jueves, 29 de abril de 2010

El silencio



Nunca tuve habilidades quirúrgicas siquiera medianas pero me sorprendo ahora por la facilidad con que uso 'la tijera' en esta bitácora. Obviamente tal recurso denuncia simultáneamente mi dificultad con otras más elaboradas artes, por ejemplo...

Pero lo que importa -digo, es un decir- es que haya de dónde cortar y no nos gane el shhhhhh... ¿o no?





Tremendo Quino














En estos días de mudanza, nada como apelar a un infalible -pero no a un psiquiatra infalible, lo que es insufrible- sino al siempre bienvenido y bienquerible papá de Mafalda, el humorista Quino.


Enlace:

- Página oficial de Quino.



martes, 27 de abril de 2010

Noticias frescas desde Macondo






Aunque el realismo mágico desplegado magistralmente por García Márquez ha sido declarado literariamente extinguido, clausurado y superado por sus nietos en el oficio -quienes trocaron humorísticamente el Macondo de Cien Años de Soledad en el iconoclasta McOndo-, tal parece que improvisados y espontáneos seguidores de Gabo en nuestro medio han decidido llevar el realismo mágico más allá de lo meramente libresco. Aunque hasta el hartazgo se ha dicho que la realidad puede superar a la ficción, aquí sí que se lo han tomado en serio. Veamos porqué: 






Hace pocos días un caballero X, de manera súbita y extrañamente rápida, consiguió una orden judicial y policial para 'recuperar' un área del terreno del Hospital Hermilio Valdizán que supuestamente le pertenece. Y con briosa elegancia y vehemencia digna de mejor causa, se apersonó con un grupo de personas extrañas quienes perpetraron a combazos un forado en el cerco perimétrico del hospital  mientras las 'fuerzas del orden' esparcían graciosamente por doquier gases lacrimógenos. Ni más ni menos.

Aquí hay otro cuento peregrino, qué duda cabe: "Este manicomio es mío""La guerra por el manicomio"; es cuestión de escoger el título y pasarle la voz a Gabo.

Por supuesto, en el culto involuntario al realismo mágico, nuestro centro de labores, el Instituto Nacional de Salud Mental, no quiere ni puede quedarse atrás: aunque no merecedora de un titular por poco espectacular y casi  consuetudinaria, la clamorosa falta de medicamentos indispensables hace largas semanas para resolver inclusive hasta las más elementales EMERGENCIAS psiquiátricas (por ejemplo, haloperidol o diazepam en ampollas), convertiría la faz de Gabo en una especie de farola intermitente: ora palideciendo de envidia por el derroche de 'realismo mágico' de nuestras autoridades, ora ruborizándose de vergüenza ajena por semejante récord de indiferencia e/o incompetencia.



Otros enlaces relacionados en el blog:



domingo, 25 de abril de 2010

CRAZY / Gnarls Barkley





Portada del sencillo Crazy (2006).

Me ha gustado y entusiasmado esta canción.  Para variar la tónica de este blog, la pieza en mención no es una novedad pues data del 2006. Pero una canción  con este título, con la letra precisa y su pegajosa melodía que exhiben vocación de himno, además del hermoso e inspirado videoclip basado en el Test de Rorschach -el que merece revisarse una y otra vez- no podía pasar por alto en esta bitácora.

'Crazyocupó primeros lugares de popularidad en diversas listas alrededor del mundo durante el año de su aparición. Fue el primer sencillo del álbum St. Elsewhere, y lanzó al estrellato al  dueto Gnarls Barkley, conformado por Danger Mouse (Brian Burton) y Cee-Lo Green (Thomas Callaway).

Basta de soliloquios. La letra es de Burton, Callaway y Reverberi.



Cee-Lo Green y Danger Mouse



CRAZY


I remember when, I remember
I remember when I lost my mind
There was something so pleasant about that place
Even your emotions have an echo in so much space


And when you're out there without care
Yeah, I was out of touch
But it wasn't because I didn't know enough
I just knew too much


Does that make me crazy?
Does that make me crazy?
Does that make me crazy?
Possibly


And I hope that you are
Having the time of your life
But think twice
That's my only advice


Come on now, who do you
Who do you, who do you, who do you think you are?
Ha ha ha, bless your soul
You really think you're in control?


