En el año de 1959, en el sanatorio psiquiátrico de la pequeña localidad de Ypsilanti en las afueras de Michigan, Estados Unidos, se produjo un inédito acontecimiento. El veraniego día 1 de julio, gracias a la curiosidad científica del psicólogo social Milton Rokeach, se suscitó el peculiar encuentro de una trinidad delirante: tres pacientes psicóticos que afirmaban cada uno ser nada menos que el mismísimo Jesucristo en carne y hueso.
Rokeach estaba intrigado por el tema de la identidad personal y las creencias del individuo: ¿qué creencias podían modificarse sin variar la identidad que cada persona se adjudica a sí misma? Recuérdese que en aquella época se conocieron múltiples casos de "lavado de cerebro" -brainwashing- en prisioneros victimizados en varias partes del mundo. El misterio de la identidad individual, tan central e íntimo en el núcleo del yo, concitaba el interés científico de Rokeach.
Leon Gabor, Clyde Benson y Joseph Cassel fueron los nombres de los tres pacientes adultos y varones atenazados por delusiones de trasformación de identidad. Cada uno de ellos estaba convencido irreductiblemente de ser Jesucristo, sin resquicio alguno de duda. Rokeach pensaba que la confrontación entre ellos podría modificar sus delusiones y por eso los reunió en un mismo pabellón psiquiátrico. Producto de sus observaciones redactó varios artículos y un libro que se llegó a traducir a varios idiomas.
Luego de dos años de convivencia y sesiones terapéuticas, ninguno de los tres Cristos modificó un ápice la convicción de su mesiánica identidad. De hecho, no se produjo un cisma, un conato de violencia, una contienda de milagros, un concilio apocalíptico de sesudas disquisiciones teológicas, ni siquiera una ruptura de la vida en común. Cada uno de los Cristos convivió con los otros dos apaciblemente su identidad esquizofrénica, los tres expusieron oronda y patéticamente su verdad enferma, los fríos pasillos del manicomio de Ypsilanti los vieron arrastrar sin rumbo su desolada santidad.
Rokeach falleció hace más de 20 años y también los tres Cristos pasaron a mejor vida: nunca tuvieron conciencia del 'experimento' al que fueron sometidos. Durante la década de 1990 el Hospital Psiquiátrico de Ypsilanti fue abandonado y posteriormente demolido.
El Hospital Psiquiátrico de Ypsilanti, abandonado.
Los tres Cristos de Ypsilanti tampoco advirtieron esa discreta llamada de atención emanada desde su locura: hombres cuerdos se aniquilan inflamados de odio en guerras religiosas mientras hombres orates pueden convivir fraternalmente su desencajada divinidad. La sentencia que abre el libro de Rokeach deviene así desasosegante y ambigua: "Every man would like to be God, if it were possible; some few find it difficult to admit the impossibility."
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ENLACES:
- Más sobre el experimento de Ypsilanti en Mad Science Experiments.
- Sobrecogedora exposición fotográfica sobre el sanatorio abandonado de Ypsilanti.
Joseph Cassel de hecho tenía ventaja a mi parecer... sus siglas eran J.C! jajaja ;)
ResponderEliminarFina y perspicaz apreciación psicopatológica, Fiorella. Vale.
ResponderEliminarHace algunos años hubo hospitalizados 2 Jesucristos en el pabellón de varones del INSMHDHN, pero a diferencia de los 3 en mención estos se trenzaron a golpes, tal parece que la idiosincracia de nuestros mesías nacionales es diferente a la de los extranjeros mmmmmmmmmmmmm.....
ResponderEliminarHola Félix:
ResponderEliminarNos perdimos de publicar tal caso, imagínate: los dos Cristos del Noguchi que se sacaron la M, hubiese sido un bonito reporte... ;D
Habría que sopesar si el motivo de la gresca fue teológico, canónico, escatológico o de qué índole precisa. De cualquier modo, deben ser abrumadora mayoría los cuerdos enfrentados en guerras religiosas que los orates quienes en su delirio afirmen ser divinidades y se trencen en ardorosos pugilatos.
Un abrazo y gracias por tu comentario.
félix, cuenta más de esos xtos nacionales, está interesante
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