En mi infancia recuerdo intensamente la carátula de este disco: sus arpegios me hacen evocar tardes amarillas y olor a hervor de maíz morado. En ese entonces el arpa era para mí un instrumento extrañísimo y su ejecutante un señor con vestimenta de otro planeta.
Pero Florencio Coronado no era de otro planeta sino de Ayacucho, donde nació el año 1920 para luego recorrer el mundo con su arte. Y nuestro benemérito arpista falleció este año dejándonos su legado, junto a los de otros músicos ayacuchanos magistrales: Jaime Guardia y Raúl García Zárate.
Ahora estoy en Huamanga y mientras atiendo el dolor de las heridas de su gente, pienso que esas tardes amarillas y ese disco presagiaban este otro atardecer aquí.
(Música de Florencio Coronado, vía Youtube.)
¡grande garcía zárate! tuve la oportunidad de verlo y escuchar su maravilloso arte, incomparable de verdad, ¡hasta el sonido de un tambor sale de su guitarra! y de conversar con él y con su esposa (que tengo entendido falleció hace un par de años) cuando vinieron a visitar a unos amigos de su tierra y que tuvieron la gentileza de invitarme para compartir el honor de tenerlo entre nosotros. recuerdo que amenazaron con tirarme por la ventana si no dejaba de conversar con él porque nadie quería escucharlo hablar, nomás de escuchar las notas que saca a su guitarra, pero si bien es cierto que admirar al artista es algo increíble, el ser humano que mora debajo de él es aún mejor. su plática es interesantísima
ResponderEliminarbendiciones lizardo por la obra que has acudido a realizar por nuestros hermanos huamanguinos. desde aquí te mando mis buenas vibras, gracias en nombre de todos los que no te las dan
y ya sabes, no comas cosas pesadas para que la pases bien ¡saludos a los Apus!
bajo el cielo rosado del perú
ResponderEliminarNinguna mención del maestro García Zárate está completa sin la del gran maestro Javier Echecopar, un excelso intérprete de nuestra música, a quien incluso tuvimos la honra de acoger en nuestra casa en Santa 486 (recordarás el lugar, verdad Lizardo), cuando vino a visitarnos por intermedio del tio Santiago, a ver unas partituras antiguas, propiedad de mi abuelo. El maestro Echecopar ha vertido en partituras todas estas grandes obras de la música peruana, incluyendo la guitarra ayacuchana. Lo que me emocinó al ver estas partituras es ver cómo el insigne músico inventó nuevos símbolos de arreglos para aquellas series rápidas de notas, en semejanzas a mordentes o semimordentes, siempre en escala pentafónica, que suelen adornar los pasajes de la música andina. Es decir, ahora la música peruana también se toca en los lugares más cultos de Europa, gracias al aporte del maestro Echecopar.
ResponderEliminarhttp://www.youtube.com/watch?v=xfARk2Bgr4E
Aquí lo vemos en un local de Ayacucho, improvisando con don Carlos Falconí. Nótese la exquisita técnica y disforzado temple al ejecutar las notas.
Cómo olvidar Santa 486, mi querido Tony, aquella casa escenario de tantos compartidos 'black-outs'.
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