Well, I think you're crazy
I think you're crazy
I think you're crazy
Just like me


My heroes had the heart
To lose their lives out on a limb
And all I remember
Is thinking, I want to be like them


Ever since I was little
Ever since I was little
It looked like fun
And it's no coincidence I've come
And I can die when I'm done


But maybe I'm crazy
Maybe you're crazy
Maybe we're crazy
Probably




Loco
(versión de Google Translate)


Yo recuerdo, recuerdo, recuerdo cuando
Perdí la razón,
Tenía algo de agradable aquel sitio,
Hasta las emociones tienen eco en tan amplio lugar ...


Y cuando estás allí sin precauciones...
Cierto, yo había perdido contacto
Pero no fue porque me faltase saber
Era que yo sabía demás


¿Y eso me hace loco?
¿Y eso me hace loco?
¿Y por eso soy un loco?
Ok. Tal vez


Espero que estés aprovechando
Los días y tu vida
Pero piénsalo más de una vez
No digo más


De acuerdo, a ver quién, dime quién,
¿Quién crees tú que eres?
Ja, ja, ja, bendita almita tuya,
¿De veras crees tener el control?


Bueno, yo digo que estás loco,
Digo que estás loco,
Tú estás loco
Igual que yo


Mis héroes eran aquellos que luchan
De corazón y dejan todo
Y me recuerdo
Pensando: yo quiero ser como ellos


Desde que yo era un niño
Un niño pequeño
Yo quería ser así
Y no es casualidad: aquí estoy


Y tal vez estoy loco yo
Tal vez estás loco tú
O tal vez estamos locos todos
Sí. Tal vez











ENLACE:


- Video en Youtube.





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Con un saludo para César Vejarano, entrañable amigo y colega a quien debemos la noticia.

viernes, 23 de abril de 2010

Recuerdo del Quijote




Don Quijote leyendo libros de caballería, grabado de Doré.


Inevitablemente circunscritos a esta especie de calendario cívico escolar y a recordar cada efeméride con una entrada, la de hoy ciertamente reviste particular importancia: 23 de abril, Día Internacional del Libro y conmemoración de la muerte de Don Miguel de Cervantes Saavedra.

Imposible evocar a Don Miguel sin que emerja también El Caballero de la Triste Figura. A Don Quijote de la Mancha se le ha diagnosticado -haciendo el  azaroso ejercicio de ensayar diagnósticos sobre un personaje literario- de monomanía, paranoia, psicosis pasional, parafrenia fantástica, manía delirante, psicosis maniaco-depresiva, hipomanía, mitomanía histérica, demencia presenil, demencia de Lewy... Hasta se ha elucubrado que la supuesta psicosis del Quijote, al haber sido compartida por Sancho Panza, constituiría rotundo ejemplo de folié a deux...  Se podrían reconstruir los devaneos de la nosografía psiquiátrica con tales asertos diagnósticos.

Por suerte otro Don Miguel, esta vez Unamuno, puso la piedra de toque: "De todos los comentaristas del Quijote no hay peores que los médicos: rápidamente ellos escrutan el tipo de locura que tuvo Don Quijote, su etiología, sus síntomas y proponen inclusive la terapia."

Y de terapia, cómo no, si ahí está el famosísimo Bálsamo de Fierabrás, en cierto modo precursor de las modernas drogas farmacéuticas  -mas no de Big Pharma, desde luego-.

Pero todo eso lo podemos revisar en el artículo de López-Muñoz y cols. enlazado abajo. Antes resaltemos las sencillas palabras del escritor mexicano José Emilio Pacheco,  quien recibió hoy el Premio Cervantes en el paraninfo de la Universidad de Alcalá de Henares: "Me gustaría que el Premio Cervantes hubiera sido para Cervantes..."

Pacheco concluyó su discurso afirmando: “Todo cambia día a día, todo se corrompe, todo se destruye... pero en medio de la catástrofe, al centro del horror que nos cerca por todas partes, siguen en pie, y hoy como nunca son capaces de darnos respuestas, el misterio y la gloria del Quijote”.

Sin duda Don Miguel habría sonreído azorado escuchando a su distante evocador. Pero también se habría conmovido ante la sencillez y campechanía del bardo mexicano que enaltecen el historial del premio que lleva su nombre.



ENLACES:

- López-Múñoz F, García-García P, Álamo C. The virtue of that precious balsam...: approach to Don Quixote from the psychopharmacological perspective. Actas Esp Psiquiatr 2007;35(3):149-161.

- Video del discurso de José Emilio Pacheco en la ceremonia de premiación (Vía RTVE).





