en la película basada en su autobiografía Antes que anochezca (Before Night Falls) y resultó nominado al Óscar a Mejor Actor el año 2001.

El texto es extraído de su novela Otra vez el mar (1982).

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