Giuseppe Rensi (1871-1941)
"¿Qué es la razón? La locura de todos. ¿Qué es la locura? La razón de uno." Ésta es la frase que ya hace tiempo encabeza como lema esta bitácora, su contundencia de ardoroso dicterio reclamó nuestra selección y allí hela, hecha oriflama. ¿Dónde la leímos? En 'Introducción dialéctica a la Psicopatología', libro del soslayado psiquiatra hispano Bartolomé Llopis -increíble, ni siquiera tiene entrada en la hacinada Wikipedia-. ¿Y quién es el autor de la apreciada frase? El asimismo relegado filósofo italiano Giuseppe Rensi -quien tiene, sí, su respectiva y cumplidora entrada en idioma italiano-.
Rensi, además de filósofo y luchador social, fue jurista y ocupó la cátedra universitaria en distintas oportunidades aunque, fiel a su consecuencia intelectual e integridad de pensamiento, sufrió persecución y hasta carcelería por varios regímenes, incluyendo la dictadura de Mussolini. Su amplia producción escrita lamentablemente ha sido vertida escasamente al castellano. (Léase sobre él: 'Voz y disidencia: La configuración del espíritu filosófico europeo entre los siglos XIX y XX', de S. Givone, p.35) Rensi murió durante el bombardeo aliado de Génova aunque no víctima de la metralla. Su lápida fúnebre reza graficando plenamente su trayectoria vital: «Et si omnes, non ego».
Bartolomé Llopis (1905-1966)
Bartolomé Llopis también sufrió las consecuencias de su militancia -fue médico del ejército republicano- durante la guerra civil española. Resultó inhabilitado inclusive para el ejercicio médico por algunos años y justamente en ese lapso, inicios de la década de 1940 cuando hubo de trabajar como telegrafista, publicó sus trascendentes aportes sobre la psicosis pelagrosa -recordemos que la pelagra es una enfermedad carencial por déficit de niacina, una vitamina del complejo B-.
El estudio de Rafael Huertas: "Hambre, enfermedad y locura: la aportación de Bartolomé Llopis al conocimiento de la psicosis pelagrosa" (Frenia 2006; Vol VI- Ver en pdf) describe con excelencia la circunstancia histórica y la acuciosa observación y análisis de los casos de psicosis pelagrosa en el penoso entorno de racionamiento y carestía de Madrid sitiada. A partir de tales trabajos, Llopis sería un pundonoroso defensor de la teoría de la 'einheit psychose' o psicosis unitaria (pero eso ya es otra historia).
La 'Introducción dialéctica a la psicopatología' -obra que editó póstumamente su hijo Rafael en 1970- estaba llamada a ser la obra cumbre de Bartolomé Llopis. Su fina y vasta cultura filosófica enriquece el estudio de la psicopatología y ofrece valiosos hallazgos. De la tercera parte: Teoría del conocimiento y psicopatología, de enjundioso análisis epistemológico, nos permitimos glosar estos párrafos del capítulo 'El mundo común':
"¿Qué es el mundo común?
Decía Heráclito que, cuando estamos despiertos, vivimos en un mundo común, pero que, al dormirnos, nos sumergimos cada uno en un mundo propio. También decía que si "se quiere hablar con razón hay que mantenerse firmemente ligado a lo que es común a todos". El enfermo mental, en efecto, lo mismo que el durmiente, se hace ajeno al mundo común, relativamente objetivo y racional, y se hunde en el mundo individual, subjetivo y, por tanto, pletórico de pasión.
¿Cuál es, pues, el mundo que nos es común a todos, el mundo que abandona el hombre para retraerse a aquella íntima soledad? Naturalmente, no se trata del mundo auténticamente objetivo, del mundo "en sí", porque en ese mundo seguimos viviendo aunque nos hundamos en el sueño o en el desvarío, y ni siquiera muriendo se ausenta de él la realidad física de nuestro cuerpo. Con palabras de Kant, podemos decir que no se trata del mundo "en sí", sino del mundo "en nosotros"; no del mundo como "nóumeno", como realidad objetiva, sino como "fenómeno", como apariencia subjetiva. En este sentido, el mundo común es lo que hay de común en el inmenso número de los mundos subjetivos, individuales."
Este mundo común es el mundo normal, dando al concepto de 'norma' el valor estadístico de término medio. Es, por tanto, el mundo correspondiente al realismo vulgar o natural. No importa que la realidad del mundo común no sea absoluta, objetivamente real, es decir, que esté en gran parte teñida, subjetivada por sentimientos individuales. La objetividad, en este mundo común, no es más que una coincidencia de subjetividades."
Y aquí inserta Llopis el siguiente pié de página: Dado que, en el mundo común, la objetividad es igual a la coincidencia de subjetividades, resulta justificada la afirmación de Rensi: "¿Qué es la razón? La locura de todos. ¿Qué es la locura? La razón de uno." Prosigue luego el mismo Bartolomé Llopis:
"[...]
En suma, el mundo común es lo que hay de común en los mundos subjetivos de todos o la mayoría de los miembros de la colectividad; es el mundo intersubjetivo, pero como subjetivo es fundamentalmente lo emocional, es el mundo de las relaciones afectivas interhumanas, de las emociones que surgen reactivamente en el roce con los demás. Lo que se impone aquí como valor supremo ya no es, como en el mundo subjetivado, la emoción primariamente ligada al estado corporal, a sus necesidades biológicas y a las impresiones cenestésicas provocadas por la enfermedad, sino el complejo emocional asociado a las creencias colectivas: religión, moral, amor a Dios, a los padres y hermanos, a la patria, etc., así como la hostilidad hacia todo lo que se oponga a ello. Vivir en el mundo común es estar acorde con los demás, vivir cordialmente con ellos (se puede no sólo amar sino también odiar cordialmente). Cordura tiene la misma raíz etimológica que acorde y cordial. El corazón (cor-cordis) es el símbolo del mundo común o normal."
Desde luego, la obra de Llopis presenta aspectos a partir de los que una lectura zahorí -no la nuestra, claro está- permitiría extraer múltiples luces y controversias, y la frase de Rensi abarca planos que exceden largamente el escuetamente médico o siquiera psiquiátrico. Pero no podíamos terminar esta breve nota destinada a recordar el lema del blog sin la rápida 'googleada' de rigor. No abundan los enlaces que citan el dicterio de Rensi pero, desde una trinchera distinta a la de Llopis mas no opuesta y más bien análoga en su espíritu abierto, un artículo de G. Meraz Arriola: 'La locura en la era de la razón' (pdf) en Encuentro Psicoanalitico de México, se inicia con la feliz frase como invitador epígrafe. Vale leer a Rensi, a Llopis, a Meraz y recordar cómo nuestra concepción de la locura es históricamente relativa, culturalmente circunscrita, socialmente amoblada pero jamás absoluta, como la mayoría de despistados cuerdos ufanamente creemos.
Quizás, si todos nos contagiásemos de esta humildad que destilas, las cosas podrían ir mucho mejor.
ResponderEliminarPara avanzar es necesario cuestionarse lo aprendido y no dejar nunca de aprender. Con tus palabras, la segunda parte la tenemos garantizada.
Esther.
Gracias, Esther. Un cariñoso saludo.
ResponderEliminar