Otros enlaces relacionados en el blog:


jueves, 22 de abril de 2010

Apuntes






REVISAR el rol del antidepresivo como objeto sacro, partícipe de la transferencia del paciente ante el rol del terapeuta como figura de autoridad: 'si no tomo la tableta mejor no retorno a consulta'... Desacralizar el fármaco, enfatizar que el médico no se va a enojar si no se 'cumple' con la pastilla, que de todas maneras el médico seguirá allí, con o sin pastilla...

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EL MOMENTO en que el colega o profesionista de éxito -que ha llevado a su hijo adolescente a consulta-  se entera intempestivamente que el hijo consume drogas o que la virginal hija ya no lo es. Su conmovedora barricada, su penosísimo argumento: 'Doctor, pero a mi hijo nunca le ha faltado nada...' 

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LA SENCILLEZ con que se confunde entre tantos pacientes -y terapeutas- 'ser fuerte' y ser 'de hierro': invulnerable, indoblegable, sin fisuras, sin debilidad alguna, sin resquicios de fragilidad o de indefensa víscera.

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EL APRESURAMIENTO en indicar el medicamento como recurso mágico para la certeza o la certidumbre del terapeuta pero también como inevitable fuente de posterior recelo y alejamiento del paciente: propiciar mas bien la duda, el cuestionamiento, la amplitud. No iniciar el antidepresivo en la primera consulta. Iniciar mejor la apertura...

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EL GRAVE instante en que inusitado paciente preguntón abandona su consuetudinaria postura pasiva y lanza la interrogante del millón: '¿Por qué, Doctor, ahora nos deprimimos más? No sólo yo, todos...' Parquedad de la explicación, insolvencia de la argumentación acostumbrada, apocamiento...

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EEEEEEEHHHHH.....

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DE LA DIFICULTAD de escribir la historia de la psicoterapia. De la facilidad de escribir alguna historia de los psicofármacos.

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ESTA módica costumbre de (re) descubrir la pólvora.

Pero la imprescindible necesidad de avistar la posible deflagración en cada consulta, en cada paciente, en cada ser, en cada día...


miércoles, 21 de abril de 2010

Efectos psicosociales en farmacología








Revisando antiguos papeles para mudanza inminente hallo fotocopias de antiguo proyecto de tesis de pregrado: psicosomática, somatopsiquia, conversión, histeria, interfase mente-cuerpo. Temas todos elusivos como el pececillo de plata que se escabulle entre los viejos folios mientras los hojeo. Por cierto, a un tema más prosaico y expeditivo fue consagrado finalmente mi trabajillo de graduación.

Rescato entre la ruma mohosa y polvorienta un artículo cuyo cuadro principal transcribo. Aunque pintorescos resultan varios epítetos, resulta interesante ver cómo y de cuán diversos modos se ha descrito la influencia de lo psíquico y lo social y lo cultural en aspectos de hard science como la farmacología. Huelga constatar que no son solamente las estructuras moleculares o las sutilezas del engarce al receptor aquellas realidades que cuentan, y muchos menos aún tratándose de psicofármacos.

Esa imagen allá arriba se me antoja decidora: fauces abiertas en el cráneo para tragar ávida la píldora, boca que renuncia a la palabra y es circunscrita a su trabajo deglutorio. Parece tan obvio pero lastimosamente muchas veces no lo es.

Husmeo entre otra ruma de documentos amarillos. Ahora que las publicaciones son electrónicas sin duda será literalmente imposible que se tornen amarillas por la acidez del papel o la impertinencia de los hongos. No será así entonces para aquel meta-análisis de Kirsch y cols.: Initial Severity and Antidepressant Benefits: A Meta-Analysis of Data Submitted to the Food and Drug Administration, en que se cuestionaba la utilidad clínica de los antidepresivos, sobre todo en los episodios depresivos más leves, incorporando al análisis no sólo los datos publicados en revistas sino incluyendo además aquellos no divulgados adrede. Hubo una escueta discusión en los corros académicos de la localidad cuando fue divulgada la noticia, de hecho el artículo fue criticado inicialmente y de modo acre en su versión periodística y sin revisar siquiera el artículo completo. Pero cuando esto último se hizo, apelóse a sofisticados refinamientos para desvirtuarlo, invalidarlo y arrojarlo al cesto. Que sin duda el artículo tenía defectos, quién lo duda, desde que era obra humana y no divina. Pero  aunque fuese solamente un grano de verdad el que albergaba, tal ápice fue ignorado. Luego los autores del meta-análisis publicaron un interesante recuento de las distintas reacciones ante el artículo suyo que había osado retar la 'sabiduría heredada' y que vale la pena leer: Challenging Received Wisdom: Antidepressants and the Placebo Effect.

