Inspirado en la inolvidable escena final de la primera película de la saga de 'El planeta de los simios', nuestro dilecto colega, amigo, jefe y compadre espiritual, Santiago Stucchi, ha graficado en inmejorable manera el espurio dilema que aparentemente angustia a las autoridades supremas y trabajadores del Instituto Nacional de Salud Mental del Perú.
Tal como lo presenta Stucchi, pareciera que el mismo día del juicio final en horas de la tarde aún tal interrogante permanecerá irresoluta, pero no es así. Nuestros sapientes directivos ya han decidido apostar por el 'instituto', esto es, un análogo a la banca de segundo piso, sin contacto directo con la demanda de pacientes excepto aquellos de 'alta complejidad' y referidos, de modo que no distraigan los hercúleos esfuerzos requeridos para la prioritaria investigación.
En su afán indesmayable de lograr tal cometido, aparte de la serie de estudios epidemiológicos que se están ejecutando, nuestras autoridades perspicazmente propician la agudización de las contradicciones en la dicotomía 'hospital / instituto'. Verbigracia, se ha vuelto a suprimir el internamiento de pacientes porque el médico de planta salió de vacaciones (!) y se ha suprimido además el internamiento psiquiátrico de pacientes menores de edad, con lo cual en toda la capital peruana no existe tal posibilidad de atención por parte del Ministerio de Salud. (!)
Esto, sin duda, con el sano propósito de añadir a la inmensa nombradía del Instituto Nacional de Salud Mental, alguna mención en el Libro de Records de Guinness o en el de Ripley's (Believe it or not).
Afortunadamente para el socorro de nuestros espíritus extraviados, existe una impecable preocupación institucional por el cultivo de la calidad. Es un balsámico consuelo saber que hay un alma fuerte velando y dispuesta a romper lanzas por dicha esquiva dama.
Perdonarán Uds. el sabor localista de la entrada, sea excusa para nos el proverbio: "Antes de iniciar la labor de cambiar al mundo, da tres vueltas por tu propia casa". La impactante imagen previa nos ha permitido al menos una vueltita por el futuro, donde el querido logo de la naranja partida aparecerá tal vez de ese modo, hundido entre la arena y las olas como en un día de playa -o sea más o menos como en el presente, en uno de los acostumbrados viernes consagrados al 'taller de investigación'-.
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Bueno, por aquí se dice que mal de muchos consuelo de tontos. La atención psiquiatrica aquí también está a la cola, es la paria, de las prioridades presupuestarias.
ResponderEliminarSaludos.
Yo solo citaré la última frase de Charlton Heston, dirigiéndose a los dignos rectores del Noguchi.
ResponderEliminar"MALDITOS SIMIOS, VAYANSE AL DIABLO"