Ya en otra entrada he comentado brevemente mis iniciales escarceos con la psicopatología libresca y de cómo tales avatares podían ser poco gratificantes para el común de estudiantes de medicina -aún de aquellos con cierto interés por la medicina psicológica-. Hoy que funjo de docente sopeso que, siendo la psiquiatría una especialidad tan baldada por prejuicios de índole diversa, tal vez el acercamiento y motivación de los noveles aprendices debiera propiciarse con textos comprensibles y manejables, que no confirmen la idea frecuente de que la psiquiatría es ininteligible o esotérica, sobre todo siendo la psicopatología usualmente el primer tema tocado en los cursos de psiquiatría para estudiantes de pregrado.
A falta de una 'traducción' del Curso de Psiquiatría de Honorio Delgado que en gran parte de nuestros lares sigue siendo más que una Biblia una especie de Corán -y digo 'traducción' como equivalente de aquello que los ingleses denominan 'companion', un texto ágil e ilustrativo de uno más denso y voluminoso-, valdría considerar bienvenido un clásico de la psicopatología académica británica: el famoso texto de Fish. Su primera edición data de hace varias décadas pero ha perdurado por su claridad y practicidad. Recientemente se ha publicado una nueva edición que ha merecido comentarios favorables y reseñas como la de Germán Berríos quien destaca las ediciones previas sin desmerecer la presente.
El Texto de Fish surca las aguas de la Internet y lo hace acompañado hasta de un voluntarioso 'companion'. Es un libro propicio para el primer asomo a la descripción y comprensión sistemática de los fenómenos anormales de la psique humana -sin tener que aprenderse de memoria abstrusas definiciones-. La introducción a la psicopatología no tendría porqué ser una especie de excursión forzada de caza submarina para gente que recién empieza a nadar.
totalmente de acuerdo
ResponderEliminarA pesar que soy un apasionado clínico, que me gusta buscar aquellos signos con apellido galo, que pululan en ese gran libro, mi lectura predilecta de todos los días, el Manual de Surós (Batló), a mi me encantó leer las laberínticas proposiciones de don Honorio. Sí, se basó en Kraepelin, pero le dio ese tono sabroso que la lengua española, cuando funge de científica, puede tener. Frases como "se debe notar la diferencia entre lo que el paciente percibe y lo que por él es percibido" tienen ese toque Platónico de un gran texto de filosofía.
ResponderEliminarBueno pues Lizardo, debemos considerar que nos encontramos en una época muy diferente a la de Don Honorio. Recordemos que en su época se debía dar un examen de ortografía. Se daba examen verbal ante jurado, y había una entrevista (así nunca hubiera ingresado nuestro querido colega Don Sati, recuerdas, "era que muevas tu cola..."). Quien sabe, los alumnos de medicina en los tiempos de Don Honorio eran más enjundiosos que los actuales, con un vocabulario más amplio, una ilustración más dedicada, un bagaje cultural más abultado o, parafraseando a Don Godofredo, "la prosa del ayer, podría ser muy bien el verso de hoy".
Sin embargo, no se puede negar también el avance tecnológico actual, así como la placa de tórax vuelve inconsecuentes al signo de sucusión o a la percusión de monedas en la exploración toráxica (disculpe usted maestro Surós, no lo estoy ridiculizando), quien sabe la mente no deba ser explorada solo desde el aspecto filosófico, si no también del fisiopatológico.
Para finalizar, dejo esta interrogante, Cuál es la imagen de la mente enferma? Será que algún día podremos verla en la RM o en la SPECT portátiles?
Sé de buena fuente, Tony, que igual resultaban jalados en el curso de Don Honorio grandes porcentajes de alumnos, aún suponiendo que fuesen más enjundiosos que los actuales. Veteranos maestros nuestros allá en Trujillos, dechados de sabiduría, hasta fueron aplazados en tal curso cuando eran estudiantes en San Fernando.
ResponderEliminarNo se niega la calidad del libro delgadeano sino que la insistencia en imponerlo como texto de psicopatología en algunos centros académicos, en aras de una tradición o escuela, debe contrapesarse con la dificultad inherente a su lectura o 'aprendizaje' en una semana como se exige a veces para aprobar un examen de psicopatología -y en que igual se advierte socarronamente a los estudiantes que sólo aprobará un 5% de ellos-. Revísese la opinión de los alumnos al respecto: y tampoco se debe asumir maniqueamente que hoy sean todos unos displicentes vagos sin remedio.
De hecho, la psicopatología es la misma en ambos textos: fenomenológica, descriptiva, heredera de la mejor tradición europea. No son contrapuestas ni antitéticas.
Y mientras no existan esos maravillosos exámenes imagenólogicos que planteas, la manera de conocer la vida psíquica del otro seguirá siendo la psicopatología, por ello ésta debiera presentarse como experiencia de aprendizaje significativo -están en boga estos términos- y no como exigido sahumerio a ninguna divinidad terrenal.
Gracias por los comentarios.