Cercado, abrumado entre papelería abundosa en demasía, constato dificultades de mudanza. Consuélome pensando que más difícil que mudarse de vivienda es mudarse de hábitos, de esquemas, de costumbres. Pero este consuelo mas bien me desasosiega. Esas fauces abiertas en el vértex del cerebro me inquietan: hambrientas, mudas, ¿mudas? Y el destellante pececillo de plata nuevamente se me escapa.

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EFECTOS PSICOSOCIALES EN FARMACOLOGÍA

A.- Efectos que inciden en la respuesta terapéutica


1. Efecto placebo
La administración de una sustancia inerte determina efectos clínicos significativos que, en una proporción variable de sujetos, y en determinadas patologías, permiten su comparación a los de un fármaco de referencia. El diseño doble ciego y sus derivados pretenden que dicho efecto no dependa de la motivación ni de las expectativas.

2. Efecto nocebo
La administración de una sustancia inerte determina efectos adversos significativos, que en una proporción variable de sujetos, y en determinadas patologías, permiten su comparación a los de un fármaco de referencia. El diseño doble ciego y sus derivados pretenden que dicho efecto no dependa de la motivación ni de las expectativas.

3. Efecto Hawthorne
Una fuerte motivación de los sujetos de un estudio y/o del personal investigador condiciona el resultado final de una investigación.

4. Efecto de complacencia
El deseo de presentar resultados positivos por parte del investigador puede condicionar una tasa anormalmente alta de los mismos.

5. Efecto Edipo
En determinadas circunstancias, una fuerte expectativa del médico sobre un fármaco influye de forma significativa en la respuesta terapéutica del paciente. Un vaticinio oracular acaba por producir el propio efecto que vaticina.

6. Efecto Lourdes
En determinadas circunstancias, una fuerte expectativa del paciente sobre un fármaco influye de forma significativa en la respuesta terapéutica.


B.- Efectos que inciden en las pautas de prescripción


1. Efecto CNN (media effect)
En determinadas circunstancias, una noticia de los medios de comunicación prima sobre el conocimiento científico disponible en la materia, incluso en los propios profesionales.

2. Efecto avestruz
En determinadas circunstancias, el conocimiento preciso y detallado de los efectos secundarios y de las contraindicaciones parciales de un fármaco, determina por parte del médico la elección de un producto alternativo sobre el que la información científica es insuficiente o escasa.

3. Efecto del predicador
En determinadas circunstancias, las creencias de un experto priman sobre la evidencia científica en las pautas de prescripción y en la toma de decisiones administrativas.

4. Efecto del chivo expiatorio
En condiciones de estigmatización de un grupo farmacológico, un solo producto puede ser foco de las críticas y ser retirado, aún cuando sus características no difieran sustancialmente de las del resto de la familia.

5. Efecto tomate
En determinadas circunstancias, un fármaco de demostrada eficacia clínica es rechazado según creencias no científicas o un insuficiente conocimiento sobre su mecanismo de acción.


Tomado de: Salvador-Carulla L, Leonsegui I. Efectos psicosociales en farmacología: ¿algo más que una anécdota? Med Clin (Barc) 1995; 105: 464-469.






Enlaces:

- Versión del artículo en inglés: Salvador-Carulla L, Rodríguez Blásquez C. Psychosocial Modifiers of Drug Prescription: The Hidden Face of Pharmacology? Pharmacoepidemiology and Drug Safety 1998; 7: 23-29. (Vía Scribd).


Otras entradas relacionadas en el blog:

- San Jerónimo, patrono del placebo, socórrenos.

lunes, 19 de abril de 2010

'Apúrense, por favor' - Un cuento de Pilar Dughi









Eran casi las siete de la noche cuando Milton Peña bajó la cortina de la sala y encendió el decimocuarto cigarrillo del día. Levantó el auricular del teléfono y vaciló unos segundos antes de volver a colgarlo. Se levantó inquieto y comenzó a pasear por el recinto.

-Papá, ¿Por qué está todo oscuro?- preguntó su hija de siete años.

Milton echó una larga bocanada de humo.

-Vete a tu cuarto- dijo secamente.

-Tengo miedo. Todo está oscuro- repitió la niña.

Milton prendió una de las velas que estaban encima del aparador y se la entregó a la niña.

-Ahora ya no tendrás miedo- le dijo. Le acarició la cabeza y la empujó hacia el pasillo-. Anda, espérame en tu cuarto.

La niña cogió la vela y titubeó.

-¿Vendrás?

-Claro, espérame allá-contestó él.

Su hija caminó lentamente por el pasillo e ingresó a una habitación del fondo. Milton cerró la puerta de la sala que comunicaba con los dormitorios y se dirigió de nuevo al teléfono. Marcó un número.

-¿Aló?- dijo en voz baja.

-¿Sí?

-Mamá, soy yo, ya terminé de cerrar las puertas.

-¿Terminaste qué? Hijo, no te entiendo, debe ser el teléfono, nunca te escucho bien.

-Todos vamos a estar tranquilos.

-Habla más alto. No sé por qué te empeñas en vivir en Cienaguilla. Todas las líneas telefónicas están pésimas.

-¿Recuerdas lo que te dije ayer?

-Estoy preocupada, hijo, no me gusta que estés allá, tan lejos y tan solo.

-Nadie nos va a molestar en el futuro.

-Hijo, ¿Por qué no te vienes? ¿Dónde está Enriqueta?

-En su dormitorio.

-¿Y la empleada?

-Se fue, mamá.

-Pero, ¿Por qué no me has avisado? ¿Estás solo con Enriqueta?

-Sí mamá, ya te dije.

-Vente inmediatamente.

-No mamá, estoy donde debo estar y nadie me va a sacar de aquí.

-Yo no digo eso hijo, es que debes venir a vivir aquí conmigo.

-Estás equivocada.

-Pero si ya te han cortado la luz y el agua, es peligroso que estés allá. Hijo, por favor, escúchame, obedéceme. Tienes que venir.

-Adiós mamá, quería despedirme de ti.

-Hijo, ¿aló?

La mujer escuchó el clic del teléfono, su hijo había colgado. Entonces ella marcó otro número.

-¿Aló? ¿Marina?

-Si, ¿quién habla?

-Soy Edelmira- exclamó la mujer-. Estoy preocupada, no sé qué hacer. Milton ha despedido a la empleada y se ha quedado en la casa con Enriqueta.

-Bueno, pero ¿qué tiene de malo?

-Después del episodio de los cuadros me parece que no está bien. ¿Cómo va a vivir a oscuras, solo con una niña de siete años?. Además se ha comido todas las uñas de las manos.

-¿Quién?

-Milton.

-Ah. ¿Tienes el teléfono del médico que lo ve?

-Sí. Tengo miedo. Marina, ¿se estará volviendo loco?

-¿Sabes si lleva el arma?

-Claro, nunca la abandona.

-Llama al doctor y cuéntale. Él te puede decir qué hacer. Me llamas después.

-¿No puedes ir tú en el carro?

-¿Ahora? ¿A Cienaguilla?

-Sí, por favor, Marina, puede pasar una desgracia.

-Pero me va a echar de ahí. ¿Con qué pretexto me aparezco?

-Dile que yo te mandé.

-Mejor primero llama al médico. Tal vez te estés precipitando.

La mujer comenzó a buscar en su agenda el número de teléfono del médico. Recordaba haberlo anotado en un papel suelto.

-No encuentro el teléfono- dijo.

-Cálmate- contestó la otra-, ahora cuelgo. Busca el teléfono, llámalo e inmediatamente me vuelves a llamar.

Colgaron. La mujer no encontraba el papel. Estaba sentada en una silla de ruedas porque sufría de artritis desde hacía más de quince años. Sus piernas, inutilizadas, estaban adelgazadas y encogidas. Hizo rodar la silla diestramente hacia un anaquel en el centro de la sala y revisó algunos cuadernos donde también solía anotar teléfonos. Encontró el número y regresó al teléfono.

-¿Aló? ¿El doctor Ruiz?

-Un momento, por favor.

Esperó unos segundos y rogó que el doctor se encontrara en su consultorio. Sabía que atendía hasta tarde porque una vez su hijo había tenido una cita a las nueve de la noche.

-¿Aló?- una voz masculina le contestó.

-Doctor Ruiz, soy la madre de su paciente, Milton Peña. Doctor, disculpe que lo llame para molestarlo, pero creo que mi hijo está mal. Se ha comido todas las uñas de las manos. Ahora se ha quedado solo en su casa de Cienaguilla con mi nieta y están a oscuras. Después de lo que hizo la semana pasada tengo miedo de que se esté volviendo loco.

-¿Qué hizo la semana pasada?

-Lo de los cuadros, doctor.

-Ah, eso. Sí, claro. No, no es conveniente que esté solo.

-¿Qué hago entonces doctor?

-¿Lo ha llamado por teléfono?

-Sí, me dice que todo va a estar bien. Pero me parece raro que me llame para eso.

-¿Qué más le dijo?

-Que quería despedirse de mí.

-Bueno, a ver, déjeme pensar. ¿Cuándo lo ha visto usted por última vez?

-Hace una semana, doctor, estoy desesperada, ¿llamo a la policía?

-Espere, yo lo voy a llamar por teléfono.

-¿Se puede volver loco, doctor? Él tiene un arma, doctor.

-Hablaré con él y después la llamo, señora.

La mujer colgó. Empezó a dar vueltas alrededor de la sala con la silla de ruedas. Miró su reloj. Eran las siete y veinte de la noche. Había pasado ya demasiado tiempo. La campana del teléfono repicó. Se dirigió velozmente hacia él y levantó el auricular.

-Soy el doctor Ruiz, señora. Acabo de hablar con su hijo. Dígame, ¿tiene usted algún pariente que pueda ir a verlo?

-¿Por qué? ¿Qué ha pasado?

-Nada, nada. Pero es mejor que no esté solo allá. No lo digo por hoy sino que en realidad me parece que no debe vivir en esa soledad por el momento. Y menos si está armado.

-¿Está loco? Por Dios, dígamelo.

-Señora, ¿Usted tiene algún pariente con el que podamos contar?

-Una amiga va a ir. Pero ¿no sería mejor llamar a la policía?

-Su amiga, ¿no puede ir acompañada?

-Voy a llamar a la policía.

-Yo acompañaré a su amiga. Deme el teléfono de ella.

La mujer se lo dio.

-Usted espere. Yo iré con ella dentro de media hora.

-Pero va a ser demasiado tarde.

-Lo haré lo antes posible.

Colgó. El teléfono volvió a repicar.

-¿Edelmira?

-Marina, cuelga, por favor. Acabo de hablar con el doctor. Yo creo que Milton está loco. Cuelga porque el doctor te va a hablar enseguida.

-Ya. Pero Milton está armado. Nos va a disparar.

-Marina, cuelga. Anda con el doctor allá.

-Creo que hay que llamar a la policía.

-¡Marina son casi las ocho!

-Edelmira, llama primero a radio patrulla. Después a Milton, entretenlo. Convérsale. Dile cualquier cosa para hacer tiempo.

-Está bien.

Edelmira colgó el teléfono y volvió a marcar el número de Milton. Nadie contestaba. Quizás me he equivocado de número, pensó. Volvió a marcar.

-¿Aló?

-Enriqueta, hijita ¿estás bien?, ¿dónde está tu papá?

-En mi cuarto.

-¿Qué está haciendo?

-Nada.

-¿Cómo que no hace nada? ¿Cómo está?

-Sentado, me lee un cuento.

-Enriqueta, llámalo rápido.

La mujer esperó. Estuvo así un buen rato pero luego escuchó el clic del teléfono. Se ha cortado la línea o él ha colgado, se dijo. Malditas líneas, siempre pasa lo mismo, se corta la comunicación, pensó. Volvió a llamar pero sonaba ocupado. Colgó. El timbre del teléfono volvió a sonar.

-¿Aló?

-Edelmira, el doctor no me ha llamado todavía. Dame su teléfono, yo lo llamo.

-Espérate un segundo, aquí está. Por favor, vayan inmediatamente.

-¿Has llamado a la policía?

-Voy a llamar en este instante. Aunque tengo miedo, ¿y si se pone mal si ve a los policías?

-¿Y si nos dispara a nosotros?

-No creo. Acabo de hablar con Enriqueta. Dice que su papá le está leyendo un cuento. Voy a volver a llamarlo.

-Edelmira, llama a la policía por favor.

-Pero creo que es mejor que ustedes lleguen primero.

-Cienaguilla está muy lejos y ni siquiera sé cuánto tiempo se va a demorar el doctor en venir. ¿Por qué no va él solo?

-Es que él no sabe cómo llegar a la casa. Tú, en cambio, conoces.

-Bueno, voy a llamar al doctor.

Marina colgó. Edelmira volvió a marcar el teléfono. Seguía sonando ocupado. ¿Lo ha dejado descolgado?, pensó. Insistió y volvió a escuchar el irritante sonido. Abrió la guía telefónica y buscó. Patrulla de Emergencias.

-¿Aló? Por favor, se trata de una urgencia, es urgente.

-¿Sí? Dígame que pasa.

-Mi hijo está loco, señorita. Está encerrado en una casa a oscuras con una niña y está armado. Por favor, tienen que ir inmediatamente. Puede ocurrir una desgracia.

-Espérese señora. ¿Cómo se llama usted?

-Edelmira Quintana.

-¿Dónde vive?

-Señorita, mi hijo vive en Cienaguilla, por favor no se demoren. Es de vida o muerte.

-Señora, tiene que llamar a la comisaría de Cienaguilla. Ellos pueden ir más rápido.

-¿Cuál es el teléfono?

-Espérese un ratito.

Edelmira miró el reloj. Ocho y cuarto. Qué estúpidos, siempre es lo mismo, dijo furiosa.

-Tome nota, señora.

La mujer le dio dos teléfonos. Edelmira colgó y llamó inmediatamente. Estaban ocupados. ¿Y ahora qué hago? Marina debe haber hablado con el doctor. Ya estarán en camino. Por lo menos tardarán media hora en llegar hasta allá pensó. Volvió a insistir con la línea telefónica.

-¿Aló?

-¿Sí?

-Señor, llamo por una emergencia. Mi hijo está loco, está armado y va a matar a su hija, mi nieta.


-¿Quién es usted?

-Su madre, estúpido.

-Oiga señora, no me insulte.

-Escúcheme, si no van inmediatamente va a ocurrir una tragedia.

-Pero no le entiendo señora. ¿Me puede explicar de qué se trata?

La mujer dio un largo suspiro.

-¿Señora?

-Mi hijo vive en La Floresta, segunda cuadra, número trescientos quince. Vayan allá, por favor.

-¿Pero por qué?

-Porque está encerrado con un arma.

-Está bien, señora. Pero explíqueme, ¿por qué dice que está loco?

-Porque me lo ha dicho su médico. Y además está armado y yo acabo de hablar con él y me ha dicho que va a matar a su hija y él se va a matar también.

-Repita la dirección.

Edelmira volvió a darle las indicaciones.

-¿Van a ir ahorita?

-No tenemos ninguna patrulla en este momento, pero nos comunicaremos con radio y en pocos minutos estaremos ahí.

-Ya, gracias.

Colgó. El reloj daba las ocho y media de la noche. Volvió a llamar por el teléfono. Esta vez escuchó el timbre habitual.

-¿Aló?

-Enriqueta, hijita, ¿Dónde está tu papá?

-Se ha quedado dormido abuelita.

-¿Estás segura?

-Está roncando.

-Qué raro- la mujer quedó pensativa.

-Hijita, escucha, es muy importante lo que te voy a decir.

-Sí, abuelita.

-No tengas miedo. Pero vas a hacer exactamente lo que yo te digo, ¿Ya?

-Bueno.

-Tu papá tiene una pistola, ¿no?

-Sí.

-¿Dónde la tiene?

-Ya no la tiene, abuelita.

-¿Cómo?

-Sí, la semana pasada me dijo que la iba a vender porque ya no tenía plata. La sacó de la caja y la vendió al señor Martínez, el que vive al lado.

-¿Tú viste que se la entregó?

-Sí, yo fui con él.

-Ah, ya.

-¿Por qué abuelita?

-Por nada, hijita, por nada. Escucha, van a ir a visitar a tú papá. Así que cuando lleguen les abres la puerta, ¿Ya?

-Ya.

-Chau hijita.

La niña colgó. Se dirigió a su dormitorio. Su papá estaba sentado sobre un sofá. Ya no roncaba. Tenía la boca abierta. Al lado de él, sobre la cómoda, había dejado un vaso de gaseosa para ella. La niña terminó de tomar el líquido mientras contemplaba el frasco vacío de pastillas que su padre había echado en los vasos. La niña se echó en la cama. Su papá le había dicho que se acostara después de tomar la gaseosa. Iba a tener mucho sueño.

 


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Pilar Dughi Martínez (Lima, 1956-2006) fue psiquiatra y escritora. Consagró su vida al activismo en organizaciones de defensa de los derechos de la mujer y del niño dentro y fuera de nuestro país.

Publicó varias colecciones de cuentos y una novela, obras con las que obtuvo diversos reconocimientos. Además de su ejercicio médico, se desenvolvió como profesora universitaria y periodista. Pese a que su carrera académica ostentaba impecable historial tanto en la literatura como en la medicina -cursó estudios doctorales de psiquiatría en París-, solía decir de sí: "Soy una escritora que trabaja de psiquiatra". Su vida fue segada tempranamente un 6 de marzo.

De su colección póstuma de narraciones titulada 'La horda primitiva' (2008) hemos extraído este breve relato cuyo tema es tan cercano a nuestro quehacer profesional. 




Enlaces:

- Video en memoria de Pilar Dughi en Youtube.


- Friedman SH, Resnick PJ.  Child murder by mothers: patterns and prevention. World Psychiatry 2007;  6(3): 137–141.

- Friedman SH, Hrouda DR, Holden C, Noffsiger SG, Resnick PJ. Filicide-Suicide: Common factors in parents who kill their children and themselves. J Am Acad Psychiatry Law 2005; 33:496-504.

- Friedman SH, Holden C, Hrouda DR, Resnick PJ. Maternal filicide and its intersection with suicide. Brief Treatment and Crisis Intervention 2008; 8: 283-291.

sábado, 17 de abril de 2010

Pío Nono y el pionono









El papa Pío IX y los piononos.


Había siempre supuesto que el apetecible bizcochuelo relleno y llamado 'pionono' tenía alguna secreta pero cordial relación con el papa Pío IX -pontífice recordable sobre todo por su largo reinado de 32 años (1846-1878) y por haber haber instituído el dogma de la infabilidad papal y de la Inmaculada Concepción de la Virgen María- pero no me había planteado más profundamente tal interrogante. Ahora, un interesante artículo en Mayo Clinic Proceedings sobre la supuesta epilepsia parcial compleja del sucesor de Pedro, me ha traído nuevamente a la memoria el apetecible manjar de mis años infantiles.

La página pionono.com nos informa que Ceferino Isla González estableció en el año de gracia de 1897 un negocio de pastelería en la Calle Real de la ciudad de Santa Fe, Granada, en la región española de Andalucía. Al parecer, Ceferino era gran devoto de la Virgen y quiso rendir pleitesía al pontífice que había proclamado en 1858 el dogma de la mariana concepción sin mácula. Así, decidió elaborar un cilindro de esponjosa masa que rellenó con manjar dulce y coronó con crema dándole forma de la tiara papal. Tal fue su sencillo y sentido homenaje a Pío IX desde su oficio de pastelero. El postre inevitablemente se denominó 'pionono' -que es la pronunciación italiana de 'Pío noveno'-.

El resto es historia apetecible y atesorada, asaz de añorada. Pío IX fue beatificado en Roma el 3 de setiembre del año 2000.



Restos mortales de Pío IX en la Basílica de San Lorenzo: el artículo plantea la hipótesis de su conservación gracias al uso en vida de bromuros contra la pontificia epilepsia.




ENLACE:

-  Sirven JI,  Drazkowski JF,  Noe KH. Seizures Among Public Figures: Lessons Learned From the Epilepsy of Pope Pius IX. Mayo Clinic Proceedings 2007;  82 (12): 1535-1540



viernes, 16 de abril de 2010

Hoy me gusta la vida mucho menos...







Hoy me gusta la vida mucho menos
pero siempre me gusta vivir: ya lo decía.
Casi toqué la parte de mi todo y me contuve
con un tiro en la lengua detrás de mi palabra.


Hoy me palpo el mentón en retirada
y en estos momentáneos pantalones yo me digo:
¡Tánta vida y jamás!
¡Tántos años y siempre mis semanas!…
Mis padres enterrados con su piedra
y su triste estirón que no ha acabado;
de cuerpo entero hermanos, mis hermanos,
y, en fin, mi ser parado y en chaleco.


Me gusta la vida enormemente
pero, desde luego,
con mi muerte querida y mi café
y viendo los castaños frondosos de París
y diciendo:
Es un ojo éste, aquél; una frente ésta, aquélla… Y repitiendo:
¡Tánta vida y jamás me falla la tonada!
¡Tántos años y siempre, siempre, siempre!


Dije chaleco, dije
todo, parte, ansia, dije casi, por no llorar.
Que es verdad que sufrí en aquel hospital que queda al lado
y está bien y está mal haber mirado
de abajo para arriba mi organismo.


Me gustará vivir siempre, así fuese de barriga,
porque, como iba diciendo y lo repito,
¡tánta vida y jamás! ¡Y tántos años,
y siempre, mucho siempre, siempre, siempre!



César Vallejo
(16.III.1892 - 15.IV.1938)



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Otro de los múltiples homenajes -aparte de los tres meses de injusta carcelería - que el Perú ha ofrecido a su poeta mayor. Este billete circuló escasas semanas pues con la hiperinflación de 1989-1990, cien de estos billetes se trocaron en una monedita de un 'nuevo sol'.



ENLACE:


- Poema en audio: Hoy me gusta la vida mucho menos... de César Vallejo, por César Calvo